La vida en un soplo (Cap. VII - 3ª parte)
Cap. VII - Y volvió el amor, 3ª parte de 7
Nos vimos cada día de la semana, el jueves nos despedimos hasta el lunes, tenía que ir a recoger a sus hijos al cole el viernes para estar con ellos el fin de semana, ese mismo viernes quedé con mis socios para cenar con ellos y contarles como nos iban las cosas.
Irene: ¿Estas contento?
Yo: Mucho, hemos avanzado tanto en tan poco tiempo que me parece increíble.
Irene: ¿Avanzado?
Yo: Nos queremos con locura.
Irene: Para, para, ¿Qué os queréis en tan poco tiempo, pero tú estás bien de la cabeza criatura?
José María: Pero si no lo ha estado nunca lo va a estar ahora que chochea.
Yo: Cállate la boca cabrón, hemos pasado un fin de semana que no lo olvidaré en la vida.
Irene me miraba sonriendo, yo les expliqué la sorpresa que le preparé y como la sorprendí.
José María (riendo): Joder, si me lo haces a mi también te querría con locura.
Irene: Quieres cerrar la boca insensible de los cojones, a mí, si el tonto ese que tienes al lado me lo hubiera hecho se me hubieran caído las bragas.
José María: Seguro que a ella también se le cayeron.
Los dos a la vez: Que te calles coño.
Irene: Ya sé que no te gusta hablar de esto, pero, ¿el sexo que tal?
José María: Coño por fin un tema que me interesa, ¿Qué tal?, ¿Qué tal?
Lo miramos los dos saliéndonos rayos de los ojos.
José María: Vale, vale, ya no abro más la boca en toda la puta noche.
Yo: El sexo es abundante y de muchísima calidad Irene.
José María iba a hacer algún comentario, al ver como lo estábamos mirando, se pasó los dedos por encima de los labios como cerrando una cremallera y no dijo nada.
Irene: Hostia, pues esperaba que fuera más mojigata, con el carca de marido que tuvo sé por ella que no estaba muy puesta, ya esperaba que con el tiempo tú le enseñaras unas cuantas cosas, pero tan pronto quiere decir que algo de guarrilla le corría por dentro.
José María: Joder con la carita de monja.
Irene: Cariño, esta noche te quedas sin follar por gilipollas, bocazas.
No sé si acabó follando o no, yo me fui a dormir y caí rendido pronto.
El lunes por fin nos volvimos a encontrar con Maite, abrazándonos como si no nos hubiéramos visto en años, estuvimos todo el rato enganchados, besándonos como dos adolescentes enamorados, salimos cada día, el miércoles cuando la pasé a recoger.
Maite: He comido en el gimnasio con Irene, nos ha vuelto a invitar el viernes noche para cenar y tomar unas copas con ellos, me ha dicho que lleve el pijama y que nos quedemos a dormir.
Yo: Yo ya tengo una habitación fija de las veces que me he quedado, pero el pijama creo que sobra.
Maite (sonrojándose): No pienso follar en casa de Irene, ¿y si nos oyen?, que vergüenza.
Yo: No lo decía para follar coño, es que me gusta dormir contigo en pelotas, eso es todo.
Maite: Vale eso sí, me llevaré una camiseta y unas bragas limpias.
Yo: Sabes que se me está ocurriendo algo para hacerle a eso dos cabrones.
Maite: Que miedo me das amor.
Le expliqué el plan y el viernes nos presentamos en casa de mis socios, José María nos abrió la puerta, entramos con cara de mala leche, yo con un ramo de flores como siempre que le puse con fuerza a Irene en las manos, Maite con una botella de vino en cada mano que casi se las tira al aire a José María, él las cogió cambiando la cara alegre a susto sin entender nada.
Irene (asustada): Por Dios, ¿qué os pasa?, ¿habéis discutido?
Yo (enfadado): Como fuiste tú quien nos presentaste te la traigo para devolverte a esta cabrona de mierda.
Maite cogió un cuchillo de encima de la mesa que ya estaba preparada para cenar.
