La vida en un soplo (Cap. IV - 2ª parte)
Cap. IV - Laura y la lenta recuperación, 2ª parte de 5
El domingo llegó la familia de José María, todos con el polo oficial del barco haciendo un buen equipo navegando, Irene se sentó a mi lado en el puesto de gobierno.
Irene: ¿Qué cómo va todo?
Yo: He vuelto a follar después de tanto tiempo.
Irene: Hostia Luis, esto sí que no me lo esperaba, ¿Cómo ha sido?, ¿con quién?, ¿vas a volver a rehacer tu vida?
Yo: No, no, es una tontería, de hecho no tenemos ningún futuro, pero he podido dar el paso que hasta ahora pensaba que sería incapaz de darlo, eso es todo.
Irene: ¿Ningún futuro?, otra experiencia como la de la universidad con aquella chica que se fue, ¿es algo así?
Yo: Que no Irene, es una chica que podría ser mi hija.
Irene: Joder Luis, es que tú no tienes remedio, como coño te metes en estas cosas tío.
Yo: Es la hija de los vecinos que teníamos con María.
Irene: ¿Aquellos que hacíais muchas barbacoas juntos?
Yo: Sí, un día al ir al restaurante a comer me la encontré en el centro comercial por casualidad, comimos juntos para ponernos al día, la chica está más despierta de lo normal para su edad.
Irene: ¿Despierta?, vamos, que te tiró los tejos y caíste como un bobo.
Yo: Caí porque me interesaba caer, ella consiguió que sintiera algo en la polla que no sentía en años, creo que me funciona como terapia estar así sin ningún compromiso.
Irene: Con el tiempo necesitaras rehacer tu vida con una mujer de verdad Luis, no te engañes a ti mismo ni te cierres en banda, todavía queda mucho camino por recorrer.
Irene me dio un beso en la cara y sonrió, sé que ellos también se preocupaban por mí, aquellas personas que navegaban ese día conmigo era la familia más cercana a parte de mis padres. Cuando se fueron al atardecer llamé a casa de Sonia y Gonzalo.
Yo: Hola Sonia.
Sonia: Hombre, que te explicas, hace un tiempo que no sabemos nada de ti.
Yo: Estoy bien Sonia, me gustaría hablar con vosotros cuando os vaya bien.
Sonia (chillando): Gonzalo es Luis que quiere hablar con nosotros cuando nos vaya bien.
Sonia: Dice Gonzalo que cuando te dé la gana vengas por casa.
Yo: ¿Os va bien el viernes por la noche para cenar?, traeré un par de botellas de buen vino.
Sonia: Hecho
Yo: Ok.
Pasé la semana matándome por la montaña haciendo ejercicio, quedé con mis padres que los visitaría el viernes por la mañana, antes de que se fueran de fin de semana, comí con ellos y los despedí al marcharse quedándome solo en casa, subí a mi habitación de toda la vida y miré por la ventana recordando viejos tiempos, Sonia estaba bañándose en la piscina con las tetas al aire y me quedé espiándola, al salir llevaba unas bragas que al estar mojadas se le transparentaban los pelos del coño, noté cómo reaccionaba mi polla cómo cuando era un crio, me quité la idea de la cabeza. Me estiré un rato en la cama a descansar haciendo tiempo antes de cenar con ellos, un rato antes de que llegara Gonzalo me presenté en su casa con las dos botellas de vino, Sonia me saludó con un abrazo inmenso y dos besos en la cara.
Sonia: ¿Como sigue tú vida cariño?
Yo: Te he visto desde mi habitación cómo te bañabas, como salías de la piscina enseñándome los pelos del coño.
Sonia: Los pelos de mi coño los tienes más que vistos cabroncete, ¿No te habrás hecho una paja a mi salud como cuando eras un chaval?
Yo (riendo): No, no he llegado a tanto.
En ese momento entró Gonzalo en casa abrazándonos y dándonos dos besos en la cara.
Gonzalo: Me debes uno en los labios, que sepas que no me olvido y sigo estando celoso.
