La vida en un soplo (Cap. VIII - 7ª parte)

Cap. VIII - “Volviendo a los inicios”, 7ª parte de 11

Llegamos a casa y cerramos la puerta, Sara me dio un besito rápido y fue corriendo a la mesa sentándose encima con los pies colgando.

Sara: Me has prometido algo y tienes que cumplirlo.

Me miraba mordiéndose el labio inferior.

Me quité la mochila, la chaqueta, el jersey y me acercaba poco a poco donde estaba ella, por su parte Sara también se quitó la chaqueta y el jersey enseñándome las tetas, mientras llegaba ella las movía girando suavemente el cuerpo con una sonrisa en la cara. Por primera vez sentí que aquella mujer sí podía conseguir que acabara loco por ella, llegué, le agarré una pierna, se la levanté, le quité las zapatillas y calcetines, después la otra, le desabroché el pantalón y se lo fui bajando lentamente, con ella estirada en la mesa mirándome con una cara de ilusión que me atrapaba mirando sus bonitos ojos, le besé los pies, las piernas, los muslos, llegando al lado de las bragas.

Se apoyó en sus codos para poder ver lo que yo hacía, saqué la lengua y empecé a darle lametazos por el coño por encima de la tela de las braguitas, giró la cabeza para atrás gimiendo, se las quité tirándolas, le recorrí con la lengua desde el inicio de la rajita hasta el ojete del culo, subiendo y bajando varias veces, gritaba cada vez más, levantando el culo abriendo mucho las piernas apoyando sus pies en la mesa para facilitarme el camino, me quedé lamiendo por los alrededores del clítoris hasta que se corrió otra vez gritando muchísimo, me levanté y me acerqué a sus labios, me los cogió en medio de los suyos sin limpiarme la boca, cuando me lo soltó.

Sara: ¿Así es como sabe mi coño?

Yo: Que tristeza que no te acuerdes, con la de veces que lo habíamos hecho, y sí, así de bueno sabe.

Sara: Gorrino, ven que te voy hacer correr como un loco.

Yo: Prefiero guardarme para más tarde.

Se levantó de la mesa y camino para la escalera.

Sara (con una sonrisa): Como quieras, tú te lo pierdes.

Subí a la habitación, se oía la ducha, me desnudé y me metí con ella abrazándola por sorpresa por detrás, se le dibujo una sonrisa en la boca, se giró y me abrazó sintiendo como el agua caía sobre nosotros.

Sara: ¿Te puedo enjabonar?

Yo: Puedes hacer lo que quieras con mi cuerpo sin pedir permiso.

Sara cogió la esponja tirándole jabón, me la pasó por todo el cuerpo dejando para el final mi zona genital.

Sara: Es que no sé qué hacer con esta parte, ¿cómo te limpio?

Cogí el bote de jabón y le agarré una mano, le tiré en la palma, me la puse debajo de los huevos moviéndola para limpiar la zona subiendo, cogiendo la polla lavándola como si le hiciera una paja, después le hice que me bajara la piel para acabar de dejarla bien limpia, estaba encantada y sonriente de la situación, después le cogí la esponja y se la pase por todo el cuerpo despacio, me tiré en la mano y se la pasé por el chichi limpiándoselo, se puso tensa, se la pasé por el culo limpiando el ojete metiéndole un poco un dedo con el jabón, me miró a los ojos.

Sara: Sabes que el culo solo ha sido tuyo, el único que ha entrado.

La abracé una vez más y dejamos que el agua callera un rato por encima nuestro, me sequé  y vestí cómodo esperando que ella saliera del cuarto de baño, cuando salió desnuda le pedí que se estirara en la cama boca abajo.

Sara: No me la querrás meter en el culo ahora.

Yo: No, solo quiero masajearte las piernas, sé que las tienes cansadas de la caminata.

Se estiró sonriente, me puse crema hidratante en las manos y se las fui pasando por las piernas, masajeándolas para relajarlas, pero la vista no la podía quitar de su culo que se movía con los movimientos de mis manos en sus piernas.

Sara: Me masajeas las piernas o estas aprovechando para mirarme el culo gorrino.

Yo: Te miro el culo mi amor, te miro el culo, lo tienes precioso y me está haciendo perder la cabeza.

Sara: Pídemelo y te lo enseñaré siempre que quieras.

Después de cenar y mirar la tele un rato nos fuimos a dormir igual que la noche anterior, me volví a despertar antes que ella y le dejé una nota en la cama a su lado:

“No te asustes, no te he dejado, estoy abajo preparando el desayuno

Pero puedes bajar como ayer y abrazarme con muchas ganas que me gustó mucho

Te quiero

Luis”

Bajó corriendo como el día anterior pero con una camiseta y en bragas, se me tiró encima cogiéndose con las piernas alrededor de mis caderas hablando como una niña.