Maite (enfadada): Te he dicho que como me volvieras a insultar te cortaba los cojones gilipollas.
Las caras de Irene sujetando el ramo y José María con una botella en cada mano eran para verlas, me acerqué más a Maite y esta levantó el cuchillo.
Maite: Eso, acércate más, que te voy a desgraciar hijo de puta.
Irene dio un grito de terror, José María dejó rápidamente las botellas encima de la mesa, y se puso delante de mí para que no siguiera avanzando en dirección a Maite.
Yo: Apártate, a ver hasta donde es capaz de llegar esta cabrona.
Maite: Acércate y lo veras tonto de los cojones.
Irene: Por favor Maite, deja el cuchillo y hablemos civilizadamente.
Maite: Con ese inútil no se puede hablar civilizadamente Irene, es un energúmeno.
Yo: Energúmeno, cuando te pille te voy a hacer picadillo gilipollas.
José María (gritando): Ya está bien coño, tranquilizaros de una puta vez hostia.
Relajamos un poco la tensión.
Yo: Por favor José déjame pasar.
José María dudó un momento y empezó a apartarse, Irene estaba aterrada, vi en la cara de Maite que casi se le escapaba la risa, cuando quedó el camino libre pegué un salto llegando al lado de Maite, Irene pegó un grito terrible esperando una desgracia, nosotros nos enganchamos en un morreo impresionante abrazándonos con fuerza.
Nos separamos riendo y ellos ponían cara de no poder creérselo, Irene se sentó en una silla y empezó a llorar, José María caminó cansino hasta el sofá sentándose poniéndose la cabeza en medio de los brazos.
Maite: Lo ves animal, ya te dije que era muy fuerte.
José María: Esto ha sido idea tuya zumbado de los cojones, estás como una puta cabra, ¿Cómo coño se te ocurre hacernos esto a nosotros?
Abracé a Irene para consolarla.
Yo: Lo siento, era una broma que se me ha ido de las manos.
Irene me apartó.
Irene: ¿Que lo sientes, pero tú qué coño tienes en la cabeza?, ¿y tú, Maite?, le sigues las bromitas al “atontao” este, desde luego sois uno para el otro.
Pusimos los dos cara de pena.
Maite: Perdonarnos por favor, estamos enamorados como tontos y hacemos tonterías.
Irene se levantó de golpe con mala leche.
Irene: Tengo unas ganas de pegaros un par de hostias a cada uno para quedarme tranquila que no os lo podéis imaginar.
Maite y yo nos arrodillamos poniendo las manos como si fuéramos a rezar.
Yo: Estamos muy arrepentidos y avergonzados os juro que jamás os volveré a hacer algo así.
Irene se relajó y empezó a reír tímidamente, Maite se levantó y la abrazó riendo las dos, yo fui a buscar a mi amigo para levantarlo del sofá.
José María: Estoy pensando muy seriamente en echaros a los dos a la puta calle, Irene, ¿los echamos de casa y cenamos tranquilamente nosotros?
Irene: Déjame que me lo piense un momento, ahora mismo los echaba y me quedaba tan ancha.
Se juntaron los dos y se hablaron al oído, nosotros estábamos juntos de pie cogidos de la mano, mirándoles esperando el perdón o que nos echaran en aquellos momentos, no lo tenía nada claro. Se nos había ido de las manos todo aquello, Maite dejó caer su cabeza sobre mi hombro cogiéndome la mano con las dos suyas.
Irene (riendo): Pero tú has visto José que pinta de “enchochaos” que tienen estos dos.
José María empezó a caminar para la cocina.
José María: “Enchochaos” pero con mucha mala leche.
Salió con una botella de vino abierta y sirvió en la copa de Irene y la suya.
José María: ¿Qué hacemos Irene?
Irene: Sentaros de una puta vez, par de gilipollas.
Dimos un saltito los dos a la vez y nos sentamos uno delante del otro con una sonrisa como dos niños.
Irene: Pero me vais a explicar con pelos y señales vuestra relación porque me tenéis intrigada.
Maite: ¿Con pelos y señales?
