La virginidad robada (3)
¿Acaso Eden se hacía la inocente? Lo averiguaría, pero para las penas...estaba Lorena.
Me separé de ella inmediatamente. Asomé mi cabeza con precaución y pude ver la silueta de Martín a través del ventanal, que se situaba a un costado de la puerta. Un nudo apareció en mi garganta. Es increíble, pero tenía miedo de Martín, era mi amigo, pero de todas maneras no dejaba de tener sexo con su hermana.
-Es tu hermano- le susurré- ¡Vístete, vístete!- Le apuré. Eden se rió de mí, pero me hizo caso. Gracias a Dios la torpeza de Martín no había desaparecido y la llave no giraba.
Eden a medio vestir, con los senos al aire, cubriéndolos apena con su polera, corrió a su habitación. Yo, desnudo, tomé mi pantalón y mi bóxer del suelo y corrí al baño, a encerrarme. En cuanto cerré la puerta oí la voz de Martín, riéndose por algo, no sé. La excitación se me quitó por completo, incluso creo que el miedo incentivó de sobremanera mi sosiego. Me vestí raudamente y salí como si nada del cuarto. Estaba Lorena, la novia de él.
-¿Y tú?, pensé que te demorarías más.- Me senté en el sillón que daba al pasillo.
-Una hora y media está bien. No iba a cruzar el país.-Rió. ¿Cómo pasó una hora y media?- ¿Y Eden?
-Está en su habitación. A todo esto, no te he saludado.- Me levanté y me acerqué para besar a Lorena en la mejilla.
-Pareces sudado.- Dijo ella. No podría haberme dado otro comentario.
-¿Yo? el calor me está matando, esta casa es demasiado calurosa.- Me descarté. Parecieron creerse lo que les dije, dando comentarios afirmativos del calor en la ciudad.
-¿Eden ha estado todo el tiempo en su habitación?-Preguntó Martín.
-No, conversó un rato conmigo, pero la llamó una amiga y tuvo que atenderla.
-Ah. Pensé que te había dejado sólo. No me sorprendería, pero que bueno que tuvo modales y te acompañó un rato.- Le sonreí, y no sabe LA compañía que me hizo.
Me fui de allí al rato después, con el pretexto de un encargo de la Universidad. Eden salió a saludar a su hermano y se disculpó conmigo por haberme dejado sólo "cuando llamó su amiga", que bueno que tiene buenos oídos. Todo bien. Nadie se percató de nada. Qué patético, la idea de que Martín nos descubriera casi me provoca un paro cardiaco, ya no es la primera vez que pasa algo así.
Pasaron algunos días sin ver a Eden. Tenía pruebas y debía estudiar, aunque moría por verla. Aproveché ese tiempo para terminar con Lorena, lloró, bastante. No pude dejar de sentirme culpable, pero que iba a hacer. Me gustaba Eden, además, me tenía cachondo, razón por la cuál un hombre no puede pensar muy bien. Como sea, estas eran la últimas pruebas del semestre y debía concentrarme. Dentro de cuatro días estábamos de vacaciones y quería comenzarlas bien.
Martín me invitó a su casa a tomar algo. Le dije que sí. Al llegar la casa estaba vacía, o eso creía yo. La puerta de Eden estaba cerrada y se escuchaba el bullicio de una música. Martín ni siquiera hizo el amago de acercarse a la habitación de ella, era conocido que cuando escuchaba música "Ay del que la molestara". Aproveché un momento en que Martín fue a al baño y me acerqué a la pieza de ella. Traté de girar la perilla, pero estaba cerrada. Apróxime mi oreja para oír algo, sólo de curioso...y escuché unos gemidos por lo bajo. Me reí cuando la oí, no debiera de sorprenderme, ya que antes la había encontrado masturbándose. Pero hubo otro ruido que me perturbó, eran los quejidos de un hombre. Me acerqué aún más para cerciorarme de lo que mis lindos oídos escuchaban...sí era un hombre. ¿Estaba teniendo sexo?, primero quedé boquiabierto, pero luego subió una ira increíble por mi rostro, pero recordé de inmediato que no teníamos nada, ella era libre y ahora, yo también. Sin embargo, me sentía muy enojado.
Me dirigí nuevamente al living y tomé asiento, muy serio.
-¿Qué te pasó? Estás rojo.
La voz de Martín me tomó por sorpresa, sacándome de mis ideas.
-Nada.
-Toma un poco de agua, debes tener calor.- Le hice caso y tomé agua, pero no era calor lo que sentía, era rabia.
