La vida en un soplo (Cap. IV - 1ª parte)

Cap. IV - Laura y la lenta recuperación, 1ª parte de 5

Pasaba muchas temporadas viviendo en el barco, sacándolo a navegar para conocerlo perfectamente, probando material de navegación y preparándolo para el gran viaje.

Un viernes me desperté, realicé varias tareas de mantenimiento del barco y al medio día me duché, me vestí con un vaquero y una camiseta con una cazadora por encima, salí a comer a un restaurante de un centro comercial que había muy cerca, tenían pescado y paellas muy buenas, fui caminando disfrutando del sol, entré por la puerta principal teniendo que atravesarlo todo para llegar al restaurante. Pasando por uno de los pasillos vi a una chica mirando un aparador, unos taconazos altísimos, unas piernas finas y largas con buenas caderas, unas tetas enormes que le sobresalían mucho de su figura viéndola de perfil, con un pelo moreno largo y ondulado, muy guapa, con ojos marrones oscuros, llevaba puesto una camisa con una chaquetilla corta, a juego con una falda de tubo que le marcaba muy bien la figura, pasé por su lado.

Chica: ¿Luis?, ¿eres tú?

Yo: Coño Laura, ¿qué haces por aquí?

Laura es la hija de nuestros vecinos donde vivíamos con María, hacía varios años que no los veía, sobre todo por no volver a ver mi antigua casa, teníamos una buena relación cenando muchos fines de semana juntos haciendo barbacoas.

Laura: Vivo y trabajo aquí en la ciudad, ¿A dónde vas tú?

Yo: Voy a comer, si quieres te invito y hablamos un rato.

Laura: No tengo nada mejor que hacer, estoy deseando que me cuentes cosas.

Un día de cada día el restaurante estaba casi vacío, el camarero nos acompañó a una mesa y pedimos unos entrantes y una paella para dos con un buen vino blanco gallego.

Laura me explicó que se vino a estudiar derecho, acabó la carrera y encontró trabajo aquí mismo en un bufet importante, hacía tiempo que vivía en un piso que le compró su padre con una amiga, sus padres estaban bien y me echaban de menos, yo la puse un poco al día de lo que pasó después de quedarme viudo y como estaba mi vida en ese momento.

Laura: ¿Te acuerdas de aquella semana que pasé en vuestra casa?

Me vinieron algunos recuerdos y me hice el loco.

Laura: Sí, que mi padre se iba de viaje de negocios toda la semana y mi madre lo acompañó para visitar el país, os pidieron a vosotros si os podíais quedar conmigo aquella semana.

Joder si me acordaba, ella salía en bragas cada noche cuando se cambiaba, María más de una vez le había dicho, “cariño porque no te pones algún pantaloncito para estar más cómoda”, y ella pasaba, “esta niña va un poco suelta”, me decía mi mujer cuando no nos oía. Uno de aquellos días María se fue al supermercado dejándonos a los dos en la piscina tomando el sol, Laura se fue adentro y yo me metí en la piscina para refrescarme, salió de nuevo con un bikini que llevaba en la parte de abajo un tanga dejando todo el culo al aire, de sujetador unas cintas por encima de las tetas que con lo gordas que las tenía no le tapaban una mierda, intenté salir del agua para irme pero ella se tiró de bomba a mi lado, por debajo del agua me metió mano agarrándome y soltándome la polla, se me enganchó en la espalda apretando las tetas haciendo que las notara clavarse, mientras sus manos iban como locas tocándome por todos lados intentando ahogarme, en un momento me cogió una mano y se la metió en el coño casi consiguiendo que le metiera un dedo dentro. Suerte que se escuchó el ruido de la puerta del parking abriéndose, salió corriendo de la piscina, cuando llegó María yo me bañaba tranquilamente relajándome y preocupado por lo que acababa de pasar.

Yo: Si claro como no me voy a acordar.

Laura (riendo): Aquel bikini me lo compré solo para ponérmelo contigo, lo tiré a la basura unos días más tarde, pero no fue lo único que pasó.

Yo: ¿Que quieres decir?