Irene: Y sin dejaros ningún pelo ni ninguna señal.
Yo: ¿Nos vamos mi amor?
Maite (riendo): Para tonto no me hagas reír, se lo merecen, si a ti no se te hubiera ocurrido esta tontería ahora estaríamos la mar de tranquilos.
Puse cara de inocente y de pena.
José María: Es lo primero que oigo con un poco de cabeza esta noche.
Ayudamos todos a sacar los platos y empezamos a cenar con un poco más de tranquilidad, Maite dio un primer trago de vino muy largo, pensé que estaba nerviosa por todo lo que había pasado.
Irene: Esto no os lo voy a perdonar nunca, y tú Maite me quieres decir ¿cómo puedes perder el culo de esta manera por este tío que cada día está peor de la cabeza?
Maite volvió a beber de la copa, José María le sirvió más.
Maite: El viernes pasado cenó con vosotros y ya os explicó lo de la sorpresa ¿verdad?, cómo queréis que no me enamore de él si hace esas cosas tan bonitas por mí.
José María: Si, yo ya le dije que si me la hubiera…
Irene le lanzó una mirada y José María se calló de golpe.
José María: Mejor sigo cenando antes que se enfríe la comida.
Irene: Su versión de lo que pasó ya la sabemos, pero me gustaría saberla desde tú punto de vista Maite.
Maite: Yo no sabía nada, y mira que intenté sonsacarle algo, pero el tío no me adelantó nada de nada. Cuando llegamos al puerto, yo pensaba que había preparado algo en algún restaurante o en un hotel, de golpe me giró y se ilumino el barco como dándonos la bienvenida, en ese momento se me cayeron las bragas Irene…
Volvió a beber
José María: Lo ves, lo sabía…
Irene: Te quieres callar de una puta vez, o esta noche te quedas sin follar otra vez inútil.
José María: Lo siento, sigo cenando, tranquilos podéis seguir.
Maite: Luego me regalo la ropa oficial…
Irene: Que chulo, así podremos navegar todos juntos algún día.
Maite: Y luego me hizo hacer el juramento “Akuariano”.
José María se atragantó con el vino.
José María: ¿El juramento de qué?
Irene: ¿Qué le hiciste jurar Luis?
Yo: Bueno, esa parte la podemos saltar sin problemas.
Volvió a beber, en un momento había bebido más vino que en todas las cenas conmigo, como mucho la había visto beberse media copa, pero ese día llevaba casi dos en aquel momento.
Maite (riendo): Después me llevó a una cala preciosa y me vistió con un vestido que parecía de princesa, hasta la ropa interior me regaló.
José María: No me jodas, la vestiste tú, como el que viste a una muñeca.
Yo: No, la vestí como el que viste a una chica preciosa con un cuerpo que tira para atrás, gilipollas.
Maite me miró a los ojos cogiéndome una mano por encima de la mesa, volvió a pegarle un buen trago a la copa.
Maite (con voz un poco borracha): ¿A que es un encanto?
Irene: Hizo algo tan sensual que tú cariño jamás serás capaz de pensar, no te queda nada de aprender de tu amigo zoquete.
Maite (riendo): Sensuales me hizo unas cuantas cosas más, pero no os las voy a contar que me da mucha vergüenza.
José María: Mejor, que todavía me pondréis cachondo esta noche.
La cabrona de Irene le estiró de la lengua.
Irene: Cariño no pasa nada, estamos casi en familia, nos puedes explicar cositas que de aquí no saldrá.
José María: “Casi” no, somos familia.
Le volvió a llenar la copa el mamón, Maite tomó otro trago largo y se le subieron los colores a la cara de lo “chispá” que iba.
Maite: Bueno, lo del juramento fue divertido pero muy inútil la verdad.
Irene: Eso, eso, explícanos lo del juramento que yo ya no me acuerdo, hace mucho tiempo que lo hice.
Nos guiñó un ojo a su marido y a mí la hija puta. Maite volvió a beber, yo me llevaba las manos a la cara pensando lo que podía explicar ella en aquella cena, mis socios empezaban a reírse.