Luego de ello no quise quedarme más ¿por qué me enojaba tanto? no lo sé. Traté de enfocarme en lo mío y olvidar lo demás. Pasó un día, si no me equivoco, y Lorena volvió a llamarme. No quería volver con ella en verdad, pero me sentía estúpidamente despechado y sin evitarlo le dije que sí. Está mal, lo sé, pero mi ego masculino se vio avasallado, así que, pequeña Lorena, ven con papá.
El semestre terminó, y como celebración, decidieron hacer una fiesta ¿A que no adivinan en qué casa fue? Sí! la de Martín. No quería ir, pero los chicos me convencieron, y decidí invitar a Lorena....con malicia.
El día en cuestión, llegó. Arribé tarde a la fiesta, me gusta llegar cuando todo ya está montado. Comenzaba a las diez y yo llegué a las doce, buena hora. Entramos y ya todos estaban encendidos. Tomé mucho esa noche, creo que me embriagué demasiado. En medio de la música, me puse a bailar con Lorena, y el alcohol como que me anduvo levantando las hormonas y a mi pequeño amigo, y sin resistirlo, tomé por la cintura a Lorena y comencé a besarla con la lengua y todo, llegué hasta sus amígdalas, nos restregábamos, ambos muy calientes, me sentía demasiado excitado, pero al levantar la vista vi a Eden, que me miraba con los ojos desorbitados. Sólo le presté atención un par de segundos y volví a besarla y a toquetearla. Cuando levanté la vista nuevamente, ya no estaba, no la vi por ningún recodo de la casa. Supuse que estaría en su pieza, la segunda parte iba a comenzar…
-¡Martín!- grité entre la música alta- Oye, ¿Puedes prestarme tu pieza?
-¿Mi pieza? ¿Para qué la…? ¡Ah!- Reaccionó antes de terminar.- Esta bien, pero no hagas mucho escándalo, que mi hermana duerme en la habitación del lado.
-Sí, lo sé.- Finalicé. Obvio que lo sabía. Podría haberme llevado a Lorena al auto o al patio trasero, pero quería que Eden lo escuchara todo.
Lorena no había tomado tanto como yo, se notaba, porque yo chocaba con el marco de la puerta y perdí el equilibrio al dejarme caer encima de la cama. Lorena se abalanzó sobre mí, comenzando a besarme con demasiada lujuria, en menos de un minuto, yacía desnuda toqueteándome. Quería violarme. Dejé que ella me desnudara, no sabía muy bien donde estaban mis manos.
Comenzó a besarme en el cuello, mordió mis orejas con suavidad. Se dirigió a mi boca, y con cuidado, sentí como una de sus manos bajaba por mi vientre hasta llegar a mi entrepierna. Bajó un poco el bóxer y tomó mi pene y lo apretó con fuerza. Me estremecí, y mis manos fueron a entrelazarse a su espalda y la apreté con fuerza contra mi pecho. Pareció estar conforme porque lo apretó con más fuerza. Se alzó, quedando un poco alejada de mí. La vi muy borrosa, pero eso no me detuvo. La agarré por la cintura. Le di una media vuelta y la dejé de costado encima de la cama. Me recosté detrás de ella y con fuerza le garré una de las tetas para amasársela. Ella comenzó a suspirar, ladeó su cabeza y me plantó un beso fogoso. Sus pezones estaban muy duros, apretaba uno a la vez, haciéndola gemir cada vez con más fuerza. Bajé mi mano hasta su vagina, y estaba mojada. Podía sentir como sus jugos bajaban por su entrepierna, haciendo que estuviera un poco pegajosa. Alzó una pierna, colocando la planta del pie de esta justo a un lado de su pierna estirada, quedando totalmente abierta. Pasé unos de mis dedos por el nacimiento hasta el fin de si conchita, acariciando sus labios con suavidad y rozando “sin querer” su clítoris. Su cuerpo se tensó junto al mío y gimió con fuerza. Estuve así por unos segundos, para luego introducir uno de mis dedos en su vagina, tan húmeda, que parecía estar inundada. Le metía el dedo con cuidado, para volverla loca, adentro, afuera, adentro, afuera. Lorena estiraba su culo hacia mi pene, para que este la rozara y más gemía. Introduje un segundo dedo y la hice gemir con descaro al realizar movimientos circulares dentro de su concha jugosa. Iba a introducir un tercero cuando su cuerpo se tensó y se relajó al lado del mío. Segundos después, sentía como bajaban por mi mano todos sus líquidos, había acabado en menos de cinco minutos; pero yo aún estaba caliente y emprendí el camino para calentarla de nuevo. Tomé mi verga y con cuidado, abordé su conchita desde atrás, lo movía de arriba hacia abajo sólo rozándola. De a poco, fui metiéndole la puntita de mi glande, y nuevamente lo moví de arriba abajo.
