La videocamara de mi hermana

Cuando mi hermana se compró la videocamara comenzó una cadena de sucesos entrelazados que terminó de la mejor manera posible.

La videocámara de mi hermana

Soy Matías, pero todos me dicen Chipo ("El Chipo"). Debo admitir que no soy nada hermoso: soy muy alto, mido un poco más de 1,90, soy muy flaco y huesudo. En la cara me resaltan los pómulos y la nariz grande. Tengo manos grandes y, al igual que mis brazos, son realmente largas. Acabo de cumplir 23 años. Tal vez me equivoque al hacer este relato un poco extenso pero siento que lo mejor es comenzar por el principio del principio.

Mi hermana Gaby se compró una cámara de video. Estuvo dando vueltas como tres meses, mirando marcas y modelos. Le pidió consejo a todo el mundo hasta que por fin una tarde apareció por casa con la cámara. Cuando llegó me la mostró y me describió cada detalle. Estaba entusiasmadísima, feliz con su cámara y la verdad es que la cámara está excelente. A partir de ese momento Gaby se puso a aprender a usarla y filmaba todo: a mi madre cocinando, a mi padre cuando volvía del trabajo, a mi jugando con la computadora, a sus amigos, al perro, todo. Luego se pasaba horas viendo lo que filmaba.

Cada uno tiene una tele y una VHS en su cuarto y ya era una costumbre, al pasar por su dormitorio, verla recostada viendo sus filmaciones. Poco tiempo después Gaby se compró un trípode y otra vez se la veía por toda la casa filmando ahora con la cámara en el trípode. Poco a poco fue apareciendo ella en las filmaciones y, ahora que lo veo a la distancia, recuerdo que al principio ella aparecía tímida y retraída y luego fue tomando confianza hasta que se adueñaba por completo de las escenas.

No habían pasado más que un par de semanas desde que Gaby había traído la cámara cuando comenzó a llamarme la atención que la puerta de su cuarto, que siempre estaba abierta ahora era muy común verla cerrada. A decir verdad, no solía estar pendiente de sus movimientos, pero como para ir a mi dormitorio debo pasar por delante del de ella estos cambios eran, para mí, realmente notorios. A medida que pasaban los días el tema me fue intrigando cada vez más. Al preguntarle a mi hermana, sólo me contestaba que estaba aprendiendo a utilizar la cámara. Según ella el tema técnico ya había dejado de ser problema y ahora estaba desarrollando todo el “arte” del cine. Cualquiera se puede imaginar las risas que esas contestaciones me provocaban.

Un día cualquiera volví temprano y me encontré la casa vacía. Al pasar por delante de su habitación no pude resistir la tentación de husmear sus cosas, sus videos. La cámara estaba en su trípode, casi en el medio del dormitorio. Me encontré una montaña de videos desordenados y tirados por todas partes, pero cada uno tenía una etiqueta con un breve título descriptivo. Los títulos eran de lo más diversos “Un día normal en la familia”, “Chipo tirado como un lagarto”, “Gaby en la facultad” y así una cantidad de títulos muy poco interesantes. Cuando ya me estaba yendo veo que debajo de la cama se asomaba otro casete igual al resto. Al tomarlo, el título realmente me sorprendió: “Gaby PRIVATE”. En un principio no podía imaginarme de qué se podía tratar.

Rápidamente lo puse en la VHS: Era una cámara fija en su dormitorio, directamente apuntada a su cama, como estaba ahora. Gaby apareció de atrás de la cámara y puso play en el equipo de audio. Comenzó a sonar algún disco viejo de Soda Stereo. Gaby se paró delante de la cámara, con la cama atrás. Llevaba puesto un vestido negro corto y unos zapatos plateados, nada más. Mi hermana Gaby es bastante alta pero no tanto como yo. También tiene las facciones marcadas pero en ella se ven mucho mejor. Ella (y no sólo lo digo yo) es realmente hermosa. Tiene unos pechos bien redondos y grandes (hace poco se los hizo a nuevo), pero lo mejor es su culo, créanme es perfecto; con todas las letras P-E-R-F-E-C-T-O. Tiene un tono de piel dorado y el pelo es bien oscuro y liso. Me senté en la cama intrigado por lo que vería.

