La visita
La historia entre Lía y Juan continúa, mezclada con la de Ana y Sara
Sentí unas caricias que abarcaban todo el largo de mi pelo, la verdad es que eran bastante placenteras, y muy suaves. Abrí los ojos despacio, todavía me encontraba dentro de la jaula, pero la puerta estaba abierta, y mi Amo me miraba a la vez que continuaba con las caricias en mi pelo. Enganchó la correa al collar, y pude fijarme que ponía también una pequeña plaquita.
J: Buenos días perrita, ya es hora de levantarse, tenemos un gran día por delante.
L: Sí Amo.
J: Hoy va a venir una amiga mía con su sumisa, y quiero que te comportes bien con ellas, espero que os podáis llevar bien.
L: Sí Amo.
J: Bueno, vamos a empezar.
Me sacó de la jaula tirando de la correa, para poder ir al baño a ducharme, aunque hoy me dejó hacerlo sola, mientras él preparaba algo en la habitación. Cuando acabé de ducharme, me sequé el pelo y salí a la habitación, donde pude ver lo que me tenía preparado. Encima de la cama, había un vestido de sirvienta, aunque no era un vestido convencional, la verdad es que tapaba lo justo y necesario. Miré a mi Amo, y simplemente me vestí y puse los zapatos que había escogido también.
J: Hoy no vas a ir a cuatro patas, al menos que yo te lo ordene, mientras esté nuestra visita en casa. Recibirás a nuestras invitadas, y te comportaras normal, aunque siempre como sumisa.
L: Sí Amo.
J: Bien, ahora vamos a desayunar, y antes de que vengan quiero hacer la primera estimulación. -Lo decía a la vez que apretaba mis tetas, haciéndome gemir levemente-.
Antes de ir a desayunar, hizo que apoyara mis manos sobre la cama quedando con el culo expuesto, y me abrió las piernas, para tener un acceso completo a mi coño y culo. Quitó el plug con la cola de perra, me daba pena que lo quitase y lo fuese a dejar vacío, pero antes de que pudiera echarlo mucho en falta, me hizo abrir la boca, para meterme uno acabado en una joya verde. Lo ensalivé bien, para que mi amo estuviera satisfecho, y una vez lo estuvo, lo sacó y lo metió directamente en mi culo. Estuvo rozando algo contra mí coño, podía sentirlo, pero ¿qué era? No podía verlo, pero sentí como lo metía dentro de mi, debía ser algún tipo de cápsula alargada, pero no acababa de adivinarlo.
Me dio un azote y me coloqué recta, me llevaba de la correa desde la habitación hasta la cocina, donde me hizo arrodillarme en el suelo, y enseguida abrí la boca y saqué la lengua para él. Sonrió, y escupió directamente en mi boca, a la vez que se sacaba la polla del pantalón. Estaba semierecta, olía fuerte pero no me importaba, simplemente cerré los ojos y empecé a lamerla para disfrutarla completamente. Escupí un poco en ella, y pasaba mi mano lentamente con un poco de fuerza, para que él lo sintiera bien, mientras que con la otra mano masajeaba sus huevos, los cuales eran deliciosos. A la vez, tenía mi boca ocupada con la punta de la polla, la cual saboreaba con mi lengua dando pequeños lametazos, y haciendo círculos para luego acabar en el agujerito, como si intentase meter mi lengua en él.
Había conseguido endurecerla, ponerla erecta, así que quité mi mano de su polla, y la inserté completamente en mi boca, llegando hasta el final de mi garganta, y dejando que las arcadas llegaran a mí, aguantándolas para darle más placer, sabía que eso le encantaba. Movía mi cabeza a buen ritmo, metiéndola y sacándola, haciendo un buen ritmo de succión, sin quitar mis ojos de los suyos, también le gustaba que le mirase mientras la tenía enterrada en mi boca. Continué moviéndome hasta que sentí que iba a correrse, y me la metí hasta el fondo, pero él tenía otros planes, y tirándome del pelo, la sacó y se corrió en un cuenco que había encima de la mesa. Cuando acabó de correrse, volvió a meterla en mi boca, y dejó que se la limpiara, mientras él seguía disfrutando de mi boca, mis labios, y mi lengua.