Reímos los tres a carcajadas y Gonzalo se fue a cambiar, ayudé a Sonia mientras tanto a cocinar la cena, cuando llegó su marido abrimos una botella de vino brindando los tres, ya sentados en la mesa.
Yo: He vuelto a follar.
Me miraron los dos dejando de masticar sorprendidos.
Gonzalo: Es un paso importante, si tú querías hacerlo.
Yo: Es una tontería, ella es demasiado joven, pero cuando me provocó la polla reaccionó como no lo había hecho en mucho tiempo, pensé que tal vez era el momento de dar el paso.
Sonia: Esta bien ¿no?, en algún momento tendrás de pensar en dar un paso adelante en tu vida.
Yo: Todo eso ya lo entiendo, pero es que me encuentro en un momento raro de mi vida, ya no lo siento de la misma forma que lo sentía antes, casi no me hace falta concentrarme porque la excitación no es la misma, cuando me corro es de forma poco abundante porque no consigo ponerme a cien, no lo vivo con la intensidad que siempre he estado acostumbrado.
Gonzalo: Creo que lo que te hace falta es encontrar a una mujer que sepa encontrar tu punto débil para excitarte de verdad, tú supongo que no te habrás olvidado de vivir la vida a tope, valiente y sintiendo por todos los poros de tu piel las sensaciones.
Yo: El problema probablemente es ese, desde la depresión después de la muerte de María, no he podido todavía encontrar esas sensaciones de estar vivo al cien por cien.
Sonia: Ves, lo sabes mejor tú que nadie, profundiza un poco en tu interior para encontrar argumentos que te hagan ser positivo, revitalizarte, coger fuerzas y renacer.
Brindamos por el futuro, acabamos con las dos botellas, después nos tomamos no sé cuantas copas más recordando viejos tiempos, riendo sin parar acabando pedos perdidos, al despedirnos Sonia me abrazó y me dio un beso en los labios sonriendo, con Gonzalo nos abrazamos también, le sujeté la cara con las dos manos plantándole un beso en medio de la boca, le dejé totalmente desconcertado.
Yo (con voz de borracho): No me lo pidas más que ya no te debo nada, mariconazo.
Sonia se descojonaba de risa revolcándose por el sofá, me fui a dormir a casa de mis padres por que no estaba en condiciones de conducir.
A los pocos días me llamó Laura, para saber qué fin de semana saldría con el barco a las islas, quedamos para uno si no cambiaba la previsión del tiempo, el viernes temprano apareció Laura con una bolsa, vestida con el uniforme oficial del Akuaries ayudándome a soltar amarras, navegando todavía dentro del puerto Laura estaba en una de las proas mirando la salida, yo desde el puesto de gobierno tenía una visión perfecta de su figura, bien marcada en la camiseta y las bermudas, con una melena de pelo negro rizado que le llegaba casi hasta el culo con la que jugaba el viento llevándosela hacía un lado, se giró y me miró riendo haciéndome pensar qué coño había visto en mí aquella chica, cuando salimos de puerto a mar abierto subió y se sentó a mi lado apoyando la cabeza en mi hombro.
Yo: ¿Sabes que esto no va a ninguna parte?, tal vez te interesaría más conocer algún chico con el que poder pensar en otras cosas.
Laura: Hace años que hago lo que me da la gana con mi vida Luis, ya tengo muchos amigos para otras cosas, follo cuando y como quiero con quien quiero, nadie es propietario de mi vida, ahora me apetece esto y como puedo lo disfruto, mañana ya veremos, no te preocupes que no te voy a pedir ningún compromiso, yo tampoco lo quiero.
Joder con Laurita, tenía las cosas muy claras, nos fuimos alejando de la costa hablando de su trabajo como abogada, de su vida con su amiga y de cosas de la vida, comimos algo ligero y ella se fue a descansar, yo me quedé vigilando mientras navegábamos poco a poco hacía el destino.
