La visita de mi vecino

La "inocente" visita de mi vecino acaba animándome en un día de mierda. Me animó muchíííísimo el día.

[Comentad y valorad por favor.][Es importante para mí.]

Había sido un día de mierda. Solo y cansado, y sin pensarlo, comencé a toquetearme por encima de la ropa. Sólo estaba viendo el facebook para pasar el rato, porque no tenía gran cosa por hacer… Sonó el timbre.

-Joder… -mascullé.

Con mi mano, puse mí –ya morcillona- polla en una posición para que no se notara mucho, me bajé la camiseta para intentar disimularlo más y fui a contestar. Al abrir, me encontré a un chaval de unos 18 años con una cara muy infantil que lo hacía más joven y unos brazos, que parecía que estaba empezando a hacer algo de gimnasio. Antes de decir nada, vi sus ojos y sus labios, bueno y sus brazos, y me gustó mucho. [La polla no me bajaba.]

-Ho…hola. ¿Puedo hacer algo por ti?

-Hola, emm… soy el vecino del sexto… No nos conocemos, me llamo Raúl.

-Mira tú qué casualidad… -dije en voz muy baja. (Si habéis leído mis anteriores relatos, sabréis porque lo digo).

-¿Perdón?

-No, nada, cosas mías.

Nos dimos la mano e hicimos un intercambio de sonrisas.

-Bueno, -continuó-, mi padre me ha dicho que pregunte a algún  vecino si os funciona la tele, porque a nosotros no…

-Sí, creo que sí.

-¿Tienes la tele conectada a un decodificador o la tele ya tiene el TDT integrado? Porque a lo mejor falla la antena axial, ¿sabes?

Abrí los ojos y puse cara como si me hablara en chino.

-¿Ni idea?

Me limité a negar con la cabeza.

-Pasa si quieres, -dije-, y miras lo que quieras mirar.

Entró y giró la tele para comenzar a ver los cables. Yo me senté en el sofá para limitarme a verlo y a hacer preguntas.

-Y bueno, ¿lleváis mucho tiempo en el bloque? Porque no me suena de haberte visto por la escalera, sino me acordaría…

-No, que va. Llevamos como dos semanas, más o menos…

Mientras hablaba se agachó y se le vio un poco la espalda, y unos calzoncillos Calvin Klein.

-Ohhhh! ¡Qué nivel! ¡Unos Calvin Klein!

-¡Jajajaja! Tampoco es para tanto. Mucha gente los tiene.

-Ya… yo una vez me probé unos slips, pero no me gustaron, porque te aprietan demasiado mis… ya sabes…

Entonces ni corto ni perezoso, se bajó un poco los pantalones, no llegaban ni a las rodillas…

-Pues estos bóxer van bien, porque no te aprietan, pero te los dejan bien puestos.

Me la sudaban los calzoncillos. Me fijé en su paquete. Tenía un paquete enorme. Parecía que hubiera una pelota de tenis ahí dentro.

-Vaya… pues si que te lo deja bien puesto, sí…

-¡Jajaja! Mi última pareja también decía cosas así.

Se incorporó, se puso los pantalones y se apoyó en el mueble de la tele para seguir hablando. Yo seguía con la polla morcillona, tirando para muy dura después de ver aquello.

-Pues tu última pareja tendría suerte, ¿no?

-¿Javi? Bah, era un pichacorta y un atontao.

Abrí los ojos y me quedé muy serio. Él dijo molesto:

-No me jodas que eres uno de esos gilipollas homófobos que odian a los gays, ¿no?

-No.

-¿Entonces esa cara a que viene?

-Porqué yo también lo soy.

Nos miramos y después nos echamos a reír. ¿Qué porqué? Ni yo mismo lo sé. A partir de ahí, se sentó a mi lado y comenzamos a coger confianza. Surgieron preguntas como cuántos años tienes, a que te dedicas, como va todo, cuáles son tus aficiones. Yo seguía flipando conmigo mismo, porque después de contarme su historia de cómo a su profesora de 60 años, gorda, con arrugas y calvicie parcial se le cayeran los pantalones, aún la tenía dura. ¡AÚN!

-¿Puedo ir al lavabo?

-Sí claro, allí al fondo.

Fue al lavabo. Pero no volvía. Habían pasado dos minutos (dos minutos para un tío y para ir a mear, es muchísimo más que de sobras) y no volvía, así que pensé en pasarme lo más sigilosamente posible para ver que estaba haciendo. Me acerqué, y gracias a un pelín de puerta que había dejado abierta veía como se estaba mirando la dentadura, arreglándose el pelo, y después mirándose la polla, estirando la goma del calzoncillo y poniéndose bien el paquete, se la estuvo meneando un poco, para tenerla más grande. Yo, mientras tanto, comencé a toquetearme con la ropa puesta, porque aquella escena de tener un apenas conocido en mi baño toqueteándose por encima… Era una tontería pero desde mi primo no había hecho nada con nadie, y eso fue hace 5 meses…

Entonces, un pequeño gemido salió de mi boca. Gemido suficiente para que él pusiera cara de extrañado, abriera la puerta  y me viera ahí como un gilipollas, medio agachado y toqueteándome. Me preguntó:

-¿Tu quieres hacer algo conmigo?

