La vida en un soplo (Cap. VII - 6ª parte)

Cap. VII - “Y volvió el amor”, 6ª parte de 7

Poco tiempo después se acercaba su cumpleaños, una noche cenando le pregunté.

Yo: Cariño, ¿qué te gustaría hacer por tú cumpleaños?

Maite: Esperaba que me dieras una sorpresa, ¿sabes que cae en sábado?, le he pedido a mi ex que se quede con los niños ese fin de semana para celebrarlo contigo amor.

Yo: Muy buena idea Maite, ¿te gustaría celebrarlo en tierra o en el mar?

Maite: Sorpréndeme.

Lo preparé todo, el día antes viernes, la esperaba con las bolsas de viaje echas y metidas en el maletero del cuatro por cuatro, cuando llegó de la clínica y aparcó su coche, la cogí de la mano dándole un beso cambiándola de coche sin darle tiempo a pasar por casa.

Maite: ¿A dónde vamos?

Yo: De viaje.

Maite: Que loco, necesitaré coger algunas cosas de casa.

Yo: No necesitas coger nada, ya llevamos todo lo necesario.

Me miró sonriendo y se quedo callada, cuando llegamos al puerto…

Maite: Algo he descubierto, vamos al barco.

Yo: Muy bien nena, ya has descubierto una cosa, a ver si eres capaz de descubrir más.

Maite: Que intrigante que es todo.

Subimos al barco, llegamos al camarote a dejar las bolsas, la besé cariñosamente, la desnudé despacio y le puse una bragas limpias, ella miraba riendo, la vestí con el uniforme del barco y después lo hice yo, salimos del puerto y navegamos con buen viento, estábamos los dos sentados en el puesto de mando.

Maite: ¿Me vas a decir dónde vamos o lo tendré que seguir investigando?

Yo: Te llevo de fin de semana a las islas, llegaremos esta noche tarde, mañana amaneceremos en una cala preciosa como tú, nos bañaremos y pasaremos el día, el domingo volveremos.

Maite (entusiasmada): Va ha ser mi viaje más largo en barco contigo, me encanta.

Yo: Cuando volvamos estarás mucho más encantada amor.

La tarde se estaba acabando y el sol bajaba por el horizonte, el barco navegaba subiendo las olas y bajándolas suavemente, le pasé el brazo por detrás a Maite, ella me miró y la besé suave en los labios, me levanté, la cogí de la cintura y me puse detrás de ella llevándola con pasitos cortos hasta la mesa de cartas apoyándola, le pase las manos por la cintura, ella me las cogió con las suyas por delante llevando la cabeza atrás para apoyarla sobre mi hombro.

Maite: Soy tan feliz contigo amor, no te podré agradecer nunca lo feliz que me haces.

Yo: Vas a empezar a agradecérmelo ahora mismo cariño, sabes que queda poco tiempo para que el sol se esconda.

Maite: Sí, casi está a punto de esconderse por el horizonte.

Solté una mano de las que me tenía cogido y la bajé hasta sus pantalones desabrochándolos, ella me miró girando la cabeza.

Yo: Hoy vas a descubrir algo precioso.

Maite: Si es lo que me imagino, ya hace tiempo que lo descubrí cariño.

Yo: Ya sé que mi polla la conoces bien pero no es eso lista.

Le bajé los pantalones hasta las rodillas, me arrodillé detrás de ella y le puse la lengua en los muslos subiendo chupando despacio hasta llegar al culo, justo donde empezaban las bragas, se sujetó a la mesa sacando un poco el culo, yo seguí pasándole la lengua por la piel siguiendo las bragas llegando a su entrepierna besándole el chichi, le bajé las bragas dejándolas junto a los pantalones y le metí la lengua directamente dando ella un grito de sorpresa, después se la fui pasando de abajo a arriba mojándola bien, me levanté me bajé los pantalones y ropa interior, metiendo mi polla entre sus piernas para frotársela contra su chichi, ella gimió mirándome.

Yo: Mi amor, mira adelante y no te pierdas la puesta de sol que es espectacular.

Miraba como bajaba el sol, le puse la punta de la picha en la entrada de su vagina.

Yo: Cariño concéntrate en los movimientos del barco, ahora baja y se la metí despacio, dio un grito de placer, ahora sube, la saqué, ella gimió, ahora baja, la metí más fuerte volviendo a gritar, fuimos follando a ritmo de las olas mientras el sol se ponía. Maite estaba cada vez más excitada y abría más sus preciosos ojos azules, mirando la puesta de sol y sintiendo como le subía la excitación, pude calcular bien y corrernos los dos juntos en el preciso momento que el sol desaparecía del todo por el horizonte, ella jadeando me miró.

