La vida en un soplo (Cap. V - 3ª parte)

Cap. V - El gran viaje,3ª parte de 4

Un mes más o menos más tarde, me llamó Gonzalo para que cenáramos un día, le pedí que si me quedaba a cenar también me quedaría a dormir, no quería hacer kilómetros después de cenar y tomar algunas copas que ya me los conocía, Gonzalo me pidió que llegara a su casa por la tarde y que estuviera con Sonia para que no pasara tanto tiempo sola, yo ya sabía lo que me estaba pidiendo.

Quedamos un viernes, que era el día que comía con mis padres y aprovechaba el viaje para quedarme con ellos, pasé a su jardín a media tarde encontrándome con Sonia sola en casa como me imaginaba, me abrió el ventanal y se me tiró al cuello para abrazarme y darme un beso en cada lado de la cara, yo la subí a peso cogiéndola por el culo pasando ella las piernas por detrás de mi cintura apretando fuerte para no caerse, la besé en los labios con un beso tierno y largo, entrando en casa y sentándome en el sofá con ella encima con una sonrisa de oreja a oreja.

Sonia: ¿Qué coño te pasa?, después de tanto tiempo vuelve a parecer el Luis de siempre.

Yo: Eso mismo, cada día me siento más Luis de “siempre”.

Volvió a sonreír y me besó jugando con mis labios de forma magistral.

Sonia: ¿Crees que podríamos?

Yo: Podemos con lo que tú quieras.

Me volvió a besar apasionadamente, se levantó quitándose la camisa, el sujetador, los pantalones y se bajó las bragas de un tirón, apartándolo todo a un lado junto a las zapatillas, me agarró de las manos para levantarme, me desnudó con ciertas prisas volviéndome a empujar para que me sentara en el sofá.

Yo: ¿No quieres ir a la cama?

Sonia: Hoy te voy a follar aquí mismo, como al principio cuando te enseñaba a saber tratar a las chicas.

Se arrodilló en el suelo cogiéndome la picha metiéndosela en la boca, empezó a succionarla y acariciarla con la lengua poniéndomela a cien bastante rápido, después me la pajeaba lentamente sonriendo.

Sonia (riendo): Está en plena forma, y tú también.

Se subió encima, se la metió lentamente mirándome a los ojos, cogió el ritmo que le dio la gana, lo aceleró cuando quiso gimiendo y gritando suavemente, nos corrimos juntos cuando a ella le pareció bien sin dejar de mirarnos a los ojos, luego se abrazó a mi jugando con mi pelo.

Sonia: No sabes cómo te he echado de menos durante estos años, las veces que he soñado con este momento, de esta manera, igual que lo hemos hecho.

Yo: Yo también me alegro mucho, de verdad.

Me pidió que preparara unas copas, empezamos a media tarde a beber mientras esperábamos a Gonzalo, le expliqué  mis proyectos cercanos y la puse al día de la relación que mantenía con Lucía, de lo preocupado que estaba por ella porque evidentemente no era una relación muy normal, estaba con ella pero a la vez mantenía relaciones con ellos y con otras personas sin decirle que era con mis socios y amigos, sabiendo que Lucía esperaba algo más de nosotros.

Sonia me dijo que mejor hablar de esas cosas tan delicadas delante de Gonzalo, que entre los tres sería más fácil llegar a alguna conclusión, y así lo hicimos, en la cena sacamos el tema y acabamos pensando que lo mejor sería hacer el viaje juntos, para ver cómo nos compenetrábamos conviviendo cada día, que en todo caso a la vuelta ya decidiría que era lo mejor para todos.

Después de la cena tomamos una copa, repetimos el trío de la primera vez, pero esta vez sin comentarios, sin niña del exorcista y sin pegarme Sonia un hostión de cojones como la otra vez, dormimos juntos y me marché al día siguiente después de desayunar.

Los últimos cuatro o cinco meses antes de partir de viaje, Lucía me empezó a demandar vernos más, casi dormíamos juntos cada día en el barco, excepto los viernes que quedaba con mis padres y luego pasaba la noche con Irene y José María, o con Gonzalo y Sonia con los que habíamos reemprendido relaciones más frecuentes viéndonos, cenando y con sexo que seguía siendo tan excitante como siempre.

