La violación de mi esposa
Por una deuda, unos individuos entran en casa y violan a mi esposa delante de mi. Puedo enviar las fotos del relato a quien lo desee.
Las cosas no nos habían ido bien en los últimos tiempos. Maribel, mi esposa, hacía ya varios meses que no trabajaba, y en los dos últimos años apenas había encadenado más de tres semanas seguidas de ocupación laboral. Mi situación era aún peor, ya que era en la construcción donde había desempeñado mi actividad y ahora estaba totalmente parada, y en consecuencia, yo también.
Un día decidimos hablar sin tapujos sobre nuestra situación. Maribel tenía entonces 32 años y yo 34. Debíamos plantearnos nuestro futuro, y pensábamos que no éste, no estaba en España. Discutimos a dónde marcharnos, y mientras mi mujer quería emigrar a un país europeo, yo pensé que mejor era Estados Unidos. En ninguno de los dos lugares teníamos conocidos que nos pudieran ayudar al principio.
Sin duda Maribel era lo mejor que me había pasado en la vida. Nos conocíamos desde nuestra adolescencia y llevábamos ya casados 11 años y siempre me seguía y apoyaba mis decisiones. Por eso, nadie dudó que emigraríamos a Norte América, como así fue.
Con lo poco que teníamos, montamos una pequeña ferretería que yo atendía. Alquilamos una casa en un barrio residencial. Ella consiguió trabajo a media jornada en una cafetería próxima a mi local. A veces venía a la tienda a ayudarme. Sólo disponíamos de su sueldo, ya que lo poco que yo facturaba, se lo llevaban directamente los pagos a los proveedores que no paraban de llegar día a día y las nuevas inversiones para hacer la tienda competitiva.
Me sentía agobiado por las deudas. Las de proveedores, las del casero. No sabía como hacer frente. Me habría vuelto a España de inmediato, pero lo poco que teníamos estaba invertido allí. Necesitaba un préstamo, pero al no tener propiedades ni un sueldo fijo, no había posibilidad.
Un día, fui a ver a Maribel mientras trabajaba. Hablaba amistosamente con el dueño y jefe de mi esposa, Steven, al que conté nuestros problemas financieros. Me dijo que en unas semanas podría ampliar la jornada de mi mujer. También me habló de un usurero, un tal Sam, que solía prestar dinero a intereses abusivos durante un corto espacio de tiempo. Un tipo al que acudían los jugadores y que con quien convenía cumplir escrupulosamente pero que para un apuro podría servirme.
Necesitaba dinero. Mis proveedores no me conocían y debía pagarles al contado, mientras que a mis clientes más importantes y que más facturaban, los contratistas de obras, debía aplazarles el pago al menos un mes, por lo que necesitaba un préstamo aunque fuera a corto plazo y a intereses abusivos.
Conocí a Sam, un hombre característico, grande, calvo y con pinta de duro. Conseguí un pequeño préstamo que debería devolver en un mes. A Maribel no le dije nada, no quería preocuparla ya que la ferretería no iba mal, aunque tenía que invertir todo lo que ganaba ya que cada vez era mayor el crédito que debía otorgar a mis clientes.
Se iba acercando el plazo para devolver el préstamo y no sabía bien como iba a llegar. Mi sorpresa fue cuando aquella noche llegó Maribel llorando a casa y me dijo que la habían despedido. Al parecer un cliente le había faltado al respeto, y Steven en lugar de apoyar a su empleada, la despidió acusándola de no hacer bien su trabajo.
Había llegado el momento del pago. No tenía el dinero ni forma de conseguirlo. A pesar que Maribel había encontrado trabajo en otra cafetería, también a media jornada, apenas nos llegaba para subsistir. Temía su reacción del día siguiente cuando viniese a cobrar, pero le diría que tomase de la tienda lo que quisiera por valor de los mil dólares.
