La vida en un soplo (Cap. VII - 1ª parte)
Cap. VII - Y volvió el amor, 1ª parte de 7
CAPITULO VII: “Y volvió el amor”
Me fui a casa más tranquilo, me levanté al día siguiente y me puse a correr los diez kilómetros que corría habitualmente escuchando música en el smartphone, cuando llevaba unos diez minutos me llamó Maite.
Yo: Buenos días mi princesa, ¿Cómo estas hoy?
Maite: Hola, buenos días, muy bien, ¿Qué haces?
Yo: Pues estoy corriendo un rato, hoy toca.
Maite: ¿Correrás mucho tiempo?
Yo: Diez kilómetros, me quedan unos cuarenta o cincuenta minutos depende de las ganas que tenga de apretar o no.
Maite: Vale cariño, luego te llamo.
Esta chica me despistaba de cojones, que llamada más rara, pensé que ya le preguntaría por la tarde cuando la viera, acabé tranquilamente mi carrera matutina y llegando vi un coche aparcado delante del vado de casa, al acercarme más vi a Maite apoyada en él esperándome, me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, llevaba una camisa con una chaquetita por encima y una falda ancha a juego, llegué y me abrazó muy fuerte.
Yo: Maite, te vas a manchar de sudor, estoy empapado.
Maite: Da igual, me encanta tu olor.
Yo: ¿Pero qué haces aquí?
Maite: He llegado esta mañana al trabajo y después de llamarte he cambiado los pacientes de hoy a otro día, para estar contigo todo el día.
Yo: Lo último que me falta es que me acusen de influir en tu rendimiento en el trabajo.
Maite (riendo): Lo que no haga hoy lo voy a tener que hacer en los próximos días, no te preocupes, no te van a acusar de nada, ¿me vas a invitar a subir a tu casa o me vas a tener en la calle todo el día?, es para hacerme la idea.
Entró el coche y subimos a casa, me fui a duchar con ella detrás sin dejar de mirarme, me desnudé delante suyo que estaba sentada en un taburete en el cuarto de baño.
Yo: ¿Quieres ducharte cariño?
Maite: Ya lo he hecho esta mañana, a lo mejor más tarde.
Me duché, me vestí cómodo y desayunamos juntos.
Maite: ¿Qué haces este fin de semana?
Yo: No lo sé, sobre la marcha lo decidiré, pero alguna idea tengo, ¿por qué?
Me miró sonriendo.
Maite: Por si te gustaría pasarlo conmigo.
Yo: Creo que tienes a tus hijos.
Maite: Es que le he pedido a su padre que me cambiara el fin de semana y me ha hecho el favor.
Yo: ¿Lo has cambiado por estar conmigo?
Maite: En estos momentos es lo que más ilusión me hace en la vida, me tienes totalmente abducida, cuando tú no estás me falta algo, me cago de miedo al pensar que dependo tanto de ti con cuatro días que hace que nos conocemos pero es lo que hay, no quiero pensar más de la cuenta, quiero disfrutarlo al cien por cien.
La besé dulcemente dándole las gracias.
Yo: Pues tendré que pensar un buen plan, no quiero que me dejes por aburrimiento.
Maite (haciéndome un guiño): De aburrirnos seguro que no nos aburriremos.
Fuimos a pasear cogidos de la mano o abrazados por el paseo.
Maite: Siento estar un poco rara a veces.
Yo: Puedes contarme lo que quieras en confianza. Si tú quieres claro.
Nos sentamos en un banco.
Maite: Mira, en una de mis conversaciones sobre ti con Irene, no te enfades con ella por favor, me habló de tu mujer María, de lo bonita que era, lo felices que erais juntos, lo mal que lo pasaste cuando ella murió, y me da miedo que me compares con ella, o que estés conmigo para tapar su ausencia, o que no puedas llegar a quererme como a ella, es eso lo que me pasa.
Me quedé pensando un momento sobre lo que había escuchado.
