La visita del ex de mi novia y su novia

Mi novia tiene un ex, su ex tiene una novia y todos tenemos diversión La introducción es, quizás, un poco larga y superflua para quién venga buscando directamente la acción. No pasa nada por saltársela, en cuyo caso recomiendo buscar el momento en que describo a los implicado y empezar por ahí

Mi novia, para los estándares de hoy en día, ha sido poco promiscua. Con casi 30 años apenas ha probado cinco pollas, con la mía siendo la quinta. La cuarta la disfrutó durante el par de años en que residió en mi ciudad sin conocerme, pues ella no es de aquí; se tuvo que mudar debido al trabajo de su padre, casi a la otra punta del país, a una distancia demasiado extensa como para mantener la relación que tenía con su novio. Y era una pena, porque habían sido algo más de seis los años que habían estado juntos. Él había sido el segundo con quien se acostó y el único, antes de mí, con quien mantuvo una relación seria. Pese a que cortaron no fue de malas maneras e incluso él vino a visitarle alguna vez al principio. Pero la distancia era demasiado grande.

Aquí conoció a un colombiano que era muy majo, tenía buena polla y la follaba que daba gusto. Pero él no buscaba nada serio y solo la usaba para follar, cosa que tampoco a ella le desagradaba del todo. Pero un día nos conocimos, empezamos a quedar y al cabo de unas semanas decidió dejar de verle. A los meses ya éramos novios.

Hasta ahora he, más o menos, hecho referencia a cuatro de las cinco pollas que ha probado: la primera, que era del chico que la desvirgó y folló durante unos meses antes de pasar de ella; la segunda, de su ex con el que estuvo más de seis años; la cuarta, del colombiano que conoció tras mudarse y cortar con su ex; y la quinta, la mía. Cabe preguntarse de quien es esa polla que falta, la tercera que la folló, antes de mudarse y conocer al colombiano.

Pues bien, esa polla era del mejor amigo de su ex. Con esta revelación es lógico pensar que hubo algún desliz y mi querida novia le adjudico algunos cuernos a su ex. Nada más lejos de la realidad. Su ex estaba al tanto de que su novia follaba con su amigo; de hecho, estaba presente. Y no era el único, también la novia de su amigo los acompañaba. E incluso participaba. A grandes rasgos, puede decirse que los cuatro se juntaban para hacer de casi todo.

Empezaron con apenas 18 años ellas y 19 ellos, llevando tan solo unos meses cada uno con su respectiva pareja. Fue una coña que se les fue de las manos y disfrutaron tanto como para convertirla en algo regular durante años. Él ex de mi novia vivía con su madre divorciada, que tenía novio y abandonaba el hogar para pasar los fines de semana con él, por lo que la casa quedaba toda para que ellos hicieran lo que quisieran, facilitando aún más las cosas.

Y vaya cosas hacían esos cuatro. Igual simplemente se cambiaban las novias y cada uno se follaba a la del otro; igual le daban polla entre los dos a una y luego a la otra; igual eran ellas dos quienes se ponían a disposición de uno y luego el otro; e igual, simplemente, se ponían los cuatro a follar juntos, mezclándose y rozándose como surgiera. Incluso ellas les dieron algún pequeño espectáculo lésbico a ellos, pese a que ninguna de las dos sentía atracción por las mujeres. Pero lo importante era divertirse.

Y yo, ¿cómo se todo esto? Resumiendo bastante, es cuanto menos interesante lo que hace el tener confianza y sinceridad con tu pareja, que sepa que puede contarte cualquier cosa sin que la juzgues. Y ya, si ve que lo que te cuenta te da morbo…

Respecto al ex de mi novia, su mejor amigo y su novia, ahora he de explicar que pasó con ellos en ausencia de mi novia. Durante un tiempo siguieron quedando los tres hasta que su mejor amigo tuvo una oferta de trabajo bastante suculenta: buena paga, buen horario, en la carrera que él amaba, con posibilidades de ascenso… pero con la pega de ser en otro país, tan frio como lejano. Se estuvo debatiendo entre aceptar o no, decantándose al final por el sí, con planes de que su novia le acompañara. Pero ella estaba centrada en sus estudios y no entendía el idioma local, por lo que hubo de rechazar la oferta. Intentaron mantener una relación a distancia, teniendo el ex de mi novia permiso para follársela cuanto quisiera, pero la cosa no acabo de cuajar. Él apenas podía visitar un par de veces al año, y aunque se juntaban los tres para rememorar los viejos tiempos, no era suficiente para que la relación funcionara. Al final decidieron cortar, de mutuo acuerdo.