Aquel día, puntualmente pasó a cobrar como me había comprometido. Le acompañaba otro hombre, también de aspecto fuerte, Geremy. No tenía el dinero. Se enfadó mucho y de nada sirvió que intentase negociar, incluso ofreciéndole que se llevase el género de la tienda que necesitase. Me dio una semana más, y fue textualmente muy claro en su amenaza.
- Espero que la semana que viene tengas el dinero o lo pagarás de una forma que no te gustará.
Maribel había encontrado de nuevo trabajo en otra cafetería. Aún así, ella me veía preocupado e intentaba animarme diciendo que las cosas mejorarían, sin saber que era otro motivo el que me quitaba el sueño.
Maribel es una mujer preciosa. Es guapa, rubia, con el pelo largo, con un tipo increíble, pero lo mejor de todo, es que está loca por mi. Aquello me animaba a seguir adelante.
Llegó el día del pago. Antes de abrir ya había un coche en la puerta de la ferretería. De nuevo se bajaron Sam y Geremy. Me reclamaron el dinero y le dije que no disponía de él y le ofrecí de nuevo que se quedasen con lo que quisieran de la ferretería.
- Tú crees que soy idiota? Te voy a decir algo. Me voy a cobrar esta puta deuda a mi manera. Tu mujer es preciosa. Tal vez tenga que pagar ella.
- Deja a mi mujer en paz. Ni se te ocurra acercarte a ella.
Su despedida con un golpe en el estómago, hizo que supiera que hablaba en serio. Apenas pude concentrarme ese día en mi trabajo y cerré antes de la hora para irme a casa.
Cuando llegué a casa, decidí hablar con mi esposa. Estaba nervioso, me serví una copa y le expliqué todo lo que había sucedido en los últimos días. El préstamo y las amenazas de Sam.
- No te preocupes, cariño. Seguro que sólo es una amenaza para que pagues. Tendrán que esperar. No nos van a hacer nada.
Yo no era tan optimista como ella. Además, tenía aquella noche un mal presentimiento, me sentía intranquilo.
- Vamos cariño. Voy a preparar la cena y nos acostaremos pronto. Mañana seguro que vemos las cosas de otra forma.
Apenas pasaron un par de minutos cuando llamaron a la puerta. Me asusté. Jamás llamaba nadie. No teníamos amigos allí, por lo que imaginaba lo peor y no me equivocaba. Tomé en volandas a Maribel y la llevé al baño. Le dije que se escondiera allí y no saliera bajo ningún concepto, oyera lo que oyera.
Abrí la puerta. Estaba aterrado más que por mi, por ella. No sabía que intenciones traían aquellos mafiosos. Mi sorpresa fue que además de Sam y Geremy, que ya conocía, entró también Steven, el anterior jefe de Maribel.
Me empujaron de malos modos y me sentaron en una silla en la cocina. Me preguntaron por mi esposa a lo que respondí que no estaba allí.
- Geremy¡¡ Búscala. No puede estar muy lejos. Mira en las habitaciones.
No le costó trabajo. Al ver la puerta del baño cerrada con llave la reventó de una patada y entró en ella.
Oí a Maribel gritar y a los pocos momentos, Geremy entró con ella cogida por los pelos a la cocina. Estábamos asustados aunque yo me sentía responsable de todo lo que allí pudiera suceder.
- Usted fue el responsable de mi despido. – Dijo refiriéndose a Sam.
- Steven me dijo que eras muy guapa y era mejor que no consiguieseis el dinero.
Veía la cara de terror de mi esposa. Estaba especialmente guapa aquel día con una camisa roja y una falda corta de color blanco. Para mi, Maribel era la mujer más bonita del mundo.
La tenían allí, delante de mi, como un trofeo. Mientras, Sam ordenó a Geremy que fuese al coche a por la bolsa y la cámara. Regresó al instante sacando en primer lugar dos rollos de cuerda y otro de cinta. Colocó un par de cámaras de vídeo con sus correspondientes trípodes. Después procedieron a atarme las manos a la espalda. En aquel momento sabía que dejaba indefensa a mi esposa.