Ahí estaba Gaby parada delante de la cámara como pensando lo que iba a hacer. Tímidamente comenzó a bailar y a moverse delante de la cámara. Al principio me causaba gracia pero de a poco sus movimientos comenzaron a ser cada vez más sensuales. Comenzó a pasarse sus manos por las tetas y se ponía de espaldas, girando la cabeza, miraba la cámara fijamente. Se pasaba su dedo índice por los labios y hasta le deba una chupadita. Yo no podía creer lo que estaba viendo. Si bien mi hermana siempre me había parecido una hermosa mujer nunca me había provocado nada, pero ahora la estaba viendo con otros ojos, de una forma como nunca antes lo había hecho. Mi pene había comenzado a endurecerse y, debo confesar, ya me moría de ganas de ver cómo seguiría eso. En todo momento, estaba a punto de presionar “avance rápido” sólo porque no podía espera a ver lo que seguía. Gaby seguía bailando y acariciando sus piernas se levantaba el vestido dejando ver sus hermosas y largas piernas flacas. Se soltó uno de los breteles del vestido con una mano y con la otra lo sujetaba para dejarlo caer de a poco.

Lo mismo hizo con el del otro lado y le quedó la parte de arriba colgando a la altura del estómago y con ambas manos se tapaba las tetas. Yo nunca se las había visto sin sostén o bikini, estaba desesperado porque se quite las manos y me las muestre. La verga ya se me había puesto como piedra y, apretada por el pantalón, la podía sentir caliente pegada a mi pierna izquierda. Gaby deslizó sus manos y dejó al descubierto ese hermoso y delicioso par de tetas. Tenía los pezones respingones y marroncitos. Se las acariciaba suavemente y miraba fijo a la cámara, con una sonrisa nerviosa. Sentía que me miraba a mí, directamente a mí. Por un momento me vino algo de cargo de conciencia. Estaba mirando a mi hermana casi desnuda, me había excitado como nunca en mi vida y lo peor de todo es que me gustaba, y más me gustaba que me mirase. Me la imaginaba ahí, delante de mí y eso realmente me gustaba. ¡Por Dios, estaba a mil viendo a mi hermana! Nunca antes me lo hubiese imaginado.

Con movimientos suaves dejó caer su vestido. Tenía una pantaleta negra bastante chiquita pero no era muy ajustada y le quedaba holgada en los costados; casi, se podía ver su rajita. Se dio vuelta y atrás la pantaleta era como un hilo dental, un triangulito diminuto que se le iba perdiendo en el culo. Se había puesto de forma tal que lo tenía paradito y hermoso. Se meneaba suavemente y poco a poco se fue agachando para adelante hasta apoyar sus manos en la cama. Era un primerísimo primer plano de su perfecto culo. En esa posición pasaba sus manos por las nalgas acariciándose despacio. No me había dado cuenta y me encontré acariciándome la pija por arriba del pantalón. Mi hermana se pasaba un dedo entre las nalgas mientras daba vuelta la cabeza y seguía mirando fijamente la cámara, ahora orgullosa. Tomó el hilo de la pantaleta y levantándolo suavemente lo corrió hacia un costado. Dejando completamente al descubierto su rajita, que se veía excitada con los labios abiertos. Al correr un poco más la pantaleta pude ver su ano, con la piel que lo rodeaba un poco más oscura que el resto, estaba cerradito y delicioso.

