La vida en un soplo (Cap. IV - 3ª parte)
Cap. IV - Laura y la lenta recuperación,32ª parte de 5
Una hora antes de cerrar me presenté en la tienda con un ramo de flores, me vino a recibir otra chica que pensé que debía ser la socia.
Yo: ¿Esta Lucía?
Me miró con cara de saber perfectamente lo que pasaba, miró el ramo de flores.
Chica: Esta en el almacén, volverá en un momento.
Salió Lucía con unas camisas en el brazo y al verme las dejó sobre un mostrador.
Lucía: ¿Pero qué haces aquí tan pronto?
Yo: Ya ves, traer un ramo de flores a una dependienta muy guapa, a ver si viene a cenar conmigo, de paso comprar algo de ropa para la ocasión, porque me he dado cuenta que no tengo nada en el armario para impresionar a una chica.
Lucía: Vamos a buscar algunas cosas para impresionar a esa chica tan importante, guapa y simpática.
Me escogió la ropa que a ella le gustaba y yo me la compré sin más.
Lucía: Luis, coge la ropa y ven conmigo.
Me llevó a la trastienda y se empezó a desnudar, se quito los zapatos, los pantalones ajustados y la camisa con su nombre bordado que utilizaba para trabajar, yo la miraba de pie sin respirar al verla en sujetador y bragas.
Lucía: Ahora ya estamos en paz, ayer te vi a ti en ropa interior y hoy me has visto tu a mí, vístete que nos vamos.
Se puso un vestido cortito azul marino, zapatos negros de tacón y se metió en el baño para recogerse el pelo como el día anterior, yo me vestí con la ropa recién comprada y nos fuimos de la tienda después de despedirme de la socia con dos besos.
Paseamos un rato, durante la cena me explicó como llegó a tener la tienda después de pasar por algunas penurias, que ahora funcionaba muy bien y podía vivir sin estrecheces, había tenido varias relaciones pero no acabó cuajando ninguna, acabando los postres.
Lucía: Podríamos tomar una copita para alargar la noche.
Yo: Donde te gustaría tomarla, un sitio bullicioso, o un lugar tranquilo mirando las estrellas.
Lucía: Si me lo pones así, prefiero un lugar tranquilo.
Yo: Pues conozco el mejor lugar, ¿vamos?
Lucía: Llévame.
Paseamos por el puerto y la llevé justo delante del barco.
Yo: ¿Te parecería bien tomarla en aquella terraza de arriba?
Lucía: Si podemos estar ahí, me parece muy romántico.
Yo: Tengo el permiso del capitán para poder estar.
Le decía mientras saltaba dentro del barco alargándole la mano para ayudarle a subir.
Yo: Tendrías que quitarte los zapatos para no dañar el barco.
Lucía: Vale, ¿te dan permiso para utilizarlo cuando quieres?
Yo: Sí, no es muy complicado, me lo tengo que dar a mí mismo y es fácil.
Lucía: Ya empezamos con las tomaduras de pelo.
Yo: Venga va, ¿qué quieres tomar?
Fuimos a la cocina y preparamos unas copas subiendo después al solárium, pasamos un buen rato riendo mirando el cielo estrellado, acabamos las bebidas, Lucía me miraba sonriendo, nos besamos.
Lucía: Hoy no tengo prisa, se te ocurre alguna idea para seguir la noche.
Yo: De ideas tengo algunas, pero no sé si te van a interesar.
Lucía: Dímela y te diré si me interesa.
Yo: Quiero verte otra vez como en la trastienda.
Lucía: Entonces me ganarías por una, ahora estamos empatados.
Yo: Ven conmigo y verás como seguiremos empatados.
Cogidos de la mano bajamos a mi camarote, me quité la ropa quedándome en calzoncillos.
Yo: Ves, ahora vas ganando tú.
