La vida en un soplo (Cap. VIII - 4ª parte)
Cap. VIII - Volviendo a los inicios, 4ª parte de 11
Me miraba con la cabeza baja, parecía avergonzada, no sabiendo que hacer con las manos cogidas delante, me acerqué, le agarré sus manos con las mías, las apretó y cerró los ojos como queriendo comprobar que era real el contacto conmigo, acerqué mis labios a los suyos, le cogí el labio superior con el mío y lo estiré apresándolo, me miró a los ojos y pasó sus brazos alrededor de mi cuello, yo la abracé por la espalda, nos besamos durante mucho tiempo, como aquellos primeros besos eternos en su apartamento.
Nos separamos un poco y le quité el fular del cuello, ella se había quitado el sombrero en el coche, le puse las manos por dentro de los hombros quitándole el abrigo, me miraba con los ojos clavados en los míos, le bajé la cremallera del vestido por la espalda y reaccionó de golpe quitándome la chaqueta de un tirón, me agarró la camiseta estirando para sacarla de dentro de los pantalones, de otro tirón me la sacó por la cabeza, se quedó mirando mi torso tocándolo con los dedos, bajando rápido a buscar mi cinturón desabrochándolo.
Sara (excitada): Lo siento, pero no tengo paciencia para hacer que esto sea muy romántico, necesito meterme en la cama contigo ahora mismo.
Me bajó los pantalones de golpe mirándome el paquete marcado en los calzoncillos, me quedé quieto dejándole toda la iniciativa a ella, que lo hiciera como quisiera, yo sonreía y no me perdía detalle, pasó lentamente un dedo por encima desde la punta hasta el final, mi polla empezó a moverse por la excitación, me miró divertida cogiéndome los calzoncillos bajándolos, me agaché y me los quité junto con los pantalones y calcetines, estaba totalmente el bolas delante de ella, me miraba todo el cuerpo acariciándolo, los brazos, las manos, el cuello, el pecho, las caderas, los abdominales, pasó a los muslos apretándolos comprobando si estaban fuertes, por fin me agarró la polla empezando una paja muy lenta, levantó la cabeza y me volvió a mirar a los ojos.
Sara: Estas magnifico, te has mantenido muy en forma, sigues tan guapo como entonces.
Yo: Ya me gustaría estar como estaba entonces, cariño.
Sara: ¿Me llamas cariño?, o lo haces como frase hecha sin sentirlo.
Yo: Te dejé siendo mi cariño y te recupero de la misma forma, cariño.
Me miró a los ojos a punto de llorar otra vez, se desabrochó el vestido dejándolo caer, llevaba una combinación de color crudo, se quitó los zapatos, las medias hasta los muslos, el sujetador y las bragas, le miré las tetas.
Yo: Te han crecido.
Sara: No hombre, me las operé y ya puesta las dejé un poco más grandes.
Yo: Pues tuviste una idea genial, se nota que eres una mujer inteligente.
Sara: Hostia Luis, sigues siendo el mismo que recordaba, las mismas salidas, el mismo morro que le echabas a todo.
Después bajé la mirada hasta el chichi, rubio, con el pelo bien recortado y cuidado, le coloqué un dedo en los labios, ella lo beso, lo bajé por el cuello, el pecho, le toqué pasando de largo un poco una teta llegando hasta pelos del coño, desviando después la mano hacía una cadera, abrió los ojos, me agarró de un brazo y me tiró encima de la cama cayendo ella encima, nos besamos con pasión, apartó un momento los labios de los míos.
Sara: Ya te he dicho que no tengo paciencia hoy para muchas tonterías.
Se colocó con una rodilla a cada lado de mi cintura, empezando a frotarse suavemente el chichi por encima de mi polla, cerró los ojos mirando para arriba aguantándose con las manos apoyadas en mi pecho, moviendo la boca sintiendo el contacto, yo notaba como se mojaba por momentos, abrió los ojos y acercó su boca a mi cara para besarme tiernamente.
