La vida en un soplo (Cap. III - 5ª parte)

Cap. III - El amor de mi vida, 5ª parte de 7

Fueron pasando los días y semanas sintiéndonos cada vez más unidos, una tarde al vernos después de un fuerte abrazo y un beso de saludo.

María: Tengo malas y buenas noticias, ¿Cuál quieres saber primero?

Yo: La buena.

María: He ido al ginecólogo y empiezo a tomar pastillas, a tomar por culo los condones, la mala es que me ha venido la regla.

Yo: Bueno, eso no es una mala noticia, me habías asustado, joder.

María: Es que no podremos follar durante unos días y me entristece pensarlo.

Yo: Pues haremos otras cosas, no pasa nada.

Después de pasear y tomar algo.

Yo: ¿Quieres que hoy no vayamos al descampado?, si no tenemos sexo un día tampoco pasa nada.

María: Necesito estar contigo, si no follamos al menos acariciarte.

Nos besamos y acariciamos durante un buen rato, medio desnudos en el coche que cada día me parecía más incomodo.

Yo: Esto del coche cada vez lo odio más, que incómodo por favor.

María: Necesito sentirte más amor, quiero ser más tuya.

Yo: Ya estamos muy abrazados, ¿quieres hacer alguna cosa?

María: Quiero que me la metas en el culo, necesito sentirte.

Yo: Pero te puedo hacer mucho daño, y no soporto verte sufrir.

María: ¿Me dejas intentarlo?

Yo (un poco nervioso): Si claro.

Ella se bajó los pantalones, un poco las bragas, mojándose los dedos con saliva fue humedeciendo el agujero estirándose en el asiento boca abajo, me miró dándome la alternativa para que siguiera yo con el trabajo, desde mi asiento yo también me mojé dos dedos con toda la saliva que pude, seguí lubricando la zona metiéndole poco a poco un dedo que entró sin demasiados problemas, lo fui moviendo lentamente en círculos y a ella se le escapó algún gemido, intenté juntar dos dedos y los fui metiendo muy poco a poco cuándo el agujero se le dilataba.

Yo: ¿Te hace daño cariño?

María: Estírate encima de mí y prueba de verdad, ya te diré que pares si no puedo soportarlo.

Me cambié de asiento a su lado, me bajé los pantalones y calzoncillos sacándome la polla, muy despacio apoyé la punta en su culo, ella con dos dedos me cogía la punta colocándosela bien.

María: Poco a poco cariño, aprieta poco a poco.

Dejé caer mi cuerpo, noté el contacto con su piel y como se dilataba un poco el agujerito, ella abrió los ojos.

María: Sigue, sigue.

Un poco más y entró el capullo, cerrándose el agujero alrededor, ella dio un pequeño grito de dolor mirándome a los ojos confirmando con la cabeza que siguiera, la metí un poco más y la fui metiendo y sacando sin profundizar más. Giró la cabeza y le puse cara de estar disfrutando de la situación corriéndome lo más rápido que pude, ella me acompañó en los gemidos para que yo me quedara satisfecho, cogí un pañuelo de papel y la saqué lo antes posible limpiando su culo y mi ciruelo.

Yo: No me hace falta María, si no te gusta a mí no me importa.

María: Duele un poco al principio y la sensación es muy rara, pero ver cómo te corres dentro de mí compensa.

Se giró y me abrazo muy fuerte.

María: Necesito sentirte dentro, sentirte como parte de mí.

Me aparté para volver a  mí asiento a vestirme, un desequilibrio hace que casi me meta el cambio de marchas por culo.

Yo: Estoy hasta los cojones del coche y la madre que lo pario.

María: ¿Qué te pasa?, si siempre hemos estado bien aquí.

Yo: Que es muy incómodo follar aquí dentro, y ahora casi me desvirga el culo el puto cambio de los cojones.

María: Que pena, así nos habríamos desvirgado los dos.

Yo (sorprendido): ¿No lo habías hecho antes por atrás?

María (con una sonrisa): Tú has sido el primero, ya te dije que podía darte muchas cosas.

La abracé de nuevo besándole los labios y la cara, descansamos un poco y nos fuimos. Mientras conducía.

Yo: Esto lo soluciono de una vez, por mis cojones.