J: Bueno puta, ya tienes tu desayuno servido, ponte en la mesa y a comer. Quiero el plato limpio para cuando vuelva perra.
L: Sí Amo.
Me senté en la silla, cogí la cuchara y me dispuse a tomarme los cereales mezclados con la leche de mi Amo. Mientras me comía los cereales, podía ver como mi Amo se movía de un lado a otro preparando un montón de cosas, la verdad es que esa amiga debía de ser importante, se había arreglado bastante para la visita. Cuando estaba acabando de desayunar, se acercó a mí, y me dio su visto bueno a la limpieza del plato, con una caricia a mi pelo y a mi mejilla. Fuimos hacia la mazmorra que tenía mi Amo, entramos en ella, y vi que había preparado el potro para la ocasión, el cual estaba puesto para que al apoyarme, las tetas quedasen colgando y mirando hacia el suelo.
Me enganchó al potro, y comenzó una serie de masajes y mis tetas, seguro que con el tiempo irían creciendo y llenándose de leche para él. Al acabar los masajes, me echo la crema en los pezones, y me puso los succionadores en ellos, haciendo una buena succión. Se puso a mi lado, y al acariciarme la cabeza, sentí que algo se movía dentro de mi coño muy suavemente, casi imperceptible, pero hacía que mi orificio se fuese mojando poco a poco. Cogió una mordaza de bola del cajón, y me la puso en la boca, la verdad es que temía lo que podía pasar a continuación. Aumentó el ritmo de la succión con la máquina, y sentí que el objeto que me había metido en el coño se movía con más fuerza, haciendo que de mi garganta salieran gemidos, apagados por la mordaza.
Cuando creí que iba a correrme, paró lo que tenía en el coño, y después de un rato, volvió a encenderlo a máxima potencia, que teniendo el coño sensible por lo anterior, hacia que el placer se intensificase. Volvió a repetir el proceso unas tres veces, y a la tercera lo paró definitivamente, y apagó la máquina, para después desatarme. Salimos de la mazmorra, y en el trayecto hacia el salón, oímos que llamaban al timbre, así que mi amo desenganchó la correa, y con un leve azote en el culo, fui hacia la puerta para recibir a las invitadas. Abrí la puerta, y ahí había dos mujeres, a una se la notaba muy dominante y a la otra más sumisa.
A: Hola, tú debes ser la nueva perrita de Juan, encantada de conocerte, soy Ana y ella es Sara.
L: Hola, bienvenidas, soy Lía la sumisa de Juan. Os está esperando en el salón.
Las dejé pasar por el umbral de la puerta, y detrás de ellas cerré la puerta de la casa. Me puse delante y las guié hacia donde estaba mi Amo, esperando sentado en uno de los sofás del salón. Al verlas se puso de pie, y no tardó en saludar a Ana.
J: Hola Ana, ¿cómo estás? Bueno, veo que no has estado quieta, ahora tienes una nueva sumisa -la cual se arrodilló y besó los pies de mi Amo en señal de respeto-.
A: Hola Juan, pues la verdad es que estoy bastante bien, no me puedo quejar. Sí, ella es mi nueva sumisa, se llama Sara. Veo que tú tampoco has perdido el tiempo, ya tienes una nueva sumisa, y parece que de forma estable.
J: Sí, jaja. Te presento a Lía, mi nueva sumisa. -Me miró, y entendí que tenía que besar los pies de Ana, en señal de respeto hacia ella, así que lo hice-. Todavía tengo que enseñarla algunas cosas, pero se quedará conmigo. Ella es mía.
A: Tú tan posesivo como siempre jaja.
J: Perrita, sírvenos unas bebidas, y después puedes ir a jugar con Sara al jardín.
Les serví unas bebidas, y acompañé a Sara al jardín. La verdad es que era una chica bastante mona, seguro que sería agradable que fuéramos amigas, así podríamos contarnos pequeñas confidencias. Cuando llegamos al jardín, nos sentamos en unas sillas que tenía mi Amo, para poder verme mientras estábamos allí. Desde allí podía ver como mi Amo y su amiga hablaban, aunque no entendía lo que decían.
