La visita
La visita de nuestros amigo resultó una sorpresa inesperada para casi todos
Me imagino que ya sabréis lo guarra que es mi mujer, aunque a veces necesita un pequeño empujoncito para que todo comience…
Recibí la visita de Juan con sus hijas, las cuales enseguida se fueron a la otra planta de la vivienda a jugar con mi hija que era de su misma edad, dejándonos a los tres solos en el salón.
Tras divagar por diversos temas de charla y, no sé cómo surgió mi conversación favorita: el sexo. Tras comentarios más o menos serios sobre el tema, comenté que ese día había ayudado a mi señora con su higiene personal y le había ayudado a depilarse el sexo, bueno, más que ayudarle lo había hecho yo por entero, haciéndolo totalmente a mi gusto. Tanto elogié mi trabajo que Juan no pudo más que comentar que tendría sin más remedio que enseñarlo para disfrutar de un trabajo tan concienzudo.
Mari se reía con toda esta oratoria sobre su coño, pero también es verdad que daba muestras de satisfacción y de encontrarse ciertamente excitada con todo ello, por lo que aproveché y le propuse que se lo mostrara a nuestro amigo. Ella creía que lo decía en broma, pero tomé la iniciativa y me levanté del sofá, hice que ella también se incorporara y, una vez de pie, la invité a que se bajase el pantalón del chándal y lo mostrara.
- ¡Estás loco! ¡Están las niñas arriba y podrían bajar y vernos!
- No te preocupes, que si quieren bajar encenderán la luz y además escucharemos sus pasos y te dará tiempo perfectamente a cubrirte.
- Pero es que…
- Anda, no sea tonta, dije a la vez que bajaba delicadamente el pantalón del chandal y la braguita simultáneamente, haciendo que quedara frente a Juan con su sexo al descubierto.
- ¡Qué maravilla! Exclamó nuestro amigo al verlo. Dan ganas de tocarlo nada más verlo. Merece que lo fotografíes incluso, a cuya propuesta tomé el móvil y lo puse a grabar.
- Tócalo y verás que suave tiene la piel, sin tan solo un pelo, añadí yo.
Juan no se hizo de rogar y alargó su mano hasta tocar el coño de mi mujer que se mostraba entre nerviosa y excitada por todo aquello, mas abrió ligeramente sus piernas para que este pudiera tocar con total comodidad todo lo que quisiera.
Nuestro amigo no desaprovechó la oportunidad que se le brindaba y tocó toda la zona con gran delicadeza, suavemente, deslizando en alguna ocasión uno de sus dedos por la raja, la cual encontró totalmente mojada.
- He hecho tan buen trabajo que no notas ni un solo resto de pelo, por lo que puedes pasar la lengua sin pincharte en absoluto. Hazlo y verás, le propuse pícaramente mientras no dejaba de grabar todo aquello con mi móvil.
Juan se dio cuenta de cuál era mi intención y rápidamente acercó su lengua al sexo de Mari, comenzando a pasar la lengua por toda la raja. La reacción de Mari no se hizo esperar, atrapando con sus manos la cabeza de este contra su coño, mientras daba evidentes muestras del placer que le estaba proporcionando.
Tras unos minutos así, comenté:
- Eres una mala anfitriona, mira cómo has puesto a nuestro invitado, mientras le mostraba la evidente erección que sufría. Deberás de hacer algo para que este se vaya complacido de casa ¿no?
Mari hizo que se bajara el pantalón, emergiendo su enorme polla como un resorte. La cogió con una de sus manos y la meneó varias veces para finalmente meterla en su boca y comenzar una apasionada mamada, que no duró mucho ya que esta lo único que perseguía era realmente lubricarla. Le indicó a Juan que se sentara en el sofá para ella sentarse encima con las piernas muy abiertas, dándole la espalda a él y de frente a mí, de modo que podía ver perfectamente como entraba y salía la polla de su coño, lo que no desaproveché y continué grabando.
- Para, para, que vas a hacer que me corra y no llevo protección, gritó Juan.
- Chúpasela hasta que se corra. Quiero ver su leche en tu boca y que después te la tragues sin dejar ni una gota, ordené.
Enseguida Mari se apeó de aquella polla que tanto gusto le estaba dando y se lanzó hacia ella para chuparla, pellizcando a la vez sus huevos o meneándola alternativamente, hasta que Juan no pudo más y, entre gestos más que obvios, se corrió. Mari cerró la boca entorno a aquella polla sin dejar de chuparla, haciendo enloquecer a Juan con el placer que le estaba proporcionando.
Poco a poco dejó de chuparla. Se la sacó de la boca y, abriéndola, me mostró la leche de Juan dentro de su boca. La volvió a cerrar tragándosela por entero como me demostró abriéndola de nuevo.
Se volvió a agachar chupando nuevamente la polla de Juan dejándosela totalmente limpia para subirse de nuevo encima de ella, que aun permanecía erecta, follándolo de nuevo a un ritmo tal que en pocos segundos Mari consiguió correrse, que era lo que perseguía.
Se quedó unos instantes quieta, tumbada sobre el torso de Juan, con la polla aun dentro de su coño, recuperándose del orgasmo que acababa de sufrir. A continuación lo besó en la boca durante unos minutos a modo de despedida de aquella improvisada sesión de sexo que habían compartido.
Yo por mi parte no había dejado de grabar ni un solo detalle de todo aquello con mi móvil para posteriores disfrutes, pero me di cuenta que tenía la polla para reventar. Se lo indiqué a mi mujer a lo que me contestó que tendría que esperar hasta la noche como pago por aquella encerrona. Di por bien empleada la espera pues había disfrutado tanto como ellos viéndolos y al final también llegaría mi desahogo.