La vida en un soplo (Cap. II - 9ª parte)

Cap. II - La universidad, 9ª parte de 11

Durante el siguiente mes de agosto, planeé un viaje en velero desde mi puerto base hasta unas islas que estaban a casi un día entero de navegación, la idea era ir, pasar la noche y el día siguiente en una cala protegida y volver, lo importante para mí era estar el máximo de tiempo en el mar solo con el agua, el viento y yo mismo, ordenando mi cabeza y prepararme mentalmente para el futuro en la universidad.

Cuando llegué a puerto de vuelta me estaban esperando mis padres, mis socios y algunos amigos con una pancarta como si hubiera dado la vuelta al mundo, mi padre nos invitó a todos a comer en un restaurante del puerto. A la vuelta para casa en coche, Irene y José María vinieron conmigo, a la ida fueron en el coche de mi padre, me comentaron que estaban interesados en invitarme un fin de semana a la cabaña que tenían los padres de Irene en el bosque, para hablar de algunas cosas.

El siguiente viernes por la tarde quedamos que me pasarían a buscar por mi casa, al llegar salió Irene del coche para saludarme, le cogí de las manos mirándomela.

Yo: Irene criatura, estas guapísima.

Llevaba un vestido por encima de las rodilla estampado de colores, con unos zapatos de tacón que le hacían una figura impresionante, se había pintado y peinado a conciencia, estaba guapísima.

Yo: José María, como dejas a esta chica salir así a la calle, vas a ir de culo detrás de ella para espantarle los moscardones.

José María: Venga tío, entrar de una vez al coche que nos vamos.

Llegamos a la cabaña, esta si era una cabaña al uso no como la de Sara, nos acomodamos y después nos juntamos en el comedor, José María sacó una botella de whisky escocés y sirvió tres vasos con hielo.

Yo: ¿No es un poco pronto para empezar tan fuertes?

Irene: Vamos a tomarlo que te tenemos que explicar algunas cosillas.

Se quedó todo en silencio, incluso me sentí un poco incomodo.

Yo: Bueno, pues explicarme coño, que me tenéis en ascuas, es de la empresa, de vosotros, ¿qué pasa?

Irene le daba un trago a la copa.

José María: Ya tenemos día para casarnos.

Irene daba otro trago más.

Yo: Joder, felicidades, por un momento me habíais asustado, pensaba que era algo más grave.

Irene daba otro trago más.

José María: Será en septiembre del año que viene, ya tenemos la iglesia y el hotel donde celebrarlo.

Irene: Y queríamos pedirte otra cosa, dio otro trago.

Yo: Pedirme lo que  queráis.

Irene empezaba a hablar y José María la cortó.

José María: Y que seas nuestro padrino de boda.

Yo: No me jodas, claro que seré vuestro padrino, no sabéis la ilusión que me hace.

Levanté la copa para brindar por ellos, ellos dos se miraban nerviosos.

Yo: ¿Alguna cosa más?

Empecé a darle un buen trago al whisky.

Irene: Queremos que me folles.

Empecé a toser de golpe escupiendo todo el whisky dentro del vaso derramándose por encima de mi camiseta.

Yo: Hostia, creo que no te he entendido bien Irene.

José María: Hace tiempo que lo estamos hablando, ella tiene la fantasía de hacer un trío y yo la de ver como se la folla otro tío mientras yo miro, hemos pensado que la persona idónea eres tú.

Yo (todo nervioso): Pero, pero, hostia puta, esto sí que no me lo esperaba, yo os quiero como a mi familia, sois más que amigos, es como follarse una hermana, no sé…

Irene: Una mierda tu hermana, soy una tía más con sus necesidades, por la fama que tienes creemos que tú eres la persona adecuada, los dos estamos de acuerdo, ¿no cariño?

José María: Si, estamos de acuerdo, preferimos que seas tú que otro tío que a saber cómo es, a ti te conocemos perfectamente, tenemos confianza para pararlo en cualquier momento si la cosa no es como imaginábamos.

Me sentía acorralado, Irene cada vez estaba más cerca de mí dándome señales que aquello empezaría en cualquier momento.

Yo: Vale, está bien, vamos a apartar un poco la mesa para tener más espacio.

