La vida en un soplo (Cap. VII - 5ª parte)

Cap. VII - “Y volvió el amor”, 5ª parte de 7

Miré en los cajones de Maite y encontré varios anillos, los dejé donde estaban y pensé en ir al día siguiente lunes por la mañana a una joyería, en realidad acabé pasando por tres porque no encontraba lo que me gustaba para ella, al fin cuando lo encontré el empleado me preguntó para cuando lo necesitaba.

Yo: Para ahora mismo.

Empleado: Es que no sé si podrá ser.

Yo: ¿Puede preguntarlo por favor?, es que tengo prisa y si no puede ser ahora tengo que buscar otro sitio donde me lo hagan.

El chico desapareció por la trastienda, al momento salió un señor con un delantal puesto confirmándome que al medio día estaría a la medida del dedo de Maite.

Por la tarde cociné una buena cena, preparé la mesa de lujo con unas velas en el centro, también busqué en su armario y le dejé preparado un vestido bonito y la ropa interior que quería que llevara puesta, esperé nervioso que llegara, cuando entró lo miro todo y se le puso una sonrisa de oreja a oreja.

Nos abrazamos fuertemente sin parar de besarnos por toda la cara.

Maite: ¿Esto lo has hecho por mí?

Me la quedé mirando.

Maite: Vale, ya sé que me vas a contestar que es para el vecino, es que no lo pienso nunca.

Yo: ¿Cómo ha ido el fin de semana cariño?

Maite: Echándote mucho de menos.

Yo: Y con tus hijos.

Maite: Muy bien, me han dicho que me encontraban diferente.

Yo: ¿Diferente?

Maite: Sí, más contenta y feliz.

Yo: He preparado algo especial para nuestro reencuentro, ¿te duchas y te pones la ropa que he elegido para ti esta noche?

Maite: ¿Me has elegido la ropa?

Yo: Sí, y el tanga también, subo contigo y me cambio yo también.

Me puse una camisa, unos pantalones y americana, bajé a preparar algo para tomar antes de cenar, cuando bajó por las escaleras estaba preciosa, se había peinado bien y puesto algo de maquillaje, me quedé con la boca abierta como en mis mejores tiempos.

Maite: ¿Vas a cerrar la boca y esa cara de tonto o me pondrás roja de vergüenza?

Yo: Lo, lo, perdóname, es que me sorprende cada día lo bonita que eres.

Maite: Miedo me das, cuando te pones tan adulador es que algo quieres.

Yo: De momento vamos a brindar por nosotros.

Le ofrecí una copa de coctel y brindamos por nuestro reencuentro, nos sentamos en el sofá y me explicó los por menores del fin de semana, me levanté disculpándome para acabar de cocinar el primer plato, que era unos calamares a la romana y gambas al ajillo para picar entre los dos, el segundo lo dejé calentándose, la fui a buscar llevándola de la mano hasta la mesa, le separé la silla para ayudarla a sentarse, me senté delante, serví él vino blanco que tenía preparado dentro de una cubitera y levanté mi copa para brindar.

Maite (riendo): ¿Otro brindis?, que quieres emborrarme hoy también.

Yo: Este por nuestro futuro.

Chocó la copa repitiendo, “por nuestro futuro”, desplegué mi servilleta, las había dejado bien plegadas con forma de concha encima del plato, me la coloqué sobre las piernas, ella repitió lo mismo con la suya, pero al desplegarla cayó el anillo, sujeto por un hilo de coser quedando delante de su vista a tres dedos de la servilleta. Ahora fue a ella quien se le abrió la boca un montón quedándose callada y quieta, parecía que iba a cenar con una figura del museo de cera durante unos segundos, levantó muy despacio la mirada para fijarla en mis ojos con la boca abierta todavía, empezando a balbucear.

Maite: ¿Es, es, es, esto, que, que, significa?

Yo: De momento un regalo en señal de mi compromiso contigo, de amarte siempre que tú me dejes.

Maite: Pe, pe, pe, pero, co, co, ¿cómo se te ha ocurrido algo así?

Yo: Porqué te quiero tonta, no vas a decir si te gusta o no, o te lo vas a poner, ¿quieres que te lo ponga yo?

Maite (recuperando la voz): Es precioso, me encanta, pero te debe de haber costado muy caro, ¿me lo pondrás tú en el dedo?

Me levanté cogiéndole la servilleta de las manos que todavía la tenía en la misma posición, estiré rompiendo el hilo, le aparté a un lado un poco la silla con ella encima, puse una rodilla en el suelo, le cogí la mano, volvía abrir la boca de emoción, le puse el anillo en el dedo.