Empezaron a acariciar a Maribel. Los insulté pero no me hicieron caso y seguían riendo. Ella se mantenía firme, con lágrimas en los ojos, pero sin decir nada, temiendo que me pudieran hacer algo mientras las manos de Geremy y Sam pasaban por encima y debajo de su camiseta.
- Mira que bragas tiene tu mujer¡¡ Ahora las usaremos para otra cosa. – Dijo Sam riendo mientras le subía la falda.
Geremy la mantenía agarrada con las manos a su espalda y Sam aprovechó para darle un beso en sus labios. El calvo le subió la falda de nuevo y le bajó las bragas enseñándoselas a sus amigos. No sólo me aterraba la situación, si no que estuvieran grabando todo lo que sucedía.
- Sabéis qué vamos a hacer con ellas? – Dijo a sus compañeros pero mirándome a mi.
Maribel intentaba con la parte libre que le quedaba de los brazos bajar un poco su falda e intentar proteger su pudor.
Sam cogió el pequeño tanga de Maribel y lo llevó a mi boca. Lo retorció y después me la tapó con cinta adhesiva. Ahora apenas podía pronunciar sonidos. Casi sin pronunciar palabra Steven se acercó a ella.
- Hacía mucho tiempo que deseaba hacer esto. – Dijo mientras le arrancaba su camiseta con la ayuda de Geremy.
- Por favor¡¡¡ No nos hagan daño¡¡ – Respondió mi esposa.
La hicieron jirones quedando con el sujetador aunque de inmediato lo subieron dejando sus pechos al descubierto.
- Pedro. Tienes una mujer preciosa¡¡¡
Intentaba decirles que la dejaran pero tan sólo salían de mi sonidos sin palabras. Ellos la besaban, acariciaban, tocaban sus pechos e intentaban levantar su falda.
Sam volvió a tomar la iniciativa. Después de atosigarla y tocarla por todos lados dio la orden definitiva.
- Me van a explotar los huevos con esta tía. Desnudadla y atadla. Vamos a pasar un buen rato.
Me revolví en mi silla, lo que llamó la atención del capo, que se dirigió con un palo hacia mi, y me propinó dos fuertes golpes en la espalda.
- Por favor¡¡¡ No le hagan daño.
- Si no quieres que tu marido sufra las consecuencias, ya sabes lo que queremos de ti.
Le quitaron el sujetador y bajaron su falda. Tomaron una cuerda de la bolsa y Geremy se quitó el cinturón del pantalón y lo colocó en torno al cuello de mi esposa. La hicieron colocarse de rodillas y Steven sacó su miembro y lo dirigió a su boca.
Balbuceaba y la acalló con una fuerte embestida que terminó con el pene de su antiguo jefe en su boca.
A partir de ese momento fue todo un jolgorio. Sam y Geremy también se desnudaron de cintura para abajo y la cabeza de Maribel giraba en torno a los deseos de los tres hombres. Su boca iba de un pene a otro. La agarraban del pelo y hacían que uno tras otro, por momentos cortos, disfrutasen de su boca.
A Steven se le ocurrió otra aberración y fue echar para detrás los brazos atados de mi mujer para que con su mano empezara a masturbarle. Las imágenes eran dantescas. Mi pareja, totalmente desnuda en manos de tres extraños. Estuvieron así hasta que Sam dio una nueva orden.
- Maribel. Sin duda alguna estás aún más buena desnuda que vestida. Te sentaba bien el traje de camarera, pero sin nada estás mejor. – Expuso Steven.
Maribel masturbaba con su mano a Steven y su boca se iba alternando entre el usurero y su ayudante. Mantenía las rodillas flexionadas, frente a la cámara en el que yo, aunque pasivo, también era protagonista.