Esa tarde no soplaba mucho viento, estaba atardeciendo cuando apareció Laura, vestida solo con una combinación de sujetador y tanga negro, acercándose sin decir nada para colocarse delante de mí, ponerme la mano encima del paquete y empezar a acariciarlo apretando por encima del pantalón, la polla reaccionó y creció rápidamente, me bajó la cremallera, buscando con su mano la agarró y la sacó pajeándola lentamente mirándome a los ojos, yo no decía nada, solo miraba sus movimientos, cuando comprobó que estaba a su gusto se quitó el tanga, se mojó un dedo eróticamente pasándoselo por el chichi para humedecerlo, se subió encima de mí metiéndosela subiendo y bajando lentamente, yo la sujetaba por la espalda y el culo acompañando sus movimientos, gemía lentamente al ritmo de sus movimientos de caderas, con la mano que la sujetaba por la espalda le desabroché el sujetador dejándolo caer, acompañé su cuerpo hacía atrás, sujetándola con una mano por la espalda con la otra le acaricié las tetas, poniéndole los pezones duros para chuparlos y morderlos levemente sacándole unos gemidos más fuertes, ella aceleró las subidas y bajadas, subiendo el tono de gemidos a gritos corriéndose, mientras le apretaba la teta con mi mano, me miró, bajó y recogiendo las prendas del suelo se giró para marcharse.
Laura: No sabes lo que me jode no poder hacer que te corras.
Yo: No es culpa tuya Laura, es más bien un problema mío.
Desapareció por las escaleras refunfuñando no se qué, me desnudé para ponerme bajo la ducha del solárium, metí la cabeza debajo del agua cerrando los ojos pasándome las manos por la cara y el pelo, al abrir de nuevo los ojos, me encontré a Laura delante totalmente desnuda mirándome fijamente, pegándome un susto que casi me cago.
Yo: Laura coño, que susto mes has “pegao” joder.
Laura: Tan horrible estoy para asustarte.
Yo: No mujer, es que no me esperaba verte así de sopetón, ¿te pasa algo?
Laura: Me pasa que quiero que me digas que hacer para que te corras.
Salí de la ducha, pasé mis brazos por su espalda para levantarla del suelo, agarrándola por el culo y dejarla caer en un colchón del solárium, le abrí las piernas y me arrodillé en medio metiendo la mano en el florero, comprobando que seguía mojada para cogerla por las caderas, levantarle el coño y metersela de golpe, ella apoyada con la espalda en el colchón y las caderas levantadas gritaba sin parar, mientras la metía y la sacaba con cierta fuerza. Me miraba sin pestañear a los ojos esperando el momento, intentaba no correrse ella para que lo hiciera yo primero, pero necesitaba verla a ella totalmente excitada para llegar yo, aumenté el ritmo con violentas sacudidas haciéndole cambiar la cara, cerrar los ojos y empezar a correrse con un suspiro que le salía del alma, dejándome ir con un grito y una abundante eyaculada sacándosela de golpe, dejando caer al colchón un chorro de semen y flujo que salían de su vagina.
Yo: Ya me he corrido.
Me levanté y me metí de nuevo en la ducha.
Laura: ¿Te has enfadado?
Yo: No, si estuviera enfadado no te hubiera follado, si quieres que me corra solo tienes que pedirlo, o intentar que lo haga sin querer, pero no te lo recomiendo.
Llegamos aquella misma noche a una cala, donde fondear el barco y descansar hasta el día siguiente, al levantarnos vimos en la playa mucho movimiento, después de desayunar fuimos hasta la playa con la lancha auxiliar para comprar algunas cosas.
Yo: Porque no vas a dar una vuelta y te distraes un poco, yo voy al supermercado a comprar cuatro cosas, quedamos en una hora en la barca.
Al encontrarnos de nuevo volviendo al barco.
Laura: Unos chicos me han dicho que están preparando una gran fiesta para esta noche, podríamos venir.
Yo: Mejor te dejo en la playa a la hora que quieras y te vengo a recoger cuando me llames, yo no estoy ya para demasiadas fiestas.
Pasamos el día tomando el sol, al anochecer empezó a verse ambiente en la playa, música y gente bailando tomando copas, Laura se vistió con un top y unos pantalones cortitos que le quedaban muy bien, la acompañé a la playa volviendo al barco, estuve mirándome la fiesta desde lejos escuchando la música hasta una hora que me cogió sueño, me fui a dormir con el teléfono al lado por si llamaba Laura.
