La vida es increíble (4)

Cuarte parte de la historia de Jose y Andrea

Andrea vuelve a beber un sorbo de lo que sea que lleve dentro ese vaso de tubo que David les ha dado desde el otro lado de la barra, mientras observa a toda esa gente bailando en una semi-oscuridad que debe de provocar más de un pisotón, y que da intimidad a los que la quieren, pero ilumina a los que quieren llamar la atención.

  • ¿Qué tal? –le pregunta Jose, acercándose a su oído, aproximándose a ella más cerca de lo que necesitaría para que la otra chica le oiga.

Pero quiere provocarla, aunque sea un poco, para ver como reacciona Andrea.

  • Bi…bien –responde esta, mirándola a los ojos, descubriendo que Jose observa sus labios.

Seguramente para poder captar mejor lo que dice; al fin y al cabo, la música demasiado alta no deja escuchar mucho, y mirar los labios del que te habla ayuda a comprender lo que te está diciendo.

Sin embargo, lo que mira Jose es el brillo de esos labios. Ha hecho bien en dejarle algo de maquillaje a Andrea. Le sienta muy bien, le hace los labios más carnosos, más apetecibles

Nota que esta dice algo, y se obliga a concentrarse.

  • creí que sería otro tipo de música. Pero esta está muy bien.

Jose sonríe.

  • Es que al DJ no le gusta la típica música de moda y pone de todo un poco. Eso sí, no oirás reggaeton salvo si está borracho.

Andrea sonríe ante el comentario, y Jose se alegra. Es la primera sonrisa que ve en esa chica.

  • ¿Os divertís? –se hace oír David por encima de la música.

  • ¡Sí! –responde una Andrea con la adrenalina por las nubes, empezando a notar los efectos del alcohol, y respondiendo a la sonrisa de David.

Jose conocía esa mirada de su hermano, y no le terminaba de gustar esa sensación extraña que se le colaba en el pecho.

Obligándose a no mirar, hace vagar su mirada por el local. En la pista de baile, ve a Vic, de espaldas, con lo que parecen ser unas amigas, moviéndose al son de la música, de una forma bastante sexy que la obliga a ladear ligeramente la cabeza.

  • ¿Ves algo digno de ver? –le susurra una voz muy cercana, que reconoce al instante.

Sonríe.

  • Tal vez –le contesta.

Y gira la cabeza, alegre de ver a uno de sus más íntimos amigos de la infancia, su "hermano" desde que se conocieron en primaria.

  • ¿Cómo te va todo, universitario? –pregunta.

Y el chico corresponde a su sonrisa.

  • Por ser tú, te dejo que me sigas llamando Miguel –se ríe –. La cosa marcha. ¿Y tú? ¿Qué tal el viejo insti?

  • ¿Viejo insti? Te recuerdo que hace unos meses aún estabas estudiando en él.

Ambos se ríen, observados de cerca por una preocupada Andrea.

Recuerda a ese chico, todo el día pegado a Jose. Adonde iba uno, iba el otro; siempre juntos. No era de extrañar que todos dijesen que eran pareja.

  • ¿Te ocurre algo? –le pregunta David, que sigue mirándola.

  • No, nada –se apresura a contestar Andrea.

Pero David ha debido notar que miente, y Andrea enrojece, esperando que no haya notado su tristeza al ver a esos dos juntos de nuevo. Quienes, por cierto, se van a la pista de baile, bailando muy pegados, haciendo el tonto

  • No sabes lo que te pierdes –le susurra en ese momento Jose a su amigo, quien ríe.

  • No sabes lo que te pierdes tú. Además, nunca fuiste mi tipo.

Y Jose se carcajea.

Y Andrea decide mirar su copa, le duele menos

  • Mi hermana te ha dejado tirada por Miguel, ¿no? –le dice David, saliendo de detrás de la barra.

  • Eso parece.

  • ¿Quieres que hagamos algo? ¿A ver si recuerda que estás aquí?

No deja que reaccione, y la besa. Paralizándola, dejándola sin saber qué hacer.

Y cuando David se separa, le susurra al oído:

  • ¿Ves? Vuelves a ser el centro de su atención.

Andrea se voltea, descubriendo a Jose, parada en medio de la pista mirándola con una extraña mirada en la cara.

Y es que, esa extraña sensación que tenía en el corazón, le aprieta el pecho, ahogándola, no dejándola pensar. Entonces empieza a sentirse cabreada, muy cabreada, sin saber el motivo

  • ¿Estás bien? –pregunta Miguel.

No contesta, sólo ve como su propio hermano se lleva fuera a Andrea, momentos antes de recibir un mensaje al móvil de su propio hermano: "Intenta volver tarde."

Se siente mareada. Y mira a su fiel amigo de siempre, antes de ver a Vic tras él, saludándola.

Tal vez

  • ¡Lo sabía! ¡A ti te gusta mi hermana! –exclama David, con una sonrisa de oreja a oreja, dejándose caer en el sofá.

Andrea sigue de pie, ruborizada por la confesión realizada.

  • Perdona lo del beso –comenta el chico, incorporándose – Necesitaba saber un par de detalles antes de pasar a la acción.

  • ¿¡¿Acción?!?

David sonríe.

  • Sí, a la acción. Cuando mi hermana me dijo que ibas a venir un mes, no me esperaba que fueses tú. Sobre todo porque te trató de compañera, casi amiga. Cuando te ví, pensé que podía haberse decidido a hacer algo

  • ¿A hacer algo?

  • Mi hermana también se ha fijado en ti. Puedes saberlo todo de mi hermana fijándote en sus dibujos. Son como un libro abierto al interior de sus pensamientos.

  • No entiendo –dice Andrea, con el ceño fruncido.

Ve a David levantarse y dirigirse hacia donde están sus habitaciones, y lo sigue inconscientemente hasta el interior de la habitación de Jose.

  • ¿Qué hacemos aquí? –pregunta Andrea, sintiendo que entra en un templo sagrado que está mancillando.

  • Enseñarte la mente de mi hermana del año pasado –contesta el otro intruso, indagando entre los blocs de dibujo que hay en la estantería.

Saca uno, que le tiende, diciéndole:

  • Ante todo, que sepas que pienso ayudarte. No se porque, aunque nos conozcamos de hace poco, pienso ayudarte.

Y la deja abrir el bloc, saliendo de la habitación, dejándola a solas.

Casi deja caer el bloc. Las piernas le tiemblan y tiene que sentarse en la cama.

¡Es ella! ¡En el autobús! ¿Era eso lo que siempre estaba dibujando?

Miró todas las páginas, y pudo reconocerse en todas ellas. Con abrigo, en manga corta. Más cerca, más lejos

Ella.

¿Estaba en la mente de Jose el año pasado? Eso no era posible, Jose tenía novio, ¿no?

Pero, lo que no paraba de dar vueltas en la cabeza era: ¿seguiría estando en su cabeza?

Mira la mochila de Jose, tirada en un rincón. Con el pulso y la respiración acelerados, se acerca a ella y la abre, viendo un pequeño bloc que solía tener Jose en clase. Y lo saca con cuidado, abriéndolo.

Esta vez si se le cae de las manos al verse de lado, en clase. O dormida, ¿tal vez inconsciente?

De verdad, la vida es increíble.

NOTA DE LA AUTORA:

Espero perdonéis que sea más corto de lo normal….