La visita inesperada

Cuando más ganas le poníamos a nuestra jodienda, un visitante que llegó de improviso, terminó con nuestra diversión.

LA VISITA

Como locos, cogíamos ganosos,

rodando enloquecidos en el lecho,

mamando yo el pezón de tu albo pecho,

y enviándote mis mocos, bien babosos.

Lamíamos los sexos, lujuriosos,

como fieras, de presas, al acecho,

con mi pene, irguiéndose derecho,

gozando de tus labios tan preciosos.

Ya había mi tarea terminado;

sin cuenta palos fueron con certeza

los que con muchas ganas te había echado.

Y al sacar, de tu coño, mi gran pieza,

de improviso llegó Juan Colorado*,

pintándome de rojo la cabeza.

  • Juan Colorado.- El visitante mensual de las mujeres.

INCOMPARABLE

Peluda raja, que mi pene alocas,

que diera por tenerte ya ensartada,

pues ni las ricas mamadas de otras bocas,

consiguen de mi verga la vaciada.

Sólo tú, papayita, a cuanto tocas,

provocas placentera deslechada,

y quitas la dureza de las rocas

a la verga más firme y más templada.

Por eso, en mis momentos de sonrojos,

evoco tu presencia excitadora,

para tenerte enfrente de mis ojos,

ya que tu cachondez alentadora,

ha de calmar la sed de mis antojos

y la fiebre sexual que me devora.