Me despertó un ruido, pude oír cómo se alejaba el motor de una barca, unas pisadas dentro y como se abría y cerraba la puerta de un camarote, salí a fuera por un acceso que tenía en mi camarote, caminando sigilosamente hasta llegar a una escotilla que se veía luz, miré, vi a un chico con una fuerte espalda con la cabeza metida entre las piernas de Laura comiéndole el chumino, ella me vio y levantó el dedo pulgar de una mano indicándome que todo estaba bien, salí de allí, fui a buscar los auriculares para escuchar música al puesto de mando quedándome a dormir allí, al día siguiente bajé al salón y Laura estaba desayunando con su acompañante presentándomelo.
Laura: Este es Ricardo, lo conocí ayer en la fiesta, ¿puede quedarse con nosotros a pasar el día?
Le estreché la mano.
Yo: Por supuesto, cuantos más seamos más reiremos.
Ricardo era un chico alto, bien parecido, con un cuerpo bien trabajado en el gimnasio que le daba un aspecto fuerte y vigoroso. Salimos a navegar a media mañana bajando las velas en alta mar para que pudieran tomar el sol en bolas, bajé al salón para darles intimidad, escuché la voz de Laura llamándome, al subir me la encontré encima de Ricardo follándoselo mirando a sus pies, me hizo una señal para que me acercara, caminé hacia ella quitándome la camiseta y los pantalones, me paré delante suyo, me miró a los ojos y se metió la mitad de mi polla en la boca sin pestañear, chupando con fuerza mientras Ricardo miraba desde atrás la escena con excitación, levantó el culo sacándose el ciruelo del chocho, bajando de nuevo para metérselo en el culo lentamente hasta el final, me agarró la picha y se estiró hacía atrás arrastrándola hasta la entrada de la vagina, haciendo que tuviera que subirme al colchón para llegar con comodidad, se la metió un poco y yo empujé para acabar de hacerlo, notando el cambio en las facciones de Laura que se excitaba por momentos, nos movimos los tres a un ritmo adecuado acabando con un orgasmo llenándole los dos agujeros.
Estuvieron el fin de semana sin separarse un momento, hacían una buena pareja, a Laura parecía que realmente le gustaba. Navegando de vuelta me explicó que se habían caído muy bien, que seguramente ella cogería algún avión en fin de semana para verse. A partir de aquel momento Laura ya no me pidió más sexo, la que si apareció algún día cuando le daba la gana fue su amiga Julia, en busca de un polvo rápido.
Pasó casi un año y me llamó Laura para decirme que ese verano se casaba con Ricardo, que se habían estado viendo durante todo el invierno viajando ella o él, que ya se habían cansado de tanto viajecito, la decisión era casarse y vivir en la isla, que estaba invitado a la boda por qué gracias a mí se conocieron.
Faltaban unos tres meses y no tenía ningún traje moderno para ponerme, así que una mañana salí del barco decidido a encontrar una tienda en el centro comercial para solucionar el problema, visite un par, pero no me acababan de convencer los que me probaba, en la tercera planta había otra tienda de ropa y entré, en medio del pasillo había una chica ordenando la ropa de unos percheros, desde lejos se le veía delgadita muy morena y con el pelo rizado, al acercarme comprobé que no era tan chica, que lo de morena era por mulata y que el pelo tan rizado era natural, con ojos casi negros, debía tener unos cinco años menos que yo, al final fueron seis, con un tipo para envidiar y unas tetas bastante resultonas, eran operadas, le miré a los ojos y me quedé sin poder decirle nada.
Dependienta: ¿Desea algo señor?
Yo: Esto, sí, perdona, un traje, busco un traje para una boda.
Dependienta: ¿Para la suya señor?
Yo: ¿Para mí qué?
Dependienta: ¿Qué si el traje lo quiere para casarse usted?
Yo: Me llamo Luis, déjeme de llamar de usted qué me hace sentir raro, y no, el traje no es para casarme yo, es la boda de una amiga.
Dependienta: Encantada, yo me llamo Lucía, ¿qué tipo de traje le gustaría?, elegante, serio, más informal.
