La Viuda

¡Hum! ¡Qué lubricado lo tengo! No necesito ni..

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Tras la marcha de Alba, fui al super a comprar algo para el almuerzo. Antes, cuando vivía sola apenas cocinaba, pero ahora, al ser dos estoy recuperando mi pasión por la cocina y trato de hacerle buenos platos a mi nuevo compañero de piso. Parecerá una tontería, pero de vivir sola a tener a Gabriel conmigo ha implicado una pequeña revolución en mi día a día que he notado cómo me ha cambiado por dentro.

Ahora he recuperado la ilusión por hacer cosas nuevas, tanto es así que el trabajo con Alba me salió a raíz de esa pequeña revolución. La conocí por casualidad en una red social y empezamos a hablar sobre mis cuadros, me dijo que le encantaban mis retratos y de ahí surgió la idea de hacerle el retrato a su pareja.

Mientras voy por los pasillos del supermercado me pregunto si ella ahora estará entregándose al placer onanístico como me ha dicho. Yo ya no recuerdo la última vez que me masturbé, ¡probablemente no lo haya hecho en años! Ya no digamos el tener sexo con otro hombre, pues desde que mi marido enfermó dejamos de tener relaciones y tras enviudar hace un año aún no he tenido ocasión de sobreponerme y conocer a otros hombres.

De repente me noto ansiosa por tener sexo, no sé qué me pasa pero en el super me fijo en otros hombres, jóvenes y mayores, no me pongo una edad y fantaseo con que tal vez próximamente conozca a alguien que llene el vacío que tengo en mi interior.

Paso por la sección de condones y me digo a mí misma: ¿Por qué no? —y echo una cajita después de ojear un rato. ¡Qué cantidad de variedades! —me digo mientras pienso que al final todos valen para lo mismo: ¡Follar! Qué palabra tan vulgar y al mismo tiempo tan sensual.

Mientras recorro los pasillos terminando las últimas compras pienso qué pensarán de mi los chicos y hombres si me ven con mi cajita de condones en el carro… ¿Pensarán que soy una guarra? Este pensamiento me turba y me excita al mismo tiempo, no recuerdo sentirme así antes. De repente es todo muy nuevo y extraño para mí. Me siento como una colegiala que ansía el sexo pero no sabe cómo obtenerlo.

Al pagar me pongo nerviosa. ¡Nunca he comprado yo los condones! Esas cosas las hacía mi marido. La pongo con el resto de comestibles y la chica la pasa como un producto más. Ella es joven, seguramente piense que es algo de lo más normal del mundo, como el comerse un bocadillo de mortadela, pero es que hace tanto tiempo que una no prueba el embutido… —me digo internamente mientras suspiro.

No sé qué me pasa, tal vez haya sido la insinuación de Alba, confesándome que se ponía cachonda al posar. O tal vez su confesión de que se iba a masturbar al llegar a casa —me digo mientras conduzco de vuelta a casa, lista para preparar el almuerzo a mi nuevo compañero de vida.

Aparco y subo mis bolsas a casa. Al entrar voy a hacer un pis y antes de comenzar a soltar el chorrito me acaricio levemente por encima de mis labios vaginales, ¡estoy súper mojada! No recuerdo haber estado tan excitada en mucho tiempo. Me escandalizo y deleito al mismo tiempo mientras suelto un potente chorro que cae con estruendo a la taza. Luego me seco el sexo y voy al cuarto a cambiarme.

De repente me veo desnuda en el espejo tras la puerta del armario. Contemplo mi figura en ropa interior tras quitarme el vestido con el que he ido a comprar, me miro tanto por delante como por detrás. Mis pechos son grandes y hermosos, mi culo es redondo y carnoso, es cierto que ya se me nota la edad que tengo, pero ineludiblemente pienso: ¡Estás buena! —me digo mientras me miro y me giro.

Anyway, tengo que preparar el almuerzo, pues pronto estará aquí mi sobrino político o lo que quiera que sea eso…

6

Preparo algo sencillo, espaguetis, pero hago una salsa de tomate casera, condimentada especialmente con albahaca y rallo el queso manualmente. Cuando ya estoy terminando llega Gabriel y entra con las llaves que le di para que tuviese libertad de entrar y salir cuando quisiera.

—¡Hola tía! —me dice sonriendo al entrar.

Se acerca mientras cocino y me da de nuevo dos besos. Realmente no termino de acostumbrarme a estas muestras de cariño, pues nunca he sido madre, de forma que lo más parecido a un hijo que he tenido es este sobrino político mío. Y lo cierto es que tenga esos detalles conmigo. Me hacen sentirme querida por él y que se estrechan nuestros lazos.

—¡Qué bien huele! —dice además tras besarme.