Yo: No me voy a enfadar con Irene, aunque quisiera no podría la quiero demasiado, y sobre tus dudas es verdad que me recuerdas en muchas cosas a ella, eres muy dulce, tienes ese aire de inocencia, que no es tanta como parece que lo sé por experiencia, eres preciosa, trabajadora. Aquello se acabó hace muchos años, yo estoy totalmente recuperado del dolor que me produjo, si algún día tengo que rehacer mi vida en pareja me gustaría que fuera contigo o una hermana gemela tuya que sea como tú, no sé si te he convencido.
Maite me miró a los ojos acariciándome la cara.
Maite: ¿Crees que algún día podrás quererme como a ella?
Yo: A ella la quise muchísimo, a ti no se cuanto llegaré a quererte pero será diferente seguro, no se pueden comparar los amores, ella fue ella y tú eres el presente y espero que futuro, pero si me dejas te aseguro que no tendrás queja de mí, solo sé querer al cien por cien entregándolo todo.
Maite: Tienes razón ha sido una pregunta estúpida.
Yo: No, no lo pienses, pregunta todo lo que quieras, no te quedes con ninguna duda, hablemos de todo siempre, cuanto más claras dejemos las cosas mejor nos va a ir.
Maite: Haces que las cosas parezcan tan fáciles.
Yo: Son fáciles, solo es cuestión de no complicarlas, el otro día casi no nos vemos por pensar demasiado y no quedar para el día siguiente, fue una tontería que podía a ver ido a más, si uno de los dos lo hubiera propuesto seguro que no habría habido ningún problema, pero nos hacemos pajas mentales que solo nos llevan a la mierda.
Maite me miraba con una sonrisa enorme, parecía que no me había escuchado.
Maite: Tienes toda la razón del mundo y sí.
Yo: Sí, ¿qué?
Me volvió a mirar bajando la mirada como dándole vergüenza lo que me iba a decir.
Maite: El día que te conocí, es que me da mucha vergüenza decírtelo.
Yo (riendo): Pues no hace falta que me lo digas, ya me lo explicarás si quieres cuando tengas más confianza.
Maite: No, tiene que ser ahora.
Me sujeté la cabeza con una mano apoyando el brazo en la rodilla mirándola.
Yo: Pues soy todo oídos.
Respiró profundamente.
Maite (poniéndose un poco colorada): Que vergüenza joder, muy bien, el primer día que te conocí me hice la mejor paja de los últimos años pensando en ti, ala, ya lo he dicho, espero no arrepentirme.
Empecé a reír a carcajadas.
Yo: Lo sabía, lo sabía, no sé porque, pero lo sabía.
Maite: Si hay que ser sinceros, hay que serlo en todo ¿no?
La abracé y le di un besazo.
Yo: Claro que si cariño, ahora solo falta que lo hagas delante de mí.
Maite: Si hombre, y una mierda, tú estás loco, lo que me ha costado explicártelo, ¿y tú quieres verlo en vivo y en directo?, ya me estoy arrepintiendo de habértelo contado, que guarro eres por favor.
Nos levantamos y caminamos de vuelta, yo le pasaba el brazo por la espalda y ella apoyaba su cabeza en mi hombro, llegamos a casa.
Maite: ¿Quieres que te ayude a hacer la comida, o saldremos fuera?
Yo: Como quieras, puedes venir un momento al sofá por favor.
Maite: No, que me das miedo.
Yo: Ven tonta que no te vas a arrepentir.
Se acercó con una sonrisa tímida.
Maite: ¿Qué quieres?, que estoy muy nerviosa.
Yo: ¿Nerviosa?, ¿porqué?
Maite: Porque te conozco pajarraco.
Yo: Puedes sentarte en el sofá de ahí delante por favor.
Maite: ¿Ese que está delante del que estas sentado tú?
Se lo afirmé con la cabeza riendo.