María: ¿Qué hablas a media lengua?, que no te entiendo.

Yo: Que voy a solucionar esto del coche de una vez.

María: Si tú lo dices seguro que lo haces, ya te conozco.

El día siguiente en la oficina busqué en la prensa local un apartamento para alquilar, llamé a un par de sitios, finalmente quedé al medio día con una inmobiliaria que tenía uno que me podía interesar. Estaba en un barrio tranquilo delante de un parque con un estanque y una fuente, era un ático pequeño pero tenía arriba una bonita terraza todo lo grande que era el piso, con el buen tiempo podríamos cenar o tomar el sol de manera discreta, y además estaba amueblado, firmé los papeles pagando la fianza y el primer mes, al día siguiente pasaba a buscar las llaves. No le dije nada a María aquella tarde para darle una sorpresa.

Nos vimos en el lugar de siempre, después de abrazarnos metí la mano en el bolsillo y saqué unas llaves ofreciéndoselas.

María: Ay madre, ¿y esto?

Yo: Las llaves de nuestro apartamento.

María: ¿Y tú vas así de un día para otro y ya tienes un apartamento?

Yo: “Sip”, es de alquiler no es mío, pero ahora mismo estas son las llaves de nuestro cielo particular.

Fuimos con los dos coches para enseñárselo, abrimos la puerta y había un pequeño recibidor, después entrabamos al salón comedor con una terracita y una pequeña cocina al lado, una puerta que daba a un pasillo, a la izquierda había una pequeña habitación, al otro lado un lavabo con váter y pica para las manos, otra puerta delante daba a la habitación grande con su baño completo, en el comedor había unas escaleras que abriendo una puerta salían a una gran terraza, allí había una mesa y cuatro sillas de jardín, a María le encantó.

María: Podremos vernos cada día aquí, sin pasar frio ni nada, que ideas tienes más buenas.

Apuntamos las cosas que creímos que faltaban para hacer vida, en una lista para comprarlas, el sábado nos dedicamos a buscar tiendas para comprarlo todo.

Estaba una mañana en la oficina y me llamaron de la entrada que habían traído un paquete grande para mí, bajé a recogerlo, era voluminoso y pesaba bastante, lo abrí y era una neverita de estas vinoteca para guardar el vino en su temperatura, tenía una nota.

“En nuestro cielo no puede faltar de nada para ser felices.

María.”

Lo cargué en una furgoneta de la empresa y por la tarde lo llevé al apartamento, al entrar escuché música en el salón, estaba María con un pañuelo enrollado en la cabeza haciendo limpieza, cambiando la distribución de los muebles a su gusto, me miró con aquella sonrisa maravillosa que me daba la vida y me abrazó con fuerza.

María: ¿Te ha gustado mi regalo amor?

Yo: No tenías porque hacerlo, me ha encantado.

María: En la cocina ya te he hecho un hueco para ponerlo.

La coloqué en su sitio y metí unas cuantas botellas de una caja de buen vino tinto, me acerqué a María y le quité el pañuelo de la cabeza, la levanté del suelo cogiéndola con los dos brazos alrededor el culo, me la llevé para la habitación sobre el hombro mientras ella me daba palmadas en el culo.

María: Arre, arre, que el cerdito se ha puesto las pilas.

La estiré en la cama, me puse encima besando sus labios desabrochándole la camisa quitándole el sujetador, ella me sacó el jersey y la camiseta, yo seguía quitándole el pantalón.

María: Luis vigila, que todavía me queda algo de la regla.

Yo (medio enloquecido de pasión): Me da igual.

María (riendo): Que llevo una compresa.

Yo: Me da igual.

Le arrastré los pantalones para quitárselos, me tiré encima besándola de nuevo con más pasión respondiéndome ella a la misma altura, descontroladamente me desabroché el pantalón y me lo bajé junto a los calzoncillos tirando de ellos por detrás, apreté frotando mi picha contra su chichi por encima de las bragas y la compresa, ella me abrazaba y una mano me acariciaba la espalda, la otra me alcanzaba el culo apretándomelo, bajé una mano y con un dedo por un lado le aparte la braga y la compresa, colocándole la punta del ciruelo en la entrada de su coño.

