La vida en un soplo (Cap. V - 4ª parte)
Cap. V - El gran viaje,4ª parte de 4
Unos días más tarde a media mañana estábamos todos en la parte de arriba, Ingrid y Eric tomando el sol en pelotas, yo en el puesto de mando y Lucía acababa de subir.
Lucía: ¿Pero a ti te parece normal como toma el sol esta guarra?
Con ellos hablábamos en inglés, cuando no queríamos que nos entendieran hablábamos en español, ellos hacían los mismo hablando en sueco o yo que sé que cojones de idioma, me giré para mirar a Ingrid, aunque ya sabía cómo era su posición, la vi igual que hacía un momento, estirada boca arriba con las piernas muy abiertas enseñando un primer plano de su chocho abierto.
Yo: Cada uno toma el sol como quiere, ¿no?
Lucía (enfadada): ¿Como quiere?, ¿como quiere?, pero si a la hija de puta se le ven hasta las ideas mirándole el coño, hostia.
Yo: Lucía cariño, ¿te pasa algo con Ingrid?
Lucía (mirándome con los ojos encendidos de rabia): Que me tiene hasta el coño, no la aguanto Luis, no sé si serán tantos días solo viendo agua por todos lados o qué, pero le he cogido una manía a esa guarra que como se despiste le pego un empujón y la tiro al mar, a ver si con suerte algún tiburón le muerde el chichi a la hija de puta.
Yo: Tranquila cariño, en dos días como mucho espero que lleguemos a tierra, no en Santa Lucía como quería pero llegaremos a Barbados que está un poco más al sur, vamos con rumbo directo.
Lucía: Pues allí mismo se quedan estos dos y que se espabilen, no sabes las ganas que tengo de quedarme a solas contigo.
Dos días más tarde avistábamos tierra, Lucía pasaba el mayor tiempo posible del día encerrada en el camarote para no saltarle al cuello a Ingrid, ellos ya me habían comunicado que se quedaban en Barbados para visitar la isla. Total que entramos a puerto, amarramos el barco e hicimos los tramites de entrada al país con la policía portuaria, Ingrid y Eric se marcharon dándonos las gracias besándonos, curioso el beso falso de Lucía a Ingrid, cuando desaparecieron de nuestra vista, Lucía se sentó dando un suspiro profundo.
Lucía: Por favor, que ganas de perder de vista a la piojosa esa.
Yo: Lucía, ¿quieres decir que no ha sido un ataque de celos tremendo lo que has tenido?
Lucía me hecho una mirada que pensaba que me iba a matar.
Lucía (enfurecida): ¿Celos?, ¿de quién?, de esa guarra piojosa hija de la gran puta que tiene un coño tan grande que se la puedes meter hasta el fondo, puta loca cabrona de mierda que es más fea que un pecado, ¿de esa te refieres?
Yo (intentando aguantarme la risa): No, ya veo que no ha sido eso, creo que no lo he interpretado bien…
Lucía (medio riendo): Luis para que te conozco, cabronazo.
Se levantó y me abrazó con mucha fuerza.
Lucía: Prométeme que solo me vas a follar a mí a partir de ahora hasta que nos despidamos, que no vamos a coger a nadie más, solos tú y yo, ya no me duele el culo y quiero volver a hacerlo.
Yo: Claro que te lo prometo, si lo quieres así, así será, pero te vuelvo a decir que no hace falta lo del culo, que no es tan importante coño.
Lucía: Y me prometes también que me follaras por donde yo te diga sin rechistar, vale.
Subí y bajé la cabeza confirmándoselo pasándole la mano por detrás del cuello besándola con pasión, se acercó enganchando literalmente su cuerpo al mío, como si se quisiera fundir conmigo.
Yo: Porqué no salimos a comprar algunas cosas, esta noche nos vestimos para la ocasión y celebramos nuestra primera cruzada del atlántico como debe ser.
Lucía: Me encanta la idea, ahora mismo me cambio y nos vamos.
Paseamos un poco, Lucía se compró un vestido cortito para aquella noche, compramos algunas cosas para cenar y volvimos al barco, descansamos un rato en la cama con Lucía totalmente enganchada a mí, cuando se despertó me miró con mucho cariño y me abrazó con más fuerza.
Lucía: No te llegas a imaginar la ilusión que me hace tenerte solo para mí.
Yo: Lo sé, Lucía lo sé, por eso entiendo lo tuyo con Ingrid.
Lucía sonrió maliciosamente, levantó la cabeza mirándome a los ojos y me beso dulcemente.