He de mencionar que en ambas ocasiones que el amigo volvió para visitar a su novia la mía hizo el esfuerzo de desplazarse para pasar los cuatro esos días juntos. No es como si al colombiano le molestara, solo la quería para follar y no era ni de lejos la única con la que quedaba, así que podía resistir su ausencia.

Después de que cortaran, y sin disponer de la compañía del amigo o de mi novia, su ex y la ex de su amigo siguieron quedando tanto como antes. Y la confianza y el roce hicieron el cariño. Decidieron salir los dos juntos, a lo que tanto mi novia como el amigo dieron sus bendiciones, quedando incluso todos en persona para celebrarlo follando como locos. De este modo, ella pasó de ser la novia del mejor amigo del ex de mi novia a ser la novia del ex de mi novia.

Y al fin llegamos al punto en que yo la conocí. Nos gustamos, estuvimos un tiempo de tonteo… en ese tiempo seguía quedando con el colombiano y llegó a coincidir que en aquel entonces que una de las veces en pudieron quedar todos juntos una vez. Pero lo nuestro se volvió algo serio y ella rompió el contacto con el colombiano; siguió manteniendo la amistad con los demás, hablando de vez en cuando, pero no quedó con ellos para no serme infiel.

Y un día, hablando, surgió el tema de las experiencias sexuales previas que habíamos tenido cada uno. Al principio ella temía que la juzgara, pero debido a nuestra gran confianza se decidió arriesgar y no guardar secretos, lo que fue un gran acierto. Descubrir esa faceta suya me encantó y poco tarde en pedirle que me contara aventuras que habían vivido los cuatro: como aquella vez que realizaron un viaje de parejitas a otra ciudad y por hacer la coña se cambiaron a las novias todo el viaje, con cosas como pasear agarrados de la mano por la calle con la pareja del otro o sentarse los cuatro en un banco a liarse con la novia del otro, como si fuera la suya de cara a la gente; también esta aquella vez en que visitaron a una amiga de mi novia que vivía en otra ciudad y se hospedaron en su casa, con mi novia saliendo a pasear con su amiga para ver el lugar y ellos quedándose solos para echar la siesta, que consistió más bien en un trio que la huésped no llegó a sospechar.

Me gustó tanto lo que había hecho que poco tarde en incorporarlo, de forma particular, a nuestra vida sexual. Entre polvo y polvo le pedía detalles para empalmarme más rápido, le pedía que hiciera como si estuviera uno de ellos… quedo patente que lo disfrutaba de verdad y ella complacía mis caprichos con gusto. No nos detuvimos ahí. Gracias a las maravillas de la informática me los presentó por Skype, sin ocultarles que yo lo sabía todo, lo que se tradujo en más morbo. Las charlas tomaron un cariz sexual y en más de una ocasión acabamos follando, tanto ellos como nosotros, delante de la cámara. Es una experiencia bastante interesante que tu novia te coma la polla y ellos lo vean por cámara mientras tú los ves hacer lo mismo.

El tiempo pasó y las vacaciones se acercaban. Su ex y su novia sugirieron hacernos una visita, a lo que accedimos encantados. Llegados a este punto, tras tan larga introducción y con mis intenciones ya evidentes, veo apropiado describir físicamente a cada uno de nosotros.

Mi novia se llama Irene. Es bajita, apenas 1.50, además de delgada; para la constitución que tiene es cuanto menos un milagro las buenas tetas que tiene y su culazo, al que secundan unas piernas de escandalo pese a su escasa estatura. Tiene cara de niña buena e inocente, nunca te imaginarias que esa boquita se ha comido pollas a pares; su piel es blanca, con algunas pecas leves, y su pelo es negro, extendiéndose hasta los hombros.

La novia de su ex se llama Blanca y, físicamente, tiene pocas similitudes con mi novia. Es alta, algo más de 1.70, además de algo rellenita, sin llegar a ser gorda; lo bueno de su peso es que le dota de unas tetas y un culo considerable, además de unos muslazos. De cara he de admitir que no es agraciada; apenas se puede considerar mediocre… Pero bueno, el morbo es el morbo y la carne es la carne, que bien me gusta a mi… Respecto a su cabello, es castaño oscuro y un poco más largo que el de mi novia, alcanzando la espalda.

