La vida en un soplo (Cap. VII - 2ª parte)

Cap. VII - “Y volvió el amor”, 2ª parte de 7

Al día siguiente temprano fui a buscar unas cuantas cosas para que me instalaran en el barco, mientras trabajaban en él fui a buscar la ropa oficial del “AKUARIES” para ella, incluyendo una gorra para cada uno a las que les grabé en la frente:

M&L

AKUARIES

Después, pasé por unas tiendas de ropa para comprar unas cuantas cosas más, finalmente encargué en un catering de confianza la comida para cenar.

Creo que tuve que aguantar un día más de interrogatorios de Maite por saber lo que le estaba preparando, yo no cedí y conseguí no adelantarle nada de la sorpresa.

Quedamos que la pasaría a buscar el viernes sobre las siete de la tarde por la clínica, llegué puntual, salió ella con una bolsa y un vestido muy bonito puesto, creo que intentó vestirse para la ocasión, estaba guapísima, se pasó todo el puto viaje haciéndome preguntas y yo intentando desviar la conversación, al final cuando entramos en el puerto puso cara de curiosidad.

Maite: ¿Es aquí donde está la sorpresa?

Miraba para todos lados intentando encontrar algo que le diera una pista, yo llevé el coche hasta aparcarlo cerca del barco, bajamos, cogí su bolsa caminando mirando a los restaurantes y negocios para disimular, ella miraba a todas partes.

Maite: Que emoción, ¿donde es?, ¿donde es?, como tardes mucho te voy a pinchar otra vez para hacerte llorar mamón.

Paré de caminar y la miré riendo.

Yo: Ahora me amenazas otra vez, ¿a qué nos vamos y te quedas sin sorpresa por mala?

Maite: No, por favor, es que estoy desesperada por verlo coño.

La giré mirando al barco y apreté un mando a distancia en el bolsillo, encendiéndose unas tiras de leds blancos que cruzaban el barco de popa a proa, siguiendo los cables que aguantaban el palo de las velas haciendo un triangulo, también se iluminó otra tira que daba la vuelta a la barandilla, Maite abrió mucho los ojos y la boca tapándosela con una mano de la emoción, me miró no creyéndose lo que veía.

Yo: Si te mareas en los barcos la he cagado bien cagada amor.

Maite: Yo que sé si me mareo o no, nunca he subido en ninguno, solo una vez en un lago para hacer una visita turística, ¿todo esto lo has preparado para mí?, ¿de dónde has sacado el barco?, ¿vamos a cenar en él?, ¿y dormir también?, hay que me están entrando ganas de llorar de emoción, que cabrito eres.

Yo: Ha ver por partes, sí, lo he preparado con mucha ilusión solo para ti, el barco no lo he sacado de ningún sitio, ya estaba aquí y es mío, es otra de mis pasiones, sí, vamos a cenar y dormir en el, también espero que naveguemos hasta un sitio bonito.

Se pasaba el dedo por un ojo quitándose una lagrimilla que le caía.

Maite: Que tonta que soy que lloro por todo coño, ¿me vas a llevar a un sitio bonito con tu barco?, niño eres una autentica joya.

La ayudé a subir a bordo enseñándole todo el barco, ella lo miraba todo con curiosidad. La acompañé a mi camarote, abrí un armario y saqué una caja poniéndola encima de la cama, Maite me miró.

Maite: ¿Esto es para mí?

No dije nada, le desabroché el vestido quitándoselo, después los zapatos dejándola en sujetador y bragas.

Maite: ¿Me vas a follar ahora?

Yo seguía en silencio, saqué de la caja los pantalones y la ayudé a ponérselos, luego el polo con el nombre del barco bordado, le puse las zapatillas, la chaqueta anti rociones, y por fin la gorra que se la enseñé para que viera lo que ponía y se la encasqueté en la cabeza, me quité la ropa y me vestí igual que ella rápidamente.

Yo: Ahora ya estas vestida con el uniforme oficial del barco, solo falta que hagas el juramento de los “Akuarianos”.

Maite (riendo): ¿El juramento de qué me has dicho?

Yo: Es el juramento que tienen que hacer todas las personas que quieren subir asiduamente a este barco.

La cogí de la mano y salimos a la bañera, al lado de la mesa de comer exterior, me hice con una caña de pescar que había por allí.

Yo: Muy bien señora, ponga una rodilla en el suelo por favor.

La puso y se quedó recta como si fuera un caballero de la mesa redonda, le apoyé la caña de pescar en un hombro.