La apartamos para dejar mas sitio a una especie de cama que hacían servir cuando se quedaba a dormir mucha gente, le ponían unos cojines grandes y servía para sentarse en la mesa cuando no era cama. Irene se me acercó y me agarró la mano, José María seguía sentado y mirando, pensé, me pongo cariñoso con Irene, la beso, la sobo un poco y este se pone celoso en el minuto uno y lo corta todo de golpe, cogí a Irene de las manos y se las pasé por detrás de mi cuello, le coloqué una mano en la cadera y con la otra le acaricié la cara, la barbilla, mientras me acercaba a sus labios y los besaba, me sorprendió la manera que ella se comía los míos, apretándome por la espalda y no me dejaba retirarme, de pronto me metió mano en el culo a la vez que con la otra me tocaba el paquete, yo me giré para ver si José María paraba aquella locura, el hijo de la gran puta ya tenía la polla en la mano haciéndose una señora paja.

Irene me cogió de la barbilla con dos dedos y me giró la cara para mirarme a los ojos, en ese momento supe que no había vuelta atrás, que bien besaba aquella chica, yo creo que era por la boca. Irene para que me entendáis tenía un parecido razonable con una famosa actriz norteamericana, que unos años después se hizo famosa trabajando en una película con un papel de puta, y un pavo con mucha pasta se enamoraba de ella, un poco más baja pero el tipo y la cara era casi clavados.

Nos besamos de nuevo, en un morreo creciente en intensidad que provocó que mi pajarito despertara, pensé en ir a por todas y si lo querían parar ya dirían algo ellos, ella me levantó la camiseta y la sacó por la cabeza, yo me separé un poco y con una mano le acaricié el cabello, bajé al cuello, la barbilla, le pasé el dedo pulgar por los labios, ella los abrió un poco, me permitió poder meterlo un poco en la boca notando su lengua como lo recorría, lo saqué y con las dos manos le fui desabrochando los botones del vestido que tenía por delante, me acordé como lo hizo Sara con mi camisa, la imité haciéndolo muy despacio recreándome en cada botón, Irene aumentaba la profundidad de la respiración por momentos demostrando que se estaba excitando, llegué al último botón a la altura de la cintura y le puse un dedo debajo del ombligo, justo encima de las bragas, para subirlo sin perder contacto con la piel lentamente pasando por encima del sujetador, entre las dos tetas y seguir hasta el hombro, metí la otra mano por dentro del vestido para acariciarle el otro hombro, lentamente dejé caer el vestido por su espalda, puse una rodilla en el suelo para ayudar a quitárselo por los pies, dejándola con una combinación de sujetador y bragas blancas, junto con unos zapatos de tacón que tan atractivas deja a las chicas.

La giré un poco para dejarla de cara a su novio que se estaba pajeando con los ojos excitados, me puse detrás de ella y le quité el sujetador, le acaricié con un dedo cada una de las tetas, empezando por los lados suavemente, pasando por debajo y llegando al otro lado del pecho, para bajar por el centro de la teta y rodearle el pezón para acabar tocándoselo despacio, sin prisas, consiguiendo dejárselos duros como piedras.

José María: Como me estáis poniendo de cachondo, ¿y tú cariño?

Irene: Me tiene con las bragas mojadas desde hace un buen rato amor.

José María se corrió encima jadeando.

José María: Lo siento, lo siento, es que no podía más con la excitación.

Irene: No pasa nada cariño, Luis no te pares y sigue que estoy ardiendo.

Bajé la mano de las tetas acariciándole los abdominales llegando a la goma de las bragas, jugué un poco con ella y metí un dedo por dentro, después fueron dos y acabó siendo la mano entera que bajaba por su vello púbico haciendo pequeños círculos, Irene se dio la vuelta para bajarme los pantalones y calzoncillos hasta donde pudo agarrandome la polla.

Irene: La madre que me parió, ahora entiendo la jodida fama que tienes, y bien ganada por lo que veo.

Ves como tenía razón cariño, ya te lo decía yo que era el mejor, comentaba José María mientras volvía a tocarse el pajarito.