Ya no pude resistir más, abrí el cierre y me bajé un poco el pantalón, me saqué el falo para afuera y sin dejar de ver un solo segundo comencé a masajeármelo suavemente hacia arriba y hacia abajo. Lo tenía a full y con la cabeza bien hinchada. Gaby se acomodó la pantaleta bien al costado de la raya y pasó su mano por abajo entre las piernas. Primero pasó su mano por su culo, rodeando suavemente su ano con la punta de los dedos y luego fue bajando para pasar ese mismo dedo bien por el medio de la raja. Abriéndose camino entre sus ya dilatados labios. Pude ver como rápidamente el dedo quedó impregnado de flujo brillante. Repitió el movimiento y poco a poco fue yendo y viendo, para adelante y para atrás, a veces distrayéndose en su clítoris para hacer unos movimientos circulares. Había girado levemente su tórax y con la otra mano ostentaba orgullosa uno de sus pechos. Se mojaba la yema de los dedos y pellizcaba suavemente el pezón. En su mirada pude percibir el esfuerzo físico, arqueaba la cintura al extremo dejando su colita alzada para la cámara. La postura de mi hermana era exquisitamente pornográfica. Cada vez más su mano iba tomando más y más ritmo. Por mi parte yo no me quedaba atrás y ya me masturbaba a pleno.

Gaby dejó deslizar un dedo en la raja y se notaba que entraba con toda facilidad. Al mismo tiempo se podía ver como su ano se contraía apretándose como queriendo contener tanto placer. Ese dedo tomó confianza y fue perdiéndose cada vez más adentro. De repente apareció por arriba su otra mano. Rápidamente se untó bien la miel que por debajo sobraba y luego comenzó a acariciarse el ano en forma circular. No sólo se lo sobaba, se lo estaba untando. Era una escena perfecta que yo no podía resistir, me había parado y me masturbaba frenéticamente delante de la televisión. Volvió a mojarse el dedo y esta vez sin rodeos fue directo al ano. Se metió la puntita suavemente pero al no encontrar resistencia su dedo comenzó a moverse libremente. Su cara no podía ocultar el placer que sentía. Con dos dedos firmes se frotaba la rajita, y la otra mano seguía simulando una penetración; la punta del dedo entraba y salía de la cola. Cuando estaba a punto de explotar, Gaby se dio vuelta quedando de frente a la cámara. Se recostó en la cama y abrió las piernas dándome una hermosa panorámica de su intimidad. Desesperada volvió su mano al clítoris.

Yo había entrado en un camino sin retorno y solté un chorro de leche que pegó en la tele. Según la imagen, mi semen le hubiese caído desde el abdomen hasta la cara, con una buena ración en los pechos. Seguí acabando y expulsando leche por todos lados. Gaby, en ese momento, pareció contraerse y la vi detenerse de golpe, increíblemente tensa. Su espalda se volvió a arquear elevando los pechos al cielo. Se quedó quieta por unos segundos. Cerró sus piernas con fuerza, dejando la mano atrapada entremedio. Su expresión era del placer extremo, cercano al sufrimiento. Pude sentir el gemido por encima de la música. Su cuerpo se soltó y cayó inerte sobre la cama. Brillaba de transpiración y la respiración agitada le hacía hamacar algunos pelos caídos sobre los ojos cerrados. Instantáneamente sentí la paranoia de que me encuentren en el cuarto de Gaby con todo manchado de semen. De un saltó me volví a guardar la verga en el pantalón y me puse a limpiar todo. Saqué el video de la VHS y lo puse donde estaba. Cuando vi que todo había quedado como antes me fui a mi cuarto.