A medida que se acercaba el momento Lucía estaba más entusiasmada con el viaje, pero le quedaba por acabar de solucionar el tema de la tienda, no se acababa de poner de acuerdo con su socia que no veía claro quedarse sola durante tanto tiempo. Lo teníamos todo pensado, salir a finales de noviembre para llegar a Canarias, donde pasaríamos varios días, salir a mediados de diciembre rumbo Cabo Verde, para encarar la última etapa directa a Santa Lucía en el Caribe.

Un mes antes de la partida llegó Lucía una noche preocupada, me explicó que su socia le había hecho una buena oferta por su parte en la tienda y que no sabía qué hacer, le sabía mal por todo lo que había trabajado en ella para llegar donde estaba en aquellos momentos. Le dije mi opinión, que se lo estudiara de la forma más fría posible y pensara en el futuro, dispondría de dinero liquido para emprender un nuevo negocio, siempre podríamos estudiar otras opciones. Acabó vendiendo sin ningún problema para viajar conmigo, una semana antes de salir me fui a despedir de mis amigos y de mis padres, cuando volví el domingo al barco me la encontré esperándome sería.

Yo: ¿Pasa algo Lucía?

Lucía (seria): He tomado una decisión, se que tú no me vas a dar más de ti de lo que me estás dando, ¿verdad?

Yo: Si te dijera que sí te mentiría Lucía.

Lucía (a punto de llorar): He decidido ir contigo al viaje, pero me voy a quedar en algún país caribeño para coger un vuelo y volver a casa, a mi país, con lo que tengo ahorrado puedo vivir sin estrecheces durante mucho tiempo.

Le acaricie la cara secándole alguna pequeña lágrima que resbalaba por sus mejillas.

Yo: Me sabe muy mal no poder darte todo lo que te mereces.

Ella me interrumpió.

Lucía: Entonces, ¿porqué no me lo das?, yo haría cualquier cosa por ti y lo sabes.

Yo: Porque no sería honesto contigo ni conmigo, tú te mereces ser feliz de verdad, solo te pediría siempre que tú quieras que si viajamos lo hagamos de la mejor manera posible, me gustaría poder pasar contigo los cinco o seis meses del viaje viviéndolo a tope, antes de despedirnos, si no quieres, te puedes quedar en el primer puerto, o si lo prefieres te pago el vuelo directo a tu país sin tener que aguantarme durante tanto tiempo, tú decides, a mí me estará bien tú respuesta.

Se quedó pensativa durante un buen rato.

Lucía: ¿Tú me quieres Luis?

Yo: Te quiero muchísimo, si no fuera así no podría estar contigo, lo que pasa es que no te puedo dar toda la parte de mi corazón que podría llegar a darte, eso ya lo sabes, siempre he sido sincero contigo.

Lucía volvió a quedarse pensativa mordiéndose el labio, de golpe sonrió.

Lucía: Me parece bien, vamos a disfrutar de esta aventura, el último día antes de que vuelvas me quedaré, si no me lo pienso mejor, ya veremos.

Nos abrazamos, nos besamos, nos desnudamos, follamos de manera sensual y romántica corriéndonos dos veces cada uno, se quedó dormida encima de mi pecho pasándome la mano por la cintura. Teniéndola durmiendo encima se me escaparon algunas lagrimas por el daño que le había hecho, nunca tuve la intención de hacérselo, volvía a vivir una relación con fecha de caducidad como con Sara, pero esta vez no era tan dramática, al menos para mí.

A los pocos días le envié un correo a Sara explicándole el viaje y como volvía a revivir otra relación con fecha límite.

Llegó el día, partimos con rumbo a las islas para pasar un día, de allí salir a un puerto en medio del estrecho para preparar el salto a Las Palmas de Gran Canaria, llegando a principios de diciembre sin ninguna novedad importante.

Allí hice arreglar y calibrar algunos aparatos electrónicos que me parecía que no funcionaban todo lo bien que debían hacerlo, salíamos cada día a comprar algunas cosas, mirábamos una fila de personas que había fuera del puerto para enrolarse en algún barco para la travesía.

El día antes de la partida fuimos a comprar fruta y algunos alimentos frescos, al volver vimos en la cola a una pareja que parecían nórdicos, muy altos y guapos, rubios, delgados con pinta de bohemios, estaban fuertes físicamente, ella parecía una saltadora de altura, nos miramos Lucía y yo, sin decir nada nos leímos el pensamiento, fuimos a hablar con ellos, él se llamaba Eric y era de Noruega, ella Ingrid y Sueca, eran pareja y viajaban por el mundo con una mochila, estaban esperando a ver si podían pasar el Atlántico en algún barco que en esas fechas eran infinidad los que teníamos el mismo destino, nos miraron, hablaron algo en una lengua que no entendíamos y nos dieron el sí.