Me quité la ropa moviendo las piernas y sin dejar de besarla la estiré, bajé los labios a sus tetas, de allí al chichi por encima de las bragas pasándole la lengua, notando que Irene no mentía al decir que las tenia mojadas, tiré de ellas para abajo sacándoselas por los pies quitándole también los zapatos, me incorporé para ponerme encima aguantándome con una mano a la vez que con la otra apunté la punta de mi cipote, José María se puso de pie para ver mejor lo que pasaba, la metí un poco y ella dejó ir un suspiro de placer, apreté con las caderas y la acabé de clavar hasta tocar fondo dando Irene un primer buen grito, le hizo un gesto a su novio y este se acercó con la polla tiesa de nuevo, ella se la cogió y empezó a hacerle una paja lenta al ritmo de mis embestidas, yo aceleraba poco a poco y ella aceleraba la paja al mismo ritmo, aumentando los gritos de ella y de su novio, aceleré una vez más y ella abrió los ojos muy abiertos, empezó a correrse machacando la polla de su novio que se corrió por segunda vez uniéndose en un recital de gritos.

Sin dejarle tiempo a reaccionar la coloqué de lado levantándole una pierna, me puse en medio sentado sobre su muslo derecho metiéndosela de nuevo, Irene me miró fijamente a los ojos, como no creyéndose lo que estaba pasando, empecé la nueva follada a un buen ritmo para que ella no bajara el nivel de excitación, parece que lo conseguí por los gritos continuados que salían de sus pulmones, José María se la miraba sorprendido y excitado, mientras le acariciaba las tetas, al poco rato ella volvió a correrse agarrándose al cuello de su novio, abrazándolo con fuerza para gritar más fuerte y quedar jadeante, la agarré por las piernas dándole un cuarto de vuelta más dejándola a cuatro patas, se giró y me volvió a mirar a los ojos.

Irene: No puedo más, estoy satisfecha, no puedo más.

No le presté la más mínima atención, seguí con lo mío poniéndole la punta de la polla en la entrada de coño, se la metí de golpe, entrando y saliendo tres veces seguidas con golpes secos, lo que hizo que pegara un grito desgarrador.

Irene: Hijo de puta, dame más, dame más, que estoy caliente como una perra, solo puedes hacerlo así de fuerte niñato de mierda, más fuerte, más fuerte, me quiero correr, me quiero correr, no quiero parar de correrme.

José María estaba con la polla empalmada otra vez, asustado escuchando las animaladas que salían de la boca de su novia sin dar crédito, ella le agarró el cipote colocándolo delante suyo y se lo metió en la boca chupando con fuerza, excitada, mientras yo me la follaba todo lo violentamente que podía. En muy poco tiempo empezó a temblar todo su cuerpo llegando al último orgasmo, a la vez que su novio se le corría en la boca apagando sus gritos, quedaron los dos estirados cogidos de la mano, los ojos de Irene ahora sí daban señales de haberse quedado totalmente satisfecha, yo me fui a duchar y de paso hacerme una paja para quitarme de encima el calentón que esos dos me habían provocado.

Escuché ruido en la ducha de su habitación, bajé al salón para ordenar un poco el desaguisado que habíamos montado y esperarlos, bajaron, José María cogió tres vasos limpios y la botella de whisky de nuevo, nos sentamos y brindamos por nosotros.

José María: Hemos hablado con Irene…

Yo: Espera, que cada vez que habláis entre vosotros me metéis a mí en alguna mierda.

Irene: Nos tienes que ayudar, por favor Luis.

Yo: ¿Ayudar en qué?

José María: A que yo sea mejor amante, hemos visto la seguridad con la que te mueves, parecía que sabías en cada momento lo que necesitaba Irene, ella te ha dicho que ya estaba bien y tú sabías que le quedaba algo más dentro, la has llevado al límite del placer, yo quiero saber cómo hacer eso, quiero que Irene disfrute conmigo como lo ha hecho contigo esta tarde, la adoro y quiero hacerla feliz toda la vida, si no consigo que disfrute así conmigo siempre pensaré que con otro hombre podía haber sido más feliz.

Yo: ¿Y tú qué piensas Irene?

Irene: Yo ya le he dicho que no hace falta, que con él disfruto mucho siempre.

José María: Te aseguro que las caras que le he visto esta noche, las palabras que he sentido salir de su boca no las había visto ni oído nunca, quiero ver y oír lo mismo conmigo.