Sé que a varias les interesará conocer el detalle de que en los días siguientes a ése me propiné unas cuantas e irresistibles pajas. Mi vida había cambiado radicalmente. Ya no me importaba nada. ¿Por qué perdería el tiempo en la facultad o con mis amigos, si en casa estaba la mujer perfecta? Nada de remordimientos, ética, normas, leyes ni una mierda. Mi vida sólo tendría sentido si lograba poseer a mi hermana. En cada oportunidad me escabullía a su dormitorio y revolvía todo buscando un nuevo video. Había hecho una copia clandestina de “Gaby PRIVATE” y no pasaba una noche sin que me masturbara viéndolo. Cinco días después yo sentía que había pasado todo una vida desde aquel día que me había propuesto acostarme con Gaby y ya comenzaba a perder las esperanzas de concretarlo. Como todas las tardes, esperé el momento adecuado y fui a hacer la ronda a su dormitorio. Miré sobre el escritorio, debajo de la cama. No había ni rastros de una nueva PRIVATE.

Una vez más volví desilusionado a mi dormitorio. Un poco por la melancolía decidí ese día hacerme la paja con el video antes de comer. Tranqué la puerta sin poner llave y puse play en el VHS. El casete era el que tenía siempre puesto, constantemente. Ahí estaba la cama de Gaby, pero enseguida algo me llamó la atención. Algo era distinto, algo estaba cambiado y tarde unos segundos en darme cuenta que si bien la filmación seguía apuntando a la cama de Gaby, ésta estaba un poco más perpendicular y ahora, atrás, del otro lado, estaba su TV apuntando directamente a la cámara. Parecía una segunda dimensión. Esa TV se encendió y ahí estaba la misma imagen, la de la cama vacía. Luego en esa escena aparecía yo que me sentaba en la cama frente a la tele. Yo miraba anonadado, sin entender absolutamente nada. A los pocos instantes veo que me saco la verga del pantalón y comienzo a sobarme. Estaba completamente compenetrado mirando la televisión.

Ahí me di cuenta. Era la vez que había descubierto el video de Gaby y me había masturbado frenéticamente delante del televisor. Recordé que aquel día la cámara estaba puesta en el trípode apuntando a la cama. ¡Jamás hubiese pensado que podría estar encendida! Sin embargo la filmación no se había perdido detalle. Pero, ¿qué significaba que ahora yo estuviese viendo una filmación de una televisión en donde yo me masturbaba? Gaby apareció en escenta de atrás de cámara y se sentó en la cama, mientras miraba atentamente la tele en donde yo me masturbaba. No lo podía creer, me había pescado masturbándome viéndola a ella. Más me sorprendió que se hubiese filmado a sí misma viendo el video en donde yo me masturbaba, incluso se relamía los labios. Rápidamente se quitó el vestido y se acomodó en la cama. Estaba completamente desnuda. Miraba la televisión pero cada tanto miraba la cámara con una sonrisa cómplice. Se mojó los dedos chupándoselos como si fuese una niña con una chupeta que recién le regalan. Abrió las piernas dejando su cotorra en dirección a la tele donde yo me masturbaba y comenzó a hacerlo ella también.

Debo reconocer que la situación era, por lo menos, rara. Mi hermana se estaba masturbando mientras veía un video en donde yo lo estaba haciendo. Yo estaba solo en mi dormitorio y toda esa situación generó en mí una nueva excitación sin precedentes. Me bajé los calzoncillos y ya tenía la verga apuntando al cielo. En definitiva era el video que había estado buscando todos esos días, la nueva versión de Gaby PRIVATE. Me acomodé en la cama, me pasé un lengüetazo por la palma de la mano y comencé con el típico movimiento repetitivo. Evidentemente Gaby había llegado a altas temperaturas porque se retorcía en la cama sin quitar la vista de la tele. Se acariciaba los pechos y no dejaba de frotarse con movimientos cortos y repetitivamente veloces. Otra vez Gaby estaba hermosa, sus piernas largas se entrelazaban y se arqueaba levantando la pelvis de placer. Mi mano se movía ya instintivamente en una masturbación soberbia, dejándome la verga en su máximo esplendor. Escuché un ruido que al principio no me distrajo, pero luego, de repente la puerta se abrió de par en par. Al darme vuelta quedé atónito.