Sara: Fóllame, fóllame tú, no demasiado fuerte, ni demasiado suave, pero con mucha pasión por favor, quiero sentirte otra vez, quiero correrme contigo encima de nuevo, quiero…
No la dejé hablar más, le metí la lengua en la boca besándola con pasión, la cogí de la cintura girándola poniéndome yo encima, abrió las piernas apoyando los talones en la cama, flexionándolas dejándolas muy abiertas, me acomodé en medio cogiéndomela y apuntando sobre su agujero, se la metí poco a poco, dio un grito animándome para que siguiera, se la acabé de meter hasta que no pude más, con un movimiento de caderas consiguiendo meterla un poco más, dándome la salida para coger un ritmo no demasiado lento, para ir aumentándolo seguido de sus movimientos coordinados que me ponían a cien.
Pensé que eso de follar debía ser como montar en bicicleta, no se olvida nunca, se estaba moviendo tal y como recordaba, gimiendo y gritando con aquella voz tan sensual, que me costaba controlarme para no correrme yo primero. Seguía aumentando el ritmo y la fuerza con la que la penetraba, escuchando subir sus gritos y gemidos que cada vez eran más seguidos, hasta dar un grito enorme comenzando un orgasmo, bajé el ritmo siguiendo el de sus gritos y gemidos alargándoselo, cuando noté que le empezaba a bajar la intensidad me corrí, aumentando de nuevo el ritmo haciéndole volver a gritar de placer, quedando los dos respirando aceleradamente, ella respiraba fuerte y reía a la vez entrecortadamente…
Sara: Sigues siendo un cabronazo follador impresionante.
Me abrazó muy fuerte, y no me dejó moverme en mucho tiempo, besándome en la frente, la nariz y los labios muy frecuentemente, después me dijo que me acomodara boca arriba y ella apoyo su cabeza en mi pecho, enganchando su cuerpo al mío pasándome un brazo por el cuello.
Sara: Había soñado estar contigo en una cama en esta posición tantas veces, tantas, creo que eso me daba fuerzas para seguir adelante, quiero que sepas que te he querido siempre y te sigo queriendo, no sé cómo evolucionará lo nuestro, ni tampoco si tú tienes ganas de estar conmigo, pero te prometo que voy a poner todo lo que pueda de mi parte para que esto funcione, hacerte todo lo feliz que no he podido hacerte durante todos estos años.
Yo: Sara, me estoy preocupando porque te estás aflojando mucho, la Sara que yo recuerdo era mucho más cabrona, nunca me habría abierto su corazón de esta manera.
Sara: Idiota graciosillo, si quieres estar conmigo ya te enteraras si sigo siendo una cabrona o no, te vas a cagar chaval.
Yo: No lo digas más por favor, claro que quiero estar contigo, voy a poner todos mis sentidos en que estés contenta y feliz conmigo.
Me besó tiernamente otra vez, volvió a la posición anterior besándome el pecho, quedándonos callados durante otro buen rato sintiendo el contacto de nuestros cuerpos, su olor, la suavidad de su piel, que recuerdos me venían a la cabeza.
Nos levantamos y duchamos para ir a cenar, Sara buscó entre sus maletas y se puso un tanga muy sexi negro y un vestido precioso de color rojo, con un escote que le realzaban sus tetas, con el color de sus ojos y su media melena rubia un poco ondulada le sentaba de maravilla, yo no podía parar de mirarle las tetas, me vestí igual que antes porque no me había traído nada más, solo una muda para el día siguiente, con los nervios no pensé en traerme ropa para una cena romántica, bajábamos en el ascensor, ella me miraba con aquellos ojazos un poco tímida.
Sara: No piensas quitarme la vista de las tetas, es que me gustaría poder seguir hablando contigo y no con una cara de hipnotizado con la vista clavada en mi canalillo.
Yo: Es que te abriría el escote y me las comería aquí mismo.