Maite: Imagínate que lo más importante del juramento es, que me tengo de follar al propietario del barco cuando a él le dé la gana…
Los dos se taparon la boca con la mano soltando una carcajada, yo me la puse de vergüenza.
Maite: No te parece idiota el juramento, si no paramos de follar en todo el día, qué más da quien empieza, que tontería de juramento por favor.
Nos reímos los tres como locos, y ella nos miraba mientras bebía otra vez.
José María: Hostia puta que vuelven a empezar como el otro día, esto no me lo pierdo.
Irene: ¿Qué bien os lo pasáis no?
Yo miré a Irene pidiéndole que parara ya de hacerle preguntas, ella me devolvió la mirada como diciendo, y una mierda para ti.
Maite (riendo): Amiga mía, no te lo puedes llegar a imaginar…
Maite bajó la voz como explicándole un secreto.
Maite: Lo que pasa es que mi novio es un poco “guarrote”.
Irene: No me lo puedo creer, pero si está todo el día metido en la ducha y hace muy buena olor.
Maite le dio un golpe a Irene en el hombro echando el cuerpo para atrás que pensaba que se caía de la silla.
Maite: No tonta, no me refiero a eso.
Irene: ¿A no?, pues no se qué quieres decir.
Maite (volviendo a bajar la voz): Imagínate que a una mojigata de mierda como yo, que pensaba que lo normal era follar como el misionero, y lo de ponerme yo encima era algo muy especial, va este…
Me dio un golpe en el pecho con el reverso de la mano bastante fuerte, que les hizo soltar otra carcajada.
Maite: Y la primera noche que salimos, je, je…
Irene: ¿Qué pasó?
Maite: El muy guarro, hizo que me corriera chupándome el chumino nena.
José María se atragantó otra vez con la comida, descojonándose de risa los dos, yo me reía tapándome la boca.
Irene: ¿Y no te gustó?
Maite: Joder si me gusto, me puso tan cachonda que con solo pensarlo me mojo las bragas.
Volvieron a troncharse.
Irene: Pues entonces ya has aprendido una cosa nueva.
Maite: Una no, he aprendido muchas.
Me dio otro golpe en el pecho.
Maite: Es que este, mi novio el “guarrete”, me ha enseñado también a mamársela, je, je, y no te puedes imaginar el pedazo de polla que tiene, y cómo se corre el cabroncete, lo dejo seco, seco, je, je.
Mis socios se reían con tanta fuerza que no podían respirar.
Irene: ¿Qué me dices?, ¿la tiene muy grande?
Maite muy seria separó las manos enseñándole más o menos el tamaño, pero estaba tan perjudicada que se le movían sin poder pararlas en una posición fija.
Maite: Yo que hasta ahora solo había visto la de mi ex, je, je, menos mal que he parido dos veces si no a mi no me la mete este “guarrote”.
Irene (no pudiendo parar de reír): Pues entonces estas encantada con tu novio.
Maite: Siiii, (dándome otro golpe), Encantada es poco, ahora le ha dado por jugar con el agujero de mi culo nena, todavía no se bien que es lo que busca.
Otro descojone de risa.
Irene: Que novio más majo tienes, que suerte.
Maite: ¿Quién?, este, (dándome otro golpe), es más que majo, es muy romántico, muy cariñoso conmigo, me trata como a una reina, me quiere mucho, muchiiiisiiiiimo, y es muy guapoooo, (mirándome con cara de tonta), y ¿sabes lo que más me gusta?
Irene (que no se le entendía nada de tanto reír): Que cariño.
Maite (mirando al techo): Como me quita las bragas nena, lo hace con una maestría y me pone tan cachonda que si no estuviera tan borracha me lo follaba ahora mismo.
Mis amigos se revolcaban por el suelo, ella se giró poniendo su cara delante de la mía y me agarró con las dos manos por la cara.
Maite: Que novio más guapo tengo, ¿a que sí?
Me giró la cara enseñándosela a Irene.
Irene: Es guapísimo cariño.