Gaby estaba parada ahí, en vivo y directo, en persona, de carne y hueso. Una vez más me estaba pescando mientras me masturbaba mirándola a ella en video. Sólo se quedó ahí mirándome unos segundos. Rápidamente entró y cerró la puerta detrás de ella. Yo la miraba espantado y completamente paralizado, sin siquiera soltarme la verga. Traía la cámara con el trípode, que ubicó en el medio de la habitación apuntando a la cama, donde estaba yo. La acomodó y puso REC. Se acercó un poco más a mí y con un movimiento que parecía ensayado se quitó los pantalones. Su respiración se notaba nerviosamente agitada. Dándose media vuelta se quitó lentamente la pantaleta, agachándose y regalándome un primerísimo primer plano de su culo, esta vez en persona, real.

En la tele seguía masturbándose con furia. Otra vez se volvió hacia mí y se agachó lentamente. No dijo una sola palabra. Se acercó más y pude sentir el aire caliente de su respiración mientras pasaba la punta de su lengua por mi muslo, yendo directamente a mi verga, que la tenía agarrada firmemente con la mano paralizada. Con delicadeza quitó mi mano del medio y me dejó la verga completamente al descubierto. Vi cómo abrió sus ojos de asombro. Claramente esta no es la ocasión para hacer ostentaciones, por eso créanme cuando les digo que el tamaño de mi verga es realmente grande. No voy a entrar en detalles de centímetros o cosas por el estilo, pero dadas las características de mi cuerpo mi verga es proporcional y en más de una ocasión me ha hecho poner colorado de orgullo. Gaby comenzó a lamérmelo como si fuera un helado. Se notaba que lo disfrutaba. Jugaba con su lengua pasándomela por la punta, yendo y viniendo. Era delicioso, yo volaba a un metro de altura. Se lo metió en la boca y mientras lo tenía adentro seguía jugando con la lengua. No pude evitar mirar la tele, en donde Gaby seguía masturbándose, lo que me calentaba aún más.

Con su mano comenzó a masturbarme suavemente en simultáneo con su boca. Era una sensación tan sublime y una situación tan excitante que en pocos segundos sentí como si me bajara la presión. Todo estaba concentrado en mi verga y ya estaba a punto de estallar. Evidentemente Gaby se dio cuenta, sacó su boca y nos miramos fijamente. Asegurándose que la estuviese viendo me dio un lengüetazo divino, sin quitar sus ojos de los míos. Luego volvió a metérsela en la boca y la agarró con más firmeza. Su mano tomó más ritmo y yo no pude más. Sentí como si por todo el cuerpo mi sangre circulase hacia mi pene, sentí como soltaba un chorro fuerte y largo, sentí como salía mi leche, más y más leche. Sentí el arquetipo platónico de Placer.

Todos los músculos se me habían puesto rígidos y sin darme cuenta había elevado la cintura y había tomado a Gaby de los pelos, presionándola contra mi verga. Escuché un par de veces el “glup” de mi hermana al tragar mi leche. Con la mano seguía masturbándome, haciendo más presión sobre la base, empujando hacia arriba. Intentaba sacarme hasta la última gota, lo que obviamente logró. Luego sentí la sangre circular nuevamente y a mis músculos relajarse. Pero Gaby no se detuvo. Comenzó a pasarme la lengua por todo lo largo de la verga, llegaba hasta abajo y me chupaba las bolas. Succionaba con la boca y se metía una dentro. Con la mano seguía masturbándome, ahora lenta y suavemente. Ni siquiera dio tiempo a que se me afloje, mi verga seguí dura como piedra y aunque un poco más colorada, ya estaba lista para seguir. Ahora pude ver que mientras me la chupaba ella había estado masturbándose también. Se paró y se sentó arriba mío. Tomé mi verga y primero jugué un poco entre sus labios que chorreaban líquido femenino. Pero ella estaba más apurada que yo y sin pedir permiso se sentó aún más y se metió mi verga entera, de una vez, adentro. Soltó un gemido más parecido a un grito que hizo eco en la habitación. Estaba recta sentada sobre mí. Subía y bajaba. Se inclinaba hacia delante y apoyaba sus tetas en mi pecho, luego se inclinaba hacia atrás dándome una vista privilegiada.

