La Vida Secreta de mi Hijo 02

Sigo viendo a mi hijo y a mi nuera tener relaciones. El encuentro se va por un rumbo diferente cuando llega David, su mejor amigo... un camino que jamás me hubiese podido imaginar (voyerismo, intercambio y trío bisexual).

La Vida Secreta de mi Hijo

II

No lo podía creer, aquello era más de lo que mi frágil mente era capaz de asimilar, ver a mi hijo haciendo todo eso con su novia… no, sencillamente no lo podía creer. Pero, ¿qué podía hacer?… “fijate mijo que hoy en la mañana te vi cogiendo como loco con Esther y hasta te tomaste tu propio semen… ¿sabe rico amor?”. ¡No, obviamente no iba a hacer eso! Además, por más que supiera que debía tomar cartas en el asunto también sabía que era lo suficientemente cobarde como para no atreverme a hacerlo.

Finalmente no hice nada, no sabía qué hacer, simplemente permanecí allí, clavada en el suelo y viéndolos besarse con ternura y amor. Luego los 2 se acostaron desnudos en la cama y siguieron con los arrumacos y caricias. Cuando finalmente decidí que lo mejor era retirarme y pensar con más calma qué hacer, comenzaron a platicar:

– Amor, perdoname por lo que te voy a decir, pero… qué bueno que tu papá se fue… – ¡¿Pero cómo se atrevía a decir eso?! Juanca solo esbozó una sonrisa poco alegre, pero yo quedé echando chispas – yo sé que te duele y que quisieras que volviera cambiado, pero creo que fue lo mejor… ¡mirá qué bien está tu mamá ahora! – ¿yo estaba bien? – Se ve hasta más joven, con más energía… además se mantiene sonriendo siempre…

– Si, si… duele pero tenés toda la razón, el viejo solo era una fuente de tensión. Nunca sabíamos con qué nueva mulada nos iba a salir…

– Yo sé que es duro amor, pero pasó por algo y creo que fue por el bien de toda la familia. Incluso así creo que hasta podría reconciliarte con tus hermanas…

– ¡Ja, qué va! – una sombra de amargura – Las pisadas a mi me odian…

– Pero vos no les has hecho nada Juan Carlos.

– No, solo he gozado de todas las cosas que el viejo les negó a ellas, solo eso. – Juanca tenía razón, Carlos era un hombre muy machista y él su único hijo, a pesar de la gran pelea que tuvieron, él siempre fue su preferido por encima de sus hermanas, a las que hacía de menos constantemente.

– ¡Pero eso no es tu culpa amor!

– Explicáselos a ellas Esther… – los 2 se quedaron callados por un minuto.

– Perdoná cielo, talvez no debí sacar el tema…

– No, no, perdoname tu, no me debería poner así, – le contestó él, callándola con un dedo muy cariñosamente – es solo que son demasiados platos rotos lo que hay que reparar, mis hermanas no van a olvidar fácilmente, pero ni modo, de alguna forma haré que la familia se reconcilie, pero habrá que tener paciencia. – entonces cambió su semblante serie o gris por una sonrisa de oreja a oreja – Por otro lado, el no tener a mi padre en la casa nos permite “jugar” como nos gusta. – los 2 se pusieron rojos.

– Si… al fin… aunque me da pena por tu mamá, no creo que ni se imagine lo que hacemos tu y yo. – ahora yo me puse roja.

– ¡No y ojalá nunca lo sepa! Lo lamento por mi viejita, pero esto es una de las cosas que ella jamás se podrá enterar… “fijate mama que bateo de los 2 lados”… ¡Imaginate que le diga esa mierda, se me muere! – pues casi, casi, después de oírle decir eso sentí como si el corazón se me parara… ¿estaba diciendo lo que yo creía haber escuchado?

– Pues si, en eso tenés razón… la bisexualidad está muy mal vista, igual que ser gay. Y peor en una familia como la tuya, tan conservadora. Tu mami se moriría si se enterara. Pero entonces amor, ¿tu querés llevar esta doble vida siempre?

– ¿Y qué más me queda? Su mi mamá se llegara a dar cuenta se me muere y yo por nada del mundo quiero causarle más dolor del que ya ha tenido. Junto a ti es el ser al que yo más quiero y me moriría si la llegase a herir. Además, podría enfrentar las miradas de ira y reproche de mi padre, pero no de ella, no soportaría oírla decir que la he defraudado… no, tengo que seguir escondido aunque tenga media vida solamente.