Laura: Un día me vino a buscar un amigo en moto para ir al pueblo, le pedí que me dejara en la esquina, volví a vuestra casa entrando por el jardín dando la vuelta, miré por la ventana de vuestra habitación que siempre estaba con la persiana un poco abierta.

La madre que la parió pensé.

Laura: Sabía que al marcharme seguro que aprovecharíais para echar un polvo, yo os quería ver follar, vi como le comías el coño y como te la follabas haciéndole disfrutar muchísimo, la de pajas que me he hecho y me sigo haciendo todavía pensando en aquello.

Yo me quedé de cartón piedra sin saber dónde mirar, suerte que llegó el camarero en esos momentos para pedirnos los postres, escogí uno y el camarero muy amable.

Camarero: ¿Y a su hija que le apetecería?

Reímos los dos, Laura pidió y se disculpó para ir al baño, salió bastante rápido, cuando el camarero se acercaba con los postres abrió la mano encima de la mesa delante de mí, dejó caer un tanga de color negro que recogí precipitadamente para metérmelo en el bolsillo, notando que mi polla por primera vez en mucho tiempo reaccionaba, ella me miraba riéndose descaradamente, cuando el camarero se fue, saqué el tanga bien arrugado en la mano acercándomelo a la nariz, oliendo profundamente mirándole a los ojos.

Laura: Me estas poniendo cachonda.

Yo: ¿Haces algo este fin de semana?, si quieres te invito a pasarlo en un barco que es donde vivo cuando estoy en la ciudad.

Laura: ¿Vives en un barco?

Yo: Sí, algún día espero zarpar sin rumbo fijo a ver donde llego.

Laura: Eso es muy valiente por tu parte, pero es que no he traído el bikini.

Yo: No te va hacer falta, si quieres tomar el sol nadie te va a ver lejos de la costa.

Laura: Encantada de acompañarte este finde querido.

Caminamos hasta el barco tranquilamente, explicándome que el día anterior había tenido un juicio muy duro, que se cogió fiesta ese día para relajarse. Llegamos.

Laura: Es muy grande.

Yo: Es el tamaño justo para navegar bien y poderlo manejar yo solo.

El barco tiene dos cascos, (por eso es un catamarán), y tres cubiertas, abajo en los cascos hay dos camarotes en cada uno, uno de ellos especialmente grande y preparado que es el mío, en medio esta el comedor con la cocina y sala de estar con sillones cómodos, con una salida a la bañera que es como una terraza cubierta, con una mesa y sillas junto a una barbacoa para disfrutar de comidas mirando el mar, con una plataforma en la que descansa una lancha para llegar a la costa, cuando se fondea en medio de una cala por ejemplo, a los lados bajaban los cascos en unas escaleras, que sirven para subir al barco cuando está amarrado en puerto desde la plataforma de baño, en la última cubierta esta el puesto de mando, con todos los aparejos para gobernar el barco, en la parte de atrás un solárium enorme con una ducha de exterior.

Subimos y entramos abriendo la puerta corredera al salón, le enseñé el barco de abajo arriba y Laura se lo miraba todo con curiosidad, de vuelta al salón se quitó la chaqueta se sentó y tomamos unos chupitos. Ella me miraba fijamente a los ojos, yo no le aguantaba mucho la mirada, dudaba muchísimo de poder hacer algo con ella, por la diferencia de edad y porque llevaba mucho tiempo sin estar con nadie que no fuera María, que fue la mujer que colmó todas mis necesidades sin pedir nada a cambio, entregándose totalmente, creo que Laura se dio cuenta de la situación y me cogió una mano con cariño.

Laura: Se lo que estás pensando, se lo difícil que debe ser este momento para ti, no hagas nada y si en algún momento no estás bien me lo dices y paramos de inmediato.

