La viuda del chalet de la esquina

El virus lamentablemente ha dejado alguna mujer viuda

Tengo una vecina que la conozco hace años, conozco a su hija, a su nieta porque hacía gimnasia rítmica con una persona muy cercana a mí. Estaba casada, digo estaba porque el marido que llevaba enfermo muchos años murió el mes pasado, ella es una mujer muy abierta, muy alegre y siempre iba a todos los sitios sola, la veia pasar con el coche, y yo la saludaba, en el supermercado siempre sola, algunas veces le ha ayudado con las bolsas hasta la puerta de casa porque iba muy cargada la mujer.

Con todo este tema del virus el mes pasado vi a la hija en supermercado y le pregunté por su madre, qué hacía mucho tiempo que no la veía ni pasar con el coche, y me dijo que había muerto su marido por el virus, que se encontraba metida en casa sin ganas de nada y muy decaída.

Desde entonces pasaba por delante de su puerta esperando verla regando las plantas del jardín, día tras día sin ningún resultado por mi parte, hasta el día que la vi, la saludé y empezamos a charlar y la di el pésame diciendola que lo sabía por mediación de su hija.

Después de comentarle que la veía muy guapa, y que tenía que animarse que la vida continúa y con lo jovial que eres no puedes venirte abajo, ofreciéndome hacerla compañía cuando ella quisiese tomando un café,si había que hacer algún arreglo en casa, ella al oir eso se puso contenta y vi en sus ojos una expresión deseo hacia mí

Por lo que la facilite mi número de teléfono y la dije que cuando quisiese charlar me tenía a su total disposición. Ella apunto el número en su móvil y me despedí de ella diciéndola que no sabía si era más hermoso, su jardín o ella.

A los pocos días recibí un mensaje de un número desconocido, diciéndome que si me apetecía tomar un café, le conteste que nunca declinó una invitación a tomar café, y si es con una mujer bella mucho menos, la dije que dónde nos podíamos ver si le apetecía en una cafetería, a lo que me contestó que era su vecina y podía ir a su casa, vamos fue oir  eso y encenderseme  todas las alarmas diciendo aquí puede haber tomate.

Me duché rápidamente y me puse un pantalón corto y un polo, cuando iba para casa de mi vecina le cogí prestada una rosa a mi vecino, el cascarrabias, con todas las rosas que tiene no creo que se moleste porque le falte una.

Llamé a su puerta más bien nervioso por qué no sabía que podía pasar aunque yo iba totalmente lanzado a tirarme a la piscina, saque la rosa de detrás de mi espalda y la dije, para la mujer más guapa del vecindario, ella sonrió y me dijo pasa zalamero.

La mujer tenía preparado todo en el salón, las tazas, el café, unas pastas, por lo que nos sentamos los dos en el mismo sofá, me preguntó que como lo queria y le dije que suelo tomar el café solo pero hoy me va a saber  mucho mejor porque tengo muy buena compañía, ella sonrío de nuevo y me fijé que llevaba un vestido estampado con algún botón de más abierto por la parte de arriba y algún botón de más abierto también por la parte de abajo, por lo que se podía ver parte de su canalillo y también buena parte de sus buenos muslos.

Empezamos hablando temas intrascendentes, hasta que decidí empezar a atacar diciéndola que debía ser muy duro después de tantos años de matrimonio estar en la cama solita. A lo que me contestó que hacía muchos años que dormían en camas separadas y en habitaciones separadas por la enfermedad de su marido, volví a la carga diciendo que ella todavía era joven y podía haberse buscado algún amigo especial con consentimiento de su marido, a lo que me contestó que tenía un amiguito de goma que usaba por las noches en su habitación para darse placer y en cuanto a alguien de carne y hueso nunca se había atrevido a dar el paso porque la consideraban una mujer muy recatada de puertas para fuera pero de puertas para dentro era muy muy fogosa y necesitaba satisfacerse continuamente.

Vi el cielo abierto por esas palabras y la cogí su mano diciéndola que los vecinos estamos para ayudarnos y yo la podía ayudar en cualquier cosa incluso sexualmente, ella no hizo ademán de quitar su mano y la dirigí hacia mi paquete para que lo sintiese que se estaba poniendo muy muy duro, meti la otra mano en el escote y dentro de una copa del sujetador empecé a masajearle uno de sus pechos hasta llegar al pezón que empecé a mover con mis dos dedos para ver si se ponía muy muy durito también, como una avellana qué son como a mí me gustan.

Parece que a la buena mujer le estaba gustando porque empezó a suspirar y a jadear, ufff, ufff que me gusta que me toquen los pechos, por lo que la deje su mano sobre mi paquete y dirigí mi mano  entre sus muslos para encontrarme con un horno de lo caliente que estaba.

Hábilmente conseguir meter la mano apartando  la tela de las braguitas, y un par de dedos enseguida se metieron en su vagina la cual estaba encharcada soltando jugos, en ese mismo momento sentí como mi vecina se contraía y empezaba a soltar jugos vaginales como si fuese una fuente o como si estuviese meando, tuvo un orgasmo bestial, con lo que me puse cachondo perdido.

Me levanté y me quite los pantalones, después la hice levantarse con mucho esfuerzo porque le temblaban las piernas todavía de su anterior corrida. Metí mis dos manos por debajo de su vestido y le baje las bragas hasta quitárselas, después la ordene que se pusiese a horcajadas sobre mí y dirigiendo mi pene hacia su encharcada vagina se la metió de golpe soltando un chillido de placer, apoye mis dos manos en las cachas de su culo para ayudarle a subir y a bajar, ella solo gemía y jadeaba, ufff ufff vaya polvo me estás echando, como necesitaba tener una polla dentro de mi, una pena que tenía las manos ocupadas y no podía tocarle las tetas pero estaba tan tan cachondo que empecé a eyacular chorros  de semen a la vez que nos corríamos juntos.

Lo único que pude decirle al oído era que me había encantado follarla y que no sería la última vez, resulta que mi vecina que después me enteré que tenía 67 años era una magnífica folladora, por lo que tuve que decidir tomar el café en su casa en vez de la mía, pero esa es otra historia.