Maite: Y un “guarrote”.
Me dio un beso medio en los labios y media cara, porque no acertó bien de lo borracha que iba.
Maite: Ahora nos tomaremos algunas copas verdad.
Se levantó de la silla y las piernas no la aguantaban casi cayendo al suelo, la cogí rápido en brazos.
Maite: Me parece que me he pasado un poco con el vino, je, je, me llevas a la cama príncipe mío, pero no me bajes las bragas que ahora no me entero de nada.
Irene y José María reían que parecía que la casa se nos iba a caer encima, mientras me la llevaba caminando para la habitación.
Maite (borracha perdida): Que novio más guapo me he “buscao”, y cuanto le quiero, y que tonta me tiene, (la voz se le iba apagando), y cuanto me gusta cuando…
Se quedó dormida en mis brazos, la metí en la cama y me uní con mis socios en el salón que ya me esperaban sin dejar de reír y unas copas preparadas.
Nos juntamos a desayunar el día siguiente, Maite todavía dormía. Cuando apareció por la cocina llevaba un careto de resacón terrible.
Maite: Como me duele la cabeza por Dios, como coño me dejasteis beber tanto, que yo no estoy acostumbrada, espero no haber dicho ninguna tontería porque no me acuerdo de nada.
Yo: No cariño, no te preocupes, no dijiste ninguna indiscreción.
Irene (escapándosele la risa): No, que va.
José María (riendo): Sí, estabas muy simpática y reímos mucho.
Maite (despistada): Mejor, ahora mismo solo recuerdo la palabra “novio”, ¿de donde la debo de haber sacado?
Yo: A veces la cabeza recuerda cosas raras.
José María: Y tanto, si pudieras ver la mía por dentro alucinarías.
Se fue al jardín a morirse de risa el hijo puta.
Maite: ¿Qué le pasa a José María?
Irene: No le hagas caso cariño, ya chochea el cabrón, ven, come algo que te irá bien para la resaca.
Después de desayunar íbamos de camino para casa, conduciendo con ella apoyando su cabeza en mi hombro.
Maite: ¿De dónde me viene continuamente a mi cabeza la palabra “novio”, no lo entiendo?
Yo: La cabeza a veces nos hace malas pasadas cariño, no le des más vueltas.
Se quedó en silencio durante el resto del camino pensando, estando ya en casa, yo estirado en el sofá con ella al lado medio dormida, pegó un salto y se puso de pie mirándome.
Maite (nerviosa): Ya me acuerdo, te lo dije a ti, dije que eras mi novio, lo dije varias veces, una de ellas con tu cara sujeta por mis manos, que vergüenza, a saber la de tonterías que llegué a decir.
La cogí de una mano y la estiré a mi lado en el sofá quedando los dos mirándonos cara a cara.
Yo: ¿Para ti es una tontería decir que soy tu novio?
Se puso nerviosa sin saber que decir.
Maite: No, bueno, no sé, es que hace tan poco tiempo que vamos juntos que…
Le tapé la boca con la mía, ella pasó los brazos por detrás de mi cuello respondiendo con un beso largo.
Maite: Que bien que besas cariño.
Yo: No me cambies de conversación.
Maite: ¿Cuántas tonterías dije además de esta mi amor?
Yo: Solo dijiste cosas muy bonitas y dulces de nosotros, no te preocupes, pero no me cambies de conversación y respóndeme.
Maite (enfadada): ¿Qué quieres que te conteste coño?
Yo: La verdad.
La volví a besar incorporándome un poco dejándola boca arriba a mi lado, le acaricié las tetas, bajé la mano hasta la rodilla, subiéndola arrastrando la camiseta que llevaba puesta sin pantalones, paré en la parte interna del muslo casi tocándole las bragas.
Yo: ¿Me respondes?
Ella me miraba enamorada a los ojos negándomelo con la cabeza, subí un poco más la mano y empecé a acariciarle el chocho por encima de las bragas, levantó una pierna y la abrió para dejarme el camino libre, le acariciaba de arriba abajo suavemente empezando a gemir.