Ella se bajo muy despacio la cremallera del vestido por detrás dejándolo caer, se acercó lentamente a mi lado, me puso la mano en el pecho, me beso abriendo los labios sacando la lengua buscando la mía, la rodeé con mis brazos por la espalda dejando los dos cuerpos enganchados, caminando unidos unos pasos nos dejamos caer sobre la cama acariciándonos, sin dejar de besarla le desabroché el sujetador, para seguidamente besarle y lamerle los pezones oscuros para endurecerlos, ella me acariciaba el pelo estirando y levantándome la cabeza de vez en cuando para seguir besándonos. Me acariciaba la polla por encima del calzoncillo apretándola y soltándola con la mano, yo seguía con sus pezones bajando una mano lentamente desde la teta hasta dejarla encima del tanga, para después seguir el mismo camino con la lengua siempre con sus dedos enredados en mi pelo, cogí el tanga y estiré levantando ella un poco las piernas para ayudar a quitárselo, con la mano que acariciaba mi cabeza la empujó para ponerla encima del chichi abriendo las piernas, la coloqué en medio de las piernas, me dejé dirigir por su mano de arriba abajo insistiendo con mi lengua allí donde ella paraba, empezaron algunos gemidos flojitos, ahogados por que ella se tapaba la boca con la otra mano, levanté la cabeza volviéndola a besar y al oído.
Yo: No hace falta que te tapes la boca, el barco está muy bien insonorizado, déjate ir con tranquilidad.
Volviendo a bajar la boca a su sitio para que ella siguiera, al segundo lametón soltó un grito que había estado reprimiendo, su mano en mi cabeza cada vez se movía más rápidamente y ella cada vez gritaba más, cuando noté que estaba a punto, me levanté arrodillándome en la cama en medio de sus piernas, me bajé los calzoncillos con su vista muy excitada clavada en la polla soltando un suspiro largo al verla en todo su esplendor.
Yo: ¿Me pongo un condón?
Lucía: Métemela ya, que me tienes loca.
La penetré lentamente mientras ella abría los ojos, dejaba ir unos cuantos gemidos marcando el ritmo con las caderas que yo seguía con mucha atención, aceleraba sus movimientos, yo los acompañaba notando como los gritos aumentaban, su cuerpo se descontrolaba, llegando a un orgasmo muy fuerte apretándome los brazos clavándome las uñas, se relajó y le cayeron unas lagrimas de los ojos, la abracé.
Yo: Lucía cariño, ¿estás bien?
Lucía: Estoy tan bien que tengo ganas de llorar de alegría, hace tiempo que me hacía falta algo así.
Me decía apretándome con los brazos por la espalda abrazándome fuerte.
Yo: ¿Te quedas conmigo esta noche?
Lucía: ¿Lo dudas?, creo que todavía nos queda trabajo por hacer, alguien no ha llegado.
Me coloqué a su lado girándola de costado dándole besos en la nuca y la espalda, empujé con suavidad sus piernas para avanzarlas y meter mis caderas debajo de su culo.
Lucía: Por favor, por detrás no, no me gusta nada el sexo anal.
Yo: No te preocupes.
Pasé la mano por encima de su chumino para confirmar que estuviera lubricado, apunté la punta de la polla encima de su vagina dando un golpecito de caderas para meterla, Lucía se acomodó mejor para dejarme paso libre dejando ir un gran suspiro, acabé de meterla todo lo que pude, ella se giro boca arriba levantando una pierna para que pudiéramos follarla metiéndosela de lado, después de unos momentos se levantó, se puso encima cabalgándome muy rápido, acelerando la respiración corriéndonos los dos a la vez. Subimos a tomar algo sentados en el salón.
Lucía: Quiero ser sincera contigo porque me gustas mucho.
Yo: Muy bien, adelante.
Lucía: No se qué esperas o buscas en una relación, tampoco sé si la buscas pero quiero avisarte de algunas cosas, yo soy una persona totalmente libre para hacer lo que quiera, me gusta mantener esta libertad por encima de cualquier cosa, no me gusta comprometerme, me gusta ir a mi bola sin tener que preocuparme de lo que hago o dejo de hacer, además soy bisexual. Si tú estás buscando una relación estable esa persona no soy yo, pero si te va bien que nos veamos sin compromisos, pasar ratos divertidos por mi perfecto, me gusta estar contigo, me haces reír y eres muy educado.
Yo: En estos momentos es la mejor relación que puedo tener, yo tampoco ando muy fino y no quiero comprometerme a nada con nadie, así que por mí perfecto, por cierto, ¿te gustaría venir a una boda dentro de tres meses en las islas?