Me contestó mirándome con una sonrisa amplia enseñando unos dientes muy blancos.
Yo: ¿No sé?, la experta eres tú, aconséjame.
Me enseñó varias cosas, me las fui probando desechando algunas yo y otras ella, en una de las veces que estaba a punto de probarme un pantalón, entró sin llamar en el probador, pillándome con una pata del pantalón a la altura de la rodilla y la otra sin poner, ella se disculpó pero la vista la tenía fija sobre mis calzoncillos sin cerrar la puerta, me acabé de poner el pantalón.
Yo: Este no está mal, ¿crees que alguna camisa de esas que llevas me quedará conjuntado?
Me dio un par, estaba a punto de salir del probador.
Yo: No hace falta que te vayas ni cierres la puerta, total ya me has visto.
Se giró, se quedó apoyada en el marco de la puerta mirándome con cara divertida.
Lucía: Creo que lo hemos acertado, ahora solo nos queda la americana.
Tras un par de pruebas más encontré la que me gustaba, se la pasé a ella, me quité la camisa y se la di también, los pantalones, me quedé en gallumbos mientras ella me miraba sin marcharse con ciertos ojitos, me vestí y salí para quedarme con una corbata, un cinturón, zapatos y hasta un par de calcetines que no me hacían falta.
Lucía: Ya tienes el equipo completo, ¿quieres alguna cosa más?
Yo: ¿No lo sé?, ¿puedo comprar algo más para perder el tiempo y seguir hablando contigo?
Lucía (riendo): Creo que te saldría más barato invitarme a tomar algo.
Yo: ¿Lo harías?, ¿tomarías algo conmigo?
Me miró a los ojos sonriendo.
Lucía: Para saber la respuesta tendrá usted que pedírmelo caballero.
Yo: Bella señora, ¿se rebajaría usted con esa belleza natural que tiene, a tomar alguna cosa con un pobre hombre que ha caído rendido en el mismo instante que la ha visto?
Lucía (riendo): Acabo a las ocho, si tiene paciencia en la planta baja hay un bar que ponen unas copas buenísimas.
Yo: Pues bella dama la esperaré a esa hora con impaciencia.
Se descojonó de risa y quedamos.
Me pasé el día pensando porque reaccioné así con esa mujer, dudaba de si realmente me gustaba o me había probado a mi mismo para saber si todavía podía ligar con alguien, sea como fuere, yo a las ocho en punto estaba sentado en la barra del bar muy moderno esperándola, pasaron diez minutos, llegué a pensar que tal vez ella se había arrepentido, que igual que yo se lo pensó durante el día, y no encontró ningún aliciente en tomarse algo con alguien como yo, era un poco más joven pero por la piel tersa, la belleza de su cara y la simpatía que tenía, seguro que podría ligarse a cualquier chaval más joven que ella, estando inmerso en mis pensamientos la vi en la puerta, me levanté de golpe, se había cambiado y llevaba una minifalda blanca espectacular, combinada con una blusa de color marrón clarito y unos zapatos de tacón alto a conjunto con la blusa, se había recogido el pelo dejando a la vista una cara muy guapa, rematada con unos pendientes largos y finos que le colgaban de cada oreja, se giraron la mitad de los tíos que estaban tomando algo, salí a recibirla antes que cualquier otro se me avanzara.
Yo: Por favor.
Le dije, acercándole una mano que ella recogió con las suya, acompañándola hasta una mesa que ya tenía controlada en un rincón desde donde se controlaba todo el bar, le aparté la silla, ella se sentó acercándola a la mesa para luego sentarme yo delante suyo.
Lucía: En estos tiempos no hay muchos caballeros, ¿De dónde has salido Luis?
Yo: No lo sé, yo siempre recuerdo haber sido así.
Me miró los ojos y la cara con más atención como queriendo ver algo.
Lucía: Soy de una isla del Caribe donde las mujeres tienen un don.
Decía mientras me repasaba todos los detalles de la cara y los ojos.
Llegó el camarero y le pedimos un par de copas.
Yo: ¿Un don?, ¿Qué don?
