La virgen

Una lectora viegen. Un escritor...dispuesto

A muchos les puede resultar extraño que una chica de 25 años, en estos tiempos que corren, sea virgen. Pero en el caso de Giselle, es así. No es porque no sea agraciada, que lo es, sino simplemente porque no ha encontrado aún el hombre adecuado.

Que sea virgen no significa que sea célibe. Ha tenido varios novios con los que ha tenido sexo. Caricias, masturbaciones, sexo oral. Todo menos penetración. Confiesa que le encantan las mamadas. Chupar una rica polla hasta que estalla dentro de su boca, sentir como se le llena de caliente y espeso semen y luego tragarlo lentamente.

La primera vez que lo hizo fue en su cuarto. Estaba besándose con su novio de entonces. Los dos se calentaron mucho. Más sabiendo que la madre de Giselle estaba en la casa. La idea de ser descubierta le daba cierto morbo. Él se sacó la polla y le pidió que se la chupara. No era la primera vez que lo hacía. Pero si fue la primera en que tocaron a la puerta en plena mamada. El novio llegó al orgasmo y le mantuvo la cabeza con fuerza, obligándola a recibir su copiosa corrida en la boca.

-¿Giselle? - preguntó su madre desde fuera.

Giselle no pudo contestar. Aún estaba recibiendo cálidos disparos que se estrellaban contra su paladar.

-¿Giselle? ¿Estáis bien?

Escupía o tragaba. Si no contestaba ya, su madre abriría la puerta. Fue todo tan rápido que optó por tragar.

-¿Sí mami?

-¿Se quedará tu amigo a cenar?

Se miraron el uno al otro. No pudieron contener la risa. Se taparon la boca para que no los oyeran.

-Sí mami, gracias

-Gracias, señora - le dijo el chico

-Vale. En media hora estará lista.

Cuando oyeron los pasos que se alejaban, Giselle le dio un par de cariñosos golpes a su novio.

-Cabrito, me he tenido que tragar toda tu leche.

-Uf, lo sé. Me ha encantado. ¿Estaba rica?

-Jajaja, a penas la saboreé. Del susto la tragué deprisa. Pero no estaba mal.

A la próxima oportunidad de chupársela, nadie los molestaba. Así que cuando él se corrió y le llenó la boca, pudo saborear con tranquilidad el semen. Se lo tragó despacito. Le gustó. Después de eso, siempre que se corrían en su boca se tragaba todo el semen. No es que supiera especialmente bueno, pero le gustaba. Como la cerveza, que al principio es amarga pero acaba gustando.

Todo esto sobre Giselle me lo contó por correo. Recibí un comentario suyo en uno de mis relatos. Me decía que le gustaba mucho mi manera de escribir, y me daba su dirección de email.

Halagado por sus palabras, le contesté. Empezamos a intercambiarnos emails. Poco a poco fui sabiendo de ella. De donde era, su edad, y su virginidad.

Soy escritor de relatos eróticos. Si fuese escritor de relatos de humor, el máximo halago es que un lector me dijera que había llorado re risa leyéndome. Pero como escritor erótico, lo máximo es cuando me dicen que se han excitado leyendo mis obras. El súmum es cuando me cuentan que se han masturbado leyéndome. Sobre todo si es una mujer, claro. Giselle me dijo precisamente eso. Que se había masturbado con mis relatos.

Los email fueron haciéndose más calientes. Nos contábamos nuestras fantasías. En uno de los correos que le mandé, le describí como la desvirgaría. Me había dicho que deseaba un hombre con experiencia que la convirtiera en mujer con dulzura. Que le atraía la idea de un hombre mayor que ella, maduro.

Le relaté un encuentro sexual entre ella y yo. En él hacíamos el amor y al fin se libraba de  su virginidad. Quise que fuera un relato tierno, suave. Aunque en los mails a veces éramos muy explícitos, en ese relato todo era sutil, erótico. Lleno de amor y de deseo, como ella me había contado que se imaginaba ese día. El relato le gustó mucho. Se excitó y se masturbó varias veces leyéndolo.

