La Vida Secreta de mi Hijo 03

En encuentro llega a su fin, mi hijo hizo de todo con su novia y su mejor amigo. Y yo no sé qué hacer todavía, tan solo atiné a masturbarme como una loca en el mismo lugar donde estaba escondida, segura que ya nada volvería a ser lo mismo (voyerismo, intercambio, trío bisexual y mastubación).

La Vida Secreta de mi Hijo

III

Quedé de rodillas debajo de la ventana, agitadísima y caliente como nunca había estado en mi vida. Acababa de ver el segundo encuentro sexual de esa mañana y nuevamente sentí revuelto el estómago, pero al mismo tiempo me sentí crecer aun más la calentura que ya tenía, llegando al extremo de que ya no me importaba ver aquello… ¡quería más!

Lenta y silenciosamente me retiré de ese lugar y retrocedí con cuidado hasta quedar oculta detrás de un árbol de nísperos. Allí, de rodillas, me bajé el zipper de la falda y metí mi mano en medio de mis piernas, por primera vez toqué intencionalmente mi propio sexo en busca de placer. Lo encontré mojado y muy caliente, incluso me pareció que tenía la vulva inflamada, mi clítoris definitivamente lo estaba, parecía un pequeño dedo meñique.

Con 2 dedos empecé a frotarme ese delicadísimo órgano e inmediatamente sentí una intensa oleada de placer recorriéndome toda la espalda. Mis pezones hormiguearon, llamando mi atención impacientes, y me los apreté con la otra mano, mi gozo aumentó aun más. Entonces, dejándome llevar por fin por la lujuria, me desabroché los botones de la camisa, rápida y torpemente, y me saqué los senos por encima del sostén. De nuevo me apreté los pezones, jalonándomelos con fuerza al mismo tiempo que seguía pajeándome cada vez más rápido y fuerte, cada vez más enloquecida de placer.

Se me cerraban los ojos y la respiración se me aceleraba, lo mismo el corazón, que latía desbocado como un caballo salvaje. Sentí mi piel cubriéndose de sudor y me moría de calor, a pesar que la mañana estaba fría y húmeda, de hecho aun estaba lloviznando. Pero eso no me iba a detener, no en aquella mañana, estaba demasiado concentrada en el placer que por primera vez me daba yo misma. Y aunque sabía que aquella enfermiza calentura se debía a lo que había visto hacer a mi hijo, no me importó, por primera vez en mi vida nada importaba, nada más existía, solamente ese intenso y oscuro placer.

Un fuerte gemido femenino llamó mi atención y me devolvió a la realidad súbitamente. Me cubrí automáticamente y me quede inmóvil, asustada, mirando a mi alrededor llena de confusión. Dentro de la sala algo había ocurrido, así que me apresuré (aunque lentamente) a volver a mi puesto de voyer. Estaban en el sofá grande, David sentado con Esther cabalgándolo como una amazona y Juanca penetrándola desde atrás y por el ano. Ella se apoyaba en la pared con ambas manos y se dejaba hacer… ¡Dios mío!

– ¡¡¡AAAAAHHHHHH, DIOS MIO!!!

Por enésima vez me quedé con la boca abierta y sin saber qué decir y sin poder darle crédito a mis ojos, ¡ese par de salvajes estaban penetrando a Esther al mismo tiempo! ¡Iban a provocarle un prolapso anal, por Dios! Pero rápidamente me sentí tonta, era obvio que si mi hijo practicaba el sexo anal, a su novia también le gustaría. Lo que no podía creer es que la muchacha se dejara penetrar por los 2 al mismo tiempo, sobre todo con el enorme miembro de David barrenándole las entrañas. Sus 20 cm de carne dura y poderosa se enterraban dentro de su cuerpo al mismo tiempo que mi hijo hacía lo propio del otro lado. También me di cuenta que aquella no era la primera vez que lo hacían, estaban demasiado bien coordinados y ella los recibía sin hacer demasiados esfuerzos. Y sobre la cara de gozo que tenía tendría que hacer un apartado especial.

Mi mano traviesa volvió a mi vulva y reinicié la paja, solo que ahora me mordía la lengua para no gritar ni hacer algo que pudiera llamar su atención. Veía el cuerpo moreno, frondoso, enrojecido y cubierto de sudor, de mi nuera estremecerse ante cada nueva arremetida, literalmente ese par de machos calientes estaban partiéndola por la mitad. Esther jadeaba y gritaba a viva voz y les pedía más al mismo tiempo que su novio le pellizcaba los pezones y le amasaba las tetas.

– ¡¡¡¡AAAAHHHH, OOOOOHHHHH!!!!… ¡¡¡¡ME VAN A MATAR ANIMALES, PERO DENME MÁS, MAAAASSSSSGGGGHHHHH, AAAHHHHHH!!!! – ella misma movía las caderas violentamente para salir al encuentro de las vergas que la taladraban.