—¿Te gusta? No es gran cosa, pero he hecho la salsa yo misma y la he condimentado con especias.

—¡Qué dices tía! ¡Está genial! —exclama él asomándose a la olla donde cuece el tomate.

—¿Te lavas las manos y pones la mesa?

—¡Hecho! —dice saliendo de la cocina.

Dispuesto me ayuda con la mesa tras volver y terminamos sentándonos ante nuestros platos y comenzamos a comer. No es que sea un banquete, pero le he puesto cariño y esmero y sé que él lo aprecia, pues me da efusivas muestras nada más probarlos.

—¡Qué buenos tía! Te lo digo en serio.

—¡Oh gracias Gabriel!

Comemos y me intereso por qué tal le ha ido su primer día.

—Ha estado bien, casi todos los profesores nos han hecho una introducción de sus materias, de modo que mañana será más duro.

—Yo aún recuerdo mis tiempos de universidad, ¡qué buenos años aquellos! —le manifiesto rememorando cuando era mucho más joven y estaba en mis estudios de Bellas Artes.

—He hecho un nuevo amigo y también he conocido a un par de chidas —me confiesa ilusionado.

—¡Claro, eso es la parte divertida de la Universidad! —le digo recordando mis amigas, con las que perdí contacto con el tiempo pues la vida fue llevando a cada uno por su lado.

—Sí, ¡en eso te doy la razón tía! —me dice el muy picaron.

Me imagino que por su mente pasan toda clase de pensamientos calientes, pues a su edad es normal. Juventud y calentura son lo mismo y esta mañana he podido comprobarlo hablando con mi modelo y yo misma he descubierto en cierto modo tal excitación pensando en los tiempos en los que una era más joven y caliente, como ellos…

Tras comer nos echamos una siesta. El en su cuarto y yo en el mío, echo el pestillo y me dispongo a tener mi pequeño momento. Me desnudo y sensualmente me pongo sobre la cama. Giro sobre mi trasero y saco de la mesilla de noche la cajita de condones, extraigo uno y cojo aquello que guardé secretamente junto a ellos, tras volver del mercado.

Me da mucha vergüenza confesarlo, pero también compré pepinos, no muy grandes, más bien chicos, pero uno de ellos lo reservé para este momento. ¡Qué guarra me siento! Mientras lo envuelvo con uno de los condones y le hago un nudo al final para que no se salga, ya está preparado para la acción, me recuesto sobre cojines y compruebo mi grado de excitación.

¡Hum! ¡Qué lubricado lo tengo! No necesito ni preliminares, así que conduzco mi artilugio casero hacia mi sexo y con él me penetro.

¡Oh! ¡Qué sensación! Lo siento entrar y llenarme, pero pronto me doy cuenta de que un pepino más grande me hubiese convenido más. ¡No importa! Me apañaré hoy con este, me digo mientras con una mano me penetro y con la otra me acaricio mi inhiesto clítoris, tan erecto que lo noto correr entre mis dedos y esto me provoca, ¡un gran placer!

Pero no me detengo ahí, tras penetrarme vaginalmente, lo muevo hacia atrás y lo deslizo bajo mi ajustado ojal. Aquí el pepino me parece de tamaño más adecuado, pues mi ojal está más cerrado y se ajusta mejor al grosor y tamaño de mi improvisado consolador. ¡Oh! ¡Qué intenso placer siento! Mientras me penetro por delante y por detrás, mientras froto mi clítoris y penetro mi sexo con mis dedos, embadurnándose estos con mis jugos. ¡Oh! ¡Qué mojada estoy! —me digo mientras veo que estoy a punto de caramelo.

Finalmente me bajo al suelo y echo una toalla sobre éste, me pongo encima en cuclillas y mientras me penetro analmente y sigo masturbándome mi clítoris erecto, noto que me corro, ¡me corro intensamente! Tanto que mi squirt sale a presión mientras se me escapa un gritito desgarrador, ¡me corro mientras un potente squirt sale a presión! Mojo toda la toalla y tiemblo, tiemblo intensamente. El pepino sigue en mi culo, noto como este se contrae con fuerza mientras me corro, tanto que termina por partirlo dentro del condón. Me doy cuenta cuando ya todo ha pasado y tiro suavemente de este para extraerlo, ¡menos mal que lo en fundé en el condón!


Acabáis de leer un caliente estracto de mi nueva novela: La Viuda ; que está recién salida del horno como podría decirse, si quieres saber lo que ocurrió a continuación está publicada en Amazon.

Sinopsis:

Natalia redescubre el sabor de la vida, gracias a la irrupción de su sobrino Gabriel, quien le abrirá los ojos y despertará en ella el deseo oculto. La sacará de la amargura en la que ahoga sus penas y junto a otros personajes principales, le devolverá la alegría de vivir perdida desde que enviudó.