Yo: ¿Cariño, puedes cerrar la boca por favor?, que te va a entrar alguna mosca.

La cerró de golpe mirándome a los ojos.

Maite: Es que no me lo puedo creer, es como un sueño.

Adelantó su cuerpo en la silla, me dio un beso tierno en los labios abrazándome después muy fuerte, coloqué su silla en su sitio y me senté de nuevo, ella se miraba el anillo y volvía a abrir la boca.

Yo: Cariño la boca.

La volvió a cerrar de golpe.

Maite: ¿Esto quiere decir que algún día te casarías conmigo?

Yo: Lo haría mañana mismo, ¿Quieres hacerlo?

Despertó del golpe.

Maite: Pero que dices hombre, me encantaría, pero tú sabes la que liaría con mi familia, a mi padre le podía dar un infarto, dame un poco de tiempo para ir allanando el terreno.

Yo: Era broma mujer, tienes todo el tiempo que quieras, ¿cenamos ya, o tendré que recalentar los platos?

Empezamos a cenar, ella no paraba de mirarse el dedo con cara de tonta, serví el segundo plato.

Maite: Me has dejado tan sorprendida que no sé qué decirte, siempre me sorprendes de lo rápido que vas quemando etapas.

Yo: ¿Te gustaría ir más despacio?

Maite: No es eso, si me das tiempo para preparar a mi familia no tengo ningún problema.

Acabamos de cenar, aparté mi silla, me senté y la cogí de la mano levantándola, dejándola delante de mí, me miraba sonriente y feliz, le metí las manos por debajo de la falda del vestido desde las rodillas acariciándola, pasando por los muslos hasta llegar al tanga bajándoselo, levantó los pies para que se lo quitara, lo doblé en mi mano y me lo puse en la nariz para olerlo, puso una cara rara.

Maite: ¿Ya empiezas a hacer guarradas?

Sin decir nada me desabroché el pantalón, bajándolo junto con los calzoncillos hasta los tobillos, se mordía el labio inferior, la volví a coger de la mano para que se sentara encima de mí, me rodeó el cuello con sus brazos, empecé a besarla muy suavemente jugando con sus labios a la vez que le acariciaba los muslos. La polla respondía rápidamente, ella lo notaba y empezaba a respirar más rápido, me mojé los dedos con saliva y se lo pasé despacio por el chirri lubricándolo un poco más de lo que estaba, gimió profundamente.

Se levantó un poco, me agarró la polla y se la metió despacio hasta que no pudo más dejando ir un pequeño grito, me miró a los ojos y empezó a moverse, fue aumentando los movimientos con más fuerza, la silla empezaba a levantarse y dar golpes contra el suelo, ella cada vez gritaba más fuerte, hasta quedarse quieta con la boca abierta otra vez, sus ojos me miraban muy fijamente, cogió aire y empezó a correrse sin dejar de gritar en un orgasmo larguísimo, que bajaba de intensidad y volvía subir varias veces moviéndose muy despacio, notaba como la humedad me caía por los muslos, acabé corriéndome con ella. Dejó caer su cabeza en mi hombro abrazándome fuerte recuperándose, nos quedamos quietos en aquella posición, al poco rato.

Maite: Cariño.

Yo: Si mi amor.

Maite: Creo que hoy me he corrido varias veces seguidas.

Yo: ¿Lo crees o lo afirmas?

Maite (arrastrando las letras riendo): Looo afirrrrmo.

Las siguientes semanas fueron estupendas, yo notaba como mi corazón se abría cada día más a Maite, ella se lo merecía. Un miércoles me llamó Irene.

Irene: Una cosa nene.

Yo: ¿Qué te pasa Irene?

Irene: ¿Tú sabes cuándo es el cumpleaños de Maite?

Yo: Hostia puta no, ¿te puedes creer que no hemos hablado de eso?, no creo que ella sepa el mío tampoco.

Irene (recochineándose): ¿Qué si me lo puedo creer?, si tú solo piensas en follar campeón, como si no te conociera, por cierto, ella el tuyo sí que lo sabe, se lo acabo de decir hoy comiendo.

Yo: ¿Y no me piensas decir cuando es el suyo mamona?

Irene: ¿Qué me das si te lo digo?

Yo: Una mierda te voy a dar, como no me lo digas esta me la guardo y te juro que me la pagas.

Irene: Tranquilo fiera, tranquilo, ya te lo digo hombre.

Y así me enteré que día era el cumpleaños de Maite, manda cojones, con todo lo que habíamos llegado a hablar de sentimientos, del amor, de nosotros, y no nos habíamos preguntado nunca que día habíamos nacido, esas cosas solo me pasaban a mí, menudo gilipollas estaba hecho. El mío caía antes que el suyo, faltaban un par de semanas y yo sin pensarlo, con ella lógicamente me hice el loco esperando el día a ver que hacía.