Lucía: ¿Mes estas invitando a la boda de tú amiga?
Yo: Te estoy pidiendo si quieres ser mi pareja en la boda de mi amiga Laura, voy solo y me da un poco de palo, si vamos juntos será más divertido, podemos ir en barco y así nos divertimos el doble.
Lucía: Pues no suena mal, en principio cuenta conmigo.
Nos estuvimos viendo dos o tres veces por semana, ella se quedaba a dormir cuando quería, salimos algunos días a pasear en barco, le regalé el equipo oficial del Akuaries y ya era parte de la tripulación en todos los sentidos.
Me llamó José María para cenar juntos, quedamos un sábado por la tarde en su casa, llegué con una par de botellas de vino y una de whisky para pasar la velada, tomábamos algo en el jardín.
Yo: ¿Y los niños?
Irene: Los hemos dejado hoy en casa de sus abuelos, mañana pasaremos a recogerlos, así podremos hablar con tranquilidad.
Las caras de aquel par no me gustó un pelo.
Yo: Coño, que esas caras las conozco, no me volváis a meter en un “embolao” cabrones.
Irene me miraba con cara de niña buena y José María se reía nervioso sin parar.
José María: Hostia Irene, este tío nos conoce demasiado, vamos a tener que dejar de verlo durante una buena temporada.
Yo: La madre que os parió, lo sabía, esas caras no eran normales, ¿Qué coño queréis?
Irene: ¿Te acuerdas de que hace mucho tiempo pude realizar una fantasía que tenía?
Yo: Y pactamos no volver a hablar del asunto, yo ya no me acordaba de nada, me lo habéis vuelto a recordar.
Mentira que te cagas, me acordaba muchas veces de aquel trío y de Irene desnuda.
José María: Es que la niña tiene otra fantasía, le he dicho que si te la contamos seguro que nos puedes ayudar.
Yo: ¿Vosotros os pensáis que yo soy como los reyes magos, que les escribís una carta y solo tenéis que esperar la noche de reyes?
Irene y José María: Claro que sí.
Yo: Venga Irene canta lo que quieres de una vez, que vais a acabar conmigo.
Irene: He soñado varias noches y me pone muy cachonda que me enrollo con una chica, vosotros dos estáis allí mirándome mientras os la machacáis.
Yo: Joooder, ¿y tú José María no dices nada?
José María: Ya sabes que yo soy un salido, en el momento que me lo explicó la convencí para hacerlo lo antes posible.
Yo: ¿Tú Irene quieres comerle el chumino a una tía?
Irene (riendo): Y que me lo coman.
José María: Mejor hacerlo con alguien de confianza, seguro que tú conoces a alguien.
Yo (riendo): Estáis más locos que una puta cabra, pero como coño me junto con personas como vosotros, sois de lo peor, pervertidos de mierda.
Irene: ¿Pero nos lo vas a solucionar, o tendremos que ir a buscar cualquier chica que vete a saber lo que ha hecho?
Yo: Cabrones no me lloréis más, ya sabéis que os lo puedo solucionar y por eso me lo explicáis, ¿no?
José María: ¡Ja!, lo sabía, ¿Quién es?
Yo: Precisamente estoy saliendo con una persona que creo que le puede interesar.
Irene: ¿Tienes una relación y la quieres meter en esto?, si me lo plantearas a mí te enviaba a la mierda.
Yo: No es una relación, bueno sí, no, yo que sé, nos vemos sin compromisos, follamos, salimos a cenar, en el barco, lo pasamos bien juntos, punto. ¿Os va bien el fin de semana próximo?
Irene: Por mí genial, pero me gustaría hacerlo fuera de casa, aquí vive toda mi familia y no quiero hacer marranadas de estas en mi casa.
Yo: Lo haremos en la mía, yo me ocupo de la cena y todo lo demás.
Nos bebimos el vino y el whisky que llevé más casi media botella que tenían en su casa, me quedé a dormir por lo perjudicado que acabé, me fui al día siguiente.
Llamé a Lucía para vernos el martes por la tarde, le expliqué tal cual directamente el plan trazado con mis amigos.