Se acercó, me pasó una mano por el cuello y me besó jugando con mi lengua dejándome de nuevo su sabor en la boca, yo lo disfrutaba lentamente, el ascensor paró y entraron tres personas en una planta, nos apartamos a un rincón y seguimos con lo nuestro sin dejar de besarnos en ningún momento, apoyé una mano sobre su culo sintiendo su respiración en mi boca, en ese momento en el mundo solo existíamos Sara y yo, mi única preocupación era notar y chupar su lengua, paró el ascensor y bajaron las otras personas girando la cara mirándonos.
Salimos y Sara me paró para pasarme los dedos por los labios para quitarme el carmín que me había dejado riendo, se acercó a un espejo que había en la pared de decoración y se arregló los suyos, volviendo a pintárselos con el pintalabios que llevaba en un bolsito pequeño de mano, se giró con una sonrisa, se me volvieron a clavar los ojos en sus tetas.
Sara (riendo): Luis por favor, que pareces tonto hombre mirándome todo el rato las tetas.
Yo: Vale, vale, es que solo tengo ganas de mirarte, tengo de recuperar todo el tiempo que he pasado sin verte.
Nos cogimos de la mano y entramos en un elegante restaurante, le di el nombre de la reserva a una chica que había detrás de un atril, nos acompañó muy amablemente hasta una mesa junto a un ventanal con vistas al jardín que estaba iluminado con una piscina a un lado, separé la silla de Sara para que se sentara y la acerqué a la mesa, yo lo hice delante suyo, tal como lo había encargado ella tenía encima de su plato un rosa roja, me miró a los ojos que le brillaban cómo un faro de costa por la noche.
Sara (emocionada): ¿Y esto?
Yo: He hecho que la pusieran para ti, no quiero tener que buscar una en medio de la noche para que me dejes entrar en la habitación.
Sara dejó ir una carcajada, los comensales de la mesa más cercana se giraron con cara sería, era una pareja mayor que coincidió con nosotros en el ascensor, la señora torció el morro y volvió a mirar a su pareja.
Sara (en voz baja): La vieja se muere de envidia de tu detalle cariño.
Reímos los dos y la señora volvió a mirarnos descaradamente, vino el metre y nos dio las cartas para que escogiéramos la cena, Sara la leía oliendo la rosa, era una imagen tan bonita la de su cara con sus ojitos leyendo la carta sujetando una rosa oliéndola, notaba que me estaba enamorando aceleradamente de aquella mujer, levantó un momento la vista encontrándose con la mía.
Sara (riendo): Vas a mirar la carta para escoger, o nos pasamos aquí la noche alimentándonos por la vista.
Yo: Sí, sí, claro.
Miré rápidamente y escogí los primeros platos que me gustaron sin perder más tiempo, Sara dejó la carta y nos tocamos una mano en medio de la mesa, llegó el metre y nos cogió la comanda, un señor nos trajo el vino, lo abrió oliendo el tapón y nos preguntó quien quería probarlo, le hice un gesto para que lo probara Sara, ella me miró a los ojos riendo, el sumiller le sirvió un poco, acercó la copa a su nariz oliéndolo, le dio un par de vueltas a la copa mirándola al trasluz, finalmente le dio un sorbito saboreándolo en su boca, le hizo un gesto con la cabeza y nos sirvió con una sonrisa a los dos, cuando se fue Sara levantó la copa para brindar.
Sara (riendo): Si este buen hombre supiera que no tengo ni la más mínima puta idea de vinos no se hubiera ido tan contento.
Volvimos a reír a carcajadas volviéndose a girar la vieja mirándonos mal, nosotros no le hicimos el más mínimo caso y seguimos con lo nuestro, nos fueron sirviendo la cena y hablábamos saltando de un tema a otro sin parar, teníamos tantas cosas que explicarnos que no sabíamos ni por donde comenzar, la vieja seguía en silencio con la oreja puesta en todo lo que nos decíamos, llegó el momento del postre y no sabíamos que escoger.
Sara: Es que ya estoy muy llena, voy a escoger algo suave y listo.
Yo: Sí, yo también lo estoy y quiero dejarme un hueco para más tarde.
