La visita folla en el salón
Estoy en casa ocupado y llaman la puerta. Una visita. Mi madre lo recibe y yo continúo en mi habitación sin que me molesten. Una música suave me saca de mi concentración, ¡que raro!, ¿de donde vendrá?.
Es verano, es por la tarde, y estoy solamente con mi madre en la casa que tenemos en la playa.
Tengo 20 años y mi madre 42, morena y con buen cuerpo.
Estoy en mi habitación ocupado con una maqueta que estoy haciendo.
Oigo que llaman a la puerta, ¡que incordio!, ¡espero que no me molesten!.
Oigo a mi madre que va a abrir, es una visita, oigo que habla con alguien y que pasan al salón.
Mi madre no me llama, por lo que continúo con mi trabajo.
Después de un buen rato, oigo música, ¡que raro!.
Abro la puerta de mi habitación sin hacer ruido para que no sepan que estoy en casa y me molesten.
Veo cerrada la puerta del salón, que siempre está abierta.
Del salón sale la música, suave.
Continúo extrañado.
Cierro la puerta de mi habitación sin hacer ruido.
Tomo la determinación de ir a ver que pasa sin que nadie se de cuenta.
Me descalzo y de puntillas salgo por la puerta de la terraza de mi habitación.
Me acerco a la puerta del salón que da a la terraza sin hacer ruido.
Está echada la cortina, que nunca lo está.
Miro por un hueco que deja la cortina.
Percibo movimiento.
Un rayo de luz enfoca algo que se mueve arriba y abajo, ¡es un culo! ¡y desnudo!. Hay unas pelotas debajo del culo, un rabo que aparece y desaparece, ¿mi madre? ¿se están follando a mi madre?.
Están sobre el sofá, ella arrodillada encima, él sentado en medio del sofá, con las manos en las caderas de ella, su culo sube y baja, arriba y abajo, follando. El rabo del hombre entra y sale, entra y sale.
La veo a ella también la espalda, está desnuda.
La oigo gemir, bajito, suavemente, como la música.
Logro ver la cara al hombre, no le reconozco. Desde luego no es mi padre, que está trabajando en Madrid.
Me quedo un rato mirando como se la folla, disfrutando del culo de mi madre, de sus pies, de sus piernas, de como se la folla.
Después despacito me voy de puntillas, sin hacer ruido, a continuar con la maqueta que me espera.
Como una media hora después quitan la música, oigo abrirse la puerta del salón y la puerta de la calle. La visita se marcha.
Luego oigo el baño. Mi madre ha ido a lavarse.
Después de un rato, viene mi madre contenta y sonriente con una bandeja con cola-cao y galletas para mí. Lo deja sobre la mesa de mi habitación y se va sin decir nada. ¡Ya sabe que no me gusta que me molesten!.
Y es que no hay nada como ver feliz a una madre y ¡sin que moleste!.