Yo (cara solemne): Vale señora, ahora repita conmigo; prometo solemnemente llevar siempre la ropa oficial cuando pise la cubierta de este bonito barco el “Akuaries”, y ser una buena marinera.

Lo repitió escapándosele la risa, le cambié la caña de pescar de hombro.

Yo (cara solemne): Muy bien, pasamos al siguiente; prometo solemnemente cuidar del barco para que él me proteja y me lleve sana y salva en todas sus navegadas.

Volvió a repetirlo apretando los labios aguantándose la risa, yo le cambie de nuevo la caña de pescar de hombro.

Yo (cara solemne más serio): La siguiente; prometo solemnemente llegar a querer a su dueño como no he querido a ningún hombre en mi puta vida.

Dejó de sonreír y me miró seria a los ojos.

Maite: Prometo solemnemente que estoy loca de amor por su dueño y que lo quiero ya, ahora mismo, más de lo que he querido a ningún otro hombre en mi puta vida.

Respiré profundamente y cambie de hombro la caña.

Yo (cara solemne aguantando la risa): La siguiente; juro solemnemente que me follaré en este barco a su dueño siempre que tenga ganas, o él me lo pida adecuadamente.

Maite (después de una carcajada): Ya empezamos, juro solemnemente, que me voy a follar a su dueño hasta dejarlo bien seco cada vez que me salga del higo.

Se me escapaba la risa por todos lados pero intentaba aguantar la compostura, cambie de nuevo de hombro.

Yo: Y por fin la última; juro solemnemente trabajar todo el día en el barco, limpiándolo de arriba abajo y servir a su dueño mientras él se toca los cojones.

Maite: Pero que huevos tienes nene, juro solemnemente trabajar en el barco para tocarle los cojones a su dueño.

Empezamos a reír los dos, yo intenté parar sin conseguirlo.

Yo: Perfecto, ahora por el poder que me concede este barco, yo la nombro solemnemente marinera oficial con todos sus derechos.

Le di varios golpecitos con la caña cambiando de hombro acabando con uno un poco más fuerte.Tiré la caña a un lado y la ayudé a ponerse en pie, le di muy serio un beso en cada mejilla sujetándola por los hombros.

Yo: Listo, ya hemos acabado con el juramento, ahora acuérdate de todos los puntos que es muy importante.

Maite (riendo): Mira que he llegado a imaginarme cosas de por donde iría tu sorpresa, pero esto no lo hubiera imaginado ni dándole vueltas a la cabeza cien años más.

Yo: Pues todavía falta querida, esto solo ha sido el aperitivo.

Me miró con ilusión en los ojos preguntándome que había más, me hice el interesante diciéndole que todo llegaría en su momento, aflojé las amarras enseñándole como debía soltarlas en su momento para ayudarme, salimos a navegar, estaba sentada a mi lado en el puesto de gobierno con las manos en medio de las rodillas mirándolo todo.

Maite (con una sonrisa enorme): Que fuerte y que divertido, ¿me puedes decir a donde vamos?

Yo: Si te lo digo ya no será una sorpresa amor, tú disfruta de cada momento.

Puse el piloto automático y le pasé el brazo por la espalda, dejó caer su cabeza en mi hombro, a los cuarenta minutos más o menos entrabamos en una cala preciosa, le dije a Maite que tenía que hacer para participar también en el momento de tirar el ancla. Una vez el barco estaba seguro, la volví a coger de la mano bajando de nuevo al camarote, al pasar por la cocina puse en marcha el horno para que se acabara de cocinar la cena, llegamos al camarote y le quité la gorra, la chaqueta, el polo, los pantalones, las zapatillas, el sujetador, y al final le bajé y le quite las bragas.

Maite (con una sonrisa): Ahora sí que me vas a follar seguro pervertido.

Abrí un armario y saqué otra caja grande poniéndola encima de la cama otra vez, ella miraba con los ojos muy abiertos, despacio y en silencio la abrí y saqué un liguero negro, Maite se tapó la boca de la sorpresa, me arrodillé y se lo puse alrededor de la cintura sentándola en un sillón, saqué de la caja unas medias negras muy finas poniéndoselas, una detrás de la otra enganchándolas al liguero. Le ayudé a levantarse otra vez para ponerle unas bragas negras transparentes muy sexis, después saqué un vestido precioso con tirantes y falda sobre las rodillas de vuelo, se lo puse por la cabeza, le subí la cremallera por la espalda poniéndole los tirantes bien por encima de los hombros, la puse delante de un espejo para que se viera, ella no se creía lo que estaba pasando, levantó la mirada para mirarme a los ojos con una carita entre sorprendida, ilusionada y contenta que no se describir.