Sara y yo nos pusimos a charlar, la verdad es que era una chica encantadora, y muy amable. Nos contamos cosillas que hacían nuestros Amos, y nos reíamos de ciertas manías, pasamos un rato muy agradable. Oí una voz que me llamaba, y al girarme, pude comprobar que era la de mi Amo, así que sin hacerle esperar, llevé de nuevo a Sara al salón, y me acerqué a mi Amo.
J: Perrita, es hora de tu estimulación. -Me puse roja, no sabía cómo podía hablar con tanta naturalidad delante de ellas-.
L: Sí Amo.
Fuimos a la mazmorra de nuevo, Ana se sentó en la silla de dominante que coronaba la sala, y su sumisa se puso a su lado. Mi amo me colocó otra vez en el potro, y repitió el proceso de esta mañana a la hora de colocarme los succionadores. Cuando acabó, le dijo a Ana que también podía usar la sala, que estaba como en su casa.
Ella colocó a Sara en una mesa que había, la verdad es que quedaba muy cerca de mi cabeza, podía verlo todo a la perfección, y mi Amo se colocó a mi lado. Ana la sujetó con las cuerdas, abriéndola bien de brazos, pero sobre todo de piernas. La colocó un vibrador en el clítoris, y lo encendió, lo que provocó en ella un gemido instantáneo. Cogió una mordaza y las pinzas de un estante, colocándoselas después a ella, dejando la correa de las pinzas tirante con la mordaza. Ella estaba arqueándose por el placer y el pequeño dolor que podían crearle las pinzas, pero Ana subió la potencia, pasando solo a ser placer. Se puso un arnés, y empezó a follarla duramente, provocando más gemidos por parte de Sara.
A la vez que esto sucedía, sentí como el objeto de mi coño, volvía a ponerse en marcha, y a bastante potencia. Además pude notar como mi Amo sacaba el plug de mi culo, y lo intercambiaba por su increíble polla, la verdad es que casi se podía sentir como una doble penetración. Vi como Ana giraba la cabeza de Sara para que pudiese ver lo que me hacía mi Amo, y yo la veía a ella por completo, mientras sentía como las embestidas de Ana y mi Amo se acompasaban a un ritmo casi desenfrenado. Al poco tiempo,mientras veíamos nuestras caras de placer, Sara y yo nos corrimos, seguidas por nuestros dominantes, sintiendo como el semen me rellenaba el culo. Mi amo me saco la polla y volvió a meter el plug, dejando todo su semen en mi culo. Nos desataron a las dos, y nos fuimos al salón.
J: Trae la comida perrita, está en el horno.
L: Sí Amo.
Estando en la cocina abrí el horno, y saqué la comida para llevarla a la mesa. Hice un primer viaje con la comida, y después fui a por la bebida y algo de pan, supuse que a mi amo le gustaría ese destelle, y así fue, ya que me lo agradeció con unas leves caricias sobre mi cabeza.
Comimos y estuvimos hablando de diversos temas, la verdad es que Ana me estaba contando muchas cosas sobre mi Amo, y otros tiempos en los que yo todavía no le conocía. A él se le notaba muy cómodo y divertido, lo cual me gustaba aún más, y también contaba cosas sobre Ana a su sumisa, la cual no paraba de reír. Al acabar los platos limpié la mesa, y serví los cafés como postre, acompañado de unas pequeñas galletas. Después de acabar la comida, Ana y Sara se marcharon, me dio algo de tristeza, la verdad era que me lo estaba pasando muy bien.
Al cerrar la puerta de la casa detrás de ellas, fui al salón donde mi Amo me esperaba, el cual me hizo una seña para que me sentase a su lado y sin dudarlo lo hice. Me abrazó tiernamente, y acunó un poquito, lo cual me reconfortó bastante.
J: No te preocupes perrita, vendrán más días a visitarnos.