-Hombre…

-¿Sí o no? –preguntó rotundo.

-Sí, -contesté sin vacilaciones.

Comenzó a quitarse las bambas y la camiseta. Como habíamos hablado antes y como creía nada más verlo, había empezado hacía poco en el gimnasio, pero ya tenía un cuerpo bien formado y que no estaba nada mal. Llevaba puestos unos tejanos ceñidos pitillo que mostraban ya una polla dura con ganas de marcha. Yo llevaba un chándal viejo que utilizaba como pijama. No sería ceñido, pero también se veían mis planes.

Me lanzó una mirada, la cual, interpreté su significado de seguida. Quería saber, donde lo haríamos. Así que le empujé, entramos en el baño y eché el pestillo por si venia alguien.

-He de reconocer que no venía a ver la tele…

-¿Qué?

-Te he visto varias veces por las escaleras, y por tus gestos, tu soltura, y porque un día que tu no estabas, tus padres invitaron a los míos y vi que tenías revistas gay y eso en tu habitación.

Con la boca abierta y una sonrisa pícara dije:

-¡Mírateeeeee! ¡Qué pillín estás hecho, eh!

Me tapó la boca con el dedo índice. Me quitó la camiseta y mientras me la quitaba, le dije.

-Mira tú por dónde, estás consiguiendo lo que querías…

Sólo sonrió. No contestó. No me conocía de nada pero en un momento hizo dos cosas que me ponen mucho y me encantan: besitos en el cuello y mordisquitos por los pezones. Quería sacarme la polla ya, pero yo quería saber cómo era la suya. Me abalancé, comencé a besarle y a bajar despacio al principio. Luego pensé, que demonios, y bajé directamente al pantalón, le desabroché el botón, le bajé la cremallera y allí llevaba aquellos famosos bóxers de Calvin Klein. Estaban manchados por líquido preseminal. Comencé a meneársela desde fuera del calzoncillo y finalmente se los quité. No era una polla muy gorda, era normal e inclinada un pelín hacia arriba. Lo que destacaban eran sus 22 centimetracos. Hice lo que mejor sabía hacer. Mamar. Desde el glande hasta los huevos y al revés. Muy despacio, ensalivándola enterita, formando pequeños circulitos con la lengua. Después de un ratito, haciendo lo mismo, se apoyó en la pica, y me quitó el resto de ropa que llevaba puesta bastante bruscamente. Mis nada despreciables 19 centímetros, casi 20 salieron fuera. Mi polla era bastante más gorda que la suya, y para mí eso es más importante. Después de un rato sin hablar y solo dedicándonos a la acción, el dijo las primeras palabras.

-Dios, no sé si me cabrá esto en la boca…

-Compruébalo y saldremos de dudas…

No. No le cabía. Una vez que se la metí de golpe, tuvo hasta arcadas. Así que le dejé hacer. La mamaba, sí, pero no igual que Raúl, el otro Raúl. En ocasiones así, le echaba de menos.

Después, los dos nos pusimos de pie y simplemente comenzamos a enrollarnos mientras nuestras dos duras pollas se chocaban y se acariciaban entre sí.

Entonces, alguien picó a la puerta del baño. Mi primo.

-¡Oye primito! Mi madre, o sea, tu tía, me ha dado cerezas para que os las comáis. Emm… bueno… he entrado porque mi madre, joder, o sea, tu tía, tenía unas llaves y bueno…

Mi primo continuó hablando mientras Raúl me susurraba al oído:

-¿Quién coño es ese?

-Mi primo… Tuvimos un… llámalo encuentro sexual hará unos meses.

-¿Es gay?

-Psah… llámale bi.

Mi primo continuaba hablando…

-…pues… sé que me he comportado con un capullo y debería haberte dicho algo durante este tiempo. Tengo que decirte que me considero bi, pero he estado desde aquel día viendo porno gay y haciendo cosas no muy heteros, ya sabes. Cuando puedas salir del lavabo, dios sabe que estarás haciendo, hablamos…

Raúl me susurró al oído:

-Es un poco raro que después de tanto tiempo habléis puerta tras puerta y encima estando tu en el lavabo. ¿Y si hubieras estado cagando?

-¿En serio? Preferiría estar cagando a que mi primo viniera cuando me estoy follando a un tío, muy macizorro por cierto.

-Ábrele y hablad. Yo me voy y ya nos veremos.

-¡Tú no te vas a ningún lado!

Así que abrí. Mi primo flipando viéndome a mí (que había mejorado físicamente desde la última vez) y a un completo desconocido que también estaba muy bien, intentando disimular con una toalla nuestras dos erecciones. Al poco rato fueron tres erecciones.

CONTINUARÁ.

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