Yo: Estas preciosa mi amor.

Maite: No, no, no me salen las palabras.

La dejé mirándose en el espejo, me vestí con un traje gris claro y una camisa blanca, colocándome a su lado mirándonos los dos.

Maite: Que guapo te has puesto mi príncipe.

Me dio un beso en los labios muy largo.

Maite: Muchas gracias por hacerme vivir esto tan increíble.

Yo: No me tienes que agradecer nada, ¿no tienes hambre?

Maite: Sí mucha.

Subimos a cenar, preparé la mesa con un mantel bonito a juego con las servilletas, copas, cubiertos y un centro de mesa con una vela que encendí, la senté a ella en la mesa y saqué el pescado con patatas del horno, poniéndolo en los platos sirviéndolos acompañados de una buena botella de vino blanco frio, me senté delante de ella, serví él vino brindando con ella mirándonos a los ojos.

Maite: Lo que has hecho esta noche por mi es tan mágico y bonito, jamás soñé con algo así, es como vivir un sueño maravilloso, como no te voy a querer con estas cosas que haces, te quiero tanto, tanto.

Le calló una lágrima por la carita, yo se la sequé con mi dedo acariciándosela.

Yo: Por ti bajaría la luna para ponerla en tus manos.

Maite (medio riendo medio llorando): No seas cursi que no va contigo tonto.

Cenamos explicándome todo lo que había sentido desde que la fui a buscar, acabamos y salimos con las copas de vino a una especié de sillón donde me senté con ella delante, apoyada en mi pecho, hizo un gesto de tener frio y me quité la americana para ponérsela por encima, se giró mirándome tapándose con ella.

Maite: Eres tan caballero, cómo me arrepiento de no haberte conocido antes, cuando me lo dijo Irene tenía que haber perdido el culo, ¿de dónde viene tanta educación?, ¿Cómo es que te puedes permitir un barco como este y vivir como vives?, ¿cómo es posible que no estés con ninguna mujer siendo cómo eres?

Yo: ¿Cuando preguntas algo?, ¿tienes que hacerlo en batería?, ¿no puedes hacer una sola pregunta?, vale respondo, la educación es por culpa que de pequeño era tan tímido que no sabía cómo ligar, cuando fui creciendo me di cuenta que siendo educado y atento lo tenía más fácil…

Maite: Tú tímido, eso sí que me cuesta creerlo, con la labia que tienes pajarraco.

Yo: Puedo vivir así porque en la familia teníamos una empresa que fundó mi abuelo, que mi padre aumentó en ventas exportando máquinas, y yo acabé vendiendo por casi todo el mundo hasta que la competencia se fijó en nosotros y se empeñó en comprarnos, saqué un precio tan indecente que me da para vivir sin estrecheces, además ya sabes que soy socio en la empresa de Irene y José María que funciona muy bien, esos dos cabronazos están haciendo un gran trabajo, y por fin, si no estaba con una mujer era sencillamente porque no había conocido a la adecuada.

Giró la cabeza para mirarme a los ojos.

Maite: No estabas, ¿ahora lo estás?, ¿has encontrado a la mujer adecuada?

Yo: ¿Quieres que te lo diga o no hace falta?

Se incorporó pasándome los brazos por el cuello besándome, yo le puse bien la americana por encima para taparla.

Maite (con su cara a un dedo de la mía): Dímelo susurrando amor mío.

Acerqué mis labios a su oído.

Yo (susurrando): He encontrado a la mujer más adecuada que podría encontrar, me tiene tan loco que haría cualquier cosa por ella, me hace feliz, muy feliz, pero no se lo digas a nadie por favor.

Maite (riendo satisfecha): Que tontito eres a veces, y que contenta estoy contigo.

Seguimos tomándonos la copa de vino mirando a las estrellas abrazados.

Maite: ¿Cómo coño se te ocurrió todo esto?, es que me tienes alucinada todavía…

La corte antes de que siguiera.

Yo (riendo): No me hagas ninguna pregunta más hasta que te conteste esta, me vino a la cabeza que no sabías lo del barco y era una buena oportunidad para preparar algo diferente, todo lo demás fue saliendo sobre la marcha, romántico, sexi, elegante.