Steven se preocupaba tanto por su disfrute personal y el de sus amigos, como que la escena de la película que rodaba, tuviera el mayor morbo posible. Al ver sus reacciones empecé a pensar que pudiera tener uso comercial.
- Vamos a parar. Si seguimos así nos correremos en nada. Tumbadla en la mesa. Tiene un culito exquisito y un coñito perfecto que sin duda probaremos en breve. Expuso mientras la palpaba.
- Cariño. Te quiero y no quiero que te pase nada. – Me dijo Maribel ajena a los tocamientos y comentarios del mafioso.
No pude más que ponerme a llorar. Mis lágrimas fluían abundantemente. Ella también lloraba sin consuelo pero se mantenía digna, a pesar de la humillación que sufría. Sam la palpaba. Tocaba sin tapujos su trasero y metía los dedos en su vagina justo delante de la cámara.Vamos a probar el vibrador que hemos traído. Sácalo y coloca bien la cámara. Vamos a ver como funciona. Sacaron un enorme vibrador con aspecto de micrófono. La levantaron como si de una muñeca de trapo se tratase y mientras Sam y Geremy la agarraban y la sostenían con las piernas abiertas, Steven comenzó a usar el aparato electrónico sobre ella.
- Te gusta preciosa? – Preguntaba el empresario. – A mi me entusiasma hacerte esto y contemplar tu coño en un primer plano........ Por cierto, tenéis hijos?
Maribel, entre sollozos negó con la cabeza. Entonces se dirigió a mi.
- Pedro. Entre tres que estamos hoy con tu preciosa mujercita, no sería raro que la dejásemos preñada.
La usaban a su antojo, Mientras pasaba el vibrador, que se centraba en su clítoris, le susurraban al oído mil y una barbaridades y de las cosas que me harían si ella no se sometía a sus caprichos. Supongo que al estar grabando todas las imágenes pretendían que las escenas de la extorsión a mi esposa fueran lo más morbosas posible.
Cuando se cansaron volvieron a situar a Maribel sobre la mesa, boca abajo. Sam le agarró el pelo y volvió a decirle que si se resistía yo pagaría las consecuencias mientras Geremy introducía sus sucios dedos en su vagina.
- Cariño. No quiero que te pase nada. – Me dijo ante las amenazas del usurero.
No podía soportarlo. Habría preferido que me matasen antes que mi mujer sufriera lo que estaba sufriendo ante aquellos canallas.
Geremy le metió sus dedos en la vagina. Sam seguía amenazándola y ella me intentaba tranquilizar. Era patético todo lo que allí estaba pasando.
- Yo quiero follármela. – Dijo Steven.
- Está bien. Podéis hacerlo pero ya sabes que debemos exponerla para que salga bien el vídeo. Así que nada, métesela pero acaba pronto..........
Comenzó Steven con quien imagino debía tener algún acuerdo Sam. Todos tenían unos enormes miembros. Maribel dio un pequeño grito de dolor cuando su el esbirro la penetró durante un corto espacio de tiempo.
Maribel. Por fin cumplo mi sueño de meter mi polla en tu coño. Por fin........... Tengo que dar las gracias a mi amigo Sam y a la estupidez de tu marido.
Steven. Colócala frente a la cámara y ábrele las piernas. Quiero que la película salga perfecta. Que se vea como la metes.
Geremy movió la cámara y él tomó su pierna para abrirla y que su sexo quedara expuesto a la filmación. Ella daba pequeños gritos de sufrimiento, imagino que por la humillación que sufría más que por el dolor.
Los otros dos hombres permanecían desnudos alrededor de ella aunque ahora no la atosigaban.
Steven se pasó del tiempo considerablemente. Sam dijo medio minuto, pero él estuvo disfrutando de Maribel al menos seis veces más. Terminó levantándole la pierna y dejándola expuesta a la cámara mientras él la penetraba sin descanso.