Lucía: Tienes unos amigos un poco raritos ¿no?
Yo: Venga ya, una mujer como tú, que defiendes la libertad por encima de todo me vas a decir que, ¿una mujer con marido e hijos tiene que conformarse con una vida aburrida, no tiene derecho a tener fantasías y poderlas realizar?
Lucía: Me has pillado mamón, ¿es guapa?
Yo: Te va a encantar, es guapísima y muy limpia.
Lucía: Que tonto eres hijo mío, solo una cosa, si no me gusta no lo haré.
Yo: Lógico, en ningún momento he intentado forzarte a nada, si no te gusta Irene, que lo dudo, o no quieres hacerlo, me lo dices discretamente, cenaremos y nada más, ¿de acuerdo?
Lucía: De acuerdo.
El jueves por la noche llegué a casa, el viernes organicé la cena para el día siguiente, contraté un catering para que nos cocinara y sirviera la cena, cuando se acabara se marcharían y nos dejarían solos.
El sábado por la tarde fui a buscar a Lucía y esperamos en casa que llegaran Irene y José María, Lucía llevaba un vestido estampado claro muy corto, dejando ver unas piernas rectas muy bien puestas, unas caderas y culo que le marcaban un tipazo.
Llegaron sobre las siete y media, Irene entró vestida con un vestido blanco por encima de las rodillas que le transparentaba la ropa interior, se miraron las dos con curiosidad, a Irene se le notaba la sorpresa de encontrarse con una mulata tan guapa, Lucía no pudo disimular que Irene le gustaba, tomamos algo para hacer tiempo mientras acababan de hacernos la cena, antes de sentarnos en la mesa aparté un momento a Lucía.
Yo: ¿Qué te parece?
Lucía: Es preciosa, y me recuerda a alguien.
Yo: Sí, a una actriz de una película de putas y gente con pasta.
Lucía: Claro coño, es muy parecida.
Cenamos, en los postres vino el jefe del catering, a preguntarme si todo estaba bien o necesitábamos algo más desapareciendo todos por arte de magia, nos sentamos a tomar una copa en los sofás escuchando música. Pasó un rato, se levantaron Irene y José María a bailar agarrados, Lucía y yo les seguimos bailando las dos parejas muy juntos, en un par de canciones cambiamos parejas dejando a Irene y Lucía juntas, nosotros nos sentamos a tomarnos las copas, no les perdíamos ojo de encima, el vestido de Irene al contraluz dejaba ver todo su interior de una manera muy sensual.
José María: Irene está muy guapa, ¿verdad?
Yo: Ella está guapísima, pero tú mira que llegas a ser feo cabrón.
No es verdad, mi amigo es un tío más bien guapetón que conoció a Irene en el instituto, no se separaron jamás, ella después de tener a sus hijos se arregló las tetas y le quedó un tipo estupendo, siempre se cuida mucho, consigue arrastrar tres veces a la semana a José María al gimnasio para que se mantenga en forma, eso sí tiene merito, porque a mi amigo no le gusta nada el deporte pero por ella haría lo que fuera, él es un amigo de los que puedes contar siempre para lo que sea, no me ha fallado jamás, además es una gran persona.
José María: Vete a la mierda Luis, siempre ha sido guapa pero a mí cada día me gusta más, cada día estoy más enamorado, no sabes cuánto la llego a querer, no me puedo imaginar la vida sin ella. Perdona, perdóname Luis, no he pensado lo que decía, no he pensado que te podía hacer daño, lloramos muchísimo la muerte de María, estuvimos tan preocupados por ti.
Yo: No te preocupes, no te justifiques por querer a tu mujer, yo también tuve la suerte de poder vivirlo y es maravilloso, estoy muy contento de que vosotros os llevéis tan bien.
José María: No sabes lo bien que nos va con el sexo, me pone cardiaco cuando…
Yo: Vale, vale, no me expliques intimidades que me vas a poner cachondo pervertido.
Miramos a las chicas, seguían bailando muy juntas besándose con pasión sacando la lengua, mi amigo se tensó cogiéndome del brazo con fuerza.
Yo: Tranquilo coño, relájate que te vas a correr aquí mismo picha floja.
