La vida secreta de Evelynn 01
Una mujer casada descubre en el lesbianismo mayor gozo que con su marido, relatando sus experiencias
La vida secreta de Evelynn
Amy ( Primera parte )
Soy una mujer casada y mi marido no sospecha que he descubierto en el lesbianismo más gozo en la cama que el que él me proporciona. Me ayuda el hecho de que él entró en la rutina del sexo y se conforma con lograr su orgasmo rápidamente, sin preocuparse de mí.
Algún día contaré de mis inicios, pero ahora quiero referirme a mi amiga Amy, una de mis últimas conquistas.
Amy es una rubia espectacular, de unas medidas de sueño, ojos verde claro, senos exuberantes, piernas deliciosas, muslos exquisitos y un trasero que atrae las miradas de los varones. Ella es casada y al momento de estos hechos estaba embarazada. Fue precisamente su embarazo lo que permitió que lograra seducirla.
Mi amiga siempre me había atraído como objeto sexual y mi deseo por ella era tan grande que en más de una oportunidad me masturbé imaginándome en medio de sus piernas y besando su vulva, que debía ser tan rica como todo el resto de ella que estaba a la vista. Pero estaba consciente de que la atracción que ella ejercía en mí no podía afectar nuestra relación de amistad y hacía todo lo posible para evitar que algo de mi deseo por ella se trasluciera. Pero los hechos me demostraron que sin proponérmelo había actuado de manera que a ella no le pasó desapercibida mi atracción. Y lo que nunca hubiera imaginado, que ella se me entregara, se me hizo realidad esa mañana en que me llamó por teléfono.
Deseo conversar contigo
Ven, muchacha. Estoy sola y sin nada que hacer
Estaré ahí en un par de minutos
Entró con su enorme estómago precediéndola. Con sus siete meses de embarazo caminaba con alguna dificultad, apoyando una de sus manos en su espalda para ayudarse a soportar el peso extra que significaban las gemelas que nacerían un par de meses después. En su rostro vi que algo pasaba con ella. Y no era nada bueno.
Después de tomar el desayuno y conversar banalidades, Amy planteó el motivo de su visita: quería desahogarse conmigo. Y yo, que siempre ando advertida ante la posibilidad de tener sexo, no importando si mi pareja ocasional es hombre o mujer, la escuché pensando en la forma en que pudiera aprovecharme de la ocasión. Y es que una hermosa mujer como mi amiga, embarazada, sería algo nuevo y muy excitante, ya que sabía que una mujer en su estado se pone muy susceptible al sexo y, por ello mismo, fácilmente manipulable, si uno se maneja bien. Y en ese sentido siempre he sabido sacar provecho a las ocasiones favorables. Y, obviamente, esta era una de esas oportunidades que no podía dejar pasar.
Estoy desesperada, Evelynn.
Cuéntame, cariño.
Es que Thomas no quiere tener sexo debido a mi avanzado estado de embarazo.
Y tu tienes deseo de hacerlo, ¿verdad?
Estos últimos meses mis deseos se han hecho muy imperiosos. ¿Sabes? fuimos al médico y éste nos dijo que no había problemas con tener relaciones en mi estado.
Me parece bien
Sí, pero Thomas insiste en que es peligroso para las gemelas y llevo más de un mes sin hacerlo. Y ya no doy más.
Pobrecita
Imagina que con solo tocarme los pezones he llegado a acabar. Imagina
Guauuu. Eso es duro, Amy
No sé qué hacer, Evelynn. Realmente no sé qué hacer.
Muéstrame el estómago
Una mujer tan propensa a la excitación era una mujer que estaba a mi merced. Y no sería difícil lograr llevarla a la cama. Y era evidente que deseaba algo que la ayudara a calmarse, por la rapidez con la que se desprendió de su falda y quedó en calzoncito, mostrándome su enorme panza y en sus ojos un brillo de expectación, como esperando que algo sucediera. Y yo no la defraudaría, eso era seguro.
Pasé mi mano por el enorme globo, como haría cualquier mujer con el estómago de otra que estuviera embarazada, pero en mi caso mi intención era llevar a mi amiga a un estado de deseo que la dejara indefensa para conseguir lo que pretendía, por lo que seguí apretando aquí y allá, de manera deliberada, para que la presión de mis dedos hiciera efecto en ella. Y así fue, pues la miré y vi que apretaba sus labios para ahogar los gemidos que acudían a su boca por la excitación que le producían mis caricias en su estómago.
La pobre Amy era como masa en mis manos, lista para moldearla a mi regalado gusto.
¿Sabes? Con solo apretarme los senos me sale leche. Y aún faltan dos meses.
¿En serio?
Mira, ¿ves?
Se abrió la blusa y sus enormes senos quedaron expuestos ante mí. Apretó con sus manos y los pezones empezaron a soltar gotas de leche. Me mordí la boca para no echarme encima de ella y chupar esas preciosas gotas blancas.
Increible, Amy. Vas a tener mucha leche.
Y seguí acariciando su estómago, incluso dándole besos, que cada vez eran más debajo de la panza, de manera que percibiera la cercanía de mi boca con su zona vaginal. A estas alturas Amy no podía disimular sus gemidos. Como si hubiera perdido confianza en si misma, propio de una mujer embarazada, que se siente disminuida ante las demás, me preguntó:
¿Estoy muy fea, Evelynn?