Un día me preguntó que si yo no fuera casado me gustaría hacerlo con ella, ser su primer hombre. Por supuesto le dije que sí, aunque nunca me he planteado serle infiel a mi mujer en la vida real. Por eso no tengo mi dirección de correo visible en el perfil. No busco contacto y así evito tentaciones. Además de que me acribillen con correos.

Puede sonar contradictorio que no busque contacto y que sin embargo intercambie correos de índole sexual con una chica. Pero para mí es algo distinto. Algo virtual. Cuernos de mentira, pueden llamarse. Sin embargo, con Giselle ocurre algo distinto a lo que ocurre con otras lectoras con las que alguna vez me he comunicado. Giselle vive cerca de donde yo vivo. La tentación es, por tanto, enorme.

Y más después de que me mandara unas fotos suyas. Sin mostrar la cara, sólo su cuerpo. Partes de éste. Posturas muy sensuales. Después de verlas volví a preguntarme como una chica así puede seguir siendo virgen a su edad. Sé que la de la foto es ella por unas señales que le pedí que pusiera. Ella tiene melena negra, pero blanca de piel. Sus labios son muy sensuales, su boca, grande. Dos preciosas tetas y un culo rotundo, deseable. Un bombón de mujer.

Las cosas siguieron así durante un tiempo. Cada vez nos contábamos nuestras más secretas fantasías. Las fotos cada vez más explícitas. Yo también le mandé mías a ella. Pero siempre sin que se vieran nuestras caras.

Un día le pedí que me dijera que fantasía tenía más enterrada en su mente. Esa que quizás nunca se atrevería a realizar, pero que la ponía muy cachonda. En vez de contármela, me mandó un video.

Cuando lo vi, me quedé muy sorprendido. En el video aparecía una chica atada. Un hombre la azotaba con una fusta, en el culo e incluso en las tetas. Le follaba la boca salvajemente, haciendo que la chica tuviera arcadas. Después se la follaba, por el coño y por el culo. Incluso le echaba cera caliente de una vela.

Giselle me dijo que a veces se masturbaba imaginándose así de sometida por un hombre. Se imaginaba siendo la esclava sumisa de un severo amo, que la obligaba a satisfacer sus más íntimos deseos. Me confesó que mis relatos de dominación eran los que más le gustaban, especialmente el de "Tres días".

Hasta ese momento, las charlas sexuales con ella, aunque subidas de tono, habían sido, digamos, normales. Y lo siguieron siendo, aunque de vez en cuando salía el tema de la sumisión y del sado. No es que yo sea un gran entendido, pero distingo entre una cosa y otra. El sado quizás sea una forma extrema de dominación. Si bien ésta me atrae, el sado no. Un cachete en el culito es una cosa. Un fustazo en un pecho, otra.

Un día todo cambió. Me dijo que me iba a mandar una foto especial. Cuando la vi...Uf. Era una foto de ella. Se veía desde la nariz hasta las tetas. En sus manos había un cartel que decía: "Abe, al fin conseguí lechita". Su boca abierta. Sobre su lengua, semen, que goteaba por una de las comisuras de sus labios.

También había un pequeño video en el que se lo tragaba. Me excitó tanto, que en mi cabeza se empezaron a romper las barreras. Deseaba a aquella mujer. Hacerla mía. Hacer todo lo que habíamos hablado.

Me había dicho que andaba todo el día caliente desde que nos conocimos. Yo temía que otro hombre acabara haciendo lo que yo deseaba. Así que se lo dije. Le envié un correo en el que le decía lo que deseaba. A ella. Hacerla mujer. Follarla. Hacerla correr una y otra vez con mi boca, con mis dedos, con mi polla.