José María: No sé como coño tienes esa sangre de horchata tío, ¿es que no te inmutas por nada, o es que ya no se te levanta?
Yo: Tranquilo que cuando se tiene que levantar se levanta, si quieres lo probamos y te doy por culo.
José María: Calla ya mamón “degenerao”.
En esos momentos, Lucía se llevaba a Irene para la habitación mirándonos las dos invitándonos a seguirlas, entramos y nos sentamos uno al lado del otro para ver a las chicas como se besaban, se iban desnudando una a la otra quedando en sujetador y bragas, blanco Irene y negro Lucía, se estiraron en la cama, Irene boca arriba, Lucía junto a ella de lado la besaba, mientras con la mano derecha le recorría todo el cuerpo, posó la mano sobre los muslos acariciándolos, Irene levantó una pierna y la abrió, para dejar que la mano de Lucía entrara hasta acariciarle el coño por encima de las bragas, frotando, apretando, para poco después meterle la mano por encima de las bragas, volviendo a acariciarle ahora directamente con su mano y sus dedos.
Irene hacía rato que jadeaba y gemía de una manera muy sexi, Lucía bajó lentamente los labios besando a Irene el cuerpo hasta llegar a la cintura, se incorporó y se metió en medio de las piernas estirando de las bragas sacándoselas por los pies, metió a continuación la cabeza besando la parte interna de los muslos subiendo, llegando al chichi sacando la lengua, lamiéndolo de abajo a arriba repetidas veces, mientras Irene se tocaba el pelo y gemía girando la cabeza de lado a lado, Lucía se paró en un punto lamiendo y chupando con fuerza, consiguiendo que Irene se corriera en un momento dando gritos. Levantó la cabeza excitada y se giró tumbando a Lucía debajo suyo, se quitó el sujetador, le metió las manos por detrás de la espalda, se lo quitó a Lucía lanzándose sobre sus pezones acariciándolos, chupándolos y endureciéndolos, le agarró luego las bragas estirando quitándoselas rápidamente para besarle encima de los muy recortados pelos del coño.
Irene (excitada): Lucía, guíame tú por favor.
José María me apretaba tanto el brazo que pensaba me iba a cortar la circulación.
Lucía bajó una mano colocándola encima de la cabeza de Irene bajándosela al coño, empezando esta a pasar la lengua por donde la iba guiando, a la vez que le daba indicaciones con la voz muy rota por la excitación, la lengua de Irene recorría de arriba abajo hasta pararla en el clítoris, avisándola que lo hiciera con fuerza sin parar, llegando Lucía a correrse con más gritos poniéndonos las pollas a reventar, Irene subió de nuevo para besarla diciéndole algo en el oído a Lucía que con la cabeza se lo confirmó.
Irene: José María cariño ven con nosotras.
José María (nervioso): Yo, yo, ¿Quién?, yo, ¿qué quieres que haga cariño?
Irene (con paciencia): Que te quites la ropa y te pongas en medio de nosotras, espabila que se caduca la oportunidad.
Lucía se reía mientras José María de pie se intentaba desnudar precipitadamente con cara de no creérselo, finalmente se tiró en medio de las dos como el que se tira a la piscina, las dos se repartieron la mitad del cuerpo, apoyando cada una de las chicas una teta sobre el pecho de mi amigo, tenía dos caras mirándolo desde muy cerca, él no sabía cual mirar girando el cuello sin cesar como si estuviera viendo un partido de tenis, su mujer lo besó bajando la mano cogiéndole la polla masturbándolo, después lo besó lucía cogiéndole los huevos acariciándolos, José María dejo ir un suspiro enorme.
Irene (con una sonrisa): ¿Te gusta mi amor?
José María (nervioso y excitado): Sí, no, no sé, yo no pensaba en…
Irene (riendo): Mejor no digas nada y disfrútalo cariño.
Irene bajó la cabeza, se metió toda la polla de mi amigo en la boca sacándola y metiéndola lentamente, Lucía le puso el chumino en la boca sentándose encima de su cara, agarrándola mi amigo por el culo, Irene dejó de chupar manteniéndola bien recta, pasó una pierna por encima metiéndosela hasta el fondo, empezando a follarse a su marido a la vez que se besaba con Lucía apasionadamente.