Yo no lograba salir de mi asombro, mi hijo era bisexual… ¡bisexual!, que para mi, en esos días, era como decir “gay solapado”… ¡Mi hijo era gay, bateaba de los 2 lados! Aquello fue demasiado para mi frágil y conservadora mente y acabé por derrumbarme de rodillas bajo la ventada de su habitación. quería llorar, quería salir a detener aquello, quería que todo esto no estuviera pasando… ¡quería volver el tiempo y haber enfrentado a Carlos antes!

Pero lo que más quería era decirle que yo jamás me iba a sentir defraudada o decepcionada de él, que nunca iba a dejar de quererlo. Lo que más me dolía no era su confesión, sino el matiz doloroso de sus palabras: “vivir solo media vida”. Me partía el alma el dolor que venía implícito en esa frase Pero también era obvio que jamás iba a poder vivir como quería, nadie a nuestro alrededor lo iba a comprender, nadie.

Para mi sorpresa mis instintos de madre fueron más poderosos que la férrea disciplina cristiana con la que fui criada. El amor por mis hijos era mil veces más fuerte que mi limitado y monocromático pensamiento conservador. Y es que en verdad yo era una mojigata, una santurrona ignorante que jamás había experimentado nada de la vida, que jamás había vivido con intensidad, era solo un ama de casa maltratada, solitaria y tonta.

– Je, je, je, je, je… – una aguda risa femenina llamó mi atención e interrumpió la divagación de mi mente. De nuevo, con sumo cuidado, me volvía a asomar.

– Mmmm… lo siento amor, pero ya sabés que necesito tiempo para recuperarme… – le dijo mi hijo, mientras ella se afanaba en besarlo y acariciarlo… ¡¿acaso quería más?!

– Yo se cómo hacer para que “Juancho” se ponga duro otra vez… – ¿“Juancho”? ¿El pene de mi hijo se llamaba “Juancho”?

Entonces algo los interrumpió, el timbre de mi casa anunció con su fuerte “ding, dong” que alguien estaba llegando de visitas. Me encogí bajo la ventana dándole gracias a Dios, en total silencio, por ese desconocido que llegaba tocando, pues esperaba que eso diera por terminada aquella enfermiza sesión… ya que yo no tuve el valor para hacerlo.

Me distraje recordando lo que acababa de ver y tratando de controlar y explicar mi excitación, que no era normal, que de hecho era enfermiza y sucia, me sentía como una pervertida. Entonces un gemido volvió a llamar mi atención. Despacio y con cuidado, me volví a asomar por la ventana, pero solo encontré a Esther, sola y acostada sobre la cama en actitud de espera. La muchacha estaba boca arriba y con las piernas abiertas y se acariciaba suave y distraídamente. Yo no pude evitar admirar la belleza de su desnudez, con ese cuerpo moreno y frondoso, recién cogido y aun mojado por el sudor. No pude menos sino seguir caliente como estaba.

Seguí viéndola unos minutos más, pero como mi hijo aun no volvía sospeché que algo debía estar pasando, así que decidí ir a ver porqué no regresaba. Lenta y silenciosamente me moví de mi escondite y me dirigí al otro extremo del jardín, desde donde podía ver lo que ocurría en la sala. De nuevo la sangre se me heló, David, el mejor amigo de mi hijo, estaba sentado cómodamente en un sofá, explayado, con la cabeza echada hacia atrás y el pene fuera de su pantalón… con Juan Carlos adherido a él. ¡Dios mío, mi muchacho le estaba haciendo una mamada a su mejor amigo!

David Mazariegos era su nombre, y era un joven alto y robusto (1.83 mt), de piel morena y cabello negro lacio. Tenía la misma edad de mi hijo (22) y lo conocía desde que era un niño, porque estudiaban en el mismo colegio y desde entonces eran grandes amigos. De hecho, era habitual verlo en mi casa, y más desde que Carlos se largó. Estudiaba Ingeniería en la universidad y trabajaba con Juan Carlos en nuestra ferretería.

Era un deportista nato, practicaba fútbol, básquetbol y cualquier cosa que lo hiciera sudar, por lo que poseía un físico muy desarrollado y lleno de músculos. Su rostro era armonioso, con rasgos muy varoniles y algo toscos, no podía decir que era guapísimo, aunque ciertamente era muy atractivo. Debo reconocer que a mi así me gustaba, pues además de su presencia física siempre me pareció alguien educado y muy amable, además de correcto… hasta ahora.