Sara: ¿Para más tarde?, ¿quieres comer otra vez más tarde?
Yo: Me quiero comer tu coño de arriba abajo hasta que te corras.
La vieja pegó un grito y se puso de pie de un salto, su marido levantó despacio por primera vez la vista del plato, mirándola como preguntándole qué carajo le pasaba, ella tenía la cara roja como un tomate.
Marido: ¿Pero qué te pasa, algo no te ha gustado?
Vieja: Vámonos de aquí por favor, me está subiendo un calor por el cuerpo que me hace sudar y todo.
Se levantaron y se fueron, ella mirándonos toda roja y el marido sin entender nada, nosotros reíamos con una mano en la boca para disimular, Sara me miró sonriendo.
Sara: ¿De qué me has dicho que tienes hambre?
Acerqué mi cara a la suya bajando la voz.
Yo: Tengo ganas de comerme tu coño por todos los lados hasta que te corras, voy a empezar por lamerte todo el cuerpo recorriéndolo…
Sara: Vale, vale, ya.
Levantó la mano a un camarero y le pidió la cuenta, sacando del bolsito una tarjeta de crédito.
Sara: Yo invito, tú ya te has hecho cargo del hotel.
Yo no dejaba de mirarla recorriendo con la vista desde su cara hasta sus tetas, subía y bajaba la vista salido perdido.
Yo: Como tarde mucho me meto debajo de la mesa y te lo como aquí mismo.
Sara: Cállate ya coño, que me estoy mojando las bragas de cómo me estás poniendo cabrón.
Pagó y salimos rapiditos del restaurante, ella con su mano pasada por mi cintura y yo con la mía encima de su cadera tocándole un poco el culo, vimos que la puerta del ascensor estaba abierta y salimos corriendo cogidos de la mano entrando precipitadamente, apreté el número de la planta y nos enganchamos el uno con el otro en un morreo bestial, sin parar de movernos, pasando nuestras manos por todo el cuerpo del otro, le aparté un poco el vestido y me metí un pezón en la boca chupándolo, gimió pasando sus brazos alrededor de mi cabeza, puse una mano sobre su rodilla subiéndola rápidamente arrastrando el vestido metiéndole mano en el chichi con toda la mano, abría las piernas para facilitarme la tarea escapándosele un grito, sonó un timbre avisando que el ascensor había llegado a nuestra planta cortándonos el rollo, se colocó el vestido bien con prisas.
Se abrió la puerta y salimos al pasillo, aceleramos el paso cogidos otra vez de la mano, entramos en la habitación volviendo al morreo, le subí el vestido por detrás tocándole el culo con las dos manos, me quitó la chaqueta bajándola rápido, se apartó bajándose la cremallera del vestido dejándolo caer, me quité con prisas la camisa, los pantalones, los zapatos, ella se quitó los suyos y se arrodilló para darme un tirón de los calzoncillos, quitarme los calcetines y dejarme en pelotas, metiéndose mi polla en la boca chupando con fuerza mientras me la pajeaba poniéndome a cien, la agarré por los sobacos levantándola llevándola hasta la cama dejándonos caer de golpe, la besé de nuevo con pasión pasándome ella los brazos alrededor de mi cuello, le besé la frente, la nariz, la boca, la barbilla, el cuello, bajé hasta las tetas volviéndome a meter el pezón en la boca, lamiéndolo, haciéndole gemir poniéndoselo duro, seguí bajando lamiéndole la barriga hasta llegar al tanga que lo agarré y de un tirón se lo arranqué, dando ella un pequeño grito de excitada.