Para mi alegría, ella me contestó que también lo deseaba, desde hacía tiempo, pero que no me lo había pedido por temor a que le dijera que no, dada mi situación personal. Le pedí su teléfono y me lo dio. La llamé enseguida.

Su voz me encantó. Era muy sexy.

-Hola Giselle.

-Hola Abe.

-Me gustó mucho el vídeo en el que te tragabas el semen. ¿De quién era?

-De un antiguo novio con el que de vez en cuando me veo.

-¿Y que dijo él?

-No sabe nada. Me fui al baño y lo hice allí. Lo tenía todo preparado. Se la mamaba a él, pero te imaginaba a ti.

-Me masturbé mirándolo. Me imaginé que era mi leche la que te tragabas

-Ummmm y yo que era la tuya.

-Me encantaría alimentarte, preciosa.

-Abe..estoy cachonda. Tengo el coño mojado.

-Pues si vieras mi polla.

-¿Cómo está?

-Para partir cocos con ella.

-Jajajajaja ¿Tan dura está?

-Uf.

-¿De verdad quieres follarme?

-Con todo mi ser.

Su respiración se hizo más agitada. Su voz era como un susurro. Oí algún gemido.

-¿Te estás tocando?

-Sí....te deseo tanto, Abe.

-Y yo a ti, Giselle. Escucha.

Acerqué el auricular a mi bragueta y la bajé.

-Me la voy a sacar.

-Ummmm ¿Te vas a tocar la polla por mi?

-Sí..pero preferiría que fueras tú. Con tu boca.

-Agggg Abe..estoy a punto de correrme.

-Espera...aún no. Primero chúpate los dedos. Dime a que sabe tu coñito.

Escuché claramente el sonido que hizo su boca.

-Es saladero...rico. Pero me gustaría más tu leche...Aggg..aggggggggggggg

Oír como aquella chica se corría al otro lado de la línea es una de las cosas más eróticas que me han pasado. Fue un orgasmo largo, lleno de gemidos, que me hicieron imaginar como sería estar con ella de verdad.

-Giselle...Quiero verte. Desvirgarte de una vez. Follarte bien follada.

-¿Cuándo?

-Lo antes posible.

-Yo puedo desde ya. Depende de ti.

-Vale. Déjame arreglarlo y te envío un correo con el día y la hora.

-No tardes. No sé si podré aguantar.

-Hasta pronto, preciosa.

-Hasta pronto, Abe.

Cuando colgué, estaba muy excitado, con la polla dando saltitos fuera del pantalón. Estuve a punto de masturbarme para liberar toda la tensión, pero decidí reservarme para Giselle.

Ese mismo día pedí un día libre en mi empresa para dos días después, e hice una reserva en un céntrico hotel de la ciudad. Cuando lo tuve todo listo, le escribí, citándola en el hotel a las nueve de la mañana. El número de habitación se lo darían en recepción.

Estuve muy nervioso. Sé que lo que iba a ser era una locura, pero el deseo era más fuerte que la razón. Algo podría salir mal. Podrían descubrirme e irse todo al garete, pero seguí adelante.

El día señalado, me levanté como todos los días y me fui a la oficina. Sólo que no fui a la empresa sino al hotel. Llegué a las 8:30 y subí a la habitación. En media hora, ella estaría allí. Si no se arrepentía, claro.

Fue la media hora más larga de mi vida. No dejaba de mirar el reloj... 8:40...8:45...8:57...9:00..9:05...

No llegaba. Me empecé a impacientar. A pensar que no vendría. Sonó la puerta. Del susto di un brinco sobre la cama.

El corazón me latía a mil por hora. Abrí la puerta. Allí estaba ella. La chica de las fotos, del video.

A pesar de todo lo que nos habíamos escrito, de las fotos y de los videos, nunca nos habíamos visto las caras.

-Hola Giselle.

-Hola Abe.