Juanca estaba ubicado entre sus rodillas abiertas, acuclillado y todavía desnudo, mamándole la verga ávidamente. Se apoyaba con el brazo derecho sobre su abdomen, acariciándoselo tiernamente al mismo tiempo, y se frotaba la verga con la mano izquierda simultáneamente. Le chupaba el glande, redondo y estrecho (el cual ya había descubierto de su capucha, pues David no estaba circuncidado), lamiéndolo y succionándolo suave y lentamente, mientras masajeaba vigorosamente el resto del falo. A mi le impresionó el tamaño de ese pene, me pareció realmente enorme (no lo sabía, pero David tenía una herramienta de 20 cm de largo y bastante gruesa).

David tenía los ojos cerrados, respiraba profundamente y se agarraba con fuerza al asiento, gimiendo con fuerza, estaba claro lo mucho que estaba gozando de esa mamada. Yo veía casi embobada como su pecho se inflaba y desinflaba a ritmo constante y en aumento. Y aumentó más cuando mi hijo comenzó a mamar con más ímpetu, metiéndosela cada vez más adentro hasta que llegó al punto de poder lamerle los huevos al mismo tiempo que se la mamaba.

– ¡¡¡AAAAHHHHHH, JUANCA!!! ¡¡¡SOS UNA PERRA JUANCAAAAAAHHHHH!!! – gemía David, justo cuando mi hijo se tragaba su gran talega casi por completo.

Casi me da un ataque, jamás me imaginé esto de mi hijo ni de su amigo, tan masculinos y responsables los 2. Por lo menos minutos antes estaba con Esther, su novia, una mujer. Y sin embargo, muy a mi pesar, volví a mi anterior estado, estaba ardiendo mientras veía aquello, impresionada entre el asco y la excitación, ya me había quedado claro que mi vástago tenía amplia experiencia mamando vergas.

– ¡A vaya, qué bonitos, ustedes aquí entretenidos y yo solita en el cuarto esperándolos con cara de idiota! – les dijo Esther, unos 5 minutos después yo que yo llegara, causándome un sobresalto. Los veía desde la puerta de la sala, desnuda y con una cómica cara de enojo – ¡Gracias por tomarme en cuenta! – los otros solo rieron.

– Adelante señorita… sírvase con confianza… – le contestó David, señalando a mi hijo, que la veía sonriendo… y aun firmemente adherido al poderoso mástil tieso.

De nuevo sentí que me moría, ¿es que acaso iba a participar también? ¿Un trío? Mis temores se cumplieron cuando la vi poniéndose en 4 detrás de Juanca (que también se puso en 4 al mismo tiempo) para comenzar a chuparle el culo al mismo tiempo que se masturbaba. Mi nuera le pasaba la lengua por todo lo largo de la raja, despacio y con intensidad, dejándole un abundante reguero de babas. También le metía la lengua, chupándole el esfínter como si fuese algún bombón. Incluso vi como le tomaba la verga y los huevos desde atrás y se los jalaba para podérselos chupar a gusto.

– ¡¡¡MMMMM, OOOUUUGGGHHHHH!!! – Juanca gemía quedito y respiraba cada vez con más agitación, ya me había quedado claro que aquella caricia le encantaba.

Aquello ya era demasiado para mi, jamás me imaginó ver aquello, mucho menos con gente que conociera, obviamente que estos fueran mi hijo, mi nuera y el mejor amigo de este era totalmente inconcebible. Sentí que el estómago se me revolvía y que me mareaba, hasta vi estrellitas y me tuvo que apoyar contra la pared. Pero al mismo tiempo me sentí fuerte, como energizada, más llena de vida de lo que me había sentido en años. Cuando me di cuenta ya tenía una mano apretándome fuertemente las ingles, me sentía más caliente de lo que podía recordar.

Continué mirando, de pronto mi hijo dejó el poderoso palo de su amigo y se puso de pié, le sacó el pantalón y el calzoncillo mientras David se quitaba la camisa. Juanca se sentó a horcajadas sobre su amigo y fue bajando poco a poco mientras su novia sostenía ese poderoso falo en posición, apuntando hacia la entrada posterior de su ser.

– ¡¡¡AAAAGGGGHHHHHH, AAAAHHHH!!! – lo escuché gemir, lo vi con los ojos cerrados y gesticular con placer, mientras era ensartado por el poderoso miembro de su amigo, que le entró hasta la base – ¡¡¡OOOOHHH, POR DIOOOSSSSS!!! – se quedó un momento en esa posición, permitiéndole a su ano amoldarse a su invasor.

Aquello fue, definitivamente, el acabose para mi, hasta me dieron ganas de llorar al verlo. Pero igual no pude voltearme e irme, tampoco pude sacarme la mano de entre mis piernas, embriagada de una poderosa excitación.