Por fin Sam le dio la orden de parar. Pensé que no iba a terminar nunca, pero tenían otra sorpresa preparada, sin duda para hacer más divertido
Sacaron una bola de bondage y se la colocaron en la boca. Con el palo que habían utilizado antes y dos rollos más de cuerda, la ataron, dejándola clavada en la mesa, con los brazos estirados y las piernas completamente abiertas. Le hicieron además un círculo en los pechos con la cuerda.
Ellos pararon unos minutos. Se dirigieron a la nevera. Bebieron y comieron hasta hartarse y de nuevo volvieron. Mi esposa me miraba. Quería decirme algo pero no podía hablar, ambos estábamos con la boca tapada. Tan sólo nuestras lágrimas reflejaban lo que sentíamos en esos momentos.
Los tres hombres regresaron. Seguían totalmente desnudos. Enfocaron la cámara y se acercaron de nuevo a mi esposa.
Steven fue de nuevo el primero en iniciar. Introdujo sin tapujos su pene en el sexo de Maribel, como continuación a lo que había pasado minutos antes. No era una violación normal si no una especie de juego hacia la cámara. Después le tocó el turno a Sam.
- Yo voy a estrenar el culo de tu mujer como parte de lo que me debes. – Dijo refiriéndose a a mi.
- En realidad el lo estrenará, pero todos vamos a probar todos los agujeros de tu preciosa mujercita. – Añadió Steven.
Todos querían jugar y le pidieron que tocase sus miembros con las manos. Agarró los dos penes y comenzó a masturbarlos, mientras Sam usaba su ano, los dos compañeros se turnaban en acariciar el pelo y pechos de Maribel.
Oía a mi esposa gritar de dolor a pesar de la bola que le tapaba la boca. Vi a Steven como pellizcaba sus pezones, lo que aumentaba el dolor rectal de Maribel.
Así estuvieron un rato hasta que decidieron parar. Lo siguiente fue desatarla no sin antes advertirla.
- Maribel. Si no haces todo lo que te digamos Pedro pagará las consecuencias. Has entendido?
Mi esposa, entre lágrimas asintió con la cabeza. Sam se colocó sobre el sofá y le dijo que subiese encima de él y encajase su miembro en ella.
Ella fue de rodillas, sin casi poderse levantar hacia el usurero. Pensé que no podía levantarse ya que las penetraciones anales le habían dejado desfallecida.
Llegó a donde estaba Sam, tumbado en el sofá, esperándola. Mi esposa fue a tomar su miembro pero este le mandó obedecer y subirse encima de él. Su pene se clavó en su vagina. De inmediato, su sicario, Geremy, se colocó a la espalda y su miembro se dirigió a su ano.
Entre los dos, embistieron a capricho a mi pareja. La tomaron por los dos lados, mientras su antiguo jefe observaba, excitado, la imagen de su expleada, que era tomada por los dos hombres.
- Maribel. El día que entraste a trabajar conmigo me juré que te tendría de la forma que fuese. Como estabas tan enamorada de tu marido era inútil hacerlo de manera pacífica. Por eso ideé todo esto.
Al escuchar sus palabras supe que todo había sido una trampa para poder abusar de mi mujer. Intenté insultarle, pero tan sólo salieron de mi garganta unos pocos sonidos sin palabras.
- Por favor, Steven. Yo siempre fui una buena empleada y trabajé bien para ti.
- Lo sé, lo sé. Pero es que estás muy buena¡¡¡ Soy un hombre caprichoso y tú eres mi capricho. Sam sabe mis gustos y sabe que siempre acierto.
Mi esposa lloraba. Les suplicaba que parasen aunque ante el chantaje seguía obedeciendo en todo lo que aquellos indeseables le pedían. Steven le agarró por el cuello y fue claro con ella.
- No estás en situación de pedir nada. Si no haces todo lo que te decimos serás viuda hoy mismo. Te ha quedado claro?