Un rato después se detuvieron y cambiaron de posición, Juan Carlos le sacó la verga a su novia y tomó asiento a su lado, inmediatamente ella se levantó y tomó asiento sobre el pene de su novio, dándole la espalda y ensartándoselo por el culo. Sin perder tiempo David la penetró por el frente y prosiguieron con el encuentro.

Ahora podía ver claramente las grandes chiches de mi nuera zarandeándose impetuosamente y su rostro desencajado en una mueca de placer. También podía ver con claridad la forma en que esos 2 miembros viriles entraban dentro de su cuerpo como un par de taladros, cada uno en un agujero distinto. Y yo ya no podía más con mi excitación y empecé un vigoroso frote sobre mi clítoris, sintiendo mis jugos bajando por mis muslos y mis pezones como si estuvieran a punto de estallar.

Finalmente acabé en un violento y estremecedor orgasmo que gocé en medio de fuertes estertores y espasmos pero sin emitir sonido alguno, más allá del de mi respiración descontrolada, que fue fácilmente eclipsado por los gritos de Esther en medio de su respectivo orgasmo. Quedé con la manos y los muslos empapados y acabé derrumbándome en el suelo luego de perder el equilibrio, jadeando y hasta viendo estrellitas. Jamás había tenido un orgasmo en mi vida, por lo que no pude darme cuenta, en ese momento, de lo violentos que podían llegar a ser los míos.

Me quedé sentada allí por varios minutos, los gritos de placer de mi nuera apenas los escuchaba de lejos. Pero entonces un bramido me llamó la atención y volví por última vez a mi puesto de vigilancia. Una agotada, empapada y enrojecida Esther estaba acostada en el suelo mientras David se masturbaba entre gruñidos.

– ¡¡¡¡UUUGGGHHHH, AAAAHHHHH… ESTHEEERRR, JUANCAAAAGGGHHHH!!! ¡¡¡SON UN PAR DE PERRAS, DOS PERRAS CALIENTES!!! – entonces el mejor amigo de mi hijo acabó, entre rugidos, con un largo trallazo de semen que se estrelló sobre el pecho de ella – ¡¡¡¡¡AAAAGGGGGHHHH, DIOS MIIIIOOOOOOGGGGHHHHH!!!! – luego le siguieron varios otros que le llenaron los senos, el cuello y la cara – ¡¡¡¡¡AAAHHHH, MEEEEMUEEEEROOOOUUUUGGGGHHHHHH!!!!! – David me dejó impresionada por su potencia, parecía una manguera a presión. Al acabar se derrumbó en un asiento, dejando a la muchacha tirada en el suelo y a su amigo masturbándose vigorosamente.

– ¡¡¡¡AAAAAAHHHH… ESTHEEEERRRRGGGGHHH, AAAAHHHH!!!! – un minuto después Juanca acabó también, solo que él de rodillas y dentro de la boca de su amada.

Él mismo remató la faena lamiendo el cuerpo de su novia, recogiendo el semen de su mejor amigo con la lengua, para, posteriormente, compartirlo con ella y mezclarlo con el suyo mediante un apasionado beso francés. Vi que una buena parte de esa esperma resbalaba por la comisura de sus labios y les caía por la barbilla. Y yo, viendo aquello, y lejos de sentir asco o repulsión como sentí momentos antes, ¡me calenté de nuevo, mierda! Pero volví rápidamente a la realidad cuando David habló:

– Vos Juanca, mirá… ¿más o menos cómo a qué horas va a regresar tu madre?

– ¿Qué, se te bajó la calentura y te ahuvaste? – le preguntó Juanca de regreso.

– Ja, ja… pues la verdad si, un poco… ¿me creerás si te digo que me preocupa un cacho que Doña Coni nos encuentre “con las manos en la masa”?

– ¡“Con las manos en nuestras masas amasándonos” querrás decir, je, je, je, je! – los 3 jóvenes rompieron a reír, pero cuando pararon algo había cambiado en sus rostros – Bueno, talvez si sea buena idea que nos vayamos a bañar… mi vieja no tarda ya…

Entonces, al fin, acabó el encuentro. Se pusieron de pié y salieron de la sala, me imaginé que a higienizarse. Por mi parte también me retiré, avanzando despacio (y con la ropa casi cayéndoseme) hasta escabullirme bajo el árbol de nísperos y salir de la casa. Comencé a caminar sin rumbo, confundida y sin saber qué hacer… pero eso si, muy caliente.

Bueno amigos, la verdad es que ya no tengo más que contar… bueno, si, bastante, pero sobre ese encuentro ya no, pues no creo que quieran una descripción pormenorizada de las calles que recorrí aquella mañana sin saber qué hacer. Tampoco de la forma en que cambiaba de colores cuando por fin volví a mi casa, no podía ver a David o a Esther a los ojos, mucho menos a mi hijo.

Y al final, ¿qué hice?… nada, sencillamente nada, Juan Carlos ni siquiera sabe que estoy al tanto de su vida secreta, simplemente dejé que viviera su vida, confiando siempre en su buen juicio y confiando en el mío, pues a partir de aquel día mi vida cambió radicalmente.

FIN.

Garganta de Cuero.

Pueden hacer comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.