Maite: ¿He descubierto otra de las sorpresas guarrote?

Yo: Sí.

Maite: Pues ha sido maravilloso, ¿me pregunto cómo debiste descubrir esto?

Yo: Mejor no preguntes cariño.

Cenamos algo ligero allí mismo, nos sentamos mirando las estrellas y el mar con una copa de vino.

Maite: Estoy pensando en decirles a mis hijos que estoy contigo.

Yo: ¿Crees que es el momento?

Maite: Estoy segura que ellos ya han notado algo, ya son adolescentes y no tienen un pelo de tontos, seguro que con su padre deben de haber comentado algo, prefiero decírselo yo que no que se enteren de otra manera, además más tarde o más temprano tendrá que ser.

Yo: En eso tienes toda la razón del mundo.

Fuimos hablando del tema un rato más y vimos como nos acercábamos a la isla, entramos en una cala y fondeamos el barco. Nos fuimos a dormir.

Al día siguiente Maite se despertó con la cama llena de caramelos, que seguían por el suelo uno detrás de otro marcándole un camino, salían afuera por el acceso a cubierta, dando la vuelta al barco, yo la espiaba escondido como en camiseta y bragas caminaba siguiendo el rastro riendo, entró al salón por una puerta lateral y llegó hasta una caja grande que estaba encima de la mesa con una nota.

"El regalito es para ti

Ábrelo con cuidado

Tu amor Luis"

Empezó a quitar el lazo, el papel que lo envolvía y sacó otra caja más pequeña, sonrió, y volvió a quitar el lazo abriéndola encontrándose con otra caja más pequeña, así abrió cinco cajas diferentes, por fin abrió la última sin saberlo, cuando estaba a punto de ver lo que había dentro me acerqué cautelosamente por detrás, la abrió del todo y se encontró con una gargantilla y unos pendientes a juego, le pasé los brazos por la cintura desde atrás, ella se giró con la boca abierta.

Maite: Mi amor no puedo aceptar esto, es demasiado.

Yo: Y tanto que puedes aceptarlo, es tuyo, si no lo quieres lo tiras al mar, con tus cosas puedes hacer lo que quieras.

Maite: Pero te debe de haber costado una fortuna, yo no me lo merezco.

Yo: Es la segunda vez que te regalo algo que me hablas de dinero, por favor no lo vuelvas a hacer más, si te lo regalo es porque me hace ilusión que lo lleves, son sentimientos y el dinero no tiene nada que ver.

Le besé los labios felicitándola por su cumpleaños.

Maite (le caían lágrimas): Lo siento, no lo volveré a hacer más, te quiero tanto que no quiero que pienses que estoy contigo por estas cosas.

Yo: “Estas cosas” te las hago yo porque quiero, no para que estés conmigo.

Le pasé un dedo por la cara limpiándole las lágrimas y la besé con pasión, dejó la caja encima de la mesa abrazándome subiendo las piernas rodeando mi cintura, caminé hasta el camarote tirándome a la cama con ella debajo, le agarré la camiseta por el cuello y se la rompí abriéndosela y sacándosela por los brazos, me miró excitada, le cogí las bragas con una mano y se las quité también de un tirón rompiéndolas, se enganchó a mis labios metiéndome la lengua en la boca un buen rato, al separarse estiró fuerte de mi camiseta para sacármela por la cabeza, me desabrochó las bermudas estirando para abajo, yo me las acabé de quitar moviendo las piernas.

Bajé la cabeza rápidamente y le besé el pubis dando ella un gemido, bajé al chichi y me lo estuve comiendo un buen rato oyendo sus gemidos y gritos entrelazados, me levanté, la cogí por las caderas levantándola para ponerme yo debajo y colocarla a ella encima, estaba excitadísima, me buscó la polla con la boca iniciando una mamada espectacular que me la puso a cien, se incorporó y se la metió en el coño de golpe dando un grito, empezó a moverse acompañándola con mis caderas, rápidamente entró en un estado de orgasmo continuado, bajando y subiendo la intensidad de los movimientos y de los gritos, no sé cuantos debió de tener pero cada vez se le veía más cansada, por fin se corrió una vez más y se dejó caer sobre mi cuerpo totalmente exhausta.

Maite (jadeando): Cada vez que hacemos esto es más fuerte y espectacular los orgasmos que siento, por favor me acabará dando un infarto y te volveré a dejar solo.