Nos miramos a los ojos. Yo le sonreía. Ella me devolvió la sonrisa. Una bella sonrisa. Llevaba un vestido con falda a medio muslo, muy bonito. Yo, mi traje, con corbata y todo. Me había dicho en una ocasión que le gustaban los hombres con traje.

-Pasa.

Ella entró en la habitación y yo cerré la puerta. Me estaba dando la espalda. Me acerqué a ella y me pegué a su cuerpo. Mi polla estaba ya muy dura, y quedó pegada contra su culo.

Aquella linda chica estaba allí para acostarse conmigo, para perder su virginidad. Me había contado como imaginaba ese día. Yo le había escrito un relato describiéndolo todo, con ternura, con cariño, con amor. A ella le había encantado, diciéndome que era así como lo deseaba.

Pero ahora que la tenía pegada a mi, con mi polla restregándose contra el culito que ya había visto en fotos, a mi cabeza acudieron las imágenes del video que me mandó, el video de sus más íntimas fantasías.

Mis manos bajaron desde sus hombros hasta sus manos, acariciando la piel de sus brazos con las yemas de mis dedos. Aparté su negro cabello con la barbilla y besé su cuello. La sentí estremecerse. Cogí sus manos con las mías y las llevé hacia su espalda, hasta mi polla. El Abe tierno se fue. El otro Abe lo sustituyó.

-Bueno, zorrita. Demuéstrame ahora cuanto te gusta el semen.

-Ummmmmmm ya sabes que me encanta, Abe... - dijo, apretando mi polla sobre el pantalón.

-¿Entonces a qué esperas para arrodillarte?

Le di la vuelta. Sus ojos brillaban de deseo, como los míos. Sin apartarlos de mi, se empezó a agachar, hasta arrodillarse. Su cara quedó frente a mi bulto. Le cogí la cabeza por su linda cabello y la restregué por mi polla.

-¿Aún no me has sacado la polla? Ummmm creo que tendré que sacar la fusta,

-No..no...perdona..ya la saco.

Me bajó la cremallera y sacó mi dura polla. Le dije que también sacara mis huevos. Se quedó mirándola.

-Abe...ummmm que preciosa polla. Es tan grande y gruesa. Las fotos no le hacen justicia.

-Hablas mucho. Giselle, y mamas poco.

Dejó la boca abierta, pero se calló. La acercó y se metió la polla en la boca. A la mitad paró. Tenía la boca llena de polla. Me miró a los ojos y sentí como movía la lengua. Puse mis manos a mi espalda y me dediqué a disfrutar su mamada. Sabía como me gustaba, despacito, sin prisas, mirándome.

Se la sacó lentamente y pasó la lengua a lo largo del tronco, hasta las pelotas, que chupó una a una. La polla descansaba sobre su cara, cubriéndosela. Despacito, deshizo el camino andado y se la volvió a tragar. Pero sólo hasta la mitad. Era maravilloso verla con la boca abierta, los labios apretando mi polla. Aquella chiquilla sabía mamar una polla, eso estaba claro.

-Trágatela toda.

-No puedo. Es muy gorda.

-¿Así que me has mentido? No sabes chupar pollas.

La herí en su orgullo. Se la metió e intentó introducirla más. Lo consiguió, pero un par de centímetros más y tuvo arcadas. Se la sacó de la boca y respiró a bocanadas.

-Lo siento, Abe. No puedo más.

-No te preocupes, zorrita. Te voy a enseñar como se traga una polla como la mía. Siéntate en el suelo.

Al sentarse, su cabeza quedaba más abajo que mi polla y tenía que levantarla para mirarme. Su cuello y su boca quedaban más alineados. Esos es lo que yo buscaba.

-Abre la boquita.

La cogí por el pelo, echándole la cabeza para atrás. Acerqué mi polla y se le fui metiendo en la boca. No dejaba de mirarme Llegué con facilidad a la mitad.

-Ahora te la voy a meter. Lucha contra la arcada. Relaja la garganta. Imagina que tragas comida.

