La visita

Las condiciones se dieron, y esa noche, él durmió en mi cuarto...

Por algún motivo hacía tiempo que los días me cansaban más de la cuenta; que las cuentas me aturdían más de lo esperado y que lo esperado nunca llegaba… Estaba inmerso en un círculo vicioso de estar mal y tratar de estar bien sin lograrlo.

Era como si una sensación indescriptible se paseara alrededor de mi corazón quitándole lentamente el espacio; llenándome de miedo y tristeza sin poder controlarlo de ninguna manera…

El asunto es que para aquellos días no estaba en mi mejor momento y buscaba una medicina radical, sin saber que la que encontraría tenía nombre y apellido…

Era diciembre y la alegría en el ambiente me tenía aturdido con las gaitas, las borracheras ajenas y el olor a aceitunas y hoja de plátano por todos lados… mi pueblo se veía más desolado con cada día que pasaba; pues como es costumbre en cada temporada vacacional, toda la gente del centro migra a los llanos, los andes o la costa, y muy poca gente hace lo contrario…

En casa, el ajetreo no era normal pues siempre es mi familia la que se encarga de organizar todos los banquetes, y siempre soy yo el que termina metido de cabeza sobre el horno y las hornillas ya que se me da bastante bien naturalmente; sumado a esto, mi situación de pareja no era nada buena, y esto agravaba terriblemente mi situación sexual, ya que era uno de esos raros especímenes que son fieles aunque el carajo mas bueno del mundo me pusiera el culo en la cara… En definitiva sentía que todo lo que ocurría sólo sumaba dolores a  mi cabeza y de todo eso, nada, absolutamente nada me servía para drenar como me resultara realmente efectivo.

Para el momento, una de mis actividades favoritas era evocar recuerdos de mi fugaz paso por “El Olimpo”, en donde por algunas horas me encontraba rodeado de Hombres con cuerpo de Dios (o eso es lo que recordaba) y entre esos hombres, algunos maravillosos, como un viejo amor de la infancia, mi gran amigo Ángel y uno de los participantes más jóvenes y de cuerpo más delicado con el que interactué algunas veces generándome cierta comodidad emocional…

Recordar constantemente aquellos días me hacía revivir escenas del erotismo puro entre mis compañeros más osados y libertinos, y fantasías encajonadas con los esbeltos cuerpos de aquellos que se paseaban sin pudor en sus diminutos calzoncillos blancos, que no se molestaban en disimular las formas de sus penes flácidos bien acomodados para resaltar… Todos eran así, menos Reily, quien al mejor estilo de Ned Flanders, lucía imperceptible con su ropa y sus gafas puestas, más al quitarse sus prendas, se deshacía además del pudor necesario para exhibir ese cuerpo delicadamente trabajado que resaltaba de entre lo demás por la gracia de sus movimientos pincelados en un alto contraste con aquellos afeminados unos y burdos otros…

Reily y yo teníamos la rara peculiaridad de perdernos y reaparecer esporádicamente en la vida del otro, a raíz de un correo electrónico que intercambiamos años después de aquella aventura en común… las conversaciones se hacían cada vez más frecuentes, y con la naturalidad de quien ha tenido curiosidad de saber que ha pasado con el otro comenzaron los intercambios de información y de fotografías… Ya ambos estábamos graduados y ejerciendo la vida profesional, ya ambos teníamos parejas cargadas de monotonía pero a las que debíamos respeto y al mismo tiempo ya ambos teníamos rutinas bien definidas que nos cargaban en mayor o menor medida con personalidades contrastantes, a él con una metricidad sorprendente en sus horarios de comida y entrenamiento (lo que le había dotado de un cuerpo sorprendentemente marcado, un pecho delineado, espalda ancha y musculosa, cintura fina y definida y unas nalgas que Dios… que nalgas…) y a mí con una rutina menos estricta, que a lo sumo resaltaba mis rasgos masculinos con un poco de volumen y musculatura gruesa, especialmente en mis pechos, brazos y piernas.

Con el tiempo, en las conversaciones me enteraba que se encontraba viviendo en Caracas, y para las fiestas decembrinas se desplazaría a su casa materna para la tradicional reunión familiar y esta vez lo haría sin ataduras pues había terminado su relación; por mi parte yo me limitaba a contarle mis planes de cocina, pues no tenía ni escapes tentadores u obligatorios ni novedades en mi situación sentimental más que la de que todo se iba a pique y cada vez era más evidente.