L: Sí Amo, muchas gracias, me han caído muy bien.
J: Me alegro de escuchar eso. Ahora ¿qué te parece si vamos a jugar un rato nosotros solos, luego hacemos tu última estimulación del día, y vemos una película?
L: Sí Amo, me encantaría.
J: : Pues ahora desnúdate para mí, puta.
Me puse roja, pero me levanté del sofá y lentamente me fui desnudando para él, bajé los tirantes del vestido, y dejé que cayera al suelo muy despacio. Cuando estuve completamente desnuda, me colocó la correa y me llevó a la mazmorra. Miró al rededor de la sala, como si estuviera decidiendo que hacer ahora, y fijó su mirada en la mesa de antes, se le iluminó la cara, por lo que me acerqué y subí a ella.
Me ató las extremidades dejándome expuesta, ató mis tetas, que poco a poco tomaban cierto color morado, y puso unas pinzas en mis pezones, sujetándolo a un pequeño gancho que caía del techo, y así quedaban bien tensos y estirados mis pezones. Con una fusta, estuvo bastante rato torturando mi clítoris, mientras estaba en marcha el objeto que todavía estaba dentro de mi, sintiendo un gran placer y arqueando y retorciendo mi cuerpo, lo que hacía que tirase de las pinzas y provocara cierto dolor mezclado con el placer. Al parar con la fusta, sacó de mí aquella cosa que me estaba torturando.
Me puso el mismo vibrador que Ana había usado con Sara, y fue a la estantería a por un arnés con una polla, la cual se colocó, haciendo parecer que tenía dos. ¿Conocía mi Amo mi fantasía de la doble penetración? Sabía que él jamás me cedería a nadie, lo que me tranquilizaba mucho, pero ya había dado por perdida esa fantasía. Mi coño se mojaba aún más, a la espera de probar y poder realizar esa fantasía. Se acercó a mis entradas, y me quitó el plug del culo, para así meter las dos pollas en mí. Se sentía increíble, las dos de forma acompasada entrando y saliendo sin parar, aumentando el ritmo. No podía parar de gemir, me estaba llevando a otra dimensión de placer aún más intenso, me retorcía sin parar, aunque los pezones me tirasen. Sentí como su semen rellenaba mi coño, ahora tenía los dos agujeros rellenos de su elixir, no podía pedir más. Salió de mí, y colocó el plug de cola de perra en mi culo, y un tapón vaginal para que no se me escapase nada. ¿Me estaba intentando preñar? Bueno, era suya y podía hacer conmigo lo que quisiese.
Me desató, y me colocó en el potro como las veces anteriores, me hizo el masaje en las tetas y luego en los pezones, de vez en cuando tiraba un poquito de ellos, produciendo cierto placer y dolor, ya que estaban sensibles de las pinzas.
J: Puta, cada vez se te pondrán más grandes, y me darás leche, podrás servir aún más a tu Amo, ¿No estás contenta guarra?
L: Sí Amo, me gusta poder servirle con todo mi ser.
Me enganchó a la máquina, y sentí la succión de los pezones, que me ponía de nuevo cachonda y mojada. Me encantaba poder servir a mi Amo, de la forma que fuera. Después de un rato, me desenganchó y libero de las ataduras que me había puesto, pero se fijó que mi coño volvía a estar mojado, así que me abrió las piernas estando de pie, y puso el vibrador en mi clítoris, hasta que me corrí entre gritos de placer. Estaba bastante cansada, así que fuimos directos al sofá, y mi amo puso mi película favorita, era la guinda del pastel. Al acabar la película, me ayudó a llegar a la cama, en al cual no tardé en meterme y cerrar los ojos. Pude sentir como mi Amo se ponía a mi lado y me susurraba.
J: Ya tienes tu plaquita que marca ante los demás mi propiedad, te la has ganado zorra. Ahora descansa.
L: mmmm.
Pensé que había podido decirle gracias, pero la verdad es que el cansancio me impedía poder articular alguna palabra. Me quedé dormida en seguida.
espero que os guste, y me envíes vuestros comentarios, estoy deseando leerlos.