Yo: ¿Me respondes?
Con los ojos casi en blanco por la excitación me lo volvió a negar con la cabeza, metí dos dedos por dentro de las bragas y le toqué el chichi directamente gimiendo más fuerte, movía los dedos por dentro pero me costaba hacerlo como yo quería, así que se las cogí por los lados y dando un tirón fuerte se las rompí, dando un pequeño grito de excitación cayendo el trozo de ropa por delante del chichi dejándolo al descubierto, puse un dedo justo encima del clítoris dando pequeñas vueltas, volvió a gemir mirándome a los ojos muy excitada, bajé el dedo repasando los labios menores llegando al agujero, lo metí despacio pero sin parar de lo mojado que estaba, grito fuerte y apretó su brazos sobre mi cuello.
Yo: ¿Me respondes?
Tremendamente excitada volvió a mover la cabeza, giré la muñeca y sin dejar de meterle el dedo dentro con el pulgar le di vueltas al clítoris cambiándole la cara gritando más seguido, al poco le metí otro dedo y puse toda la mano encima de su chocho frotándolo despacio, estiró el cuello y puso los ojos en blanco sin dejar de gritar.
Yo: ¿Me respondes?
Lo negó de nuevo, fui acelerando los movimientos de la mano gritando cada vez más fuerte hasta empezar a correrse, en medio del orgasmo.
Yo: ¿Qué me respondas joder?
Acabó con un orgasmo larguísimo apretándome más fuerte con los brazos el cuello, poniendo su cabeza encima de la mía hablándome al oído.
Maite (recuperándose del orgasmo): Eres el novio más increíble que he podido encontrar, mi novio, mi novio, me tienes loca, sí, sí, sí, eres mi novio, ¿tienes algún problema?
Dejándome casi sordo.
Yo: Muchas gracias por responder, espero que no me cueste tanto tener una respuesta tuya cada vez que te pregunte algo.
Separó un poco la cabeza y me miró a los ojos.
Maite: A no, ahora te toca a ti decirme que crees tú de esto, no te vas a ir de rositas así como así, ¿soy tú novia?, O me tengo que buscar otro menos guarrote.
Yo: Si me amenazas no creo que te conteste.
Maite: Siempre te puedo amenazar de otra manera más dura.
Yo: ¿Cómo castigarme sin follar?
Maite: Si hombre, te crees que soy idiota, si hago eso también me castigo yo, pero tengo otras armas como amenazarte con una jeringuilla, ¿Qué te parece esta?
Yo: Como hagas eso la vamos a tener muy gorda tú y yo cariño.
Y la muy hija de puta puso una carita de pena terrible, me miró con ojos tristes, bajando la cabeza.
Maite (con voz de pena): ¿No quieres que yo sea tu novia?, ¿prefieres a otra?, ¿te has aprovechado todo lo que has querido de mí y ahora ya no me quieres?
Yo (riendo): Yo soy un cabrón, pero tú me ganas nena, como has aprendido a tocarme la fibra para convencerme de lo que quieres.
Maite (haciéndose la triste): ¿Me vas hacer llorar y no me lo contestaras?, contéstame por favor, solo pido que mi novio me conteste.
Yo: Por favor, no sigas con eso que me dejas hecho polvo, claro que eres mi novia, la mejor que tengo.
Maite (dándome un golpe en el hombro): ¿Cómo que la mejor que tienes?, ¿pero eso que es?, a ti te…
Se intentaba levantar de mi lado enfadada, la cogí por la nuca y acerqué sus labios a los míos besándola con mucha pasión, la separé un poco mirándola fijamente a los ojos.
Yo (serio): Te quiero más que a cualquier otra persona en esta vida, lo que quiero es que seas algo más que mi novia.
Cambió la cara de golpe sorprendiéndose.
Maite (nerviosa): Me estoy poniendo muy nerviosa, ¿qué quieres decir con eso?
Yo: Que me gustaría que dejaras tu cepillo de dientes al lado del mío.
Se quedó callada sorprendida sin saber que decir.
Maite: ¿Me estas pidiendo que me venga a vivir contigo?