Seguí metiéndole la polla. Despacito. Tuvo una arcada y paré, sacándola un poco, pero volví a meterla, llegando un poco más lejos. Volvió a tener la arcada, pero no me retiré.

-Lucha, zorra! Demuéstrame que eres la chupa-pollas que me habías dicho.

La mantuve. Tosió un poco y mucha saliva salió de su boca. Seguí metiendo polla, despacito, hasta que  ya no había más polla que meter. Mis huevos chocaron con su barbilla. Apreté su cabeza contra mi.

-Agggggggg  sabía que podías, zorrita. Lo sabía.

Sus ojos reflejaban orgullo, deseo...y al poco, se abrieron. Intentó hablar. Yo sabía lo que era. Le faltaba aire, así que se la saqué despacito. Cuando salió de su boca un hilillo de saliva quedó colgando entre mi polla y sus labios.

-Abe...lo he..conseguido....- dijo, tragando aire a bocanadas.

-Nunca lo dudé, Giselle. Coge aire.

Llenó los pulmones y abrió la boca. MI polla desapareció dentro. En poco tiempo le cogió el truquillo y se tragaba mi polla hasta la empuñadura. Cuando sentí como con la lengua me acariciaba los huevos mientras mi polla distendía claramente su garganta, casi me corro. Pero quería que aquello durara más. Nunca ninguna mujer se había tragado toda mi polla.

La cogí por la cabeza, con fuerza, y le follé la boca a fondo. La oí gemir. Entonces me di cuenta que se había metido la mano por dentro de la falda. Se estaba tocando el coño.

-Zorra, no te he dado permiso para tocarte. Saca la mano de ahí.

Me obedeció en el acto. Vi que sus dedos salieron mojados.

-¿Estás cachonda, eh?

Con una polla en la garganta no se pude hablar. Así que asintió con la cabeza. La follé con más ganas. Ya no podía más. El deseo acumulado durante tantos días necesitaba ser liberado.

-Aggggg zorrita, me voy a correr....prepárate. Ni se te ocurra desperdiciar una sola gota.

Se me presentó un dilema. Si me corría en su garganta, con la polla totalmente dentro de su boca, el semen bajaría por su esófago directamente a su barriguita, y no la saborearía. Me daba mucho morbo correrme en su garganta. Pero sabía que ella quería saborear mi leche. Decidí hacer las dos cosas. Iba bien cargado y la corrida iba a ser espectacular.

Perdí el mundo de vista. Mi universo se limitaba a su boca, sus ojos, mi polla. Sentí mi orgasmo nacer de las más profundas fibras de mi cuerpo y subir, subir, subir hasta que todos los músculos se tensaron. Mi polla se agitó y un potente chorro de espeso y cálido semen bajó por su garganta. Fue seguido por un segundo, y un tercero. Entonces saqué la polla de su garganta y la retiré hasta la cavidad de su boca, en donde seguí descargando mi corrida. Sus ojos en los míos. Los dos entornados.

Desde que empecé a correrme dejé de respirar. Soló sentí. Un inmenso placer. Como no había sentido antes. Su boca se llenó de mi semen. Ella lo mantuvo hasta que dejé de correrme. Con la polla en la boca, empezó a tragar. Como yo le había dicho en mis correos, tragó haciendo ruido. Después siguió chupando, lamiendo.

Cuando mi polla, dura como antes de vaciarme, salió de su boca, parecía que no me hubiese corrido. No había rastro de semen. Giselle se pasó la lengua por los labios.

-Ummmm Abe, tienes la lechita más rica que he probado. Quiero más.

Me empezó a besar la punta de la polla, a lamerla. Volvió a mamármela. Volví a visitar su garganta, esta vez sin agarrarle la cabeza. Si la hubiese dejado, seguro que otra ración de caliente semen hubiese acabado en su barriga. Le saqué el caramelo de la boca y la hice levantar.