Me decía apretándome la mano con mi mirada en sus ojos totalmente callado, se arrodilló delante de mí, me desabrochó el pantalón bajándolo junto con los calzoncillos hasta los tobillos, en mi cabeza se aturullaban las imágenes de mi vida, sentí como se metía la punta de la polla en la boca haciéndome una paja lentamente, el mango fue creciendo y mis ideas se fueron centrando poco a poco en la situación, empecé a disfrutar del sexo de nuevo, cuando consiguió ponérmela a tope la agarré para levantarla, le subí la falda de tubo hasta la cintura dejándole al aire un coño negro muy bien arreglado. La senté encima de mí, moviéndose ella adelante y atrás frotándose con el tronco de mi picha, mojándose a la vez que metía su lengua dentro de mi boca moviéndola con cierta ansiedad, levantó un poco el culo y bajando una mano me la cogió metiéndosela casi de golpe, soltó un grito, casi alarido, follándome con fuerza hasta corrernos juntos con unos gritos tremendos, en aquellos momentos pasé olímpicamente del control y simplemente me dejé llevar por el ritmo de Laura.

Laura: No sabes las veces que he soñado con este momento.

Yo: Coño Laura que podría ser tu padre, la de chicos de tu edad que hay por el mundo que te pueden hacer feliz, no puedo negarte que te estoy muy agradecido, por qué tú me has sacado de un letargo sexual que no sabía muy bien cómo gestionar.

Laura: Te voy a estar sacando de tu letargo un tiempo, se que todavía puedes dar mucho más de ti, la que me preocupa es mi compañera de piso Julia, cuando le explique lo que está pasando se va a volver loca por conocerte.

Yo: Pues fácil, no le expliques nada y asunto resuelto.

Laura: No sabes cómo es, a la que me vea entrar por la puerta se va a dar cuenta de que algo me ha pasado, me va a estar dando la brasa hasta que se lo explique.

Yo: Pues explícaselo y si quieres me llamas, (hacía años que ya tenía móvil), y quedamos los tres para cenar aquí.

Laura: Que cabrón, ya estas pensando en que follemos los tres.

Yo: Mujer no me importaría, pero la idea era cenar y conocer a Julia sin más pretensiones.

Laura: Ya, ya, si la que más me preocupa es ella, que cuando te vea se te tira encima y no te va a soltar.

Yo: Haz lo que quieras, ahora ya sabes dónde encontrarme cuando quieras.

Al día siguiente me desperté con Laura a mi lado desnuda, me sentí un poco extraño de la situación y fui a preparar el desayuno, al rato salió Laura con una camiseta mía puesta que debió de encontrar en algún sitio y se sentó en la mesa bostezando.

Laura: Que desayuno más bueno, ¿Qué vamos a hacer hoy?

Yo: Desayunamos y luego tengo que ir a buscar una vela nueva para probarla, saldremos a navegar y nos perderemos todo el día sin ver tierra.

Laura: ¿Te importa si no te acompaño?, recogeré todo esto y me daré una buena ducha.

Yo: No, no me importa, pero tienes que darme tus medidas de ropa y el número de zapatillas que gastas.

Laura: ¿Por?

Yo: Una sorpresa.

Fui con el cuatro por cuatro a una importante tienda náutica a buscar la vela que tenía encargada hacía tiempo, aproveché para comprarle a Laura algunas prendas de vestir para que estuviera cómoda en el barco, unas zapatillas con suela que no resbalan, unos pantalones que se pueden convertir en bermudas si hace calor, un polo azul cielo con el nombre del barco que me lo estampaban al momento, y una chaqueta cortavientos con el nombre del barco también estampado. Todos mis amigos más íntimos tenían aquel conjunto de ropa con el nombre, que se lo ponían cuando navegábamos juntos, incluso les regalé unos a los niños de Irene y José María, cuando navegábamos parecía toda una tripulación uniformada. De vuelta al barco estaba Laura sentada esperándome, bajé del coche y le pedí que viniera a ayudarme.

Yo: Toma esta bolsa son cosas para ti.

Laura: ¿Que me has comprado?

Yo: Si quieres navegar conmigo tienes que ser parte de la tripulación, aquí tienes el equipo oficial.

Ella se fue a probarse la ropa, yo bajé la vela que estaba dentro de un saco grande que pesaba bastante, no había llegado a colocarla en su sitio que salió Laura, vestida con la ropa que le había traído ayudándome a guardar la vela en el pozo de proa, se dio la vuelta enseñándome como le quedaba de bien puesta. Me acompañó al coche a poner los asientos traseros bien, los tuve que abatir para poder meter el saco, y cerrarlo.