Les acompañamos al barco, nos ayudaban en todo lo que podían, eran unos tipos muy trabajadores y muy simpáticos. Salimos de puerto una tarde con buen viento con rumbo a la isla de Cabo Verde, esperábamos llegar en cinco o seis días dependiendo del viento, cuando oscureció, ya cenados, Eric sacó una botella de un licor típico de su país, mirando las estrellas y copa a copa nos lo cepillamos todo, comenzaron a ponerse cariñosos entre ellos besándose, metiéndose mano en el solárium, nosotros nos los mirábamos de pie con curiosidad, se desnudaron muy rápido, ella se le subió encima metiéndosela empezando a follárselo gritando de forma un poco exagerada, noté la mano de Lucía como subía por mi muslo y alcanzaba el paquete apretándolo, puse una mano por detrás, en su pierna, subí hasta el culo agarrándolo con fuerza, luego metí la mano por dentro del pantalón y las bragas, bajándola para tocar el chichi que ya estaba bastante mojado, ella me había desabrochado el pantalón y me pajeaba lentamente sin dejar de mirar a la otra pareja.

Ellos también nos miraban como esperando que nosotros nos pusiéramos en acción, Lucía se bajo el pantalón y las bragas, me los bajó a mí y se puso delante, yo me senté ayudándole a encajarse encima de mí polla mientras le besaba el cuello por detrás, empezó a moverse arriba y abajo queriendo seguir el ritmo de Ingrid, nos mirábamos una pareja a la otra, gritando cada vez más alto hasta corrernos los cuatro a la vez.

Ellos se pusieron de pie y levantando el dedo pulgar nos dieron el ok bajando a ducharse, Lucía se giró mirándome a los ojos con una mirada clara de que quería más, la estiré en el solárium abriéndole las piernas, le comí el chichi con sabor a mi propio semen hasta tenerla casi a punto de correrse de nuevo, me levanté y le metí la polla lo más fuerte y profundo que pude sacándole un grito enorme que se perdió en la noche, la saqué hasta el inicio y volví a meterla con fuerza, consiguiendo otro grito, me mirara con los ojos muy abiertos provocándome para que siguiera, lo repetí unas cuantas veces seguidas, Lucía se corrió con unos gritos que pocas veces le había escuchado, arrastrándome a mí a otro orgasmo brutal.

Nos quedamos uno al lado del otro mirando las estrellas, giramos las cabezas a la vez para mirarnos a los ojos, sonreírnos y felicitarnos por el buen polvo que acabábamos de disfrutar en alta mar.

Me quedé en el puesto de mando las primeras tres horas de la noche, hasta que Eric vino a relevarme, después a él lo relevó Ingrid y a Ingrid Lucía, de esta manera con tres horas de guardia cada uno teníamos tiempo de descansar todos, por la mañana en el desayuno, que intentábamos hacerlo juntos, no se habló nada de la noche anterior como si todo hubiera sido un sueño, se conversaba de cómo pasaríamos el día, de que a Eric le hacía ilusión pescar algún pez y de cosas así.

Llegamos a Cabo Verde, fondeamos y ellos bajaron al mercado para comprar fruta, descansamos un día y como el tiempo era favorable salimos por la mañana temprano. No necesitábamos agua potable porque el barco disponía de potabilizadora para tener los tanques siempre llenos, gasoil tampoco habíamos gastado, así que calculaba que en unos doce a dieciséis días llegaríamos a Santa Lucía Martinica, dependiendo del tiempo aprovechando los vientos alisios que en esa época del año soplaban a favor, en aquellos momentos hacía fresco pero se estaba bien.

Ya atardeciendo estábamos los cuatro en el salón, funcionando el barco con el piloto automático, total en medio del mar sin otro barco a la vista solo había que mirar de tanto en tanto a los lados, delante y atrás por si había alguna novedad. Nos tomamos unas cervezas y se levantaron Ingrid y Eric cogiendo a Lucía de la mano, yo me senté cómodo para ver el espectáculo, la besaban cada uno por un lado de la cara, bajaron al cuello, Eric empezó a desabrocharle la camisa e Ingrid a besarla en los labios, en un momento Eric le había quitado la ropa a Lucía y se estaba desnudando él, Ingrid se acercó a mí con una sonrisa quitándose la camiseta, no llevaba nunca sujetador, se desabrochó los pantalones, yo me levanté cogiéndola por la nuca metiéndole la lengua dentro de su boca, respondiendo con pasión, quitándome el polo y bajándome de un tirón los pantalones y calzoncillos, la agarré por el culo levantándola estirándola en el sofá.