-Métemela.- Susurró bajito.
La besé en el cuello.-Dilo más fuerte
-Métemela- Subió el tono de su voz.
Introduje un tanto más mi verga, no lo suficiente y la mecí dentro de ella.- Más fuerte.
-¡MÉTEMELA!- Gritó. Yo solté una carcajada y ella se avergonzó. ¿Eden la habrá escuchado?
En cuanto lo gritó, se lo introduje de una. La embestí con todas mis fuerzas, mis testículos chocaron contra ella. Lorena gimió demasiado fuerte, no me extrañaría que alguien más la hubiera escuchado. Perdí el control y comencé a penetrarla con fiereza, mientras que con mi única mano libre le tomaba una teta y la oprimía con fuerza, moviéndola de un lado a otro, tiraba de su pezón hacia todos lados, como si fuera un chicle. Ella buscó mi cara y me besó con todo, podía sentir las vibraciones de sus gemidos que bajaban por mi garganta.
Me desesperé y tomé su pierna que anteriormente estaba alzada. La levanté hasta donde se me permitió, la dejé completamente abierta y mi pene entraba con una facilidad y velocidad impresionante, la penetraba hasta el fondo, hasta llegar a las paredes de su útero. Qué manera de gemir esa mujer. Al llegar casi al final, mi velocidad aumentó su ritmo.
-¡¡Diego!! Diego!! ¡¡Diego!! – Gritó Lorena a toda garganta. Había alcanzado muchos orgasmos pero el último fue estremecedor, su placer era tal que apretó las piernas y con ello dejó mi pene atrapado en su vagina, provocándome una satisfacción tal que me corrí de inmediato dentro de ella. Un calor recorrió todo mi cuerpo hasta acabar en una explosión de semen, que no evitó encontrar algún recoveco para salir desde la concha de Lorena. Ambos nos relajamos por completo. A lo lejos escuchaba el zumbido de la música. La bebida comenzó a hacer su efecto, nuevamente. Mis ojos comenzaron a cerrarse, mientras yacía boca arriba.
Cuando comenzaba a dormirme, percibí como Lorena se levantaba y se situaba en medio de mis piernas. Tomó mi verga entre sus largas manos y comenzó a limpiarlo de todo el semen que boté, mezclado con sus jugos. Pasaba su lengua con extrema lentitud, recorriéndolo. Abrí los ojos y observé cómo me miraba, la satisfacción se dibujaba en sus ojos. Mi pequeño peladito no tardó en despertarse. Me sacudí ante la lamida de mi pene. Lo metió por entero en su boca, extrayéndolo y metiéndolo con delicadeza. A veces al tenerlo dentro, lo mordía despacio, como si fuera un caramelo, eso me provocaba cierto nervio y no podía evitar reírme. Lorena levantó la cabeza para reírse conmigo. Su lengua se posó en mi glande e intentó hundirla en la hendidura de mi pene. Eso me provocó demasiada satisfacción. Sin darme cuenta, mis manos se fueron a su cabeza, ejerciendo fuerza para meter mi verga por entero en su boca. Ella cedió de inmediato y dejó que con mis manos guiara su cabeza, realizando movimientos circulares con ella. Otra carcajada salió de mi boca ante la satisfacción y sin pensarlo dije:
-Eden, así Eden…- Cayendo nuevamente en los gemidos que provocaba el placer.
Lorena levantó su cabeza y me miró con mala cara, en ese momento me percaté de lo que había dicho. ¿Cómo mierda llegó Eden a mi cabeza? Lo único que atiné a hacer fue a reírme nuevamente, sobreactuando mi estado de borracho y sigilosamente conduje mis manos a su cabeza para que volviera a succionar, y así lo hizo. Sentí un gran alivio cuando lo dejó correr. Con su boca literalmente succionaba, las comisuras de su boca se hundían al hacerlo, era una mamada espectacular. Volvió a morderme y reí nuevamente, mi placer aumentaba cada vez que lo hacía. Cuando sentí que iba a terminar, hundí mis dedos en su cabellera y la aplasté contra mi pelvis, haciendo que mi verga llegara hasta su garganta. Estaba tan preocupado de terminar en su boca, que no me di cuenta cuando la puerta de la habitación se abrió con sigilo y dejando una pequeña abertura.