El ex de mi novia, y ahora novio de Blanca, se llama Gonzalo. Es alto, en torno al metro ochenta, además de algo regordete, con un poco de barriga. Viéndole junto a blanca se adivina la vida sedentaria que llevan, sin andar en exceso, pero teniendo todas las semanas alguna comida fuera de casa. De cara tampoco es lo que se considera típicamente atractivo, con un nivel similar al de su novia. Sin embargo, su punto fuerte no es algo que se halle a la simple vista, a menos que se encuentre desprovisto de ropas y cachondo. El muchacho tiene un pollón. De largo es algo normal, ni mucho ni poco, pero de grosor es impresionante de ver.

Finalmente, mi nombre es Diego. Y me parece que lo más difícil de describir a alguien es describirse a uno mismo, así que lo hare breve. Soy ligeramente más alto que Gonzalo, pero en mi caso no tengo kilos de más y considero que de cara soy algo más guapo que él. Y quizás también más vanidoso por decirlo… Respecto a la polla, también la tengo más larga que él, aunque he de admitir que la suya es mucho más gruesa; y eso que yo voy bien de grosor…

Volviendo a nuestra historia, al fin llegó el día. Eran las vacaciones y venían a visitarnos. Debido a que venían de tan lejos no llegaron hasta entrada la noche. Les esperamos en la estación y cuando llegaron tuvo lugar su reencuentro con mi novia y su presentación en persona para mí, pues ya nos conocíamos por internet.

Les ayudamos a llevar el equipaje y por el camino nos paramos a comprar unas pizzas, poco antes de que todo cerrara. Se alojaban en un apartamento de turisteo, todo bastante moderno e informatizado; para obtener las llaves metieron un código que habían recibido en el móvil y una caja se abrió para que las cogieran. Subimos al ascensor, apretujándonos para que cupiéramos todos con el equipaje y la comida. Y las chicas decidieron ser malas y darnos un muy pequeño anticipo de lo que la noche deparaba: Irene se pegó a Gonzalo, restregando sus tetas con su barriga, que ante la diferencia de alturas casi alcanzaban su polla; Blanca optaba por darme la espalda y restregar su culo descaradamente contra mi polla. No sé qué era más morboso, si tener así a su novia o que sí el tuviera así a la mía.

El apartamento se hallaba en el cuarto piso y cuando entramos nos topamos en qué consistía en una habitación alargada que combinaba la cocina con el salón, ambos sorprendentemente bien amueblados. En un lateral había una puerta que llevaba al dormitorio, que a su vez tenía otras dos puertas que daban a dos pequeñas habitaciones: una era la ducha y en la otra se hallaba el baño. A su vez, el salón y el dormitorio se comunicaban por una pequeña terraza, a la que se accedía por unas puertas con ventana incorporada.

Dejamos el equipaje en la entrada-cocina y nos instalamos con la comida en los sofás, en torno a una mesa. Saboreamos la comida mientras charlábamos, con la tele de fondo y la novia ajena junto a cada uno; ya están ellas planeando diabluras. Acabado el papeo se excusaron ellas para ir al dormitorio y ponerse cómodas, momento que Gonzalo y yo aprovechamos para despejar la mesa y desabrocharnos los pantalones, pues tras tanta comida no venía mal un poco de respiro. Al rato salieron ellas dos. Sin ropa.

Nos ofrecieron el postre, a lo que dijimos que sí. Tan solo nos pidieron a cambio que retiráramos la mesa. Hecho esto se arrodillaron ante nosotros, mi novia con él y la suya conmigo, y les presentamos las pollas. Estaba acostumbrado a ver a mi querida novia comérmela, rodeándomela con sus pequeñas manos, pero era un espectáculo ver como lo hacía con el pollón de Gonzalo. La cogía con las dos manos, se metía lo que podía de la punta en la boca y aún quedaba bastante al descubierto, con sus manos subiendo y bajando para pajearle, de vez en cuando besando la punta y lamiendo los huevos. Se notaba que estaba disfrutando el reencuentro con la polla de su ex, quien no dudaba en sobarle las tetas.