¡Estás preciosa, Amy! ¿Sabes lo que pasa?
¿Qué pasa?
Thomas es una mierda. Eso es lo que pasa.
Ella rió y luego se quedó callada, mirándome intensamente, sin perder detalle de mis caricias y besos a su panza. Se dejaba acariciar y su cuerpo se movía al compás de un vaivén que yo sentía como la expresión de un erotismo intenso que quería salir.
Fue ese momento el que elegí para dar mi estocada a fondo.
Amy, ¿subamos al dormitorio?
Ella aceptó inmediatamente y nos fuimos a la pieza, tomadas de la mano, sabiendo ambas a lo que nos enfrentaríamos. Ya en la pieza, me paré frente a ella, puse mi mano nuevamente en su estómago y le pedí que se desnudara completamente.
Bueno, pero tu haz lo mismo. Así estaremos más en confianza, ¿no crees?
Mi querida Amy estaba en mis manos, a mi merced.
Cuando me desprendí de mi vestido y quedé frente a ella, las dos completamente desnudas, ella se fijó en mi vulva depilada
Siempre quise tener una vulva depilada, como la tuya
¿Quieres que te depile?
Bueno
Se acostó a un costado de la cama, con los pies en el suelo y las piernas abiertas, mientras yo me instalaba entre estas y procedía a dejar su chochito completamente depilado. Y mientras hacía esto, aprovechaba de tocar su vulva, los labios vaginales y meter uno de mis dedos hasta que finalmente me decidí y metí mi lengua, a lo que ella reaccionó gimiendo y soltando gran cantidad de jugos. Fue una acabada impresionante la de Amy y yo solamente me había limitado a pasear mi lengua por entre sus labios vaginales. ¿Cómo reaccionaría ante una mamada con todas las de la ley?
Esta mujer era todo un volcán en ebullición. Ya había empezado a erupcionar y yo me encargaría de que soltara toda la lava hirviente que guardaba en su interior.
Evelynn, hagámoslo.
Le abrí las piernas y empecé a meter mi lengua y uno de mis dedos. Ella respondió con otra acabada intensa. Me decidí y metí dos dedos y después tres, a lo que Amy respondió agitándose alocadamente, con su cuerpo moviéndose desesperadamente, mientras de su vulva manaba jugo nuevamente, completando otra acabada, que yo recibí gustosa.
¿Te gusta, amor?
¡Sí! Quiero más, mijita. Mássssss
Te voy a meter el puño
Nooooooo
Piensa, te ayudará a dilatarte para el momento del parto
Finalmente aceptó y empecé a introducir mi mano en su húmeda y caliente chucha, que empezó a abrirse mientras mi mano daba paso a mi puño y éste se introducía hasta el fondo de su vulva. Esto fue demasiado para Amy, que acabó cinco veces seguidas con mi puño dentro de ella, al punto que terminó orinándose.
Mijitaaaaaa. Ricoooooooooooo
Asi, amorrrrrrrrr
Me mueroooooooooo. Asiiiiiiiiiiii
Gozaaaaaa, gozaaaaaaaaaa
Amorrrrrrrrr, siiiiiiiiiiii. Aghhhhhhhhhhhh
Cuando se hubo repuesto, me abrazó feliz.
¿Te gustó, Amy?
No creí que pudiera ser tan rico, cariño
Bueno, entonces me toca a mí ahora, ¿no crees?
¡Encantada, amor!
A pesar de la dificultad que significaba su abultado vientre, Amy se apañó para darme una mamada increíble y meterme su puño en la vulva, lo que me hizo acabar tres veces.
Amyyyyyyyyyyyy
Toma, amorrrrrrrr. Tomaaaaa
Mi cieloooooooooo. Aghhhhhhhhhhhh
Ya algo calmadas, nos fuimos a la ducha, donde le pedí que se metiera en la tina y permaneciera con los ojos cerrados.
¿Para qué?
Es un premio, por lo puta que has sido .
Ella se recostó en la tina y yo me subí sobre ella y empecé a orinarme sobre su estómago. Ella siguió con los ojos cerrados, disfrutando el golpetear de mi orina en su panza. Yo empecé a subir y ella feliz esperaba lo que a estas alturas parecía lógico: que mi chorro llegara a su rostro. Y cuando empecé a orinarme en su cara, ella abrió la boca y empezó a beber mi orina, como si estuviera bebiendo agua desde la fuente.
Ahora yo quiero darte tu regalo, Evelynn
Intercambiamos posiciones y me tocó el turno de recibir su orina, que bebí con fruición.
Cuando nos separamos eran las 5 de la tarde. Habían sido cerca de siete horas de un sexo increíble, que ambas gozamos de una manera impresionante y que volveríamos a repetir varias veces durante su embarazo.
Pensé que Amy se habría calmado por un buen tiempo de sus deseos sexuales después de la intensa y agotadora jornada que habíamos tenido, donde pensé haber agotado todos sus ímpetus, pero un par de días después recibí un llamado de ella, pidiéndome que repitiéramos lo que habíamos hecho.