En ese momento yo estaba allí mirando como si fuera una figura de porcelana encima de la mesa, nadie me daba ni bola pasando de mí, las chicas cambiaron las posiciones, mi amigo me miró como no creyéndose lo que estaba pasando, con toda la boca mojada hasta que su mujer le agarró la cabeza metiéndose de golpe la boca en el chocho, Lucía se lo follaba dando saltos encima, José María no paraba de gritar ahogadamente con el chichi de su mujer tapándole la boca, supieron elegir el mejor momento para separarse las dos de él, le cogieron la polla las dos a la vez pajeándolo a dos manos para que se corriera abundantemente, Irene le besó en los labios satisfecha.
José María (feliz mirándome): ¿Con ese trozo de mármol que tenemos ahí vais a hacer alguna cosa para alegrarlo?
Lucía levanto el dedo índice, lo movió de delante a atrás indicándome que me acercara a ellas.
Irene (pasando un brazo por encima de los hombros de Lucía): Hoy no vamos a dejar títere con cabeza en esta casa, todos vais a pasar por la piedra.
Me desnudé, me acerqué al borde de la cama quedándome de pie, Lucía se arrodillo encima de la cama, dejándole una vista del chocho directa a José María que abrió los ojos para no perderse detalle, se metió mi polla en la boca chupándola con fuerza, mientras Irene le tocaba el chichi por detrás, en poco tiempo cambiaron las posiciones.
Irene me la cogió pajeándome lentamente, mirándome a los ojos recordando supongo igual que yo aquella vez en la cabaña del bosque, se la metió en la boca succionando con fuerza sacándome un primer grito, gimiendo ella por los dedos de Lucía que estaban jugando con su coño, mientras con la otra mano le hacía una paja a José María, que empezaba a ponerse cachondo otra vez, cuando la polla de mi amigo estuvo otra vez en buen estado, Lucía le tocó la espalda a Irene, esta se giró, al ver el cipote de su marido se colocó encima metiéndosela con un gemido a la vez de los dos, Lucía se puso arrodillada detrás de Irene besándole el cuello, acariciándole las tetas sacando el culo para que yo se la pudiera meter suavemente hasta el fondo, dio un buen grito, la follé a un buen ritmo pensando que se correría, antes le dijo a Irene algo al oído cambiándose las posiciones, follándose ella a mi amigo y colocándose Irene a cuatro patas, me miró girando la cabeza para decirme en voz muy baja que la follara con fuerza, me venían a la cabeza los pensamientos de aquella vez en la cabaña, se la metí de golpe, hasta el fondo, siguiendo con unos golpes de cadera violentos adelante atrás para hacer que se corriera en un momento de forma espectacular, en ese momento Lucía pego un grito, se corrió durante un buen rato sin parar arrastrando a José María a su segundo orgasmo, yo no paraba de meterla y sacarla todo lo fuerte que podía, Irene me miraba girando el cuello, paré de golpe con la polla en el fondo de la vagina, empecé a darle vueltas con movimientos de caderas, hizo que Irene levantara la cabeza cerrando los ojos, cambié de nuevo, volviendo a meterla y sacarla lo más rápido que pude, saliendo un orgasmo desde el interior de la mujer de mi amigo, aullando como una loba, corriéndome como una bestia dentro de ella, al sacarla cayó al suelo un chorro de liquido blanco pastoso.
Nos duchamos y dormimos los cuatro en la misma cama desnudos. Al día siguiente desayunando, Irene volvió a hacernos jurar a todos que lo que había pasado aquella noche no se repetiría, que nunca volveríamos a hablar del tema.
Yo: Dentro de poco serán tantas las veces que será difícil no acordarse.
Irene: Luis, deja de hacer el capullo que ya nos conocemos.
Lucía se despidió de José María con un beso en los labios, igual que Irene de mí, acariciándome la cara dándome las gracias por lo que hacía por ellos, ellas dos también se dieron uno en la boca.
Yo (mirando a José María): Ya sé que lo estas esperando, pero lo siento mucho, no beso a hombres en la boca.
José María (riendo): Vas a ser un capullo toda la vida compañero.
Reímos todos y los despedimos.