Estallé, me quejé con fuerza y de mi boca salió otra carcajada. De la boca de Lorena, no escapó ni una sola pizca de semen. Se lo tragó todo y lo hacía con gran goce. Levantó su rostro y tenía algunos rastrojos de semen en su boca, pasó su lengua por sus labios con extrema sensualidad. Luego, lo poco y nada que quedo en mi pene, lo fue lamiendo con calma.
-Sí, hazlo.- Le dije. En mi cara se dibujó una sonrisa idiota y reí nuevamente; y fue ahí cuando me percaté de que la puerta estaba entreabierta, sólo alcancé a ver una mano que se escapaba de entre la puerta, para cerrarla rápidamente. Supe que era Eden, aunque no alcancé a verlo bien, en su muñeca había algún pañuelo, y la única que conocía y que sabía que usaba pañuelos, era Eden. Una pequeña culpa, mezclada con la complacencia de haber llegado a mi cometido. No pude seguir pensando, porque el sueño me la había ganado.
Al otro día recordaba todo, incluso mi conclusión con respecto en que si había sido Eden la que nos había visto, y ahora me aseguraba de que así era. Estaba totalmente desnudo, con Lorena a mi lado, pegada como una lapa a mi pecho. La saqué como pude, con cuidado para no despertarla. No me dolía la cabeza, siempre fui resistente a las resacas, lo que sí tenía era sed. Me puse los vaqueros y descalzo salí al pasillo, en busca de la cocina. No pude evitar mirar a la puerta de Eden, iba a abrirla, pero me arrepentí. Seguí derecho y vi a algunos de mi grupo de amigos. Sólo estaban ellos con un par de chicas, a Martín no lo vi por ningún lado, de seguro estaba en su auto.
Tomé uno de los pocos vasos limpios y vertí agua en él. Me lo bebí en menos de un segundo, sin respirar. Volví a verter agua en el vaso, pero cuando iba a tomármelo el teléfono sonó. No iba a contestarlo, a mi no me correspondía hacerlo, pero pasó mucho rato y nadie lo hacía. El sonido era insoportable, decidí tomarlo y para mi sorpresa a la vez que lo hice yo, Eden lo hacía desde su habitación. Oí su voz, tratando de hablar como en un susurro. Disminuí mi respiración, para escuchar la conversación sin interrupciones.
-…Ven mañana- Dijo Eden
-¿Mañana?, me tienes sorprendido, antes nunca…- La voz del tipo era bastante idiota
-Sólo ven mañana, no habrá nadie, mi hermano no estará.- Se hizo un silencio, pensé que habían terminado de hablar cuando el tipo volvía a responder.
-Entonces… ¿volvemos?- El tipejo se oía feliz ¿Era su novio, ó era su ex -novio?
-No lo sé- dudó Eden- Sólo que ahora me siento preparada.
-¿Qué te hizo cambiar de opinión? Hace una semana atrás no querías ni verme
-¿Quieres venir o no?- La voz de Eden se escuchó llena de fastidio e impaciencia.
-Sí, sí, ahí estaré. A las ocho en punto.
-Ok, te espero. Adiós.
-Adiós.- Respondió el otro; y Eden colgó al instante.
Dejé el teléfono con cuidado, de no hacer ruido. Que yo supiera, Eden “andaba” con algún tipo, pero por palabras de su hermano, me había enterado de que eso había terminado el día después de haberme acostado con ella, por primera vez. La chica de verdad quería estar conmigo, yo había hecho lo propio terminando con Lorena, pero cuando la oí teniendo sexo… ¿sería el mismo tipo? No sabría deducirlo, porque sólo oí sus quejidos. Según lo que oí de la conversación, el tipo se hallaba sorprendido, como si la proposición de Eden lo pillara por sorpresa, entonces… ¿Quién era el tipo que oí? ¿Era otro? Una parte de mi me decía que esta reacción de Eden era nada más que el producto de haberme visto con Lorena, y, era comprensible, yo había hecho lo mismo cuando la escuché con otro hombre.
Eden. Aún no podía creer que estuviera con otro hombre la otra vez, pero mis deseables oídos habían escuchado gemidos, de ambos. Al volver a recordarlo, y teniendo el agregado de que mañana se vería con su ex, hizo que volviera mi enojo, pero ahora más enérgico
Mañana no IBAN a estar solos…