Laura: Este coche es muy grande para conducirlo en medio de la ciudad.

Yo: Depende del día vengo con otro.

Desde que estrenamos la casa con María, siempre tenía tres coches como mínimo, un cuatro por cuatro que era de la misma marca y modelo como con el que viajamos con Sara, un utilitario pequeño en honor al “abollao”, y un deportivo igual al que me regaló mi padre cuando acabé las carreras, los cambiaba por el modelo nuevo cada vez que salía uno.

Laura me ayudó a soltar amarras y salimos del puerto, cuando ya no se veía tierra por ningún lado, pude izar la vela nueva poniendo el barco a favor de viento, inflándose una superficie de tela enorme con un dibujo y el nombre del barco, cogimos una buena velocidad que me dejó muy satisfecho, bajé todas las velas y nos quedamos flotando en medio del mar con el agua meciendo el barco suavemente. Hacía un día estupendo de sol, Laura subió al puesto de mando pasando a la zona de solárium, me senté a su lado mirando cómo se quitaba el polo, el sujetador, las zapatillas y los pantalones estirándose a tomar el sol desnuda porque no llevaba bragas, tenía unas tetas enormes que se le aguantaban muy bien para el tamaño, con un pezón y una aureola alrededor también enorme.

Yo: No me he acordado, te podía haber comprado unas bragas también.

Laura: No importa, muchas veces salgo de casa sin ellas, ya estoy acostumbrada.

Estaba estirada con las piernas juntas y una rodilla un poco más alta que la otra, con un cuerpo muy moreno para la época del año que estábamos, me desnudé y me tumbé a su lado disfrutando del calor del sol, cerrando los ojos quedándome dormido un buen rato. Al despertar me había quemado toda la parte de delante del cuerpo y estaba solo, bajé y me encontré con Laura que salía con una toalla liada al cuerpo, otra en la cabeza por acabarse de duchar, me miró y abrió los ojos de sorpresa.

Laura (riendo): Te he dejado porque te he visto dormir tan a gusto que no he querido molestarte, te has quemado bien, pareces un pollo, ¿tienes crema para después del sol?

Yo: En ese armario de abajo tiene que haber.

Me estiré en el sofá boca arriba, Laura dejó caer un chorro de crema en su mano y me extendió por todo el cuerpo.

Laura: Te has quemado hasta la polla Luis, que bestia, ¿pero tú no eras un viejo lobo de mar?, a la primera te quedas dormido al sol, menudo capitán estas hecho.

Siguió extendiendo la crema, cuando ya tenía todo el cuerpo lleno, se entretuvo en mi cipote extendiéndola bien, incluido los huevos, me empezó a hacer una paja, levanté la cabeza y me encontré con una sonrisa, me levanté y la estiré a ella besándole los muslos subiendo hasta el chichi y comérselo, con los movimientos habituales dejándolo bien mojado, aparté la toalla de su cuerpo dejándola totalmente desnuda, me coloqué en medio de sus piernas acercándole la punta de la polla al inicio de su agujero.

Yo: ¿Quieres que me ponga un condón?

Laura: Calla y fóllame de una vez.

Se la metí un poco entrando muy bien, con un segundo empujón llegué al fondo con un primer grito de ella, levantó los pies para colocarse en mejor posición, entré y la saqué unas cuantas veces violentamente dejándole una cara de lujuria digna de verse.

Laura (gritando sin parar): ¿Qué coño haces parando?, fóllame lo más duro que puedas cabrón.

Arranqué con una serie de empujones con mis caderas que le provocaban unos gritos terribles, que hacían que todavía fuera más rápido, haciéndole llegar a un orgasmo con unos gritos altísimos, me miró a los ojos.

Laura: Esto está mucho mejor.

No dije nada, me levanté y la coloqué a cuatro patas, se la volví a meter de golpe y duramente dando otro grito de sorpresa, consiguiendo hacerla correr bastante rápido de nuevo, paré mientras ella respiraba recuperándose, se relajaba apoyando la cabeza en el respaldo del sofá, giro el cuello.

Laura: Joder Luis, que bestia eres tío, pero como me haces correr, me…

No le dejé decir nada más, se la volvía a meter con otro golpe seco agarrándola por las caderas, follándola cómo un loco descontrolado.