Ese día por la mañana al despertarme me la encontré mirándome como dormía.

Yo: ¿Hace mucho rato que me estás mirando mi amor?

Maite (sonriendo): Sí, hace un buen rato, duermes como un niño, con una cara de felicidad envidiable, me parece que hoy es un día importante para alguien.

Yo: ¿A sí, y tú como lo sabes?

Maite: Me lo ha dicho un pajarito.

Una “pajarraca” más bien pensé, me senté en la cama apoyando la espalda en el cabecero, la abracé levantándola sentándola encima de mí con una pierna a cada lado de mi cuerpo, le puse las manos en la cintura besándola tiernamente.

Yo: Buenos días amor mío.

Cogió algo del cajón de la mesita y me dio un beso un poco más intenso, cuando se separó me enseñó un regalo con su cinta roja y todo.

Maite (cara feliz): Feliz cumpleaños amor.

Puse cara de tonto.

Yo: ¿Pero cómo te has enterado?, ¿tienes una red de espías?, ¿trabajas para el CNI?, ¿qué me has comprado cariño?

Maite (riendo): Qué tonto eres, no me imites, quieres abrirlo de una vez a ver si te gusta, sino, podemos cambiarlo.

Era un reloj con GPS para hacer deporte.

Maite: Con esto podrás tener en el móvil todas las sesiones de correr o en bicicleta que haces, y podrás comparar tus progresos, y…

Yo: Te has informado bien cariño, me encanta, el que tengo ya tienes unos añitos, has tenido una idea genial.

Me abrazó con una cara de felicidad enorme, me besó durante mucho rato sin separarse, me empezaba a poner cachondo notar su cuerpo encima, sus labios melosos junto a los míos con su lengua jugando con la mía.

Yo: ¿No vas a llegar tarde al trabajo mi amor?, se está haciendo tarde.

Maite (mirándome a los ojos riendo): Esta es otra sorpresa, me he cogido el día libre para estar contigo.

Yo: Esto ha sido el mejor regalo cariño, no lo cambio por nada del mundo, cada segundo contigo es la felicidad completa.

Maite: Calla tonto que me pones colorada.

Yo: No te muevas.

Cogí el pulsómetro de la caja y me lo puse en el pecho, le di al “start” del reloj y empezó a marcar mis pulsaciones, unas setenta y cinco, Maite reía mirándome.

Maite: ¿Y todo esto?

Yo: Voy a saber a cuantas pulsaciones eres capaz de ponerme cuando me follas.

Maite se descojonaba de risa.

Maite: Qué loco estas amor.

Se tiró a mis labios devorándomelos acariciándome el pecho a la vez, miré el reloj, ochenta y cinco, le puse una mano en la nuca y con la otra le acaricié una teta por encima del camisón, se incorporó un poco pasándome los brazos por detrás del cuello, seguía besándome con la cabeza más alta que la mía, teniendo que mirar yo hacía arriba para encontrar sus labios, bajé la mano de la espalda, se la pase despacio acariciándole el culo por encima de las bragas, gimió suavemente, miré el reloj, ciento diez. Bajé la otra mano a su culo agarrándolo con fuerza con una mano en cada cachete, volvió a gemir, me miraba excitada sin dejar de besarme, le pasé las manos por la cintura siguiendo las bragas, las agarré y estiré hasta romperlas, dio un pequeño grito.

Maite (muy excitada): Como me pones cada vez que me las arrancas cabronazo.

Miré el reloj, ciento cuarenta y pico, le puse la mano directamente en el coño rubio frotando lentamente, notando como se humedecía y enganchaba un gemido con otro, agarró la sabana dando un tirón por debajo suyo para sacarla de en medio de los dos, yo dormía en pelotas, después me cogió la polla asegurándose que estaba bien tiesa sentándose encima, metiéndosela muy despacio hasta el final, miré el reloj, cinto ochenta, cerró los ojos y empezó a moverse muy despacio arriba y abajo, después cambió de adelante atrás, cada vez gritaba más fuerte, yo veía como las pulsaciones subían sin parar, volvió al abajo arriba más fuerte y al poco cambió otra vez adelante y atrás, sin volver a hacer ningún otro cambió acelerando cada vez más, seguía con los ojos cerrados mirando para arriba sintiendo con cada poro de su piel.