Maite: No te iba a hacer ninguna pregunta más bobo, pues lo has bordado, que bien te ha salido todo, que imaginación.

Nos besamos otra vez dulcemente, me levanté con ella en brazos caminando para dentro.

Yo: Ahora sí que nos vamos a follar de una vez cariño.

Me besó el cuello y la cara hasta dejarla en un lado de la cama, tirando al suelo las cajas que antes había dejado encima, aparté la americana dejándola encima del sillón, me quité la camisa, los pantalones y los calzoncillos quedándome en bolas, me estiré a su lado, ella me seguía con la vista, nos besamos, le pasé una mano por la espalda para bajarle la cremallera del vestido, con un dedo le deslicé un tirante dejándolo caer por su hombro, luego el otro bajándole el vestido por debajo de las tetas, con el mismo dedo se las acariciaba recorriéndolas por los lados, por el pezón, todo muy suave, seguí bajando el dedo hasta arrastrar el vestido, ella en silencio levantó el culo para que pudiera pasarlo por sus caderas liberándolo, acabando por sacárselo por los pies, le toqué con el dedo los dedos de los pies para subir poco a poco llegando al liguero, dándole un par de vueltas al enganche que sujetaban las medias, siguiendo hasta tocar las bragas. Me miraba con atención, disfrutando de la situación acariciándome la espalda con la mano, seguí con el dedo todo el perfil de las bragas acabando en el centro, subiendo un poco para tocar el ombligo y volver a bajar en línea recta, pasando por encima de las bragas llegando al inicio de su rajita, respiró mas fuerte imaginando lo que vendría después, despacio fui dando vueltas con el dedito fijo sobre el inicio de la raja, empezó a resoplar, bajé el dedo un poquito más, pasó a gemir, fui bajando despacio hasta tocarle el ojete. Con un dedo por cada lado le bajé las bragas, movió los pies para dejarlas caer encima de la cama, volví a jugar con el dedito pasándoselo de arriba abajo del chichi, paré de golpe y me lo metí en la boca mojándolo.

Maite (riendo excitada): Como te gusta hacer el marranete cariño.

Seguí a lo mío, se lo coloqué directamente en el agujero del culo, dando vueltas y lubricando la zona, tensó y levantó el cuerpo de la sorpresa.

Maite (entre excitada y preocupada): ¿Qué haces mi amor?, no sé si…

Le puse un dedo de la otra mano encima de sus bonitos labios.

Yo: Confía en mi cariño.

Se relajó un poco sin sacarme la vista de encima, fui dando vueltas con el dedo hasta meterle la punta, gimió fuerte de la sorpresa, la besé mientras seguía jugando con su culito, con el dedo pulgar le toqué el chichi comprobando que estaba totalmente mojada, le metí un poco más el dedo sacándolo y volviéndolo a meter.

Yo: ¿Te gusta cariño?, si quieres lo saco ahora mismo y no lo vuelva a meter nunca más.

Maite (excitada): Me está gustando tanto que me estoy asustando.

Se lo saqué poco a poco.

Yo: Por hoy ya hay bastante, otro día seguiremos con el culito.

Maite (muy excitada): Ya no puedo más lo siento.

Se levantó y me puso estirado subiéndose encima, buscó con su mano mi polla y se la metió de golpe en el coño dando un buen grito, me miró a los ojos, yo le sonreía moviendo las caderas para ayudarla, empezó unos movimientos adelante atrás arriba abajo gritando cada vez más fuerte, una mano la apoyaba sobre mi pecho y la otra me tocaba la cara metiéndome el dedo pulgar en la boca, yo se lo chupaba para excitarla, al poco rato estaba a punto de correrse, aceleré mis movimientos de caderas y nos corrimos juntos gritando como locos, se dejó caer sobre mi pecho abrazándome. Estiré de la sabana para taparnos, se quedó dormida así mismo.

Al día siguiente me desperté con ella a un lado, con su cuerpo muy junto al mío pasándome un brazo por encima, se movió un poco apretándome más con el brazo.

Maite (con los ojos cerrados): Tú no te vas a ninguna parte, te tengo secuestrado para mí sola.

Me giré un poco para mirarle a la carita.

Yo: Sí mi ama, soy solo suyo.

Abrió los ojos de fuerte color azul, mirándome tan tiernamente que me removió el alma, contra la ternura de la mujer que amaba me quedaba sin armas, totalmente entregado, era superior a mí, cómo a Sansón cuando le cortaban el pelo, le di un suave besito de buenos días.