Yo: Esta es mi chica, mira que llegas a ser espabilada nena.
Maite (nerviosa): Pero yo tengo a mis hijos, tengo muchas cosas que arreglar, ellos todavía no saben nada de nada.
Yo: Tranquila, tranquila, cálmate y escúchame, que yo aunque no lo parezca pienso mucho, de momento sigues con tu vida normal, lo único que te estoy pidiendo por favor o de rodillas si quieres, es que vivas aquí conmigo los días entre semana, cuando tengas a tus hijos sigues en tu casa con ellos como siempre, para ellos no habrá ningún cambio y nosotros podemos estar más tiempo juntos, solo que tendrás que hacer algunos kilómetros más al día con el coche.
Relajó la cara, me miró pensativa y se puso encima de mí de un salto.
Maite (muy alegre): No me puedo creer que me lo pidas, ¿Cuándo quieres que lo haga?, ¿me ayudaras a traer cosas de mi casa?, ¿de verdad me lo pedirías de rodillas?
Yo: Pero que facilidad tienes para hacer mil preguntas seguidas hostia, alucino cada vez que lo haces. ¿Cuándo?, ahora mismo, por mí ya estás viviendo aquí. ¿Si te ayudaré?, mañana domingo por la mañana podemos ir a tú casa y traer el cepillo y algunas cosas más. ¿Y si te lo pediría de rodillas?
Me levanté del sofá, ella se sentó mirándome fijamente emocionada, abrí un cajón del mueble, saqué un llavero muy bonito que hacía días había comprado, con su nombre grabado y con las llaves de casa y el mando a distancia del parking enganchados, me arrodillé delante suyo, estaba a punto de llorar, le cogí una mano se la abrí y le puse el llavero encima, le miré a los ojos.
Yo: Por favor Maite, hazme feliz y acepta estas llaves de la que me gustaría que fuera también tú casa.
Empezaron a caerle lágrimas por la cara, se miró el llavero.
Maite (emocionada): Esta grabado con mi nombre, que bonito, lo tenías todo pensado sin decirme nada.
Se me tiró encima cayendo los dos en la alfombra, ella encima y yo debajo, me empezó a besar por toda la cara sin parar y muy rápido, parecía una ametralladora.
Maite: Como coño no te voy a querer amor, si eres un ángel, me sorprendes cada día. ¿No podríamos ir a mi casa esta misma tarde?, esperar a mañana se me hace largo.
Yo: Lo que prefieras cariño, si quieres que sea hoy, vamos hoy mismo, y mañana lo celebramos como se merece.
Maite: ¿Mañana?, esta noche te voy a hacer una celebración que te vas a enterar nene.
Fuimos después de comer con el cuatro por cuatro, empezó a llenar maletas de ropa, coger algunas cosas personales, no paraba de ir de un lado para el otro abriendo armarios sacando ropa y cosas.
Yo: Si no te lo traes todo hoy no pasa nada, poco a poco lo podemos ir haciendo.
Maite: Pero si estoy cogiendo solo lo imprescindible cariño.
Yo: Pues el día que te lleves lo gordo me avisas que alquilaremos un camión bien grande, que exageración por favor.
Volvimos a casa, subimos a la habitación enseñándole toda una parte del vestidor vacía donde colocar sus cosas, intentaba ayudarla sacando cosas de las maletas hasta que se agobió y me envió a tomar por culo.
Maite (agobiada): Cariño déjame sola con esto que me estas poniendo nerviosa, ves abajo y cuando acabe bajo.
La esperé tomando algo y escuchando música, me quedé dormido esperando, cuando me desperté, la mesa estaba puesta y oí ruido en la cocina, me levanté, Maite salió corriendo con una camiseta mía puesta, se me colgó del cuello rodeando me cintura con sus piernas, la cogí por el culo notando sus braguitas, me volvió a ametrallar la cara a besos.
Maite (eufórica): Estoy tan contenta, tan contenta.