-Dame tus bragas.

Metió la mano debajo de la falda y se las bajo. Me las dio. Las llevé a mi nariz. Aspiré su rico aroma. Las noté mojadas. Me las guardé en un bolsillo como un trofeo. La cogí de una mano y la arrastré con fuerza hacia la cama.

Me senté al borde de la cama y la hice ponerse boca abajo, sobre mis muslos. Su culo sobre mi regazo. Levanté la falda. Sun poderosas nalgas quedaron al descubierto.

Levanté la mano y la descargué, abierta, sobre su culo.

PLAS!

-Agggggggggg ¿Por qué me pegas?

-¿Por qué?

PLAS!

-Ummmm He sido buena. Me he tragado toda tu polla, toda tu leche.

PLAS!

-Pues por eso. Por ser una zorrita. Por tu culpa he hecho lo que nunca quise hacer. Serle infiel a mi mujer

Ya dije que no me va el sado. Los golpes no eran muy fuertes. Aún así, la blanca piel de sus nalgas fue tomando un tinte rosado

-Perdóname, Abe, pero lo deseaba tanto...Desde que te conozco estoy recaliente todo el día.

Le abrí las nalgas con las manos. Ante mi apareció su apretado anito. En algunas de las fotos que me envió se veía como se penetraba el culito con uno o dos dedos. Me chupé dos de los míos y se acaricié el cerrado agujerito. Ella empezó a gemir, a menear el culito.

Se los metí, despacito pero a fondo. Estaba muy apretado. Ninguna polla lo había invadido. Hasta esa noche. La iba a desvirgar del todo.

-Has venido para que te folle. ¿Verdad?

-Ummm sí.

-Para que te desvirgue.

-Agggggggggg sí...

-Para que te meta mi gorda polla en el culo!

La sentí estremecer. Seguí follándole el culo con mis dos dedos y la otra mano se metió por debajo, hasta tu encharcado coño. Busqué su clítoris y lo froté. Estalló en el acto, corriéndose con fuertes espasmos que recorrían todo su cuerpo. Su ano se apretaba contra mis dedos y los de la otra mano quedaron mojados por sus jugos.

-Levántate.

A pesar de que sus piernas le flaqueaban, me obedeció

-¿Qué virginidad quieres que desaparezca primero?

-La de mi coño - respondió con rapidez, sin duda esperando retrasar lo más posible la enculada.

-Bien, pues primero te voy a follar el.....culo,

La hice arrodillar en el suelo. Estaba cubierto por una mullida moqueta. Su pecho descansaba sobre la cama. Le subí la falda y su redondo trasero quedó al descubierto.

Sé el placer que da la caricia de una lengua en el culito, así que acerqué la mía al suyo y empecé a lamer, a chupar. Aquello no sólo  era placentero, sino que además lubricaba la zona, preparándola para lo que vendría luego.

Fue un buen rato de lametones y rechupeteos. Deposité saliva y la introduje con mis dedos. Al poco ya estaba lista, así que me incorpore, quedando de rodillas detrás de ella.

Las nalgas seguían rojas. Cogí mi polla y la llevé a su ano. La apoyé contra éste, haciendo fuerza, hasta que la resistencia fue vencida y mi polla se coló en el virginal culito.

Tardé mucho tiempo en clavársela toda. Iba despacito,con tiento, para no hacerle daño. Y como hice con la boca, no paré hasta que la tuvo toda dentro.

-Aggggggggg Abe...nunca me había sentido tan llena..Ummm al fin tengo tu polla dentro...

-¿Te duele?

-Ummm sólo un poquito.

PLAS!!

-¿Te duele?

-No....no me duele

-Ya no eres virgen del culito. Tienes una buena polla clavada.

-La siento Abe... la siento...como si me fuera a salir por la boca.