Eric le estaba comiendo el potorro a Lucía, por lo visto bastante bien por los gemidos que salían de su boca, le agarré los pantalones a Ingrid estirando de ellos dejándola con el tanga de color rosa, le besé las rodillas, los muslos y subí abriéndole las piernas alrededor del chichi, para acabar lamiendo por el centro encima del tanga mojándola, se lo quité, ella se incorporó cogiéndome la polla pajeándome despacio acercando su boca, se la metió chupando desde la punta hasta donde podía llegar haciendo presión. Miré a Lucía y se la estaba chupando a Eric que estaba estirado encima de la mesa, él se levantó, se colocó detrás de ella que bajó el tronco apoyándolo en la mesa con los pies en el suelo sacando el culo, Eric se acercó y le metió la polla lentamente hasta el fondo dando un pequeño grito lo dos a la vez.

Empujé a Ingrid para estirarla metiéndome en medio de sus piernas levantándoselas apoyándolas en mis hombros, me agarré el cipote dirigiéndolo a su agujero metiéndole despacio el capullo mirando sus ojos como se le abrían, soplaba pidiéndome más, volví a empujar metiéndole media polla, soltó un grito volviendo a pedirme que siguiera hasta el final, la metí y sorpresa, pude llegar por primera vez en mi vida hasta el final de una vagina, metiéndola toda y golpear mi cuerpo contra el suyo, ella gritó como una loca juntándose con los gritos de Lucía que no dejaba de mirarnos y se asombraba de lo que veía, subí el ritmo cada vez más alto chocando cada vez más violentamente con su coño, haciendo que ella se corriera una vez detrás de otra apretándome los brazos con sus manos para que parara, paré cuando me corrí junto a ella en un orgasmo muy fuerte, escuché correrse a Lucía y Eric.

Ingrid se levantó y le dijo algo a Eric que no entendimos, tapándose con la mano el chichi para que no goteara mi semen bajando al camarote supongo que a ducharse, le pregunte a él que había dicho antes de marcharse.

Eric (riendo): Que no pensaba que se podía correr tantas veces seguidas sin parar, que estaba muy cansada, que se metía en la cama a descansar ahora mismo.

El bajó también al camarote con su pareja, nos quedamos Lucía y yo solos mirándonos y riendo, aunque le detecté algo a Lucía en los ojos.

Lucía: Se la has metido hasta el fondo, toda entera, ¿no?

Yo: Sí, ha sido la primera vez que he podido hacerlo.

Lucía: ¿Y te ha gustado?

Yo: Claro mujer, la sensación de chocar con tu cuerpo contra el de tu pareja es fantástica.

Bajó la mirada y caminó hacía nuestro camarote.

Lucía: Me voy a duchar, nos vemos en un rato cariño.

Subí al puesto de mando para ducharme en la ducha del solárium, hice la primera guardia mirando cómo se ponía el sol. Pasó la hora de cenar y nadie apareció, pensé que debían estar cansados y necesitaban dormir, bajé a buscar algo de fruta y volví a subir para comérmela. Pasó la primera hora y escuché un ruido en la escalera, apareció Lucía totalmente desnuda que con la luz de la luna y su cuerpo morenito estaba preciosa, me miraba intensamente a los ojos.

Yo: Cariño estás preciosa, pero hace un poco de fresco para ir sin ropa, ¿no crees?

No dijo nada y seguía mirándome intensamente, se acercó y me desnudó, me cogió la polla y me la acarició hasta dejarla bien tiesa, abrió un bote de vaselina que llevaba en la mano y que yo no había visto, me frotó la polla dejándomela totalmente lubricada, yo en ese momento no entendía nada y ella no hablaba, se agachó sobre la mesa de cartas y cogiéndome la polla se la dirigió a su culo.

Yo: Espera, espera, a ti no te ha gustado nunca el sexo por ahí, ¿qué quieres hacer?

Lucía se giró de forma brusca.

Lucía (con mala leche): Escúchame, ninguna tía por muy nórdica, muy rubia o muy alta que sea, te va a dar más de lo que pueda darte yo mientras estemos juntos, estamos.