Lucía: Eres un cabronazo, sabías perfectamente lo que pensaba y te has hecho el loco mamón.
Yo: “Sip”, pero te aseguro que a partir de ahora voy a estar por ti al cien por cien.
Lucía: Sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad?
Yo: Lo sé.
La abracé, nos quedamos en silencio durante un buen rato antes de levantarnos para ducharnos, cambiarnos y preparar la cena, Lucía estaba preciosa descalza con el vestidito que se había comprado por la mañana. Pusimos música, ella preparaba la mesa mientras bailaba dando alguna vuelta de tanto en tanto, se le subía el vestido volando enseñándome las bragas mirándome con picardía, nos abrazábamos, nos besábamos, Lucía estaba radiante. Abrí una botella de buen vino de unas cajas que viajaron con nosotros desde el puerto de partida, cenamos estupendamente.
Lucía: Que cabrón, este vino no lo has sacado en todo el viaje.
Yo: Este vino es para momentos especiales como hoy.
Lucía: Pero si hemos pasado el día de navidad, el de fin de año y no lo sacaste.
Yo: Porque es un vino para beberlo y valorarlo como se merece, en esos momentos no se cumplían las condiciones para sacarlo, a partir de ahora podremos abrir las que hagan falta.
Lucía: Que cabrón, ¿conmigo si se cumplen las condiciones?
Yo: Contigo se cumplen todas las condiciones en cualquier momento.
Lucía: Como te quiero mamonazo.
Acabamos de cenar, tomamos una copa comentando la suerte que habíamos tenido con el buen tiempo durante el viaje, hasta que Lucía empezó a cambiar la cara cansándose de tanto hablar.
Lucía: Te vas a tirar encima de mí de una puta vez o vas a esperar que lo haga yo.
Yo: No sé, ¿lo sorteamos?
Lucía: Hostia puta contigo no hay quien pueda, a tomar por culo.
Se tiró encima de mí besándome como una loca, la giré poniéndome encima descojonándome de risa, ella respiraba aceleradamente mirándome, moviendo los ojos nerviosamente con una cara de deseo como pocas veces he visto en mi vida.
Yo: Dime cariño, ¿Qué quieres que te haga?
Lucía (con voz de excitación): Quiero que me comas entera, quiero que me hagas disfrutar como nunca he disfrutado, quiero sentir como me cuidas, quiero sentirte a ti por todo mi cuerpo, quiero…
Le puse un dedo en los labios mirándole los ojos que le brillaban de forma muy especial, la besé muy dulcemente, sintiendo en mi boca cómo gemía por primera vez, bajé una mano a su teta izquierda acariciándola por encima de la tela de su vestido sin sujetador, notando como gemía con cada movimiento de mi mano, ella tenía sus manos sobre la parte baja de mi espalda apretándomela, moviéndola de la espalda al culo y del culo a la espalda.
Lucía: Llévame a la cama por favor.
Me levanté y la cogí en brazos, llevándola y dejándola suavemente sobre la cama para volver a ponerme encima de ella, besándole los labios, el cuello, el pecho, bajándole por los hombros el vestido hasta dejarlo por debajo de sus tetas, lamiéndolas muy despacio por los lados y por encima de los pezones que se pusieron durísimos.
Lucía (entre gemidos): Como me pones, como me pones, por Dios.
Seguí bajándole el vestido hasta llegar a las caderas lamiendo justo por encima, me estiró del polo para sacármelo por la cabeza, yo me incorporé un poco para quitarle el vestido, empezar a lamerle por los pies subiendo despacio a las piernas, las rodillas, los muslos, ella abrió un poco las piernas sin parar de gemir aumentando el ritmo de la respiración, yo seguí lamiendo entre los muslos hasta el inicio de las bragas en la ingle siguiendo el borde, subiendo a la parte alta del muslo, las caderas, girándola para seguir por el culo llegando de nuevo a la parte interna de los muslos, pasarle la lengua muy suavemente por encima del chichi comprobando que tenía las bragas muy mojadas, escuchando un primer grito de placer subiendo al culo, volviendo a salir de la zona de las bragas para seguir por la espalda subiendo hasta el cuello, para acabar besándole y atrapando entre mis labios un lóbulo de su oreja derecha.
Yo: ¿Te gusta así cariño?
Lucía (extremadamente excitada): Joder si me gusta niño, cuando me la metas me voy a correr al momento, sigue, sigue.