Tenía pensado lamerle todo el cuerpo, no pude aguantar más y le metí directamente la lengua en el coño, empezando por el inicio de la rajita arriba bajando hasta el culo notando que estaba mojadísima, volviendo a subir, gemía y gritaba cada vez más fuerte, me volvía loco con el contacto de su chocho en mi boca, apretaba y chupaba cada vez más, no tardó mucho en gritar como una loca corriéndose, yo no podía parar de recorrerle el coño con la lengua sintiendo su humedad, me agarró por la nuca con una mano levantándome la cabeza, la miré notando como la mezcla de saliva y flujos vaginales que rodeaban mi boca caía goteando por mi barbilla, me limpió la boca, con la otra mano me hizo subir la cabeza para poder besarnos de nuevo durante un buen rato mientras ella se recuperaba, cuando separamos los labios, Sara metió una mano en medio de los dos cogiéndome la polla apretándola como comprobando su dureza, la pajeó lentamente acercándola a su agujero.
Sara (muy excitada): Fóllame, fóllame lo más fuerte que puedas, párteme por la mitad, quiero que me folles bien follada y me dejes exhausta de sexo.
Empujé y se la metí de un golpe, gritó y movió el cuerpo como un espasmo, colocando sus caderas para que pudiera penetrarla, empecé con golpes fuertes a ritmo lento, aumentándolo poco a poco escuchando como sus gritos iban al compas del ritmo de mis cadera, me apretaba con sus manos en mi espalda y culo, yo cada vez aceleraba más fuerte y le llegó un orgasmo, yo aflojé un poco…
Sara: No pares, no pares, fuerte, fuerte.
Volví a aumentar el ritmo subiendo ella de nuevo los gritos respirando muy fuerte, después de cinco o seis embestidas más volvió a gritar más fuerte corriéndose de nuevo, esta vez no aflojé para nada, me miró a los ojos sin parar de gritar animándome a seguir, estaba comenzando a notar el cansancio en mi cuerpo pero no podía parar de follarla con fuerza, unos cuantos golpes más y ella volvió a gritar corriéndose de nuevo haciendo cara de cansada.
Sara: Ya, no puedo más, ya está bien Luis
Y una mierda pensé, aceleré con las últimas fuerzas que me quedaban el ritmo, abrió los ojos, se agarró fuerte con sus brazos alrededor de mi cuello, juntando su cabeza con mi pecho y enlazó una serie de gritos, hasta correrse con la boca muy abierta y un chillido enorme, arrastrándome a mí a un gran orgasmo corriéndome como una bestia dentro de ella, notaba como salía el semen y el flujo por los lados de mi polla mojándome los huevos. Nos dejamos caer lentamente sobre la cama, ella seguía abrazada muy fuerte y mientras se recuperaba me dio unos cuantos golpecitos con sus brazos sobre mi cuello, le miré a la cara y estaba sudando con una sonrisa enorme.
Yo: ¿Perdóname, pero me ha parecido notar que te has corrido unas cuantas veces seguidas?, eso no lo tenía en mis recuerdos.
Sara: Te aseguro que ha salido como ha salido, no me había pasado nunca, yo también me he extrañado, es culpa tuya, tú tienes la culpa de todo.
Yo: ¿No será que estás un poco necesitada nena?, que te has pasado mucho tiempo sin comerte nada y ahora quieres recuperar los orgasmos teniendo varios cada vez que follas.
Sara reía a carcajadas sin fuerzas.
Sara: Calla idiota, no me hagas reír que no puedo con mi alma, no tengo fuerza ni para meterme en la ducha.
Me puse a su lado pasándole un brazo por debajo del cuello apoyando su cabeza, juntamos los cuerpos todo lo que pudimos, arrastré la sabana para taparnos y le pasé el otro brazo por encima de la cintura, me acariciaba con una mano el pecho y me rodeaba con el otro brazo la mía, se quedó profundamente dormida y después lo hice yo.
Nos despertamos en la misma posición, me miró, se incorporó un poco y me abrazó muy fuerte.
Yo: ¿Eres feliz Sara?, ¿estás bien conmigo?
Sara: Cómo no voy a estar bien tonto, llevo toda la puta vida esperando esto, precisamente esto, como estamos ahora, no llevamos ni un día juntos y he sentido tantas cosas que me cuestan asimilarlas, soy muy feliz, la mujer más feliz del mundo.