Yo: Me cago en mi puta vida, en que mierdas me metéis, si no fuera porque os quiero tanto os mandaba a tomar por culo a los dos y me iba para casa ahora mismo, venga vamos a brindar y coger una buena borrachera que mañana será otro día.

El sábado al levantarme bajé al salón y José María estaba en la cocina preparando el desayuno, tras los buenos días pertinentes le pregunté por Irene.

José María: Esta durmiendo todavía, creo que ayer acabó bastante cansada.

Irene (saliendo del pasillo): Buenos días, ya estoy aquí, he descansado muy bien esta noche, tengo mucha hambre, como está ese desayuno.

Salió con una camiseta corta y en bragas, parecía que la confianza conmigo era total.

Estábamos desayunando en un silencio un poco incomodo y para romper el hielo.

Yo: Hace un día estupendo ¿qué haremos hoy?

José María: Pensaba que ayer había quedado claro, hoy pensábamos empezar con tus consejos.

Yo: Joder, pensaba que con la borrachera de ayer hoy no os acordaríais de nada, no sé ni cómo empezar.

Irene: A ver, alguna cosa te llamaría la atención ayer.

Yo: No sé, lo que pude ver es que tú José María te corres muy pronto y descontrolado.

José María: No te jode, eres un lince, pero qué coño hago para solucionarlo.

Yo: Yo conozco una manera, tendrás que practicar bastante pero acaba funcionando.

José María: Pues ya tardas en explicármelo.

Irene nos miraba a uno y al otro divertida, yo empecé con el rollo del control mental, el recipiente de las emociones y todo lo que Gonzalo me explicó a mí en su momento.

Irene: Pues lo que dice Luis tiene su lógica, lo que no sé es si José va a saber hacerlo.

Yo: Tú tendrás que ayudarle, él solo no podrá avanzar si tú no lo excitas y le provocas para que se pueda concentrar en lo suyo, una pregunta íntima, ¿Cuándo él te hace una paja, te corres?

Irene: Bueno, no sé, me gusta mucho como me toca.

José María: Dile la verdad Irene, no he conseguido nunca hacerlo, te excita pero no llegas a correrte.

Yo: Muy bien, pues tenemos un primer ejercicio para hacer.

José María: ¿Quieres que le haga un paja a Irene aquí y ahora?

Yo: Vosotros me lo habéis pedido no, pues empecemos de una vez.

Irene ya se había quitado las bragas y se había estirado.

Irene (riendo): Yo ya estoy preparada.

José María movía la mano hacia el coño cuando le pegué un manotazo.

José María: ¿Pero qué pasa ahora?

Irene se reía.

Yo: Que no le puedes atacar directamente el coño inútil, empieza por las piernas y ves subiendo despacio, además para saber cómo y dónde tocar ella tiene que poner su mano encima de la tuya para orientarte.

Irene (se le corto la risa): ¿Como dices?

Yo: Que tú pongas tu mano encima de la de él y con sus dedos te tocas como harías tú sola.

Irene: ¿Qué me haga una paja con su mano, es eso?

Yo: Irene, si tú orientas sus dedos y te tocas con ellos donde a ti más te excita, él aprenderá que tiene que hacer para que tú llegues a correrte, y a la vez practicará de concentrarse en ti y no en él para aguantarse.

Le cogió la mano a su novio, empezó desde los muslos para subir, pasarla por la ingle y llegar arriba dándole unas vueltas con los dedos a su vello púbico, bajó un poco y le dio vueltas al clítoris comenzando a jadear…

Yo (al oído de José María): Concéntrate en memorizar los movimientos para poder hacerlo tú solo, piensa en ella, en que se lo pase bien.

… bajó al centro del chichi frotándolo suavemente, más abajo metió un poco un dedo de su novio en la entrada del agujero mojándolo, para luego volver los pasos atrás humedeciendo todo, se entretuvo un rato frotando el clítoris, (yo me extrañé porque pensaba que a las chicas tocarlo directamente las pasaba de excitación, estaba claro que todavía no lo había descubierto todo de ellas), de jadeos pasó a gritos y José María me miraba como alucinando de lo que estaba pasando, bajó de golpe dos dedos y se los metió a la vez, con el dedo pulgar seguía frotándose el clítoris, Irene llevó su cabeza para atrás de excitación y separó su mano de la de su novio, José María siguió con la maniobra viendo como ella se llevaba las manos a la cabeza, se tocaba el pelo y no paraba de gritar.