Bajé lamiendo, deshaciendo el camino hasta llegar de nuevo a la goma de las bragas, siguiéndola con la lengua para llegar a la parte de la cadera cogiéndolas con los dientes, con la boca se las bajé de un lado justo por debajo del chichi, volví a subir llegando a la otra cadera mordiéndolas de nuevo para bajar el otro lado a la misma altura. Le besé la cadera izquierda, con las manos apreté un poco el cuerpo de Lucía para que se girara boca arriba, le quité las bragas estirando lentamente con una mano, le besé justo encima del vello púbico que tenía muy poco y muy bien recortado, bajando para besarle encima, por un lado de los labios mayores dándole la vuelta subiendo por el otro. Lucía seguía gimiendo sin parar, podía ver cómo salía flujo por el agujero de chichi, bajé hasta el inicio del reguero cogiéndolo con la lengua, subiéndolo hasta el agujero metiéndole la lengua un poco provocando un gran grito de Lucía, pasé a los labios menores chupándolos suavemente gritando ella sin parar a punto de correrse, me metí el clítoris entre los labios chupándolo, primero suavemente, después con más fuerza, hasta que ella soltó un gran suspiro corriéndose a gritos moviendo la cabeza de lado a lado, me levanté y me quité la ropa que me quedaba puesta, pantalones y ropa interior, me estiré a su lado acariciándole la cara.
Yo: ¿Te ha gustado?
Lucía me miró a los ojos todavía respirando aceleradamente.
Lucía: Amor, sigue, no pares por favor.
La besé de nuevo, me cogió la polla acariciándomela muy despacio, comprobando que estaba totalmente preparada para el segundo asalto, me incorporé un poco para colocarme en medio de las piernas.
Lucía: Cuidado cariño que está muy sensible…
Antes de que acabara de hablar acerqué la polla a su chichi rozándolo, soltó un grito y me pegó con la mano abierta una hostia importante entre el culo y los lumbares, agarrándome con fuerza con la otra mano la espalda, al sentirlo acerqué más el cipote pasándoselo de abajo arriba por todo el coño, me clavó las uñas en la espalda mirándome con cara de cagarse en todos mis muertos en aquel momento, me la cogí apuntando sobre el agujero y se la metí de un golpe, era como una competición a ver quien aguantaba más, dio un grito tremendo, movió la mano que me había clavado las uñas arañándome como una gata.
Lucía (excitadísima): No pares cabrón, no pares, no pares.
La fui entrando y sacando lentamente con fuertes golpes a cada cual ella respondía con un grito, sin parar de insultarme y animándome a seguir cada vez con más fuerza, aumentaba los golpes cada vez más seguidos aumentando ella su excitación, gemidos y gritos abriendo mucho los ojos, arañándome con más fuerza la muy cabrona. Cuando estaba a punto de correrse, aumenté más los golpes y la velocidad llevándola al máximo de excitación, bajó sus manos a la altura de mis caderas corriéndose a grandes gritos, clavándome de nuevo las uñas la hija puta arañándome hasta el culo, dejó caer la cabeza para atrás jadeando sin parar mirándome cansada.
Lucía (con voz entre cortada): Que cabrón que eres, como me sacas de mis casillas y como me gusta.
Me recosté a su lado acercándome a su oreja.
Yo: ¿Estas satisfecha?, ¿Te das por vencida?, o, ¿quieres más?
Lucía: Y tú no has tenido cojones de correrte todavía ¿no?
Yo: Sabes que no cariño.
Lucía: Coge la vaselina que te vas a correr donde tú sabes mamón.
Yo: Lucía, mujer, no seas tan bruta coño, que no me hace falta eso.
Lucía (riendo): Y tanto que te hace falta, a ti y a mí, venga espabila.
Cogí el bote del cajón, se puso con las rodillas apoyadas al borde la cama con la cabeza sobre una almohada sacando el culo, me acerqué cogiendo vaselina entre mis dedos frotando suavemente sobre su ojete y alrededores lubricándolo, le metí poco a poco un dedo suspirando ella todavía sonriendo, cuando noté que un dedo lo podía mover con soltura introduje un segundo dedo, cambiando ella la cara ahora sin sonreír, estaba totalmente concentrada en su culo, así que para distraerla cuando menos se lo esperaba le metí la polla en el chichi, dando un grito de sorpresa cambiando de nuevo la cara a la de placer, se la metí un poco más hasta el fondo sin dejar de jugar con mis dedos en su culo, cambiando ella de gritos entre placer y dolor, tenía casi los dos dedos metidos hasta el fondo cuando aceleré el ritmo de entrada y salida de mi polla en su coño, subiendo los gemidos a grito pelado hasta hacer que se corriera por tercera vez, relajando y dilatando totalmente el culo, antes de que se recuperara del orgasmo se la metí en el culo volviendo a dar otro grito de sorpresa.