Sara: Buenos días cariño, que contenta estoy de verte un día más.

Me pareció tan tierno que cambié mis planes para aquel día. En mitad del desayuno.

Sara: ¿Que toca hoy mi amor?, tengo ganas de hacer cosas contigo.

Yo: Volveremos a pasear por la ciudad tranquilamente.

Sara: Vale.

Volvimos a la ciudad y paseamos despacio con ella muy enganchada a mi cuerpo, volvimos a pasar por delante de la tienda de ropa, ni se la miraba, cuando estábamos justo delante de la puerta giré de golpe metiéndonos dentro, se sorprendió y me miró como preguntando qué coño hacíamos allí dentro.

Yo: Te has ganado que te compre lo que tú quieras de esta tienda.

Se la miró dando una vuelta sobre ella misma.

Sara: Va, no vale la pena mi amor, no necesito nada de lo que hay aquí dentro, lo que necesito de verdad lo tengo delante.

Yo: Por eso te lo has ganado, además, esta noche quiero celebrar algo y me gustaría que fuéramos bien vestidos, escoge lo que quieras.

Se presentó una dependienta muy bien vestida y habló con Sara para enseñarle unas cuantas prendas, me ofreció asiento y nos dijo si queríamos una copa de champán mientras nos atendía, me senté en un sillón y Sara salía con diferente ropa para que viera como le quedaba con una sonrisa enorme, al final se quedó con una blusa de botones delanteros muy fina con transparencias y una falda a juego que le quedaba muy bien, pagué con tarjeta de crédito y salimos con ella sujetando una bolsa en la mano la mar de contenta. Pasamos por delante de una de hombres y entramos a comprar un traje para mí, con una camiseta de cuello redondo para ponerme debajo, me cogieron la medida del pantalón y quedamos que me lo enviarían a casa por la tarde, en una zapatería me compré unos zapatos para ir elegante y volvimos al coche, cuando estábamos dentro.

Sara: ¿Quieres que te dé mis bragas cariño?

Yo: Vaya, parece que te gustó, ¿quieres dármelas?

Sara: Si me lo pides, me las bajo ahora mismo y te las pongo yo misma en la nariz gorrino mío.

Me descojoné de risa de su salida, le dije que de momento no hacía falta y cogimos la carretera para volver a casa.

Sara: ¿Me vas a decir que es lo que quieres celebrar?

Yo: No, es una sorpresa, te lo diré esta noche.

Sara: Que malo eres conmigo.

Yo: Creo que hoy no lo he sido tanto, ¿no crees?

Sara: Hoy has sido un sol cariño.

Llegamos a casa, nos pusimos cómodos y pasamos el día zanganeando por casa siempre con ella a mi lado, o encima de mí si estábamos en sofá. Por la tarde llamarón al timbre de la verja y fui a buscar con el coche el traje, cuando llegué ella estaba en la puerta esperando.

Yo: Sara cariño no hace falta que te preocupes tanto cada vez que salga un momento, tú también puedes hacer cosas que te interesen.

Sara: No mi amor, tengo unos pocos días para convencerte de que soy capaz de vivir contigo haciéndote feliz y no puedo desaprovechar ni un segundo.

Le di un beso y entré para dejar la ropa en el armario, cuando subía la escalera ella me metió mano por el culo agarrándolo bien, me paré riendo, metió la mano más abajo cogiéndome de los huevos suavemente.

Yo: Mi vida, como aprietes fuerte me vas a tener en tus manos y bien jodido.

Se colocó detrás de mi bien enganchada, con la otra mano me bajó el pantalón con goma en la cintura que llevaba sin ropa interior agarrándome la polla, por detrás volvió a meter la mano entre mis piernas para acariciarme los huevos, dejé la bolsa en los escalones y gemí, me giró bajando un escalón, se metió mi polla en la boca, pajeándola por la parte de abajo sin parar de acariciarme los huevos con la otra mano, chupaba fuerte hasta dejarla tiesa como un mástil.

Sara: Estírate en los escalones por favor.

Me estiré sonriéndole quitándome la camiseta, me quitó los pantalones dejándome en pelotas, se quitó su camiseta, los pantaloncitos y se bajó las bragas muy despacio mirándome con una sonrisa feliz, se sentó encima de mí cogiéndome la polla para seguir con la paja lenta, me puso en la nariz sus bragas, cogí aire con fuerza metiéndome su olor hasta el fondo, la apartó sin soltarlas de la mano y con la otra se metió la polla en el coño, follándome poco a poco al principio mirándome con picardía, fue acelerando los movimientos haciéndonos gritar a los dos, yo estaba encantado mirándomela encima de mí poniendo todos sus sentidos en darme placer, cuando llegamos los dos a la vez, la cabrona me puso de nuevo las bragas en la nariz corriéndome con el olor de su coño, en un orgasmo tan bestia que no recordaba otro igual en mucho tiempo, me estiré en la escalera recuperándome, ella tenía una cara de felicidad inmensa.