Irene: Así, así, cariño así, me corro, me corro.

Se corrió gritando y moviéndose como una anguila fuera del agua.

Irene: Hostia nene, lo has hecho de puta madre.

José María: Yo solo he seguido tus movimientos.

Irene: Que gilipollas somos, lo podíamos haber pensado antes.

José María: Y además no me he corrido, me he podido aguantar, la tengo a punto de explotar pero de momento me he aguantado.

Irene (riendo): Me están gustando estas sesiones de clases de sexo, ¿Y ahora qué?

Yo: Ahora descansa un poco que José María te va a comer el coño.

José María: Esta vez me corro seguro.

Yo: Como te corras te la corto chaval.

Como me gustaba hacer de Sonia con ellos dos, recordaba mis momentos con ella y me salía una sonrisa de oreja a oreja.

Nos tomamos un zumo de naranja, mientras, yo les explicaba lo que sabía para poder aguantarse y controlar las corridas.

Irene: Escucha Luis, y tú ¿Cómo sabes tanto de estas cosas?

Yo: Porque yo también era un picha rápida hasta que descubrí como solucionarlo.

José María: Pero alguien debió ayudarte, como tú a mí ahora.

Yo: Eso es secreto de sumario y no me lo sacareis ni torturándome, venga prepárate que tienes que seguir trabajando.

Irene que no se había vuelto a poner las bragas, se estiró y abrió las piernas, José María se colocó delante del coño disponiéndose a meter la cabeza y zasca, un cogotazo que le endiñé en medio de la nuca, (como Sonia me lo dio a mí).

José María: ¿Pero qué coño haces tío? (lo mismo que le dije yo a Sonia).

Irene se descojonaba de risa.

Yo: ¿Es que no has aprendido nada zopenco?, que no te tires directamente al coño joder, empieza despacio, y recuerda lo que has hecho con la mano para seguir la pauta con la lengua, no te olvides de ir haciéndote una paja sin correrte, vale.

José María: Vale, vale, no te enfades.

Irene seguía descojonándose escuchando nuestra conversación.

Mi amigo se aplicó en el trabajo y al poco tiempo su novia respiraba excitada, me hizo una señal con el dedo índice hacía delante y hacía atrás para que me acercara, se agarró a la goma de mi pantalón de deporte y tiró de él para abajo dejándome la polla fuera, me la cogió y empezó a hacerme una paja lentamente, subiendo el ritmo a la vez que le subía a ella la excitación, por el trabajito que José María le estaba haciendo, animé a mi amigo a que siguiera con lo que estaba haciendo, las señales que daba Irene eran muy buenas, ella dio un grito de placer, se acercó mi polla a su boca tocando con su lengua la punta, después la pasó por el lado llegando a los huevos, a la vez no dejaba de gemir y gritar.

Irene: Sigue José sigue, un poco más, un poco más, ya, ya.

Volvió a correrse, mientras su novio le chupaba el clítoris con fuerza y se la follaba con dos dedos, me apretaba la polla con una fuerza que pensaba que me la rompía.

Irene: Hostia puta, esto es demasiado para estas horas de la mañana.

Yo: ¿Y tú qué dices José María?

José María: Pues, que me he corrido sin control otra vez, no sé si podré superarlo.

Le di otro cachete en la cabeza e Irene se volvió a reír escandalosamente.

Irene: Cariño, o aprendes, o este tío te mata a hostias. Bueno, ya hay bastante por esta mañana, además yo he venido a hacer un trío y de momento nada de nada, esta tarde nos metemos los tres en la cama que os voy a dejar secos.

José María: Coño, nada de nada, si te he visto correrte más veces desde ayer por la tarde que el último mes.

Irene: Y tú Luisito prepárate que esta tarde te vas a correr por mis ovarios, estoy hasta el coño de tú control de la picha y esas cosas que haces para no correrte.