Pasó a un ritmo muy alto gritando mucho, bajándolo respirando muy fuerte, volviendo a subir con gritos más fuertes, volvía bajar y respirar atropelladamente, para rápidamente ir subiendo poco a poco volviendo a correrse con gritos ya cansados, abrió los ojos mirándome con la cara desencajada, apoyó sus manos en mi pecho para coger fuerzas y seguir moviéndose encima de mí, volviendo a iniciar una serie de gritos de menos a más hasta corrernos juntos, ella por última vez, abriendo mucho los ojos y escapándose algo de saliva de su boca que caía sobre mi pecho, miré el reloj, casi doscientas. Cuando acabó, se dejó caer colocando la cabeza junto a la mía totalmente destrozada, movía la cabeza suavemente restregándose con mi cuello dándome besitos.

Maite: Por Dios, no puedo más, no sé cuantas veces me he corrido, me pones a cien.

Yo: Tú a mí a doscientos mi amor.

Estuvimos en esa posición un buen rato, ella empezó a besarme el cuello por un lado subiendo despacio hasta el oído.

Maite (susurrando): Ahora tengo ganas de hacer una cosa.

Yo: Eres libre de hacer lo que quieras.

Me la volvió a coger con una mano pajeándola muy despacio, me miró sonriente a los ojos, yo le aguanté la mirada mientras ella poco a poco aceleraba la paja, a mí me crecía cada vez más el ciruelo, paró, se llevó la mano a la boca y le pasó la lengua de punta a  punta mirándome a los ojos, como diciendo mira lo que estoy haciendo, la volvió a coger acelerando más los movimientos con la mano mojada, se puso un poco más de lado para poder hacerlo mejor, bajé la cabeza, levantándole el camisón con una mano y chuparle un pezón para ponérselo duro y poder succionarlo suavemente.

Seguía subiendo el ritmo de la paja, me mojé los dedos mirándola como había hecho ella hacía un momento, pasando la mano por detrás y buscarle el culo para jugar con su ojete, dio un pequeño grito de sorpresa, le di vueltas por fuera lubricándolo metiéndole muy poco a poco la punta de uno, movió el cuerpo mirándome, cuando tuve medio dedo dentro, poco a poco lo fui sacando para volver a meterlo simulando que me lo follaba, empezó a mover el culo acompañando gimiendo un poco, ya tenía casi todo el dedo dentro moviéndolo dilatando, lo saqué, me miró como preguntándome porque lo sacaba y le metí dos juntos muy despacio.

Abrió los ojos de la impresión sorprendida, cuando le metí más o menos la mitad y empecé a entrarlos y sacarlos ella inició muy despacio el movimiento de nuevo, gimiendo con más fuerza cambiando la cara excitándose, la paja seguía a buen ritmo, pasé por delante suyo la otra mano llegando a su chumino, frotándolo, estaba totalmente mojada otra vez, me miró a los ojos con pasión para que siguiera, le metí dos dedos en la vagina follándola a la vez por delante y por detrás, dio un buen grito perdiendo un poco el ritmo con mi polla, estiré la mano para acariciarle el clítoris mientras seguía metiendo y sacando los dedos, los gritos se fueron juntando unos con los otros, aumentando el volumen hasta correrse moviendo todo el cuerpo, metiéndole y sacando los dedos del coño y del culo descontrolando totalmente mí paja, yo no aguante más y me corrí saliendo chorros de semen manchando el cabecero, mi cara, mi pecho y los últimos sobre mi barriga, me miró sin soltármela con cara de no saber exactamente lo que había pasado, bajó la cabeza y se la metió en la boca dándole unas cuantas succiones para que saliera lo poco que me quedaba dentro tragándoselo, me pasó después la lengua por la cara para limpiarme una mancha de semen, me miró a los ojos y me dio un morreo, se quitó el camisón y estiró su cuerpo encima del mío quedando enganchados por mis flujos en medio.

Maite: Madre mía que mañana, que mañana.

Yo: ¿Te ha gustado amor?

Maite: Me has sorprendido, como siempre que estoy contigo.

Me miró a los ojos de nuevo.

Maite: ¿Me la meterás algún día por detrás?, ¿por eso jugabas tanto con mi culito?

Yo: Será uno de tus regalos en tu cumpleaños.

Maite (riendo): ¿Ya as descubierto cuando es?

Yo: Me lo ha dicho un pajarraco.

Maite (sonriendo): Que malo eres. Creo que vamos a tener que cambiar toda la ropa de cama, como lo hemos dejado todo.

Yo: Y nosotros también estaría bien que nos ducháramos un poco, ¿no te parece?, ¿Qué te gustaría hacer hoy?

Maite: No salir de la cama contigo al lado.

Yo: Esta hecho.