Metió su lengua en mi boca con una pasión tremenda, me puso a cien, me giré y la apoyé contra la pared, me miró a los ojos y volvió a besarme dejando escapar algún gemido, había pasado de eufórica a excitada en un momento.
Maite: Se me van a caer las bragas de lo mojadas que las tengo.
Si no estaba ya excitado aquellas palabras acabaron por volverme loco, la volví a besar, la miré a los ojos y con una mano, mientras con la otra la sujetaba del culo me bajé de un tirón el pantalón y la ropa interior, moviendo las piernas para sacármelos por los pies, con la misma mano le agarré las bragas y de un tirón se las arranqué tirándolas con fuerza, pegó un pequeño grito de sorpresa y excitación, me cogí la polla y apunté metiéndola lo más profundo que pude, soltó un grito importante. Allí, contra la pared, con sus piernas enrolladas en mi cintura, follamos totalmente descontrolados, corriéndonos los dos a la vez gritando como energúmenos. Nos limpiamos y volvimos al salón, me senté en el sofá con ella al lado estirada boca arriba y su cabeza encima de mis muslos mirándome.
Maite (sonriendo): ¿Piensas romperme muchas bragas más?, es para saber cuántas me tengo que comprar a la semana.
Yo: Te voy a dejar sin bragas que ponerte en cuatro días, así que vete acostumbrando a no ponerte nada debajo de la ropa.
Maite: ¿Contigo es imposible hablar en serio?
Yo: ¿Quieres que hable en serio?, muy bien, te voy a romper todas las que me dé la gana y el lunes te voy a comprar un carro lleno para que no te falten, te parece mejor así.
Maite: Si no te importa me gustaría elegirlas a mí, la que las tengo que llevar soy yo.
Yo: Pero el que las rompe soy yo...
Sonó el teléfono y me cortó la frase, era Irene.
Irene: Era para saber cómo estabais, esta mañana Maite no hacía muy buena cara.
Yo: Pues tendrías que verla ahora, está como una flor.
Irene: Pues pásamela que hablaremos de cosas de mujeres.
Le pasé el teléfono, Maite se separó un poco para tener intimidad pero pude oír como hablaba.
Maite: Estoy muy bien…, si durante el día he ido mejorando por momentos…, es que no te lo puedes imaginar…, estoy viviendo en su casa…, pues como lo oyes, esta mañana vivía en la mía y esta tarde ya vivo con él…, si es un encanto…, claro que voy a cuidar de él…, no te preocupes Irene, de verdad, somos muy felices juntos…, ya sé que hace muy poco que vamos juntos, pero todo está saliendo tan redondo que no podemos perder la oportunidad…, gracias Irene ahora te lo paso.
Se me acercó con el teléfono y me lo dio.
Maite: Irene quiere hablar contigo.
Yo: ¿Ya os habéis puesto al día?
Irene: Me parece que sois un poco inconscientes dando un paso así, pero si vosotros sois felices a mí me parece bien, cuídala Luis por favor, no os hagáis daño que me sabría muy mal.
Yo: Tranquila Irene, vamos a vivir esto al cien por cien y lo disfrutaremos segundo a segundo.
Irene: Eso es lo que me preocupa Luis, eso.
Yo: Coño, ahora el que se preocupa soy yo, ¿qué quieres decir?
Irene: Que no sé si estáis preparados para hacerlo.
Nos despedimos y lo dejamos ahí, pero a mí me empezó a dar vueltas la cabeza, ¿porqué Irene no estaba convencida de que fuéramos capaces de hacerlo?, ¿habría notado algo ella que a mí se me escapaba?, pensé en pasar un día de estos por la empresa y hablar con ella sobre el tema.
Maite: ¿Cenamos cariño?, la tengo preparada, solo tengo que calentarla un poco.
Mientras cenábamos le pregunté.
Yo: Maite, ¿crees que Irene está preocupada por algo con nosotros?
Maite: A mí también me ha dejado esa sensación, pero no sé porqué se ha de preocupar, todo va bien entre nosotros, ¿no?
Yo: Por mí va perfecto, y ¿por ti?
Maite (sonriendo): No podría ir mejor.