Fuimos a dar un largo paseo por el bosque hasta la hora de comer, después cada uno se fue a su habitación para descansar un rato. Yo, cuando pensaba en follar con Irene no me sentía nada a gusto, nunca había pensado en ella como una mujer que estuviera a mi alcance, respetaba mucho a mi amigo y jamás miré a su novia con ganas de sexo, ella me había ayudado mucho en momentos que lo necesité y le estaba muy agradecido, pero desde aquella tarde que follamos, pensar en su cuerpo desnudo me excitaba. Escuché la puerta, abrí los ojos encontrándome con Irene totalmente desnuda que me cogió de la mano, sin decir nada me llevó hasta la habitación con José María, él estaba desnudo estirado en la cama en un lado, su novia me quitó el pantalón, que era lo único que yo llevaba puesto y me estiró en el otro lado de la cama, se colocó en medio de los dos arrodillada y empezó a tocarnos las pollas a la vez, haciendo dos pajas coordinadas, al poco rato se metió en la boca la de su novio, seguía con mi paja cambiando de polla cada cierto tiempo, ella marcaba los cambios y nosotros nos dejábamos hacer.

Cuando le pareció bien, se subió encima de José María y se lo empezó a follar lentamente con los ojos cerrados, disfrutando cada momento a la vez que seguía con mi paja, al poco me hizo levantar y se metió en la boca mi polla chupando con fuerza un buen rato, ella respiraba profundamente y jadeaba cuando le pidió a su novio que cambiara de postura, se colocó detrás de ella y le acarició las tetas con suavidad, mientras ella me volvía a estirar y se sentaba encima de mi cipote cogiéndolo con delicadeza, se lo metió poco a poco hasta el fondo en el coño, en cada subida y bajada incrementaba el ritmo a la vez que sus jadeos y gritos, se mojó dos dedos con su saliva y se lubricó el culo jugando con el agujero para dilatarlo, se recostó un poco más encima de mí y le hizo una señal a José María, para que se la metiera por detrás, él puso la punta en el agujerito, la metió un poco provocando un cambio en la actitud de Irene, pasó de estar relajada y disfrutando de cada momento a pegar un grito.

Irene: Así sí, así sí, que bueno, esta es mi fantasía, follada por dos tíos a la vez.

José María (excitado): No sé si voy a aguantar mucho más.

Yo: Colega como te corras te la corto a rodajas como un chorizo y la tiro al váter.

Se le quitó la cara de excitación al momento.

Irene se movía cada vez más rápido y gritaba más fuerte.

Irene: Vamos, vamos, que nos corremos todos a la vez.

José María: Si, si, ya estoy, ya estoy.

Yo levanté un poco el culo de Irene y empujé hacía atrás con fuerza consiguiendo una penetrada más fuerte y que su novio se la metiera más adentro en el culo, ella dio un grito enorme, yo repetí la operación dos veces más, momento en el que José María empezó a correrse, Irene al oír a su novio dio un último grito muy largo de orgasmo, yo seguía follando con fuerza para alargarle la corrida hasta que noté que ella ya no podía más, entonces me dejé ir con un grito para correrme dentro de ella.

Irene: Dios, que sensación de estar llena por delante y por detrás.

José María: Cojones, esto es lo más excitante que me ha pasado nunca.

Irene: Pues cariño guárdalo bien en tu cabeza porque no volverá a pasar.

Descansando los tres en la cama me contaron que no tenían mucho sexo anal porque a Irene le molestaba bastante, que como mucho José María la metía muy poco, que aquella vez había sido la primera que se la metió bastante más por mis empujones, que con el momento de excitación ella no se entero de nada, comentamos que tan poco era tan importante, en definitiva lo mejor era pasarlo bien con el sexo uno con el otro. Tras la cena volvimos a darle al whisky con brindis de Irene.

Irene: Por nosotros, por lo bien que lo hemos pasado, y por no volver a hablar nunca más de lo que ha pasado en esta cabaña.

Nos miramos los tres y brindamos, ciertamente nunca más sacamos el tema de lo que pasó aquel fin de semana, la vida siguió como si no hubiera pasado nada, de lo que si hablamos las siguientes semanas fue de los progresos de José María con el sexo, Irene estaba encantada y me lo agradecía cada vez que nos veíamos. También cambió mi percepción de Irene, hasta aquel momento nunca la había visto de manera sexual, pero después de aquel fin de semana tengo que reconocer que alguna noche soñé con su cuerpo, como se corría, levantándome con una erección importante.