Yo: Voy a preparar el desayuno mi amor y lo traigo a la cama.

Maite (mirándome con picardía): Si quieres desayunar cómeme el coño.

Me sorprendí por oír de su boca aquellas palabras, pero no tardé nada en reaccionar  metiéndome por debajo de las sabanas y comérselo con sabor al polvo de la noche anterior, se corrió gritando despertándose de golpe.

Maite (riendo feliz): Que despertar más bueno por favor, ¿vamos a la ducha amor?

Salimos de la cama y fuimos a la ducha, nos metimos los dos debajo del agua, se enganchó mucho a mi volviéndome a mirar con picardía cogiéndome la polla, pajeándola despacio no tardó nada en ponerse a tono, se puso en cuclillas metiéndosela en la boca mirándome riendo a los ojos, empezó a chupar y succionar con una fuerza que me tuve que sujetar para no caerme, Maite estaba enloquecida chupando, succionando y pajeando mi polla haciendo que me corriera en muy poco tiempo, se la sacó de la boca cuando estaba a punto de disparar dejando que le cayera todo el semen por encima del pelo, la cara, el pecho, las tetas y más abajo, cuando dejé de gritar y gemir, se la volvió a meter en la boca succionando de nuevo volviendo a salir algo más de semen que ella se tragó con ganas.

Me dejó totalmente seco y con las piernas temblando, madre mía como había evolucionado aquella mujer, se levantó resbalándole por la cara y el cuerpo mi semen junto con el agua, estaba más sexi que la hostia y con una seguridad en ella misma pasmosa.

Maite (cachondeándose): Yo ya he desayunado cariño, tengo proteínas para todo el día.

Nos descojonamos de risa, nos acabamos de duchar, nos vestimos con la ropa oficial del barco y subimos a desayunar y planear el día, mientras desayunábamos.

Maite: ¿Me va a explicar las actividades del día de hoy señor guía?

Yo: Una de ellas ya la has hecho esta mañana, me has dejado tan seco que no sé si voy a recuperarme en todo el día.

Maite (riendo): No me digas que me voy a tener que hacer pajas para satisfacerme porque mi amante no va a estar a la altura.

Yo (riendo): Nena, te estás convirtiendo en más cabrona que yo, que ya es decir.

Maite: Ya sabes, el que se junta con un cojo si al año no cojea renquea.

Yo: Pues vaya puto ejemplo que soy.

Acabamos y salimos a navegar visitando la costa desde el mar, hacía un día estupendo.

Yo: ¿Te gustaría tomar el sol?

Maite: No me he traído el bikini, podías haberme avisado, culpa tuya lo siento.

Yo: Ni puta falta que te va hacer el bikini nena, te crees que no lo tengo todo pensado.

Di un golpe de timón corrigiendo el trimado de las velas poniendo rumbo a mar abierto.

Maite: ¿Pero dónde vamos nene?

Yo: Hasta allí el final, donde se acaba el mar y se precipita en una cascada inmensa.

Maite (con paciencia): Cada día estás más tonto, no sé ni porque pregunto nada.

Le rodeé los hombros con mi brazo y le di un beso en el pelo.

Yo: Te quiero.

Maite: Yo más, estoy tan contenta de estar aquí contigo.

Yo: Ahora mismo estoy disfrutando de dos de las cosas que más me gustan en la vida, tú y navegar, es perfecto.

Me miró con cariño y desvió los ojos para mirar el horizonte, yo la apreté un poco más contra mi cuerpo, cuando perdimos de vista la costa bajé las velas y quedamos flotando, fui al solárium desnudándome por el camino estirándome boca arriba a tomar el sol abriendo las piernas enseñándole los huevos a Maite, ella con una sonrisa levantó una ceja.

Maite: Ahora entiendo porque estas tan morenito mamón, ¿hace falta tomar el sol tan espatarrado pedazo guarro?

Yo: Es para que me dé por todas partes.

Vino hasta donde estaba yo quitándose también la ropa estirándose a mi lado.

Maite: Una buena paliza te daba yo.

Yo: Esta mañana me has dado una que todavía me tiemblan las piernas.

Maite (descojonándose): Pues espera a llegar mañana, después del fin de semana, te vas a tener que bajar del barco arrastrándote por el suelo.

Yo: Que cruel eres conmigo.

Maite: Que bien se está aquí en pelotas.

Pasamos un fin de semana inolvidable.