Se sentó y se colocó bien la falda tapándose, me miró con cara de inocente aguantándose la risa, yo me estiré sacando el culo hasta el borde del sofá recostándome en el respaldo, le miré a los ojos, me quité la camisa y empecé lentamente a desabrocharme el cinturón del pantalón, se tapó la boca simulando sorpresa pero sus ojos la delataban porque no se perdía nada de lo que hacía yo, me bajé la cremallera levantando el culo para bajarme el pantalón y los calzoncillos hasta los tobillos, abriendo las piernas dejándole en primer plano una vista de mis huevos y la polla, a ella se le clavaron los ojos.
Empecé a acariciarme los huevos apretándolos suavemente comenzando a crecer la polla, Maite se la miraba con curiosidad, cuando me subió lo suficiente, me la agarré empezando a pajearla dando un suspiro, se dejó caer hacía atrás estirando las piernas desabrochándose algunos botones de la camisa, metiéndose la mano dentro, por debajo del sujetador acariciándose mirándome a los ojos, yo seguía con mi ritmo lento teniéndola totalmente empalmada.
Bajó una mano apoyándosela en el muslo estirando poco a poco de la falda, para que se le subiera hasta llegar a la altura de las bragas, apoyó los zapatos de tacón en el suelo levantando el culo para meterse un poco la falda por debajo abriendo las piernas, enseñándome las bragas de color blanco muy sexis, dejé ir un gemido clavándole la vista en medio de las piernas, se le escapó un sonrisa de satisfacción acariciándose los muslos por encima, dando vueltas con la mano alrededor del coño haciéndome sufrir, poco a poco fue acercándose al chumino tocándoselo suavemente por encima de las bragas, yo solté otro gemido más fuerte, ella acentuó los movimientos cerrando los ojos poniendo cara de placer, metió dos dedos por dentro, después la mano, podía ver como la movía por dentro de las bragas cambiando la cara por momentos gimiendo suavemente.
De repente incorporó el cuerpo y se las bajó por debajo de las rodillas, dejándolas tensas entre las piernas tocándose en círculos con dos dedos justo por encima del clítoris, empezó a mover el resto del cuerpo, mirándome con una cara entre placer y satisfacción por masturbarse delante de mí, gemía despacio pero sin parar, aceleraba mi paja y mis gemidos sin perderme detalle, fue bajando los dedos por el chichi dando pequeñas vueltas, hasta llegar al agujero metiéndose un dedo, apoyando el resto de la mano frotándose el chocho dando otro cambio a la cara y al volumen de sus gemidos, me pasé la mano por la lengua para mojarla y seguir con la paja más rápido empezando a gritar, ella se metió un segundo dedo y empezó a descontrolarse moviendo todo el cuerpo gritando más fuerte, creí que debía estar a punto de correrse, aceleré mis movimientos todo lo rápido que pude gritando los dos corriéndonos a la vez, ella se corría y no se perdía detalle de cómo salía el semen a chorros por la punta de mi polla, cerró las piernas cayéndole las bragas a los pies, los subió al sofá para ponerse de lado mientras se calmaba.
Maite: Qué cosas me haces hacer mamón.
Yo: Como si no te hubiera gustado, lo has hecho porque tú has querido, que cojones tienes nena.
Yo estaba quieto para que no chorreara el semen por todas partes aguantándolo encima de mi barriga y muslos.
Maite (cachondeándose): ¿Te pasa algo que estás muy quieto?
Yo: A ti que te parece listilla.
Se levantó riéndose subiéndose las bragas, fue al cuarto de baño a buscar una toalla, se acercó arrodillándose delante de mí secándome con cuidado los muslos y la barriga, miró mi mano toda manchada agarrando todavía la polla, me la cogió con dos dedos limpiándola con la toalla, me agarró la polla con su mano acercando la boca metiéndosela dentro chupando y succionando, haciéndome mover todo el cuerpo del golpe de placer que me produjo, luego chupó por un lado luego por el otro limpiándola toda y acabó por pasar la toalla por todos los rincones.
Yo: ¿Te gusta hacer esto?
Maite: Me encanta porque es tuyo.
Yo: La próxima vez lo hare dentro de tu boca.
Maite: No sabes las ganas que tengo, pero no me digas estas marranadas que me da vergüenza tontito.
