La vida es increíble (5)

Quinta parte de la historia entre Jose y Andrea.

Los besos son profundos, calientes.

La ropa está tirada por toda la habitación y ellas, en la cama.

Entrelazadas, Jose le muerde el cuello a la otra, mientras su mano, entre los muslos, la acaricia, pasando de lento a rápido en segundos.

Variando el ritmo, haciéndola suspirar, gemir, gritar. Quiere que llegue al orgasmo ya, quiere sentirse poderosa, controlar algo en su vida.

La imagen de su hermano besando a Andrea vuelve a su mente.

  • ¡Dios! –exclama Vic, llegando por fin a ese deseado orgasmo que la invade, haciéndola convulsionarse, agarrándose a las sábanas desesperada.

No se mueve, esperando que se calme.

Cuando lo hace, se aleja de ella, buscando sus cosas por toda la habitación.

  • ¿Te pasa algo? –pregunta Vic, desde la cama.

  • Necesito ir a dar un paseo, me estoy ahogando –responde Jose, describiendo brevemente ese sentimiento que le atenaza, que le aprieta el pecho.

  • Es por esa chica, ¿verdad?

Jose la mira, abandonando la bragueta de su pantalón, frunciendo el ceño.

  • ¿Cómo…?

  • Me lo has susurrado al oído. Andrea, ¿no?

Asiente, bajando la mirada, volviendo a la bragueta del pantalón, que termina de abrocharse.

  • Y me parecías fuerte y atrevida –se ríe Vic –. ¿Sabes? La primera noche que te ví, me atrajiste con solo una mirada. Esta noche, más de una de entre mis amigas me dijeron que estabas buenísima cuando te vieron. Que les parecías interesante, misteriosa, atrayente, y solo con verte. Créeme, seguro que no tienes nada que perder con esa chica.

  • Puede, pero todavía no se lo que siento por ella.

  • Pues yo si sé lo que sientes por ella.

  • ¿Cómo puedes saberlo tú y no yo?

Vic se levanta y ayuda a Jose a abrocharse la camisa.

  • Porque creo que siento lo mismo por una chica que conocí hace poco y que, aunque parece muy segura de si misma, es una cagueta. Además, por si fuera poco, creo que está enamorada de otra

Jose no sabe que hacer.

Vaya. No pensaba que Vic

  • Mira, Jose, te agradezco todo lo de estas noches; pero debes irte.

David recoge el bloc del suelo.

  • Siempre me pregunté quien eras para que mi hermana te dibujase tanto.

Andrea sigue paralizada, sentada en la cama de Jose.

No sabe qué pensar, no sabe qué decir, qué hacer.

David se sienta a su lado, con el bloc de dibujo, que deja sobre la cama.

  • ¿Estás bien? Te veo pálida.

  • Tu hermana no es que me guste, es mucho más que eso, ¿sabes? Con ella me di cuenta de lo que soy realmente.

  • ¿Y qué eres?

  • Una chica enamorada de otra chica a la que creía inalcanzable. Pero me acabo de dar cuenta de que, tal vez, eso no sea del todo cierto. Y eso me da miedo. No, miedo no. Me da vértigo.

Coge el bloc de nuevo, abriéndolo, quedándose en uno de los dibujos, paseando la yema de sus dedos por las líneas hechas a lápiz.

  • ¿Esto es lo que hay en su mente? ¿De verdad? ¿Cómo es posible que esté en su mente? No entiendo nada. ¿Cómo se supone que voy a estar en esta casa durante un mes?

  • Si se te hace difícil, siempre puedes volver a tu casa. Tu madre no tiene por qué

  • No –decide intervenir Jose, desde la puerta.

Andrea, sobresaltada, se levanta rápidamente.

Ambas chicas se miran, ignorando al hermano de Jose que, en algún momento, sale de la habitación. Pero no saben cuando.

De repente, Andrea se da cuenta de donde está, del bloc de dibujo sobre la cama, de lo que puede haber oído.

  • Yo… -empieza.

Jose cierra la puerta y se acerca a ella, poniéndola nerviosa.

Andrea no sabe qué va a hacer Jose con ella; pero no se espera lo que ocurre a continuación.

Jose se sienta en la cama, se sujeta la cabeza con las manos y comienza a reirse.

  • Esto es increíble… –susurra.

Andrea vuelve a no saber qué hacer. ¿Acaso se va a volver una costumbre?

Se pregunta que puede hacer, que haría otra en su lugar, y hace lo primero que se le ocurre.

Se acerca a ella, le cambia los brazos de sitio, poniéndolos a los lados, levantándole la cara. Entonces, se sienta sobre las piernas de Jose, y la besa, ante el asombro de la propia Jose, quien no sabe que hacer.

Cuando se separa, observa con miedo la cara de Jose, buscando algo que le indique que ha cometido una locura, que debe irse de allí en ese mismo instante. Pero ve a Jose con una sonrisa de oreja a oreja, que lleva su mano a la mejilla de la chica sobre ella, acariciándola lentamente.

  • Perdona el beso –susurra, sonriendo también –, es la primera vez que beso a alguien.

  • No importa.

Y la vuelve a acercar a ella, besándola, enseñándola, abrazándose a ella.

Y ambas piensan, al mismo tiempo, que la vida es increíble.