Lucía (excitada): Hijo puta, hijo puta que eres, sigue, sigue hasta el fondo, hijo de la gran puta cabrón, golpéame el culo con tu cuerpo ahora mismo.
Se la metí hasta el fondo despacio pero sin parar chocando suavemente, la saqué un poco volviendo a chocar, otro poco y otro choque, un poco más y otro choque más fuerte, sacándola hasta casi el principio chocando de nuevo provocando un sonido seco del contacto entre los cuerpos, ella miraba adelante abriendo la boca y cerrando los ojos, gritando en cada golpe, fui perdiendo los papeles por momentos, acelerando hasta volver a pegarle otra patada a la vasija de los sentimientos corriéndome como un loco, sin dejar de golpear contra el culo de Lucía dejándome caer sobre su cuerpo, ella se estiró, yo quedé encima de su espalda con la polla dentro todavía.
Lucía (riendo): Esta vez sí que te he visto correrte bien corrido querido, no la saques todavía por favor.
Yo: Que no la saque, ¿por qué?
Lucía: Porque quiero sentir y notar como pierde fuerza dentro de mí.
Yo: De acuerdo cariño.
Me recosté apoyando la cabeza sobre la suya recuperando la respiración.
Ella sonreía mirándome de lado.
Yo: Vas a tener dolor de culo dos días cariñin.
Lucía: Tendré dolor de culo los días que hagan falta, pero lo que siento ahora es impagable, cállate y no me cabrees coño.
Estuvimos un rato en aquella posición mientras mi miembro volvía a su estado natural.
Yo: Cariño.
Lucía: ¿Qué te pasa?
Yo: ¿Puedo sacártela ya y ponerme cómodo a tu lado?, o, ¿quieres que la tenga dentro lo que queda de noche sin pegar ojo?
Lucía: Pues no creas que lo tengo muy claro, si no fuera porque me estas chafando con tu peso te dejaba ahí hasta mañana, va, sácala ya mamón.
Me estiré a su lado, ella se giró y nos besamos con mucho cariño.
Yo: Cariño.
Lucía (con voz de cachondeo): ¿Algo más?
Yo: La próxima vez podrías evitar algunos insultos e improperios hacía mí persona, es que me has puesto de vuelta y media en un momento.
Lucía: Vete a tomar por culo gilipollas.
Reímos y descansamos un rato abrazados hasta que nos levantamos para ducharnos, me giré dándole la espalda a Lucía, escuché un grito como si hubiera entrado de golpe un cocodrilo en el camarote.
Yo: ¿Qué coño pasa?
Lucía (preocupada): Dios Luis, te he dejado la espalda toda arañada, estás sangrando.
Yo: Pues mañana te voy a cortar las uñas para que no pase más joder, serás bruta angelito mío.
Nos duchamos y Lucía me curó las heridas de la espalda desinfectándolas preocupada.
Lucía: Es que estoy avergonzada de haberte hecho esto, yo no quiero hacerte ningún daño, ¿lo sabes verdad?
Yo: No te preocupes, yo también te hago daño cuando te la meto en el culo.
Lucía: Joder ya lo sé, pero lo haces porque yo te lo pido, yo te lo he hecho por perder los papeles.
Yo: Ves, también es por culpa mía, si no te hiciera perderlos no lo harías.
Lucía: Pobre de ti cómo dejes de hacerlo, quiero perderlos siempre que me toques.
Yo: Pues tenemos de comprar una funda para tus putas uñas o un día de estos me despedazas cariño.
Nos tomamos otra copa antes de ir a dormir, nos despertamos el siguiente día por la tarde, salió todo el cansancio de tantos días seguidos de navegación, pasamos el resto del día en el barco limpiándolo con agua dulce, reparando alguna pequeña cosa para prepararlo y poder seguir con el viaje. El día siguiente salimos con la intención de explorar la isla, visitando varios sitios bañándonos en alguna playa famosa del lugar.