Me levanté cogiéndola de la mano llevándola a mi cuarto de baño, apreté el botón de la bañera desnudándome del todo, le desabroché los botones que le faltaban de su camisa quitándosela, le quité el sujetador.
Maite: ¿Vamos a bañarnos juntos?
Yo: Muy bien, eres muy observadora.
Le bajé la cremallera de la falda, arrodillándome para quitársela bajándole las bragas, después le di un beso encima del chichi haciéndole reír, le puse la mano en la espalda y nos metimos en la bañera, ella miró para arriba.
Maite: Que bueno, se ve el cielo.
Yo: Los días lluviosos es un placer estar aquí dentro viendo como cae el agua.
Maite: Ha de ser muy bonito, ¿lo haremos un día que llueva?
Hablaba con tanta inocencia que parecía una niña, me encantaba esta parte de ella, puse en marcha los chorros del hidromasaje haciéndole sonreír una vez más estirándose más relajándose.
Maite (riendo): Que bien se está aquí cariño, además hay un chorrito que me está dando justo en un sitio que me gusta mucho.
Yo: A mi sí que me ha gustado lo que has hecho abajo por mí.
Maite: Lo hemos hecho los dos, a mí también me ha parecido muy excitante, hoy he descubierto otra marranada que me encanta.
Yo: Pensaba que te costaría más hacerlo y por eso he empezado yo.
Maite: Si me lo hubieras pedido lo habría hecho delante de ti, ya estaba mentalizada, pero mirándote ha sido todo más rápido.
Yo: ¿Lo has hecho por mí?
Maite: No, lo he hecho por el vecino, ahí te he pillado con una de las tuyas ¡eh!, por ti haré cualquier cosa que me pidas.
Le miré a los ojos.
Yo: Me tienes totalmente enamorado, estoy loco por ti, te quiero.
Ella reía satisfecha.
Maite: ¿Me quieres?
Yo: Sí, te quiero.
Maite: Anda no me tomes el pelo, pero si no ha pasado nada de tiempo, ¿cómo lo sabes?
Yo: Porque así lo siento, ya sé que es pronto y no te obligo a sentir lo mismo, supongo que cada persona necesita su tiempo, pero si lo siento así no tengo porque esconderlo ¿no?
Me abrazó muy fuerte.
Maite: Me alegro tanto de que me lo digas, no sabes cómo me tenía que aguantar para no decírtelo, a veces tenía de parar de golpe de hablar porque estaba a punto de soltartelo, yo también te quiero amor.
Nos besamos durante mucho rato.
Yo: Pues estaría bien celebrarlo, ¿no te parece?
Maite: Si no me escaldas el chocho vale, que te conozco.
Yo (con cara de pena): ¿No te gusta que te lo deje escaldado?
Maite: Cállate ya, que me pones cachonda, vamos a comer y ya hablaremos.
Me pidió que le dejara una camiseta y se la puso, en camiseta y braguitas estaba para comérsela, cocinamos alguna tontería y comimos, después estábamos descansando en el sofá escuchando música, yo sentado y ella estirada con la cabeza en mi regazo, le acariciaba el pelo.
Yo: El día que me pinchaste y me enfadé contigo estuve aquí escuchando la misma música, estirado como estás tú pero solo, me sentí muy solo aquel día…
Maite: Calla ya tonto, no me lo recuerdes más que me haces llorar, solo con imaginarte aquí solo.
Me acariciaba el muslo.
Yo: ¿Te he dado pena verdad?, es que me gusta mucho cuando te sientes culpable y me mimas.
Maite: Te voy a mimar mucho, vas a ser el tío más mimado de la tierra.
Yo: Vale, vale, vamos a parar que el amor nos vuelve un poco gilipollas.
Soltó una carcajada.
Maite: Me siento como una adolescente, que le voy a hacer, es culpa tuya que lo sepas.
Yo: Vamos a cambiar de conversación anda, ¿Qué te gustaría hacer el fin de semana?
Maite: ¿Puedo pedir lo que quiera?