Yo: Como lo hagas te mato nena.

Rió con poca fuerza, esperé un poco a que se recuperara, me salí de debajo suyo acariciándole la espalda y besándole el cuello por detrás, acomodó la cabeza encima de un cojín, fui bajando por la espalda hasta llegar a la raja del culo jugando con mi lengua, estiré un brazo y saqué de un cajón un bote de vaselina, unté un par de dedos y seguí besando y lamiendo el culito tan precioso que tenía delante, a la vez que le untaba el ojete de vaselina metiendo despacio la punta de un dedo, respiró profundo, le di varias vueltas dentro y lo introduje un poco más, cuando uno ya lo metía y sacaba bien, metí un segundo, gritó más de excitación que de dolor, una vez los dos dedos se deslizaban con suavidad me incorporé poniéndome encima, acercando la punta de mi polla a su agujero, saqué poco a poco los dedos y metí muy despacio el capullo, dio un grito fuerte girando la cabeza mirándome a los ojos, acerqué mi boca a su oído.

Yo: Cariño, si quieres que paré me lo dices y la saco al momento.

Maite: Vale, pero sigue por favor.

La metí un poco más, ella respiraba fuerte, no dijo nada, seguí empujando metiéndole un poco más de la mitad, gritó poniéndome de una palmada una mano en el culo apretándolo, aguanté la posición sin moverme, empujó mi culo metiéndosela un poco más, paré y ella de otro empujón fuerte me hizo metérsela del todo soltando un grito bestial.

Yo (preocupado): ¿Estás bien?

Maite (excitada): Estoy de puta madre, no preguntes más y fóllame joder.

La saqué despacio hasta la mitad y volví a meterla, suspiró muy profundamente, la saqué hasta el inicio y la metí seguido hasta el fondo, dio un grito.

Maite: Así, así, sigue sin parar.

Empecé con ritmo suave pero seguido chocando mi cuerpo contra el suyo, lo fui aumentando a medida que notaba que me costaba menos hacerlo, hasta conseguir dar unos golpes sonoros chocando contra su culo.

Maite: Estoy muy excitada y no sé qué hacer amor.

Yo: Un paja, hazte una paja.

Bajó una mano por debajo de su cuerpo y empezó a acariciarse, notando como un dedo me tocaba la polla y los huevos, comprobando que realmente la estaba follando por el culo, al poco rato se corrió espectacularmente, mientras yo lo hacía también en su culo un poco, sacándola y con una paja acabar de tirar todo el semen encima de su espalda y culo.

Maite (riendo): Valla guarrada mayor del reino, que sensación más rara en el culo y que excitante sentirte a ti, si no la sacaras de donde la has metido te la chupaba y te dejaba bien seco amor.

Yo: Mejor nos vamos a la ducha.

Nos duchamos juntos, besándonos y abrazándonos sin parar, una vez secos y vestidos de nuevo fuimos a desayunar.

Maite: Madre mía como me has dejado el culo, todavía siento como se va cerrando.

Yo: No seas bruta por favor, que me sabe muy mal si te he hecho daño.

Maite: No, si daño no me has hecho, solo que la sensación al tenerla dentro es muy rara es como si un…

Yo: Vale, vale, no hace falta que me des más explicaciones que estamos comiendo coño.

Ella reía mirándome.

Maite: O sea, que meterla te gusta, pero que te explique mis sensaciones no tanto.

Yo: Ya sé como son las sensaciones.

Puso cara de sorpresa.

Maite (riendo): No quiero saber porque las conoces, Dios mío que tío, cuanto más sé de tu vida más me acojono.

Limpiamos un poco por el barco dejándolo todo ordenado y nos vestimos para dar una vuelta, subimos a la lancha visitando algunas calas cercanas, antes de volver y visitar un pueblecito muy bonito comprando algunas cosas que le gustaron a Maite, llegamos al medio día y nos pusimos a comer en una terraza mirando el mar y el barco al fondo, nos hicimos una mariscada de puta madre y volvimos al barco a descansar, antes de estirarse.

Maite: Esta noche me parece que no voy a cenar, estoy que reviento.

Yo: Esta noche tenemos una cena de gala tú y yo.

Maite: De gala, pero si estoy llena de tanto comer.

Yo: No te preocupes que será algo suave, descansa que ya sabes que hoy el día lo organizo yo y las sorpresas no se han acabado.

Maite: Hay madre mía, mejor me voy a descansar un rato.