Yo: Cariño pero eso es una tontería, no pasa nada, ella tiene la vagina muy larga y nada más, no es necesario que…

Lucía (seguía de mala hostia): Y tanto que pasa, pasa que ninguna niñata va a follarte mejor que yo por mis ovarios, ¿lo entiendes?

Yo: Lucía no me jodas, ¿estás celosa?

Lucía (más cabreada): Ya ha salido el lumbreras, claro que estoy celosa gilipollas, me follas ahora mismo el culo hasta el fondo chocando con fuerza, o te juro que a la que lleguemos a un puerto me bajo y no me vuelves a ver más en tu puta vida.

Yo (riendo): Tranquila cariño que para mí será un placer darte por culo por primera vez.

Lucía (con una sonrisa): Despacio por favor cariño.

Volvió a la posición inicial sacando el culo, cuando lo toqué estaba totalmente lubricado y con el agujero algo dilatado, pensé que antes de subir debía haber estado en el camarote dándose con la vaselina y metiéndose algún dedo, apoyé la punta encima del agujero y miró para delante respirando nerviosa, apreté un poco notando como se le abría…

Yo (preocupado): Cariño si quieres que pare lo haré al momento.

Lucía (otra vez con mala cara): Quieres meterla de una puta vez y dejar de hablar coño.

Apreté un poco más fuerte, le metí el capullo notando como cedía la piel alrededor, escuchando como ella daba un pequeño grito respirando muy seguido después, empujó el culo para atrás metiéndose ella misma un trozo más dando otro grito, respiró profundamente, se incorporó un poco, dando otro empujón con sus caderas metiéndosela toda de golpe dando otro grito más fuerte, esta vez notando que le había hecho daño, antes de que pudiera decir nada ella se adelantó sacándosela volviendo a atrás de golpe volviéndosela a meter, haciendo chocar mi cuerpo contra el suyo sonriendo de satisfacción y dolor a la vez.

La abracé por detrás y cogí el ritmo, empezando muy despacio, sacándola entera y metiéndola hasta el fondo chocando suavemente, otra vez un poco más rápido volviendo a chocar, aumentaba el ritmo muy despacio, viendo como la sonrisa de la cara de Lucía cada vez era más grande, hasta acabar metiéndosela fuertemente, haciendo mucho ruido cada vez que se juntaba mi cuerpo con su culo corriéndome dentro gritando muy fuerte. Lucía se tapó el culo con la mano para que no callera nada y me dio un beso suave en los labios.

Lucía: Me voy a duchar y te espero en la cama.

Me duché de nuevo, esperé que llegara Eric para bajar al camarote, me encontré con Lucía con una camiseta para dormir y en bragas encima de la cama leyendo esperándome, me desnudé y me puse a su lado, ella dejó la revista y apoyó la cabeza en mi hombro.

Yo: ¿Crees que ha valido la pena?

Lucía: Estoy convencida de que si.

Yo: ¿Te ha dolido?

Lucía: Bueno.

Yo: ¿Qué quiere decir exactamente, bueno?

Lucía: Me ha dolido bastante, pero sentirte a ti como te he sentido ha valido la pena.

Yo: Ya te he dicho que por mí no hace falta que lo hagas, no me gusta verte sufrir.

Lucía (riendo): Pues te aseguro que me vas a ver sufrir unas cuantas veces más, porque lo vamos repetir hasta que puedas meterla sin ningún problema, por mis cojones.

Yo: Joder, porque tengo que salir siempre con las más brutas, es que tengo una puntería para escogeros acojonante.

La miré y estaba durmiendo plácidamente con una sonrisa en los labios, me pasó un brazo por encima y se apretó contra mi cuerpo, me desperté alarmado pensando que se había hecho tarde despertando también a Lucía.

Yo: Cariño, ¿has hecho tu guardia?

Lucía (con voz dormida): Sí, no te preocupes, he cambiado con Eric y después me ha sustituido la mala puta de Ingrid, todo en orden.

Yo: ¿Cómo tienes el culito?, ¿te duele todavía?, y lo de, ¿Mala puta?

Lucía: Sí, todavía me molesta el culo, tengo sueño, hasta luego cariño.

Cuando se levantó me hizo prometerle que no tendríamos más sexo con ellos, que se estaba agobiando viendo pasar los días con ellos dos allí y que se arrepentía de haberlos subido a bordo.