Yo: Sí, como si tuvieras una lámpara mágica y pudieras pedirle un deseo.
Maite: Las lámparas mágicas dan tres deseos no solo uno amor.
Yo: La madre que te parió, quieres decir algo serio, eres peor que yo que ya es decir, coño.
Maite: Me gustaría ir a algún lugar romántico, especial, solos tú y yo, estar todo el día sin separarnos sin que nadie nos moleste, que parezca un sueño.
Yo: Tú sí que eres romántica cariño, ¿confías en mí y me dejas prepararlo todo para sorprenderte?
Maite: Confío en ti plenamente, ¿Crees que me podrás sorprender?
Yo: Vas a pasar el fin de semana más romántico y bonito que te puedas imaginar, ahora necesito que me des tus tallas.
Cogí el teléfono abrí las notas y empecé a escribir, camiseta, pantalones, zapatillas.
Maite: ¿Mis tallas, de qué?
Yo: La primera, ¿Cuánto te mide el higo?
Maite: Que capullo eres a veces de verdad.
Yo: Es broma mujer, talla de camiseta, zapatillas y de pantalones mediremos la largura de tu pierna para hacerlo bien.
Apunté las medidas que ella me dijo, le hice ponerse de pie y recta, saqué un metro y me arrodillé delante suyo para medirle desde la cintura hasta los pies, ella sonreía sin entender de qué iba la cosa, apunté la medida, le di un beso en la cadera por encima de la camiseta, ella apoyó una mano sobre mi cabeza acariciándome el pelo, le levanté un poco la camiseta y la besé encima de las bragas en la cintura.
Yo: ¿Aquí fue de donde te cogí el primer día estirando mi amor?
Maite (escapándosele la risa): Sí cariño.
Le aparté con dedo un poco la goma y volví a besarle encima de la piel.
Yo: ¿Te hice mucho daño?
Maite (intentando no reírse demasiado): Mucho cariño.
Yo: ¿Te duele todavía?
Maite: Sí cariño.
Yo: ¿Si te doy besitos suavemente te dolerá menos?
Maite: Sí cariño.
Metía los dedos entre mi pelo con más intensidad, yo le besaba pasando mis labios por encima de su piel moviéndolos hacía su vello púbico, muy bien recortadito, bajándole un poco las bragas por donde iba pasando, puso la segunda mano al lado de la otra siguiendo con las caricias a dos manos, llegué hasta la otra cadera besándole la piel sin parar, volví encima de los pelitos bajando despacio hasta el inicio de la rajita arrastrándole las bragas justo por debajo, saqué la lengua para lamer con la punta metiéndola en la raja, gimió suavemente.
Levanté la vista para ver aquellos bonitos ojos azules mirándome con amor y la cara de excitación, tiré de sus bragas quitándoselas levantando ella los pies, profundicé más con mi lengua bajando al clítoris dándole vueltas, volvió a gemir más fuerte, apretó sus manos sobre mi cabeza levantándome para besarme con mucha pasión, los ojos le brillaban de excitación.
Maite: Por el amor de Dios, como puedo descontrolarme tanto contigo, eres el mismísimo demonio.
Me volvió a besar con pasión, me quitó la camiseta y me bajó de un tirón la bermuda, se dio la vuelta, levantándose la camiseta por encima de la cintura arrodillándose en el sofá sacando el culo.
Maite: Fóllame que no puedo más por favor.
Me acerqué con una sonrisa poniéndole la punta de mi cipote en medio de las piernas, subiendo y contactando con su chichi frotándolo despacio, gimió fuerte, comprobé que estaba muy mojada y metí la punta poco a poco, respiraba muy profundamente con la cabeza apoyada en el respaldo del sofá, la saqué y la introduje de nuevo un poco más profundamente, repetí la operación y llegué más adentro, lo hice varias veces hasta llegar al fondo dando ella un grito de placer muy excitante, la saqué toda despacio y la volví a meter hasta el fondo acompañada de otro grito sexi, llevó para atrás una mano apoyándola en mi cadera para marcar el ritmo, empezó lento pero seguido, aumentándolo cada vez más siguiéndolo con sus gemidos y gritos que me ponían como una moto, poco tiempo después noté que estaba a punto de correrse.