María (apretándome con más fuerza la espalda y él culo): Despacio cariño que está muy sensible.

Muy lentamente la fui penetrando, ella levantó las caderas soltando un sonoro gemido, clavándome las uñas en la espalda dándome un fuerte azote en el culo, fue tensando el cuerpo hasta tenerla tocándole el fondo de la vagina dándome otro azote, nos miramos a los ojos que en ese momento los teníamos inyectados en sangre de la pasión, metiéndola y sacándola lentamente pero sin pausas, acompañándome ella con los movimientos de caderas dándome un azote cada vez que le llegaba al fondo, como marcando el ritmo acompañándolo de pequeños gritos a los que yo seguía con fuertes respiraciones y gemidos. La dejé metida haciendo círculos notando como se clavaban sus uñas en mi piel, me pegaba otro cachete en el culo buscando mi agujero, me metió la punta de un dedo a lo salvaje, sin mojarlo ni nada, tensé el cuerpo metiéndosela de golpe viendo una risilla en su cara de excitación, aumenté la fuerza y el ritmo de las penetradas, haciéndole cambiar la cara y cerrar los ojos elevando el volumen de sus jadeos, arrastrando las uñas por mi espalda arañándomela apretando el dedo metiéndolo casi todo dentro, aceleró los gritos abriendo mucho los ojos y nos corrimos penetrándonos las miradas, en el último grito fuerte y largo, sacó de golpe el dedo del culo y me dio un cachetazo, que llevé durante dos días su mano entera marcada en la nalga izquierda.

Me separé despacio, ella se colocó bien las bragas tapando la salida del semen con la compresa, nos quedamos mirando estirados de lado, yo todavía con los pantalones bajados por las rodillas.

María: Como sabes sacarme mi lado más salvaje con tus marranadas, nunca me gustó perder el control.

Yo: ¿No te gusta lo que hacemos?

María: ¿Cómo no me va a gustar bobo?, pero es que yo nunca había perdido la cabeza de esta manera, nunca en mi imaginación me había visto follando así.

Decía mientras me miraba la mano marcada en el culo, se tapó la boca como avergonzándose.

María: ¿Te he hecho daño mi amor?, está muy colorado.

Yo: Tienes una gata salvaje dentro que me encanta sacar para follar, cuando te cabreas no me gusta tanto.

María: Cerdito que solo me he cabreado una vez contigo y todavía no te conocía.

Yo: Y ya tengo bastante, no quiero volver a pasar la experiencia.

Aquella noche cenamos estrenando la primera botella de vino sacada de la vinoteca que me regaló.

Pasaron unos cuantos días, María normalmente cuando salía del gimnasio se iba al piso a comer y esperaba que yo llegara, un día al llegar y entrar en el salón ella se levantó del sofá, dio una vuelta sobre ella misma, enseñándome un vestido que se había comprado de color negro, le llegaba por encima de las rodillas, a conjunto con unas medias y unos zapatos de tacón bastante alto, mirándome con una sonrisa que dejaba ver unos dientes preciosos dentro de su boca.

Yo: ¿Y esto?, no es tu cumpleaños, ¿pasa algo importante hoy y no me he enterado?

María: Si, pasa algo muy importante.

Apretó el botón del equipo de música y se acercó a mí, yo me quité la chaqueta para estar más cómodo, ella me rodeó el cuello con sus brazos, cogiéndome la nuca con una mano empezando un baile lento muy agarrados.

María (casi susurrando): Hoy es el día.

Yo: El día.

María: Sí, el día.

Yo: Coño, ¿pero el día de qué?

María: El día que me he dado cuenta que te quiero tanto que ya no puedo darte más de mi misma, el día que me he dado cuenta que estoy totalmente entregada a ti, el día que he sabido que por ti haría cualquier cosa, por ti moriría, el día que noto que esta vida no tiene sentido si tú no estás a mi lado, el día de saber que eres la persona más importante para mí y la que más quiero.