Sara: ¿Qué te ha parecido?, ¿te lo has pasado bien?, ¿te ha gustado?, dime algo coño.

La agarré de los hombros y la estiré encima de mí mirándole los ojos.

Yo: Ha sido maravilloso Sara, maravilloso, ¿y tú, te lo has pasado bien?

Sara: Que quieres que te diga, creo que lo podemos mejorar.

Se descojonó de risa besándome por todos los sitios que tenía a mano, me abrazó muy fuerte apoyando su cabeza en mi pecho.

Sara: No me dejes por favor, te necesito cada día más, cada día no, a cada segundo que paso a tu lado amor, pídeme lo que quieras que haga pero no me dejes, me destrozarías.

La abracé con fuerza.

Yo: No te preocupes, lo estás haciendo muy bien.

Nos quedamos un ratito más y nos fuimos a duchar, nos pusimos en la cocina para hacer la cena de aquella noche, preparamos la mesa lo más bonita que pudimos con un centro con velas.

Sara: Esto me recuerda aquel fin de año que pasamos solos en el apartamento de tus padres, que feliz me hiciste, me pegué un montón de kilómetros por estar juntos y valió mucho la pena.

Yo: Es justo lo que pensaba yo cuando te he dicho esta mañana de celebrar algo.

Nos fuimos a cambiar, ella me enseñaba diferentes bragas para que escogiera la que más me gustaba.

Yo: Esta noche las escoges tú.

Se las miró, se decidió por unas que le dejaban medio culo a la vista y transparentes, se le veían los pelos del coño al través, no se puso sujetador y se le transparentaban los pezones con la blusa que se había comprado por la mañana, se acabó de vestir con la falda y unos zapatos bonitos de tacón alto, poniéndose un collar y unos pendientes a juego, estaba preciosa y a mí se me caía la baba como a un adolescente, me vestí y bajamos los dos agarrados de la mano por las escaleras. Servimos los platos y nos sentamos a cenar con un buen vino de la bodega, estábamos cenando y a mí se me iba la vista a sus pezones.

Sara: Creo que tienes un problema con mis tetas cariño, esto no es normal.

Yo. ¿Por qué, que pasa?

Sara (riendo): ¿Que qué pasa?, que te vas a meter el tenedor en un ojo de lo despistado que estás mirándomelas hombre.

Yo: Es que ahora mismo me tiraba encima y te follaba de arriba abajo.

Sara: Venga, no pierdas el tiempo, aquí me tienes para lo que quieras.

Yo: No me provoques, que ya me está costando controlarme. ¿No quieres saber lo que estamos celebrando?

Sara: Yo que estoy contigo y te quiero más que a mi vida.

Yo: Yo que ya reconozco a la Sara que conocía.

Paró de masticar y se quedó quieta mirándome, se le empezaron a humedecer los ojos cayendo una lágrima por su mejilla.

Sara: ¿Me lo dices en serio?, ha pasado muy poco tiempo desde que empezamos, ya lo he conseguido.

Yo: Sí, lo has conseguido, me estas convenciendo de tus sentimientos y estoy muy feliz.

Sara: ¿No me vas a dejar, podré estar contigo siempre?

Yo: No te dejaré para nada si tú no quieres, siempre que no vuelva esa tía rara que conocí el otro día que no eras tú.

Sara: A esa tía la he matado para siempre, que le den por culo a ella y su mierda de vida vacía, quiero con toda mi alma empezar una nueva contigo y con lo que te rodea.

Acabamos de cenar y subimos de nuevo las escaleras cogidos de la mano, llegamos a la habitación y la paré al lado de la cama, sin decir nada la besé durante mucho rato, cambió su cara poniéndola más seria sin dejar de mirarme, le quité un pendiente, el otro y el collar, todo muy despacio, Sara empezó a respirar lenta y profundamente, le desabroché el primer botón de su camisa por arriba bajando lentamente uno a uno hasta llegar al último, después los puños, me miraba con una pequeña sonrisa y seguro que se estaba acordando de aquella primera vez en el apartamento que ella me lo hizo a mí, le subí una mano por cada lado desde la barriga hasta los hombros, pasando por encima de las tetas acariciándolas muy suavemente, apartándole la blusa de sus hombros dejándola caer al suelo volviéndola a besar un buen rato, cuando separamos los labios ella me miró a los ojos poniéndome las manos en la cintura, las subió por encima de la camiseta y por debajo de la americana hasta empujarla por los hombros y dejarla caer, luego estiró de la camiseta y lentamente me ayudo a quitármela por la cabeza, acercó su cuerpo al mío y enganchó las tetas a mi piel dándome otro largo beso.