De nuevo, sin pronunciar palabra, asintió. Steven acercó su miembro a la boca. Iba a ser una triple penetración.
La cámara, pero sobre todo yo podía ver con pena, y sobre todo con rabia como mi esposa se entregaba a los tres hombres a la vez. Sam debajo, penetrando su vagina y tocando sus pechos, Geremy su ano y Steven su boca.
Sam le ordenó que se levantase de nuevo. Los dos ayudantes se apartaron ante la orden de su jefe. De nuevo la ordenó cambiar de posición, ahora debía colocarse frente a la cámara, para que se grabase la penetración.
Sam procedió a penetrarla analmente. Ella gritó pero ante sus amenazas sacó fuerzas de flaqueza. Le ordenaron tomar el pene de Steven y comenzó una nueva felación hasta que Geremy fue el afortunado que la penetró frontalmente.
Mi esposa hacía todo lo que le pedían ante el temor que nos pudieran hacer daño. Al penetrarla Sam, dio un grito, mayor que cuando lo hizo Steven.
Las escenas eran una continua orgía en la que Maribel recibía las vergas de mi acreedor y sus compinches.
Maribel se apartó, lo que provocó la ira de Geremy, que la tomó por el cuello y volvió a ameanazrla si no obedecía todas las órdenes. De nuevo un llanto ensordecedor irrumpió en nuestra cocina.
La colocaban en función de sus intereses. Querían que la cámara captase los movimientos más morbosos. Todo su cuerpo, cada uno de sus poros era acariciado y besado y cada uno de sus orificios, penetrado
Podía ver prácticamente en un primer plano como los miembros entraban y salían. Eran los penes de Sam por detrás y Geremy por delante, que prácticamente se juntaban cuando estaban dentro del cuerpo de Maribel. Steven era brusco, y hacía girar su cuello de manera drástica para que su boca le masturbase.
Todos disfrutaban de su cuerpo, pero sin duda, era Steven quien estaba un punto por encima de los demás. Para él era un triunfo personal tener a mi esposa en su poder.
- Sabes Maribel? – Dijo Steven. – Creo que estoy enamorándome de ti. Voy a besarte. Me da igual que hayas chupado mi polla y dos más.
Steven agarró la boca de mi esposa, separó sus labios con sus manos y llevó su lengua dentro de ella, hasta juntarse con la suya.
Estuvieron unos minutos. No entendía como podían no llegar al orgasmo. Después de ello, se levantaron los tres y fue Steven quien se colocó debajo. Mi esposa tuvo que volver a situarse encima y ser de nuevo penetrada.
Ahora Steven la penetraba vaginalmente, Geremy lo hacía por su ano y ella, obligada a tocar, besar y tragar el pene de Sam, el acreedor de mi deuda, y quien tan cruelmente se la estaba cobrando. Tomaban a mi esposa como si fuera un cojín. No tenían consideración. Tan sólo se preocupaban por su disfrute y por que la cámara tomase las mejores imágenes.
Apenas estuvieron un par de minutos en aquella situación cuando Geremy se apartó y Maribel, ayudada por Sam y por el mismo Steven situó su culito justo encima de su pene.
Vi que volvía a sufrir y a gritar por el daño de la penetración anal pero de nada sirvieron sus súplicas ante las nuevas amenazas, en este caso de Sam.
- Preciosa. Si vuelves a replicar me cargo a tu maridito. Mientras, vuelve a chupármela. Estoy a punto de correrme.
Seguía con sus piernas abiertas. Prácticamente estaba inmóvil ya que los tres se aferraban a ella, lo que impedía cualquier movimiento. Steven y Geremy se acompasaban para que ella moviese su vientre al ritmo que ellos deseaban, mientras que Sam le agitaba la cabeza para seguir disfrutando de su felación.
- Vamos a rodar varias escenas. Ahora penétrala tú por detrás. – Dijo a Steven. – Tú, Geremy, hazlo por delante.