Seguimos bailando un momento sin decir nada, solo sintiendo nuestros cuerpos uno junto al otro, le busqué los labios besándola mirándole a los ojos que tenía medio llorosos de emoción, bajé mi mano por su espalda y le agarré del culo con fuerza, ella cambió la mirada levantando una ceja por la sorpresa, bajé la segunda mano agarrándole el otro cachete, la levanté de golpe hasta mi cintura cruzando ella los pies por detrás de mí, la besé con mucha más pasión, caminé hasta el sofá sentándome con ella encima, pasando la mano por debajo de la falda acariciando sus medias, subiéndola sin parar de besarnos y descubrir que las medias le llegaban hasta el muslo, tocando después la piel tersa y fina, le acaricié las caderas mientras ella ya me había desnudado de cintura para arriba, se desplazó para atrás arrodillándose en el suelo, me desabrochó los pantalones bajándomelos, quitándomelos con los mocasines y los calcetines, me dio un beso en la polla por encima de los calzoncillos, los agarró bajándolos tirándolos a un lado, cogió la polla con la mano con fuerza, haciendo un paja poniéndola a tono en un momento, se la metió en la boca y succionó con fuerza mirándome a los ojos.

La agarré por debajo de los sobacos, de un tirón la subí de nuevo metiéndole la lengua en la boca buscando la suya, me giré con ella enganchado quedando los dos estirados, metí la mano por debajo de la falda llegando al muslo desnudo, ella abrió las piernas lo suficiente para dejarme llegar a tocarle el chichi por encima de las bragas, solo con el tacto sabía que eran nuevas, lo acaricié un rato por encima y María empezó a dar pequeños gemidos, metí un dedo por un lado tocando sus labios menores de arriba abajo, pasando por el clítoris llegando a la vagina, con paciencia para dejarlo todo mojado, ella seguía mis caricias mirándome a los ojos, abriendo y cerrando la boca disfrutando del momento encadenando pequeños gemidos, cuando todo estaba lo suficientemente lubricado, me incorporé abriéndole las piernas todo lo que daban de si colocándome en medio, le levanté la falda del vestido agarrando suavemente las bragas por los lados, por sorpresa pegué un fuerte tirón arrancándoselas tirándolas a un lado, cambió la cara de golpe.

María: Venga, las bragas nuevas a tomar por culo.

No le dejé seguir hablado cogiéndola por el culo, me levanté del sofá, la subí otra vez sobre mi cintura bajando una mano por detrás para orientar mi polla, se la metí de un golpe seco dando ella un grito de sorpresa, apoyé su espalda en una pared y comencé a subir y bajar de piernas con fuerza haciéndola saltar sobre mi polla, penetrándola profunda y duramente con sus piernas alrededor de mí cintura que las apretaba para no caerse, subió rápidamente el tono de sus gritos corriéndose muy abrazada a mi cuerpo con los labios enganchados a mi oreja, jadeaba y yo la estiraba de nuevo en el sofá, la colocaba de lado, le subía una pierna sentándome en su muslo izquierdo para metérsela de nuevo despacio, pero acelerando en cada embestida, pasando los jadeos a gritos otra vez, aceleré, aceleré y aceleré hasta hacer que se corriera de nuevo mirándome con sus ojos curiosos sin decir nada.

La cogí por las caderas levantándola de nuevo, poniéndola a cuatro patas sujetándose con las manos en el respaldo sacando el culo, a la vez que yo le subía la falda y sin perder tiempo, se la volvía a meter en un movimiento rápido que ella acompañó con las caderas, aumenté el ritmo todo lo rápido y duro que pude, haciendo que ella gritara como una loca y moviera las caderas facilitando la penetración, nos corrimos tras poco tiempo los dos a la vez en un espectáculo de gritos, siguiendo ella con su movimiento de caderas lentamente hasta dejarme seco del todo.

María (con voz cansada y relajada): Madre de Dios que polvazo acabamos de pegar, esto sí que ha sido una sorpresa.

Yo: O no tanta sorpresa.

María: ¿Cómo?

Yo: Te prometí hace un tiempo que el día que estuvieras totalmente entregada a mí, te arrancaría las bragas y te follaría como nunca te habían follado, yo siempre cumplo con mis promesas, ahora te toca a ti evaluarlo.

María se tapó la boca con la mano y abrió los ojos.

María: Hostia es verdad, no me acordaba ya de eso, pero evaluarlo es muy fácil porque nadie me ha follado como me follas tú, así que matrícula de honor para ti cerdito.