Maite (súper excitada): No te corras ahora por favor, no te corras, aguanta.
Ella sí que empezó con un orgasmo larguísimo, que parecía que no se acababa nunca sin dejar de gritar, causando que casi yo pasara de todo y enviara a tomar por culo el control de los cojones y me corriera como una bestia, aguanté por ella, cuando por fin acabó, se giró rápidamente metiéndose mi polla en la boca chupando y succionando muy fuerte, no le costó mucho que me corriera abundantemente por la excitación de verla de aquella manera, intentaba tragarlo todo, pero no podía evitar que se le escapara por la comisura del labio una parte resbalando por su barbilla, cayendo encima de la alfombra, siguió lamiendo y chupando hasta que me bajó del todo la empalmada, apartó su cabeza sin soltarme la polla mirándome con unos ojos de loba que me derritieron.
La cogí por la cintura subiéndomela encima, pasando ella las piernas rodeando mi cintura agarrándose como una lapa, besándola como un loco repartiendo lo que le quedaba de semen entre los dos llevándola encima hasta la ducha. Antes de entrar se quitó la camiseta metiéndonos dentro sin ella bajarse, sujeta por sus piernas y mis manos por debajo del culo, giró el mando del agua cayéndonos por encima, nos volvimos a besar un rato muy largo. Al fin nos duchamos y secamos volviendo a bajar al salón a vestirnos, limpié las manchas de semen que encontré por allí y preparé algo para tomar en la terraza mirando las olas, estábamos los dos sentados uno al lado del otro en silencio, era como si lo hubiéramos dejado todo en el polvo y no tuviéramos fuerzas ni para hablar, ella apoyó su cabeza en mi hombro levantando la vista para mirarme a la cara.
Maite: ¿Te ha gustado?, ¿no dices nada?
Yo: Ha sido lo más bonito y excitante que recuerdo en muchísimos años.
Levantó la cabeza poniéndola delante de la mía mirándome a los ojos más intensamente.
Maite: ¿De verdad?, ¿no me mientes?, ¿tan bien he estado?
La cogí por las caderas levantándola sentándomela encima, cogí un labio suyo entre los míos pasándole la lengua saboreándolo mientras ella pasaba la suya por el mío.
Yo: Maite, has estado a un nivel extraordinario, no se puede pedir más, has hecho que gozara y sintiera emociones espectaculares.
Me rodeó el cuello con sus brazos abrazándome muy fuerte.
Maite: Me siento tan contenta de hacerte feliz, de darte placer, de sentir contigo todas esas emociones, has conseguido en nada de tiempo que me sienta una mujer diferente, más segura de mi misma, más sexi, con más poder, no sé ni cómo explicarlo.
Yo: Yo no he conseguido nada, lo has hecho tú porqué ya lo llevabas dentro, puede que te ayudara un poquito pero nada más, tú eres así de sexi y poderosa.
Maite: Si alguien me hubiera dicho hace dos semanas, que le pediría a un hombre totalmente entregada que me follara la habría encerrado en un manicomio por loca, como pierdo la cabeza contigo mi amor.
Yo: Me encanta tú espontaneidad, que las cosas te salgan sin pensarlo, me pones como una moto.
Maite (riendo): Me encanta, ¿ya tienes algo pensado para el fin de semana?, avánzame algo, quiero saber de qué va, me muero de impaciencia, explícame algo por favor, ¿de qué va eso de saber mis tallas?, ¿tiene la ropa algo que ver?, no sé si voy a poder aguantar.
Yo: Vas a aguantar y te vas a llevar una sorpresa, te lo aseguro, vas a tener todo lo que has pedido en tu deseo y puede que más, espero no equivocarme.
Maite (con cara de pena): Que malo eres, ¿no me vas a dar ni una pista pequeñita?
Yo: No, y miré fijamente al mar.
Aquello era una pista pero lógicamente ella no lo pilló.