Laura: Eres un hijo de puta, hijo de puta cabrón, cabrón, sigue, sigue, cabrón.

Volvió a correrse, quedando totalmente estirada recuperándose, saliéndole flujo del coño que le resbalaba por las piernas, yo me aparté y me empecé a hacer una paja, ella al verme salió del sofá arrodillándose delante de mí, abriendo la boca chupándomela, dejando la boca a poca distancia de mi picha para que me corriera encima, saqué mi mano y ella la agarró con la suya, dando las últimas subidas y bajadas con fuerza corriéndome en su boca, su cara y sus tetas con abundante esperma dejándola toda pringada.

Laura: Así me gusta, has estado a un nivel muy alto.

Se fue a la ducha de nuevo, cuando salió iba vestida con el pantalón y polo nuevo, yo estaba cocinando algo para comer, preparó la mesa, comimos y descansamos un rato para volver a puerto antes de que anocheciera, salimos a cenar a un restaurante del puerto y en la cena.

Yo: En poco tiempo pienso hacer una escapada de fin de semana a las islas, saldría el viernes para llegar el sábado, volvería el domingo por la mañana si todo va bien, me interesa hacer horas probando la vela navegando distancias cada vez más largas, si quieres venir te guardo un camarote.

Laura: ¿Va mucha gente?

Yo: De momento somos, espera que pienso, yo solo.

Laura (riendo): Estas como una cabra Luis, avísame con tiempo que si puedo me apunto.

El domingo por la mañana nos despedimos con Laura, ella tenía que repasar alguna documentación para el lunes y no podía quedarse más tiempo. Miré el correo y me entró un nuevo mail de Sara, desde que se enteró de la enfermedad de María me los enviaba más seguidos que antes, normalmente era uno cada dos meses más o menos, últimamente cada dos o tres semanas me enviaba uno, se disculpó mil veces por no poder venir a animarme y se preocupaba mucho sobre mi estado de  ánimo, ella sabía lo mal que lo pasé en su momento y lo cerca que estuve de enviarlo todo a tomar por culo, en el último que le envié le expliqué que la situación había cambiado mucho, que me encontraba mucho mejor con proyectos nuevos en mi vida, en este de ella se alegraba de que no tirara la toalla y siguiera motivado por algo, que sus hijos cada día estaban más mayores y que su vida también estaba dando algunos giros, le respondí y cerré el ordenador portátil. El lunes por la mañana me fui a casa para seguir con mis entrenamientos en bicicleta y corriendo por la montaña, el miércoles me llamó Laura para saber cuándo estaría en el barco.

Yo: El viernes por la mañana llegaré, al medio día lo tendré todo en orden para lo que quieras.

Laura: Es que le he tenido de explicar a Julia lo del fin de semana, te quiere conocer como sea, ya te lo dije que estaba muy loca, ¿el viernes tarde te va bien?

Yo: Si, el sábado saldré a navegar pero el viernes no pienso moverme del puerto, pero, ¿Qué le pasa a tu amiga?

Laura: Es una tía muy legal y buena amiga, pero cuando ve a un tío que le gusta se vuelve loca perdiendo la cabeza totalmente.

Yo: Bueno, a lo mejor no le gusto y asunto resuelto.

Laura: Que poco la conoces, cuando le he dicho que eras rubio con ojos azules, y que te mantienes físicamente fuerte ya se le mojaban las bragas.

Yo: Y porqué le explicas esas cosas mujer de Dios.

Laura: Es que verás, yo, también le expliqué qué…

Yo: ¿Qué?

Laura: Que tienes una polla enorme y que follas de maravilla.

Yo: Joder Laura, la madre que te parió, que yo no estoy todavía para muchos líos coño.

Laura: Nos vemos el viernes Luis, chao.

El jueves me llamó José María, para saber si podía venir con la familia el domingo a pasar el día conmigo en el barco, navegar un poco y distraer a los niños, me pareció una buena idea y así quedamos. El viernes por la tarde aparecieron Laura y su amiga, con una bolsa cada una en el hombro, les di la bienvenida a bordo, nos saludamos con dos besos.