Lucía: Algunas practican vudú…
Yo: Hostia, que me estas acojonando, no me jodas que vas a crear un muñeco como yo y le vas a clavar agujas.
Lucía: Que no hombre, yo no lo hago, pero otra cosa que si tenemos es saber si una persona tiene buenos sentimientos o es un cabrón.
Yo: Eso es otra cosa, ¿Y me has visto algo?
Lucía: No se si decírtelo el primer día que nos vemos, no nos conocemos de nada.
Yo: Pues un buen comienzo sería que fueras sincera conmigo, no sabemos si nos volveremos a ver.
Lucía: Tu cara me dice que tienes una vida tranquila y sin estrés, pero en el pasado has sufrido durante mucho tiempo y se te nota.
Me dejó con la boca abierta, como coño podía saber si yo había sufrido o no.
Yo: ¿No te equivocas nunca?
Lucía: No hace falta que me expliques nada, no tenemos la suficiente confianza, pero yo tengo muy claro lo que veo, de hecho ya lo he visto esta mañana en la tienda, creo que por eso me he fijado en ti.
Yo: ¿Por eso?
Lucía: Y porque estoy totalmente segura que eres una buena persona, muy buena persona, por eso después de trabajar me he querido cambiar para darte una buena imagen.
Yo: Pues te aseguro que mejor imagen no la has podido dar, estas guapísima, eeeh, perdona es que a veces se me escapa la lengua y no la puedo parar, pero es que estas preciosa y si no te lo digo reviento.
Lucía reía enseñando unos dientes tremendamente blancos, en una boca con unos labios redonditos y sensuales con una mirada vivaracha.
Lucía: A ti por lo que veo te gustan los vaqueros y ropa deportiva.
Yo: Busco comodidad, pero si veo que vale la pena ponerse más elegante, conozco una tienda cerca de aquí que trabaja una chica con mucho gusto, seguro que me aconsejará muy bien sobre la ropa que debo ponerme, es un poco descarada porque acosa a los clientes para verlos en calzoncillos pero vale la pena.
Lucía: Pero que morro tienes, yo no te he acosado, eres tú, que eres muy lento vistiéndote.
Yo: Pero si no me has dado ni tiempo que ya has entrado por la puerta, y no la has cerrado rápido no, te has quedado a repasarme bien.
Lucía: Te vas a hacer la víctima, esa es tú manera de conquistar a las chicas.
Acerqué la silla a la suya y le cogí una mano.
Yo: Cuando quiero conquistar a una chica la estrategia es diferente, primero le das confianza para que crea que puede confiar en ti, después le coges una mano con suavidad para que se acostumbre a tu tacto, y finalmente la besas suavemente esperando su respuesta.
Le di un beso suave en los labios mirándole a los ojos, ella sonrió, levantó una mano acariciándome la cara respondiendo a mi beso con otro más largo, separamos los labios y nos mirábamos a escasos tres dedos de distancia.
Lucía: ¿Crees que trabajo en la tienda?
Yo: Coño, ¿eres una impostora que se ha quedado con mi dinero y has robado a la tienda?
Lucía: Si que tienes la lengua un poco larga, ¿siempre te sales de la conversación con bromitas?, no trabajo en la tienda porque es mía.
Yo: Aunque sea tuya, técnicamente trabajas en la tienda, fuera bromas, estaría encantado de invitarte a cenar esta noche si no tienes nada mejor que hacer.
Fuimos a cenar a un restaurante cercano pasando la velada con una conversación amena y divertida, para acabar acompañándola al coche como en mi es habitual.
Lucía: Muchas gracias por acompañarme, me lo he pasado muy bien.
Yo: ¿Crees que tengo la posibilidad de volver a quedar contigo?, me encantaría.
Lucía: Creo que deberías pedírmelo sin darle tantas vueltas, me mareas.
Yo: ¿Podemos quedar mañana para vernos de nuevo?
Lucía: Me gustaría mucho, además mañana no tendré prisa por que se haga tarde, pasado mañana se queda mi socia en la tienda y yo tengo fiesta, ¿quedamos cuando salga de la tienda?
Yo: Por supuesto, te pasaré a buscar.