Empecé la enculada. Por supuesto, primero despacito. Observaba como mi polla arrastraba su piel dentro y fuera. Mi placer era enorme, y el de ella, a juzgar por sus gemidos, también.

-¿Puedo tocarme el coño?

-No

-Por favor...lo...necesito.

PLAS!

-NO!

No lo volvió a pedir. Estaba claro quien mandaba allí. Pero por si no le había quedado bien claro, empecé a arremeter contra su culo con fuerza, con ganas.

Tuve que taparle la boca con una de mis manos, para acallar sus gritos. Gritos de puro placer. Noté que se corría porque su ano empezó a dilatarse y apretarse alrededor de mi polla, que no dejó de pistonear dentro y fuera de su hermoso culo, y porque dejó de gritar. Los tensos músculos no la dejaban respirar.

La solté y cayó hacia adelante, sobre la cama. Su culito quedó abierto. Tenía los ojos cerrados, apretados. Respiraba por la boca, a grandes bocanadas. Mi polla se había quedado a medias, pero el trabajo no había terminado.

Me desnudé del todo. Cogí la corbata. Le dije a Giselle que se pusiera boca arriba en la cama, en el centro. Le puse dos almohadas en bajo la cabeza. Junté sus manos y las até con la corbata. Levanté las manos sobre su cabeza y até el otro extremo de la corbata al cabecero de la cama.

-Espera un segundo, zorrita.

Fui al baño y me lavé la polla. No deseaba ninguna posible infección. Cuando volví al dormitorio, ella me miraba,

-Enséñame el coño, putita. Enséñame lo que voy a romper.

Abrió sus piernas, haciendo que su falda se subiera. Las fotos no hacían justicia a aquel precioso y virginal coñito, de labios sonrosados, húmedos y brillantes.

Me subí a la cama, y luego sobre ella. Acerqué mi polla a su boca y se la metí, empujando a fondo. En aquella postura la punta de mi polla chocaba contra el fondo de su garganta. Giselle tosía. Se le saltaron la lágrimas.

Le saqué la polla, llena de espesa saliva y se la pasé por la cara.

-Dentro de un momento serás una mujer completa.

-Fóllame ya, Abe...No puedo más...Fóllame, por favor.

-Te follaré cuando me de la gana.

En el vídeo que ella me había mandado, ese que me había hecho comportarme como lo estaba haciendo en vez de con ternura y amor, el hombre abofeteaba la chica, con moderada fuerza. Yo eso no lo podría hacer jamás. Sin embargo, me encantó darle golpecitos con la polla en la frente, en las mejillas, sobre la nariz, en los labios, antes de volver a follarle un poco más la boca.

Repetí la operación de darle golpecitos en la cara con la polla.

-Agggggggggg follameeeeeeeeeeeee

Para que se callara le tapé la boca con mi polla. Pensé en seguir follándole la boca hasta correrme, y dejar su coño para otro día. Pero me dije que no. Ella lo deseaba. Yo lo deseaba. Quería ser el primero.

Se la quité de la boca y fue bajando. Casi le arranqué los botones de su camisa. La abrí y contemplé sus tetas antes de quitarle el sujetador. Sus pezones estaban duros como piedras. Si en el vídeo el hombre se las golpeaba con una dura fusta, yo lo hice con la polla, pero con mucho más cariño. Le acaricié los pezones con la mojada punta de mi polla. Mojada de su saliva y de mis líquidos pre seminales, que no dejaban de manar.

Seguí bajando, hasta que mis rodillas quedaron entre sus abiertas piernas. El tan esperado momento había llegado. Me acosté sobre ella. Nos miramos a los ojos, fijamente. Deseaba ver sus ojos cuando mi polla rompiera su barrera.

-¿Estás lista?

-Aggggggg desde que te conozco, Abe..Haz tuya ya.

Fue una certera estocada que hizo pedazos la inútil barrera. Mi polla atravesó su vagina como una exhalación.