- Te advierto que estoy a punto de correrme. Esta zorra me pone mucho.
Volvieron a realizar la triple penetración. Sam, sólo quería la boca de mi esposa. Steven, mientras la penetraba, se aferraba a sus pechos y Geremy la agarraba del cuello, amenazante, por sus lloros y súplicas.
Los jadeos y la forma de hablar me hacían pensar que estaban los tres a puntos de terminar. Imaginaba que los orificios de mi esposa se llenarían de semen. No dejaban de tocarla cuando alguno de ellos tenía una mano libre.
El más excitado era Steven, que pidió a Geremy que se retirase unos instantes.
- Geremy. Apártate. Quiero llegar en su coño. Es mi sueño y quiero cumplirlo. No quiero ni culito, ni boquita. Quiero llenar su coño de leche.
El ayudante del usurero obedeció sin rechistar. Steven sacó su miembro del ano de Maribel y lo llevó a su sexo.
- Maribel. Me haces el hombre más feliz del mundo. – Expuso mientras la penetraba. – Disfruto enormemente contigo. Ha merecido la pena.
Su llanto no tenía consuelo. Steven la había penetrado tanto que no salía semen de su vagina. Sam, seguía con su pene cerca de su cara pero paró cuando su amigo terminó.
- Levántate. Ahora vas a terminar con nosotros. Quiero tu boca en movimiento. Vamos¡¡¡¡¡
Maribel se dirigió a la verga de Sam. Quería terminar, sin duda, con el jefe de una vez. Geremy estaba a su lado y agarrándola del pelo la llevó hacia él.
La cámara seguía situada de frente, realizando las últimas tomas. Yo deseaba que terminase todo, aunque no sabía cual sería la reacción final de aquellos delincuentes. Tal vez nos matarían.
Sam la tomó de manera egoísta y ya no la soltó. La sostuvo fuertemente de la cabeza y consiguió un abundante orgasmo que se depositó en la lengua de Maribel.
- No quiero que caiga una sóla gota de semen al suelo. Si cae tendrás que recogerla con la lengua.
Mi esposa sacaba la lengua, mientras poco a poco, la lefa de Sam se depositaba en ella.
- Ahora le toca el turno a mi amigo Geremy. Ya sabes...........
Se dirigió de nuevo a la cámara y la enfocó directamente a su esbirro.
- Chupa zorra¡¡¡ Vamos a terminar esto de una puta vez.
Maribel se esforzó, deseando tanto como yo que aquello terminase. Por fin, Geremy tuvo su orgasmo, mucho más abundante que su jefe y todo su semen se depositó en la boca de mi mujer.
Se levantó. A pesar de la orden de Sam de tragar el semen, ella lo llevaba en la boca. Se dirigió hacia donde estaba yo. Veía que tenía arcadas. No podía tragarlo por lo que al llegar a la mesa, escupió gran parte del líquido blanco sobre ella.
- Te dije que no tirases nada. Saca tu puta lengua y limpia la mesa. Trágate todo.
Fue la última orden a Maribel. Estaba temeroso por si decidían después de aquello quitarnos la vida, pero no fue así. Geremy soltó las cuerdas que me ataban y Sam nos dijo que nos fuésemos al sofá donde me expuso lo que quería.
- Sabes que me sigues debiendo dinero, pero voy a vender esta película y lo recuperaré con suculentos beneficios. Además, haber disfrutado con una hembra como ella no tiene precio. Aún así, te voy a mandar unas fotos y quiero que hagas un relato que publicarás. Una vez que lo hayas hecho, la deuda quedará saldada.
Estaba con los ojos cerrados, al lado de mi esposa. Sam siguió hablando.
- Te daré un consejo. Volved a España. Este no es lugar para vosotros. Cuida de tu mujer. Es preciosa¡¡¡¡
Quien desee las fotos de este relato puede pedírmelas al correo pedroescritor@hotmail.com