  • Por atrás, la quiero por el culo! Fue lo primero y único que dijo mi hermana.

Se levantó y se acostó de espaldas en la cama, dejando bien levantada su colita. Era hermosa. Mientras me acomodaba pasé la mano por su espalda y sus nalgas. Disfruté cada centímetro de su culo. Me agaché, la tomé de la cintura para levantar su colita aún más, cerré los ojos y la besé. La besé en el centro de su culo, le pasé la lengua por el ano y con los labios trataba en vano de hacerlo mío. Sentía que poco a poco se iba dilatando y le daba paso a mi lengua que disfrutaba penetrándola. Le chupé el culo lo más que pude, le metí la lengua por el ano lo más que pude. Luego me puse encima de ella y coloqué la punta de mi verga en su ano.

Ella seguía levantando el culo ansiosa. Con un movimiento suave pero ininterrumpido la penetré. Gaby no pudo contener un grito casi ahogado. La penetré hasta que sentí que mis bolas chocaban con sus nalgas, hasta que no había forma de entrar más, por más fuerza que hiciera. Lo intenté, presioné para ir más y más adentro. Gaby volvió a gritar, ahora sin siquiera intentar disimularlo. Luego, con la misma lentitud, volví a sacarla. Pero la saqué hasta el final, hasta estar completamente fuera de ella. Me puse una poco de saliva en la punta y volví a penetrarla.

Volvía a presionar hasta el fondo. Sin detenerme comencé a moverme repetitivamente, entrando y saliendo. La sujeté del cuello para sostenerme y poder hacer más fuerza, ella logró capturarme un dedo y se lo metió en la boca para chuparlo de igual forma que lo había hecho con mi verga. Delante nuestro estaba la televisión, en donde ella se masturbaba mirando como yo me masturbaba al verla a ella hacerlo en el video original. Seguí estocándola con todas mis fuerzas durante algunos momentos hasta que supe que acabaría en cualquier momento, a ese grado había llegado mi excitación. Gaby, una vez más, pareció adivinar lo que sucedería e hizo un esfuerzo para tomarme de la cintura con una mano y obligarme a seguir embistiéndola. Puede sentir que se contraía, me clavaba las uñas en la parte lateral de mi nalga y hasta sentí cómo cerró con fuerza su ano. Volvió a soltar un gemido violento y su cuerpo tembló varias veces hasta quedar completamente relajado.

Se hizo un poco hacia adelante sacándome de adentro suyo. Se dio vuelta quedando boca arriba y con las piernas a mis costados. Con cara agotada y muy lentamente se acariciaba los pechos y el abdomen. Me agarró la verga y con apenas un mínimo movimiento comencé a expulsar leche; se la deposité en la panza, en los pechos, le manché el cuello y algo de la cara. Con su mano recolectaba el semen que le caía y se lo llevaba a la boca, degustándolo como un manjar. Eyaculé hasta que me sentí seco y mi cuerpo se relajó por completo.

En la televisión pude ver cómo ella cerraba las piernas mientras su cara expresaba el orgasmo y más allá, en la tele que ella miraba estaba yo parado frente a la tele soltando semen, bañando su imagen de igual forma que yo lo acababa de hacer sobre su persona real. Los dos juntos miramos a la cámara que estaba en el centro de mi habitación, la luz roja de grabación seguía encendida. Todo había quedado registrado. Algún día les contaré lo que hicimos con esta filmación.

A todas aquellas hermosas damas que quieran compartir, relatos, conversaciones u otros varios no dejen de escribirme a ferplenitario@hotmail.com