El dolor fue momentáneo pero intenso. Se agarró a mi con fuerza, cerrando los ojos. Yo me quedé quieto, esperando....

Sus ojos se abrieron lentamente. Brillaban. Dos lágrimas cayeron por sus mejillas. Pensé que eran lágrimas de dolor, pero ella me sonrió.

-Gracias Abe...gracias...al fin...

La besé, ahora sí, con ternura. Estuvimos un rato así, sin movernos, sólo sintiéndonos. Nuestras lenguas se abrazaban la una contra la otra.

Giselle seguía atada. No podía tocarme. Era mía. Estuve tentado de soltarle las manos y terminar como habíamos imaginado, de una manera tierna, llena de cariño, de dulzura. Ella me lo quitó de la cabeza.

-Fóllame Abe...Rómpeme el coño a pollazos. Seré tu puta para siempre...pero fóllame...por favor..

Le hice caso. Me apoyé en mis brazos, levantando mi cuerpo para poder verla. Empecé un furioso mete saca, con fuerza, profundo. Cada golpe hacía que su cuerpo subiera y bajara, que sus tetas se bamboleasen arriba y abajo.

Sus ojos no podían permanecer abiertos. Me miraba y los cerraba cuando un latigazo de placer la atravesaba.

Su primer orgasmo con una polla dentro del coño fue arrollador. Su espalda se arqueó sobre la cama. Sus tetas se acercaron a mi boca y no dejé de pasar la oportunidad de atrapar sus pezones con mi boca, de morderlos.

Cayó sobre la cama, pero yo seguí follándola, sin parar, sin descanso. Besaba su cuello, su boca, martilleando su vagina con mi dura polla hasta regalarle un nuevo orgasmo, más intenso que el primero.

El tercero fue el definitivo. El placer total, arrollador. Un largo espasmo sacudió todo su ser, dejándola sin respiración más de 10 segundos, para luego dejarla como muerta sobre la cama.

Dejé de follarla. Le saqué la polla. Necesitaba correrme. Me había dejado a punto. Ella seguía quieta, sin moverse. Desaté la corbata de la cama, pero no de sus manos.

-Ven aquí, zorra.

-No puedo..déjame..descansar.

Tiré de la corbata.

-He dicho que vengas.

Hizo un gran esfuerzo para bajarse de la cama. Tirando de la corbata la llevé hasta en frente del armario, el cual tenía en la puerta un gran espejo. Allí la hice arrodillar.

-Cógeme la polla

Sus manos atadas fueron hacia ella y, con dificultad, la agarraron. Yo estaba a punto de correrme. Bastaría muy poco para hacerme estallar.

-Ahora hazme correr en tu cara, zorrita, sin dejar de mirarme.

Con lo ojos entornados, pero sin cerrarlos como le dije, empezó a mover las manos. No le costó mucho. En menos de un minuto empecé a rugir de placer y a cubrir su rostro de mi caliente y espeso semen, que ella recibió con una sonrisa en los labios. Mi placer fue maravilloso. Miraba a aquella linda chica, sonriendo, como mi leche en su cara.

-Exprímela.

Con dificultad apretó la polla y consiguió un último chorrito, que recogió con su lengua. Le hice girar la cabeza, para que se mirara al espejo.

-Mira que guapa estás con la cara llena de mi semen. Es mi marca. Significa que ahora eres mi zorrita.

La dejé allí arrodillada y atada, y me acosté en la cama. Aún nos quedaban unas pocas horas, pero teníamos que descansar. Ella se levantó y se acercó a mi. Se tumbó a mi lado. Su cara llena de semen la apoyó en mi pecho. Yo acaricié su negro cabello.

Dormimos un poco.

Después de ese primer encuentro han habido otros muchos. De vez en cuando nos apetece una sesión suave, tierna. Pero la mayoría de las veces, somos zorra y amo. Ella no se cansa de mi, según ella, rica leche. Y yo no me canso de dársela.

Fin.

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