Laura: Hemos decidido pasar el fin de semana contigo, ¿Qué te parece?

Yo: Pues que mañana por la noche como muy tarde os tenéis que ir, porque he quedado el domingo con otra gente.

Laura miró a su amiga confirmando esta con la cabeza, las acompañé al camarote grande y dejaron las bolsas reuniéndonos en el salón sentándonos a tomar algo, Julia me miraba fijamente.

Yo: ¿Qué te explicas Julia?

Julia: Trabajo como administrativa y vivo en el piso de Laura, somos muy amigas y nos lo contamos todo, cuando me contó lo del fin de semana pasado me entraron unas ganas terribles de conocerte.

Yo: ¿Y eso?

Julia: Bueno, no sé, me estás poniendo nerviosa con tantas preguntas.

Laura: Que te quiere ver la polla Luis, y que te la folles, si no, no me va a dejar tranquila.

Yo: ¿Has traído aquí a tu amiga como la que va al zoo de visita?

Laura: No te enfades, pensé que a cualquier hombre le gustaría hacer una fiestecilla con nosotras.

Yo: ¿Un trío?

Julia: Si quieres follamos nosotros, total ella ya lo ha probado.

Laura: ¿Pero cómo puedes?, yo te lo cuento en confianza, te lo presento, y vas a tú puta bola dejándome a mí a un lado, eres una cabrona Julia.

Julia: Lo siento Laura, ya me conoces, pierdo la cabeza y no pienso con claridad.

Laura le pasó el brazo por encima para tranquilizarla, Julia apoyo su cabeza en el hombro de Laura, yo me las miraba.

Laura: ¿Que miras Luis?

Yo: No os habéis acostado nunca.

Se les quedó a las dos una cara que no sé como describirla.

Laura: Hemos dormido alguna vez juntas pero nada más.

Julia estaba pensativa, mientras Laura intentaba nerviosa darme explicaciones de su relación.

Yo: Hoy podría ser un buen día para que lo probarais.

Laura miró a Julia sin saber que decir, esta le plantó un beso en los labios que la descolocó más si cabía, primero se apartó un poco quedándose las dos mirándose a los ojos, después se fundieron los labios abriendo las bocas tocándose las lenguas, mientras movían las cabezas acompasadamente subiendo la pasión por momentos.

Yo: Creo que será mejor pasar al camarote chicas.

Agarré a cada una con una mano, las acompañé al camarote dejándolas una enfrente de la otra y me senté, se miraban a los ojos volviéndose a besar con pasión desnudándose con prisas estirándose en la cama, empezando a acariciarse, las tetas, el culo y finalmente se hacían una paja comenzando a gemir, Laura se incorporó apoyando una rodilla en el coño de Julia para que ella se frotara, acercándole las grandes tetas a la boca que fueron devoradas chupándole los pezones, Julia gemía sin parar, le dio la vuelta a Laura para ponerse ella encima, la besaba a la vez que le tocaba y frotaba el chocho con toda la mano, reaccionando con gemidos más fuertes, Laura pasó la mano por debajo agarrando con fuerza el chichi de su amante metiéndole un dedo, sin dejar de frotar, reaccionando Julia acelerando los movimientos penetrando también a Laura. En muy poco rato se estaban corriendo las dos como locas, quedaron una al lado de la otra besándose y se quedaron dormidas.

Subí a la cocina, me preparé algo suave para cenar guardando en la nevera un plato para cada una, bajé más tarde para ver cómo estaban y me las encontré dormidas profundamente, les puse una sabana por encima para que no cogieran frio, apagué la luz, cerré la puerta y me fui a dormir.

Al día siguiente cuando me desperté, me encontré con Laura y Julia desnudas una a cada lado en mi cama, seguían dormidas, supuse que de noche se levantaron y se pasaron a mi cama, intenté salir cautelosamente cuando se despertaron y me impidieron salir volviendo a estírame.

Laura: ¿Dónde crees que vas amigo?

Yo: A preparar el desayuno que seguro que tendréis hambre.

Julia: Y una mierda.

Laura: Ayer te lo pasaste bien mirando, hoy nos toca a nosotras.