La sorpresa llegó de pronto una noche, en que mi teléfono repicaba con su nombre en pantalla, cosa que me parecía fuera de contexto ya que se suponía que ese día el estaría ya en casa de sus padres

-Aló rey, disculpa que te llame a esta hora y que te pida esto así tan de pronto, pero… ¿será posible que me permitas quedarme esta noche en tu casa? Es que por la cantidad de personas que había en la Bandera salí muy tarde de Caracas y apenas estoy llegando a Valencia, no creo que consiga transporte ya para San Carlos y la verdad no tengo a quien más acudir…-

Fueron muchas las cosas que pasaron por mi cabeza en ese momento; sin embargo, dejarlo en la calle no fue una de ellas, así que sorteando las reglas estrictas de mis padres en no alojar a desconocidos en casa, y mi regla personal de no traer personajes gay para no quedar en evidencia, resolví conseguir el permiso respectivo de papá y mamá, negociando que él durmiera esa noche en mi cuarto y yo lo haría en el de mi hermana que se encontraba sólo desde hacía ya unas semanas… Sólo bastó darle las indicaciones, y minutos más tarde ya llamaba a mi puerta.

Verlo caminar frente a mí tantos años después resultaba extraño de muchas maneras, pues me tocaba enfrentar todo lo que mi cabeza había construido sobre él en función de mis recuerdos, con todo lo que me asomaba la realidad sin ningún tipo de reserva… Vestía de manera formal, con una chemisse y sobre ella un pull-over, un jean y zapatos y correa formales; cargaba un bolso con sus pertenencias, un peinado ladeado hacia la derecha y una mirada escondida de mucha reserva… Lo vi pequeño, delicado y asustado…

Sin prolongarlo le di la bienvenida alojándolo en mi habitación, le indiqué en donde estaba el baño robándole un pequeño beso como si me sintiera con el derecho a reclamarlo mío

-Que bueno que ya estás aquí- le dije sujetándolo de la cintura

Y mi función autómata de anfitrión me llevó a ofrecerle cena, replanteándome luego mi propuesta al recordar cómo este muchacho solía comer… supongo que aceptó por pura educación, pero siendo muy explícito al limitar las cantidades… comió lentamente mientras conversábamos sobre el pasado, y en un arrebato de responsabilidad soberbia peleó por el derecho de lavar su plato. Conversamos un poco más y le pregunté si deseaba tomar una ducha… ante su respuesta, le facilité una toalla y volví a dejarlo en el baño… Ya en el cuarto de mi hermana decidí ducharme yo también aprovechando que él estaría en lo suyo y al dirigirme al otro baño me percaté de que no le había dado ropa y tras comprobar que el agua aún no caía, toqué la puerta para darle algunas prendas

-Tranquilo rey, pasa…-

Abrí la puerta y me encontré con un ser diferente al que se paseaba por mi casa con la mirada gacha, de espaldas a mí y girando sólo su cara, lucía su cuerpo aunque pequeño hinchado en musculatura, yo paseé rápidamente mi mirada desde sus piernas hasta su espalda y de regreso hasta sus nalgas, que seguían cubiertas por un pequeño bóxer que se autoproclamaba mi enemigo en aquél momento… Su mirada era de fuego, su sonrisa demoniaca… siendo yo en ese instante el único que temblaba…

Cerré rápidamente la puerta y me interné en el otro baño, abrí el agua fría y la dejé caer sobre mi cabeza y sobre mi pene que se encontraba terriblemente erguido, palpitante y reclamando propiedad sobre mis pensamientos… perdí el control por un momento buscando estabilizarme, pero sintiéndome hombre en mi más pura esencia, al cerrar la llave, tanto el agua como mis pensamientos dejaron de fluir…

Me vestí con un pantaloncillo corto y una franelilla ajustada y me dirigí a mi habitación a ver si mi visitante necesitaba algo más antes de irse a dormir… lo encontré vestido idénticamente a mí, con la soberana diferencia de sus músculos torneados y la piel expuesta, que lo dotaban de una confianza brutal que le hacía intimidarme. Así conversamos por un rato más sentados en mi cama, su cuerpo depilado y estilizado contrastaba con mi cuerpo grueso y velludo y yo podía sentir como su mirada se dedicaba a recorrer mis piernas hasta mi bulto que sin pudor se exhibía orgulloso dentro de mi pequeño short…

El sentido de auto-conservación me hizo  encender las alarmas de lo que podía pasar, así que enarbolé mi bandera de despedida y de buenas noches congelándome un poco con su petición

-antes de irte regálame un beso-

Muy obediente como me educaron mis padres, verifiqué la soledad del pasillo, apagué la luz de la habitación y contra la pared se abrazo a mi cuello mientras yo lo hacía de nuevo a su cintura; esta vez no dude en darle libertad a mi lengua dentro de su boca y a mis manos por sobre su cuerpo, concentrándome en aquellas nalgas duras y bien trabajadas que me traían muerto de la curiosidad, el manoseaba mi erección sorprendiéndome con el acto escapista en que zafándose de mis brazos terminaba agachado frente a mí ensartándose mi verga en la garganta y mamándolo por unos minutos como todo un experto… Nuevamente recobrando la conciencia lo retiré de mí y guardando mi miembro le explicaba que debía irme al otro cuarto y de nuevo me congeló con sus palabras contra mi oído