En cuanto a mí, aunque me embelesaba el espectáculo que era presenciar como mi novia se reunía de nuevo con el pollón de su ex, también tenía a la novia de otro atendiendo mi polla. No era tan guapa de cara como mi ex, ni tenía tan buen cuerpo, pero era mucho más grande y eso se notaba a la hora de comerme la polla. Su boca era capaz de abarcar más que la de mi novia, metiéndose sin ningún problema más de la mitad. Y luego estaban sus tetas… era un placer ver como se movían y otro sobarlas, acariciando su contorno y pellizcando sus pezones. Esas tetas me tentaban y me llevaron a interrumpir la mamada para follárselas. Se las cogía, ponía mi polla entre medio y empezaba a hacer que subiera y bajara, con ella siguiendo el ritmo a la perfección y mi polla perdiéndose entre ellas. La volví a poner a chupar y noté que poco me quedaba para terminar. Me pidió que acabara en sus tetas, lo que hice con sumo gusto, mientras su novio miraba y mi novia le seguía comiendo la polla. Cuando terminé se le acercó Irene y empezó lamerle las tetas, mientras Gonzalo y yo mirábamos, con él pajeándose. Poco duraron limpias esas tetas, pues también Gonzalo terminó en ellas. Y de nuevo mi novia se esmeró en limpiarlas.

Permanecimos un rato más en aquel sofá, cada uno liándonos con la novia del otro. Las tetas y el culo de Blanca me daban mucho juego. Puede que no fuera tan guapa como mi Irene, ni que tuviera un cuerpo tan bonito, pero la voluptuosidad que poseía le dotaba de otras bondades, que despertaban mis pasiones y me llevaban a besar, lamer y morder con entusiasmo. En el otro extremo del sofá se hallaban mi novia y su novio, que se besaban de forma lenta y pasional, quizás recordando aquellos días en que estaban el uno con el otro.

No se cuánto tiempo me tuvo enfrascado el cuerpo de Blanca, con esas tetazas y ese culazo, pero mi polla volvió a ponerse tiesa. Y nuestras parejas seguían en modo romántico. Daba cosa ponerse a follar en el sofá y sacarles del trance en que se hallaban inmersos, sentimiento que también Blanca compartía, por lo que nos retiramos al dormitorio.

Encendimos las pequeñas lámparas que había instaladas en las paredes, sobre las mesitas, dejando la luz del techo sin encender y la puerta sin cerrar. Luego levantamos las sabanas y nos introdujimos en la cama para seguir con el magreo de antes. Mi boca atendía a la suya y a sus tetas, que también era objetivo de mis manos, las cuales no dudaban en deslizarse hacia su culo para proporcionarle azotes.

Acabe poniendo a Blanca en el borde de la cama, con sus piernas apuntando al techo y mi polla clavándose en su coño. Sujeté sus piernas con mis manos, deleitándome en la carne que tenían sus muslos, y empecé a mover mi cadera. Su carne chocaba contra la mía y cada vez era mayor la cadencia del sonido que producía, al que acompañaban los gemidos de Blanca y el ruido que hacían mis palmas al azotar sus muslos. Luego baje sus piernas para lanzarme sobre ella. Nuestras bocas se unían y nuestras lenguas se cruzaban mientras mi polla entraba y salía de su coño.

Con mis manos uní las suyas, teniendo por objeto sujetarlas con mi zurda, mientras la diestra rodeaba su cuello. Le liberé las manos y utilicé su cuello como punto de agarre mientras sus gemidos aumentaban en intensidad y delataban que se estaba corriendo. Le solté el cuello y le di un bofetón al que siguió un beso, con nuestras lenguas luchando por llegar al fondo del otro y mi descarga inundando su coño. Me derrumbé sobre ella y ahí permanecimos, intentando recuperar la respiración. Cuando lo conseguí me eché a un lado y ella se abrazó a mí. El sueño se apoderó de nosotros y no se cuánto duró la cabezada que di.

Cuando desperté Blanca seguía echando una cabezada. Fui al baño y después al salón, en busca de agua, la cual disfruté junto al espectáculo que se desarrollaba en el sofá, donde mi novia era follada a cuatro patas contra una de las esquinas. Me arrodillé frente a ella y acerqué mi boca a la suya. Su boca se unía a la mía y podía sentir los empujones que le daba, chocando sus labios con los míos cada vez que la polla de Gonzalo se adentraba en su coño.