Me agarró la camiseta de pijama que llevaba, pegando un tirón y sacándomela por la cabeza de golpe, Julia me cogió los pantalones quitándomelos con otro tirón dejándome la polla caída a la vista.

Julia: Joder, pensé que era grande pero no tanto.

Me pareció raro volver a oír un comentario sobre mi polla después de tanto tiempo, María no sé por qué razón jamás me hizo ninguno, lo vivió todo con total normalidad.

El contacto de la mano haciéndome una paja de Julia me apartó de mis pensamientos, Laura me miraba sonriendo hasta que Julia consiguió levantármela, entonces se la metió en la boca chupándola a la vez que su amiga seguía con la paja por la parte de abajo, después de un ratito apartó la cabeza, Julia se levantó para sentarse encima metiéndosela un poco dando un grito, yo me giré colocando a Laura con las piernas abiertas, acercándomelas a mi cara para meterle la cabeza en medio y comerle suavemente el chichi, Julia bajaba un poco más volviendo a gritar retrocediendo sacándosela hasta la posición anterior, respiraba profundo y volvía a metérsela un poco más gritando, aguantaba un poco y volvía atrás.

Laura: ¿No puedes meterla Julia?

Julia: Me hace un poco de daño, pero poco a poco creo que lo conseguiré.

Volviendo a bajar esta vez con más fuerza, llegando casi hasta el final dando un buen suspiro y vuelta otra vez a casi sacarla de nuevo, respiró profundo, se sentó con tal fuerza que llego hasta el final golpeándole el final de la vagina, pegó un grito enorme, respirando muy seguido como si tuviera las contracciones antes de un parto.

Laura la miraba con cierta preocupación, Julia fue calmando la respiración sacándosela un trozo, volvió a metérsela con un gemido, Laura se tranquilizó y ella volvió a realizar la misma operación con otro gemido más fuerte, la sacó hasta el principio y se la metió de golpe hasta el final, esta vez con un grito que nos giró la cabeza a Laura y a mí. Acelerando ahora sí la cabalgada hasta correrse con espasmos por todo el cuerpo cayendo cansada, yo me concentré en el chichi de Laura, ella se giró colocándomelo encima de la boca mientras se estiraba y se metía mi polla en la suya, un sesenta nueve vamos, cuando estaba a punto de correrse adelantó el culo incorporándose, metiéndose el cipote de un golpe dentro, acelerando los movimientos de caderas para acabar corriéndose, dejándome la polla totalmente blanca por su flujo, Julia volvió a cogerme la picha haciéndome una paja muy rápida y fuerte, corriéndome en un momento con dos o tres disparos de semen normalitos sin mucha fuerza, Laura se la volvió a meter en la boca chupando y succionando sacándome lo poco que faltaba, se giró y se dieron un beso con lengua con Julia resbalando alguna gota de semen entre sus labios.

Nos duchamos y desayunamos sacando el barco después a dar una vuelta, haciendo pruebas de velocidad con ellas dos tomando el sol en pelotas, arrié las velas en alta mar quedando a merced de las olas como siempre, ellas volvían a besarse. No me interesaba volver a ver el numerito, bajé a escuchar música con unos cascos para relajarme mirando el horizonte, al cabo de un rato bajaron las dos sonrientes.

Laura: Te lo has perdido.

Julia: Ha sido genial.

Yo: He preferido dejaros un poco de intimidad.

Laura: ¿Quieres unirte a nosotras?

Yo: Tranquila Laura, con lo de esta mañana ya he tenido bastante por hoy.

Lo cierto es que no quería entrar otra vez en una vorágine de sexo sin control, prefería ir despacio, volvimos a puerto y cenamos juntos tomando unas copas después, ellas se fueron, quedándome solo con mis pensamientos mirando las estrellas como casi todas las noches. Me encontraba en un momento extraño de mi vida, el sexo no me llenaba tanto como antes, no sabía si era por qué echaba de menos a María o por culpa de la edad, el caso es que no encontraba la manera de estar bien conmigo mismo, por un lado me alegraba poder volver a follar pero por otro no me llenaba todo lo que yo esperaba, pensé en hacerles una visita a Gonzalo y Sonia que en estas cosas siempre me habían ayudado mucho.