Juanca inició a moverse arriba y abajo con fuerza, metiéndose y ensartándose ese pene hasta el fondo de su ser. Al mismo tiempo su novia se ponía de rodillas sobre el asiento, al lado de David, y se dividía para besarlos a ambos, frotándole vigorosamente la verga a Juan Carlos mientras este subía y bajaba. Por su parte, ellos le chupaban las chiches, cada uno con una en su boca. Mi hijo un juego de caderas muy bueno, ya que apenas se impulsaba con los muslos hacia arriba, casi todo lo hacía meneando la cintura en diferentes direcciones. Me di cuenta de eso y me pregunté cuántas veces se lo habría cogido David antes… incluso si lo había hecho solo con David o con otros hombres.

Juanca se echa para atrás, apoyándose en las rodillas de su amigo para tomar más impulso y poderse ensartar su poderoso miembro con más fuerza. Ahora lo oí gemir más fuerte, llegando incluso a gritar, se notaba de lejos lo mucho que le gustaba eso. Entonces Esther empezó a darle sexo oral mientras él seguía con su cada vez más frenético sube y baja. Se la tragaba casi hasta el fondo, de hecho, pude darme cuenta que en realidad era mi hijo el que se cogía la boca de su novio al mismo tiempo que su mejor amigo se lo cogía a él. Por el rostro que tenía me di cuenta de que estaba gozando como un loco, estaba rojo y sudaba a chorros, con los ojos cerrados con fuerza y la boca abierta, jadeando y gimiendo casi a gritos con una gran sonrisa en los labios.

– ¡¡¡AAAAHHHHH, PARÁ, ESTHER, PARAAAHHHH!!! – le dijo entre jadeos mientras detenía sus sentadillas sobre el pene de su amigo y la empujaba lejos de su pene – ¡Amor, me vas a hacer acabar!

Juanca se levantó y se puso en 4 sobre un sillón que tenía enfrente, con el culito bien levantado, y luego volteó a ver a su amigo con una enorme sonrisa de lujuria. Este no se hizo esperar y se levantó para penetrarlo desde atrás con fuerza. De nuevo oí a mi hijo gimiendo como una perra mientras recibía dentro la masculinidad de su viril amigo.

– ¡¡¡¡AAAAGGGGHHHH, OOOOOOHHHHH!!!! ¡¡¡¡DIOS MÍO, ME VAS A PARTIR EN DOS, AAAAAAGGGGGHHHH!!!! – y ahora hasta me quedé con la boca abierta, en esa nueva posición David se le fue con todo.

Sujetándolo firmemente de las caderas, el muchacho le ensartaba con furia su poderoso tolete, embistiéndolo una y otra vez con toda su fuerza. Sus embates sonaban como aplausos y yo veía, casi asustada, el cuerpo de mi Juanca estremecerse completo y ponerse cada vez más sudoroso y enrojecido. También vi claramente como su pene erecto y sus testículos se zarandeaban bruscamente bajo su cuerpo.

No podía creer que mi hijo pudiera asimilar esas arremetidas tan violentas, pensaba que incluso que esa enorme verga podría arrancarle el ano o, por lo menos, causarle un grave prolapso rectal. Ahí si ya no me quedó ninguna duda de que el culito de mi hijo tenía ya muchas millas recorridas y él mucha más experiencia que yo.

Esther llegó por detrás de David y empezó a lamerle la espalda y a meterle una mano entre las nalgas. Este pegó un respingo cuando sintió esos dedos invasores que le sobaban el ano y me di cuenta que, al igual que mi hijo, a él también le gustaba que lo tocaran ahí. Tras unos minutos, mi nuera logró meterle uno o dos dedos y comenzó a cogérselo literalmente por el culo como había hecho momentos antes con mi hijo.

– ¡¡¡Esther… voy a acabar… VOY A ACABAAAAARRRGGGGGHHHHH!!! – David pegó un alarido y acabó en un potente orgasmo que derramó íntegramente dentro del ano de su amigo, que lo recibió gimiendo y extasiado – ¡¡¡¡MIEEEERRRRDAAAAAHHHHHH!!!!

Allí acabó el segundo encuentro sexual que yo veía esa mañana. Nuevamente sentí que el estómago se me revolvía, pero al mismo tiempo sentí como la calentura que ya tenía crecía aun más, llegando al extremo de que ya no me importó ver aquello… quería más.

CONTINUARÁ…

Garganta de Cuero.

Pueden hacer comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.