Me volví a empalmar. Abandone sus labios para erguirme y poner la polla frente a su boca, sin necesidad de decirle que deseaba. Me la comía como podía, soportando las embestidas de Gonzalo, que llegaban hasta el fondo y eran acompañadas por azotes en su culo. Irene tuvo que parar de comérmela, pues empezó a correrse, lo que provocó que Gonzalo también terminará. Y yo, contemplaba con la polla en la mano como los dos intentaban recuperar la respiración en el sofá.

A su vez, Blanca, que se había despertado, nos miraba desde la puerta del dormitorio. Se acercó, me cogió de la mano y ocupó el trozo de sofá que Gonzalo e Irene dejaban libre, poniéndome frente a ella y lanzándose a comerme la polla. Los demás miraron un rato y mi novia acabo optando por unirse. Las dos me comían la polla mientras el novio de Blanca era quien ahora contemplaba el espectáculo. Sus lenguas se deslizaban por mi polla y huevos, entrecruzándose, con los labios rozando mi carne. Irene se metía la punta y Blanca se tragaba la mitad… la alternancia de sus técnicas me volvía loco.

Acabe en la boca de mi amada Irene, que con un beso lo compartió con Blanca. Fue un beso largo y que tanto Gonzalo como yo fuimos afortunados de presenciar. Tras ello, permanecimos un rato los cuatro juntos, tirados como podíamos en aquel sofá. Encendimos la tele y pasamos las cadenas, de una en una, sin encontrar nada que mereciera la pena. Irene pudo retirarse al aseo y volver sin perderse ningún acto sexual, pues la fatiga ya hacia acto de presencia.

Aunque la noche entraba en sus horas tardías, y ya quedaba poco para el amanecer, todavía nos quedaba un poco de energía que se manifestó pasado un rato, cuando mi novia empezó a juguetear con la polla de su ex y la novia de este decidió hacer lo mismo con la mía. Primero vino el jugueteo y luego las mamadas. Gonzalo era quién llevaba la iniciativa y, aprovechando lo manejable que es mi novia, la acabo tumbando en el sofá y follándola. Ni que decir que copié su idea y también puse a su novia en posición.

Y ahí estábamos los cuatro, en el sofá, cada par a solo unos centímetros del otro. Ellas dos debajo y nosotros dos encima. A ellas les entraba y salía una polla ajena a la de su pareja, que junto a ellas estaba. Yo me follaba a la novia de Gonzalo y Gonzalo se follaba a mi novia. Podíamos oír los gemidos de los demás, como sus carnes chocaban y como nuestras carnes chocaban.

Les dábamos con ímpetu y lentamente se deslizaban por el sofá, hasta quedar la una junto a la otra, apoyando cabeza con cabeza y hombro con hombro. Podía sentir las embestidas que recibía mi novia mientras yo se las daba a Blanca y podía ver las caras que ponían las dos y como sus tetas botaban. Me costaba mantener la vista en una, pues la otra también merecía ser observada; mis ojos parecían una partida de pingpong.

Gonzalo había pasado a darle embestidas lentas pero profundas a mi novia y finalmente se corrió. Metió la polla hasta el fondo, se inclinó y se besaron lentamente mientras él le llenaba el coño a mi amadísima novia. Yo disfrutaba de las vistas, pero cuando se empezaron a besar sentí que poco me quedaba, así que asimismo se la metí hasta el fondo a Blanca y me incliné para también meterle la lengua hasta lo mas hondo, mientras mi cadera hacia sus últimos movimientos e inundaba su coño con mi amor.

Ya había amanecido y era evidente que el cansancio nos iba a vencer en breve. Nos permitimos unos instantes de reposo antes de incorporarnos. Visitamos el baño e Irene y yo nos vestimos. Llegaba el momento de la despedida, que fue en la puerta y para el que ni Blanca ni Gonzalo se vistieron. Irene y Blanca se dieron un par de besos en la mejilla, Gonzalo y yo nos dimos la mano y luego, frente a la puerta abierta y con ellos desnudos, nos dimos un morreo de despedida con la pareja del otro. Fueron besos largos y con cariño, aderezados con un poco de magreo. Cuando ya estábamos fuera Irene se volvió un segundo para arrodillarse ante Gonzalo y despedirse de su polla. Se la metió en la boca, chupó unos segundos, le dio un beso, le dijo adiós y se incorporó para irse conmigo, arrancándonos a todos una carcajada.

Irene y yo salimos del edificio con intención de descansar, pues lo de esta noche había sido solo el principio. Todavía había que enseñarles la ciudad y aprovechar el tiempo que les quedaba en ese apartamento…