Se fue al camarote, yo me quedé en el sofá estirado escuchado música tranquila durmiendo un rato, al despertar la tenía a mi lado durmiendo con su cabeza apoyada en mi pecho, no me moví nada para no molestarla mirándomela. Su pelo rubio medio ondulado, su carita preciosa relajada respirando suavemente, sus labios, que guapa era por Dios, me sentía totalmente entregado a aquella mujer, estaba viviendo el amor de nuevo al cien por cien sintiéndolo por todos mis sentidos, era tan feliz. Maite se despertó y me miró con un ojo medio abierto, apretó sus brazos alrededor de mi cuerpo.

Maite: No podía estar sola, te echaba de menos, aquí contigo he podido dormir, cada día necesito más sentir tu cuerpo junto al mío.

Subió su cuerpo un poco más arriba besándome en el cuello y la cara, nos quedamos un buen rato en la misma posición, Maite encima de mí con una pierna en medio de las mías, abrazándome por los lados y yo tocándole el pelo jugando con él, ella de vez en cuando me miraba a los ojos sin decir nada, solo sintiéndonos uno al otro al son de la música que salía de los altavoces.

Se levantó cogiéndome de la mano empezando a bailar los dos muy agarrados, con sus brazos alrededor de mi cuello y mis manos jugando por su espalda despacio, estuvimos mucho tiempo moviéndonos al ritmo de la música lenta, besándonos de vez en cuando, juntando los labios durante un buen rato sintiendo su contacto de forma suave y tranquila, paramos y nos miramos como si hubiéramos estado todo ese tiempo en trance. Nos preparamos unos zumos y subimos al solárium a ver las vistas de la cala, el sol empezaba a bajar, esperamos a ver la puesta hasta el final sentados y cogidos de la mano.

Maite: Es el día de mi cumpleaños más feliz y espectacular que he tenido nunca, gracias cariño por todo lo que me haces vivir.

La besé cariñosamente.

Yo: No me tienes que dar las gracias, te lo mereces, esto y mucho más que pudiera hacer por ti.

Apoyó su cabeza en mi hombro pasando las manos por mi cintura cogiéndoselas, le besé en la cabeza pasando mi brazo por su espalda.

Bajamos al camarote, la paré en medio para que no se moviera y la desnudé, ella me miraba sonriendo como siempre, esperando a ver qué pasaba, cogí un tanga blanco de la bolsa y se lo puse, me arrodillé para que ella pudiera meter sus pies por cada lado subiéndolo despacio hasta asegurarme que estaba bien puesto, saqué de la bolsa un vestido blanco estilo ibicenco precioso que encontré hacía unos días en una tienda, se tapó la boca.

Maite: Es precioso, ¿donde encuentras esta ropa tan chula?

Le sonreí pero no le dije nada, le pasé el vestido por la cabeza girándola para subirle la cremallera, se lo estiré por los lados para que le quedara bien puesto y le di un beso en la frente.

Yo: Estás preciosa cariño.

Le puse la gargantilla y los pendientes nuevos, saqué un chal de color naranja que hacía contraste con el vestido y se lo puse por encima.

Yo: Por si tienes un poco de frio.

Me miraba moviendo la cabeza como diciendo, “contigo no hay solución”.

Yo me puse una camisa blanca ancha de manga larga arremangada y unos pantalones también blancos.

Yo: Hoy tenemos fiesta ibicenca nena, ¿Qué te parece?

Maite: Un sueño, un sueño.

Preparamos la mesa con un mantel blanco bien chula, cenamos salpicón de marisco que es suave con una copa de champán francés bien fresco, mientras cenábamos.

Yo: Brindo por que hayas pasado un buen día de tu cumpleaños.

Se levantó un poco besándome.

Maite: He pasado un día de mi cumpleaños maravilloso gracias a ti.

Después bailamos un buen rato, acabamos con música muy romántica agarrados con ella dándome besos en el cuello, yo bajándole las manos al culo, le subí despacio la falda del vestido para acabar tocando los cachetes siguiendo la línea del tanga con un dedo terminando acariciándole el chichi, ella me desabrochaba los botones del la camisa besándome en el pecho hasta quitármela dejándola en el suelo, nos íbamos moviendo en dirección al camarote, en las escaleras le quité el vestido dejándolo caer, un poco más adelante se quedaron mis pantalones, en la puerta quedaron mis calzoncillos y antes de meternos en la cama el tanga blanco de Maite, la gargantilla y los pendientes, nos acariciamos y besamos pasándonos la lengua por todo el cuerpo el uno al otro, seguimos follando de manera muy delicada y suave, en varias posiciones para acabar con unos orgasmos fantásticos.