-antes de irte penétrame, aunque sea una sola penetrada…-

Ver su expresión de deseo me hizo sentir que estaba en sus manos, y tal como si se tratase de una orden le comí la boca salvajemente, girándolo a lo bestia contra la pared para dejar su culo expuesto, escupí mis dedos y humedecí su ano, escupí de nuevo y lubriqué mi pene, y sin resistencia, sin oposición, sin obstáculo alguno me deslicé dentro de él drogándome con su largo suspiro… lo penetré pocas veces pero con estocadas certeras… le di lento, le di rápido, le di profundo… y mordiendo su cuello acabé dentro de él girándolo de nuevo para besarlo otra vez y recuperar mi aliento, mientras subía mi bóxer y mi pantaloncillo…

Así me retiré de mi cuarto y me fui al contiguo, repasando en mi cuerpo las sensaciones del orgasmo y escuchando las  notificaciones de mi teléfono con su nombre en la pantalla

>>> Que rico rey… ojalá pudieras dormir aquí conmigo

**

<<< Si, lo fue, pero sabes que es peligroso <<<

>>> No sabes que rico es sentirte dentro de mí

**

<<< Tal vez te visite un poco más tarde <<<

>>> Me avisas…

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No hizo falta avisar, ni esa ni las siguientes cuatro veces…

Durante la madrugada me colé en mi propia cama para poseer a aquél espécimen perfecto que gustosamente me esperaba con sus brazos y sus piernas abiertas… En principio con besos cortos y posiciones básicas para no hacer ruido ni esfuerzos innecesarios… pero en cada sesión que avanzaba la entrega se hacía más suculenta, las envestidas más profundas y la ropa menos necesaria… Había acabado ya cuatro veces dentro de él, y aún mi deseo permanecía intacto, mi sed de sus labios y su cuerpo no se saciaba, así que en un último intento entré quitándome la ropa tras haberle pedido que permaneciera desnudo bajo mis sábanas para así acompañarme de su olor al día siguiente… me deslicé entre sus piernas y acaricié su cuerpo para memorizar su apariencia y su textura entre mis manos, lo tomé por la cintura y lo enrosqué en la mía y me acosté sobre él para comerle la boca apasionadamente… la fricción contra su cuerpo tenía mi pene hinchado como si no hubiese explotado ni una sola vez; sin embargo, no fue así como violé su interior esta vez…

Ubicándonos en la orilla de la cama le pedí que se sentara sobre mí para seguir explorando su profundidad, abrazando su espalda y apretando y separando sus nalgas como si quisiera atravesarlo por completo… Besaba su pecho, su cuello y su rostro dejándome llevar por un momento en el que me tiró a la cama y dejó mi pene en libertad de sus entrañas, para meterlo de inmediato en su boca con esa fiereza con que lo hizo la primera vez. Levantando la cabeza observaba como lo agarraba con una mano y lo observaba como si diseñara una ruta a seguir con su lengua para luego tragarlo deliciosamente una y otra vez… No pude resistirme a tomar su cabeza y penetrarlo a mi ritmo, recordándole que por esa madrugada yo habría sido su hombre, su macho alfa, y su completo poseedor… se lo introducía hasta que sus labios se clavaban en mi pelvis… y luego besándolo y reclamando el control sobre su cuerpo lo devolví a la cama para penetrarlo profundamente, sin prisas, pero si con mucha fuerza…

Por sexta vez estallaba en su interior, sentía como el semen seguía emanando abundantemente, y como la vida se me relajaba un poquito dentro de todo el pecado de esa visita nocturna…

Con un beso y un abrazo me fui a mi habitación, y con un mensaje de despedida dormí por algunas horas como un tierno bebé pervertido luego de masturbarme frenéticamente sabiendo que estaba a mi lado, y que su ano palpitaría por algunas horas llevándole mi recuerdo…

Al amanecer, simplemente nos dimos la mano y los buenos días, pero la complicidad en la mirada era delatora a cualquier distancia… Se alistó, me alisté y le di un beso antes de salir de casa y llevarlo a la parada de buses más cercana…

-Cuídate- le dije

-Gracias por dejarme pasar la noche en tu casa- me dijo él

Esa noche mis sábanas olían a Reily, a lujuria y a vicio… Mi cuarto olía a sexo y mi pene se encontraba inquieto. Bastó revisar mi teléfono con un mensaje suyo en pantalla para desatar mi imaginación…

>>> Me dejaste un moretón en el cuello… ya quiero que se repita

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Me disculpo por otra desaparición, aunque las disculpas y las explicaciones ya no valgan.

Hagamos lo que nos gusta, leer y escribir.

Un abrazo Venezolano (insta: @jhosromen @azul.sc)