Recorrimos el caribe durante cinco meses más o menos desde el puerto de llegada en Barbados, bajamos a Isla Granada, subiendo por el mar Caribe visitando infinidad de islas hasta llegar a Bahamas a mediados de mayo. Allí empezamos a ser conscientes de que se acababa el paseo caribeño y se aproximaba la hora de volver, la idea era saltar hasta Bermudas y desde allí navegar a las Azores, de las Azores al estrecho y volver a casa en un par de días más. Navegando y teniendo a Bahamas a la vista le pregunté a Lucía si había solucionado las dudas de su futuro, ella llevaba dos días un poco más seria de lo normal.
Lucía: Lo tengo muy claro amor, estos últimos meses me has hecho una mujer muy feliz, pero sé que si vuelvo contigo no va a ser lo mismo, prefiero quedarme con este recuerdo tan bonito, me quedaré en Bermudas, desde allí puedo coger un vuelo a Miami y enlazar con otro a mi país, solo me gustaría pedirte dos cosas.
Yo en aquel momento le escuchaba y pensaba en lo fuerte que era aquella mujer, lo claras que tenía las cosas, también me reprochaba a mi mismo no poder ser capaz de amarla como ella se merecía, lo tenía todo, era guapa, simpática, buena persona, disfrutábamos los dos con el sexo, me quería muchísimo, pero yo no era capaz de entregarle mi corazón totalmente y no sabía el motivo, lo que me hacía estar triste y con los ojos llorosos.
Yo: Pídeme lo que quieras Lucía.
Lucía: Primero, quiero mantener contacto contigo por mail o teléfono si es necesario, quiero tener noticias tuyas, mantener una buena amistad siempre.
Yo: Eso no lo dudes, estaré siempre en contacto contigo y te ayudaré en todo lo que pueda, ¿y segundo?
Lucía: Que follemos durante todo el día y la noche antes de marcharme en Bermudas.
La abracé muy fuerte cayéndome por las mejillas unos lagrimones enormes, me consoló como siempre pasaba en mi vida con las mujeres que estaban cerca de mí, eran mucho más valientes y fuertes que yo.
Salimos para Bermudas con varios días de navegación por delante, sin desaprovechar ni un momento para abrazarnos, besarnos o follarnos. El último día nos levantamos sabiendo que las próximas horas íbamos a dejarnos el cuerpo y el alma en darnos placer, desayunamos y nos metimos en el camarote para solo salir a comer algo rápido y volver hasta quedar totalmente exhaustos, descansar un rato y volver al lio sin darnos la más mínima tregua. Era muy tarde, estábamos destrozados cuando decidimos tomarnos una botella de vino cenando alguna cosa, descansar muy poco y levantarnos al día siguiente, ella me pidió que no la acompañara al aeropuerto, que prefería despedirse allí mismo en el barco y evitar dramas, creo que tuvo una muy buena idea. De esta manera se acabó otra relación que seguramente yo no había sabido estar a la altura, pero que la guardaría siempre en algún rinconcito de mi corazón.
Por la tarde salí a comprar unas cuantas provisiones para navegar hasta las Azores, descansé todo lo que pude para poder salir el día siguiente muy temprano, estaba destrozado de los últimos días con Lucía que me dejó la polla totalmente escocida.
Antes de que saliera el sol estaba en medio del mar con buen viento rumbo de vuelta a casa, no hubo ningún problema, casi tres semanas más tarde estaba llegando a mi puerto base, al llegar al amarre me encontré con el recibimiento de mis padres, mis socios Irene y José María con los niños y mis amigos Gonzalo y Sonia con una pancarta de recibimiento.
Después de saludarnos comimos todos juntos explicando anécdotas del viaje, pudiendo comprobar que no había cambiado nada desde que me marché haciéndome realmente feliz, mis socios ya quedaron conmigo para vernos el fin de semana, Sonia también me pidió para poder cenar otro día, y mis padres como no, que pasara a verlos cuanto antes que me habían encontrado mucho de menos, total que en un momento se me lleno la agenda.
Cuando me quedé solo de nuevo en el barco me fui a dormir, estuve más de doce horas del cansancio acumulado que llevaba encima. Pasé un par de días más limpiando, ordenando y dejándolo todo correctamente antes de ir a mí casa.
Una tarde llamó al timbre un vecino para explicarme que unas semanas atrás un señor que parecía extranjero le estuvo haciendo preguntas sobre mi casa porque estaba interesado, me dejó el número de teléfono para que contactara con él, le llamé y me hizo una oferta escandalosa por mi casa, nunca tuve la idea de venderla pero si me la pagaban tan bien, pensé que podría hacerme otra nueva cerca del mar y todavía me sobraría dinero.