Después me arrodillé bajándole la cremallera de la falda, ayudándole a quitársela por los pies, le besé los muslos y el chichi por encima de las bragas, volvimos a besarnos, desabrochó muy despacio el cinturón de mi pantalón, estirando y quitándomelo del todo pasándolo por delante de mi vista dejándolo caer, después el botón, bajó la bragueta y se arrodilló para quitármelos junto a los zapatos y los calcetines, se quedó de rodillas mirándome para que yo le confirmara que podía continuar haciéndolo moviéndole la cabeza, me cogió los calzoncillos y los bajó quitándomelos también, metiéndose mi polla en su boca chupándola con fuerza mientras me miraba a los ojos, la levanté en el aire, rodeó mi cintura con sus piernas pasándome los brazos por el cuello besándome lentamente con pasión.

Me fui colocando en la cama con ella debajo, separé mis labios de los suyos, bajé lamiéndole el cuerpo hasta las tetas jugando con sus pezones un buen rato, hasta dejarlos duros como piedras, seguí lamiendo, bajando hasta el chichi moviendo mi lengua por encima de las bragas, ella respiraba más rápido y fuerte, le bajé las braguitas lentamente siguiéndolas con la lengua en su piel hasta quitárselas, abrió las piernas apoyando los tacones de los zapatos en la cama, le fui subiendo lamiendo desde los tobillos, despacio, hasta llegar al chocho de nuevo pasándole la lengua por los labios mayores, se lo abrí todo lo que pude con un dedo de cada mano y le di vueltas a la lengua encima del clítoris.

Dio un gemido largo colocando una mano encima de mi cabeza cogiéndome del pelo, fui bajando la lengua despacio mojándolo de saliva, vi que le salía flujo por el agujero, recogiéndolo con la lengua metiéndosela dentro todo lo que me daba de larga, gritó moviendo un poco las caderas intentando metérsela más adentro, la saqué y seguí bajando hasta el culo, lamiendo y mojándoselo, volviendo a subir con un lametazo de abajo arriba provocándole un calambrazo en todo el cuerpo, con un nuevo grito me agarró fuerte del pelo, seguí subiendo por su cuerpo lamiéndoselo, recorriéndole una teta desde abajo, subiendo con la lengua pasando por encima del pezón, saliendo por la parte de arriba llegando a su boca, para volvernos a besar notando su respiración acelerada dentro de la mía.

Bajé una mano y dejé mi polla apoyada en el agujero del coño mirándole a los ojos, Sara tenía una cara de mucha excitación, cerrando y abriendo los ojos lentamente me señaló el momento de empezar a metérsela, tiró la cabeza para atrás dejando ir un gemido largo y fuerte, cuando llegué al fondo me estiré encima suyo besándola, coloqué mi cabeza besándole el cuello, empecé a follarla sacándola casi del todo y metiéndola hasta que no podía más, lentamente pero sin parar, me ayudaba con sus movimientos de caderas acompasados, iniciando una retahíla de gritos de diferentes intensidades que me volvían loco, mientras notaba sus manos agarradas a mi culo apretando fuerte, los gritos subían de tono hasta correrse.

Yo seguía como si no hubiera pasado nada, bajó el volumen de sus gritos pero seguía excitada volviéndolos a subir rápidamente, llegando en poco tiempo a otro orgasmo más fuerte moviendo el cuerpo, volvió a bajar el volumen jadeando pasando otra vez a gritos, subiéndolos poco a poco y volviendo a correrse más escandalosamente, volvió a repetir otra vez pero esta vez cuando estaba gritando más que nunca, salieron sus primeras palabras en mucho rato, “juntos”, “juntos”, corriéndonos a la vez en un orgasmo intenso, largo y bestial.

Quedamos los dos estirados recuperándonos, me aparté a un lado, le quité los zapatos y subí la sabana tapándonos, apoyó su cabeza en mi hombro pasándome un brazo por el pecho y se quedó dormida, la miraba pensando cómo había cambiado en pocos días. Pensándolo fríamente, aquella Sara me encantaba pero tampoco era la Sara de entonces, aquella no era tan inocente, era más calculadora, parecía que al querer volver atrás, se hubiera pasado de tiempo y volviera a ser como una niña, tal vez por eso ahora era capaz de mostrar sus sentimientos de manera mucho más abierta, lo cierto es que fuera como fuera yo era feliz con aquella mujer a mi lado, me dormí.