La vida en un soplo (Cap. II - 8ª parte)
Cap. II - La universidad, 8ª parte de 11
Llegué a mi casa, solo entrar las caras de mis padres eran un reflejo de la imagen que debían tener delante, solo me preguntaron cómo estaba y mi respuesta fue, “me voy a dormir que estoy muy cansado”, dormí hasta pasado el medio día, bajé al comedor y encontré una nota de mi madre, “Cuando puedas ves a ver a Sonia”, con desgana salí al jardín y atravesé a casa de los vecinos, Sonia estaba en la terraza con un zumo de naranja, hacía toda la pinta de estar esperándome, se levantó rápidamente y vino a darme la mano para entrar juntos en su casa y sentarnos en el sofá.
Sonia: ¿Has comido algo?
Lo negué con la cabeza.
Sonia: ¿Quieres que te prepare algo?
Lo negué con la cabeza.
Sonia: ¿Estás bien?
Lo negué con la cabeza.
Sonia: Está bien, vas a acabar con ese silencio, me vas a explicar cómo te ha ido estos días con Sara y como te sientes ahora.
Empecé a hablar, a explicarle todo el viaje con pelos y señales, hasta llegar a la parte final que me hizo volver a llorar desconsoladamente.
Yo (entre lágrimas): Y estoy muy cansado.
Sonia me acarició el pelo, me dejé caer en su regazo quedándome dormido en posición fetal, dormí horas y cuando me desperté Sonia seguía allí acariciándome la cabeza, no se había movido para nada, me incorporé y Gonzalo estaba en la cocina.
Gonzalo: Hola Luis, bienvenido, ve a lavarte esa cara de sueño que llevas encima que vamos a cenar.
Yo: No sé si tengo hambre.
Sonia: Haz caso a Gonzalo que no te arrepentirás.
Me lavé la cara y me quité las lágrimas resecas de los ojos, salí al comedor, Sonia estaba preparando la mesa mientras Gonzalo traía unos platos de comida, abrió una botella de vino y empezamos a cenar.
Sonia: Esta mañana tu madre me ha llamado muy preocupada, que ayer te vio muy mal y me ha pedido que te ayudemos en lo que podamos.
Yo: Muchas gracias, pero creo que me va a costar un poco superar todo esto.
Gonzalo: ¿Tú confías en nosotros?
Yo: Por supuesto, sois de las personas que más confío, ya lo sabéis.
Gonzalo: Pues escúchame chaval, en esta vida hay gente que no se atreve a vivirla, no quiere entregarse al cien por cien al amor porque si se acaba tienen miedo de que le hagan daño, no toma decisiones por no equivocarse y sentirse mal, van por la vida de puntillas queriendo pasar lo más desapercibidos posible para no mojarse en nada, que nadie pueda recriminarles algo. Luego existe otro tipo de persona como tú, como Sonia, o como yo, que no queremos perdernos nada de lo que la vida nos proporciona, como tú has hecho, si se ama, se ama hasta dentro de las entrañas, hasta el fondo del corazón, das todo lo que llevas dentro y recibes todo lo que te puedan dar, lo disfrutas todo al momento y de la manera más intensa y salvaje que se pueda, tú tomaste la decisión de ir estos días a solas con Sara para vivirlos a tope, para aprovechar hasta el último segundo de su compañía sabiendo que la despedida sería más dura, esa oportunidad de estar juntos que os habéis dado Sara y tú es muy valiente, habéis demostrado querer vivir la vida sin tapujos, al desnudo, tal como viene y después ya veremos qué pasa aceptando el dolor. Ahora toca controlar y domar ese dolor, lo has hecho porque tú has querido, estoy seguro que no te arrepientes de nada porque si no serias un cobarde, y tú no eres un cobarde, tienes unos cojones enormes…
Yo le escuchaba con la boca abierta y cada vez me sentía más fuerte, más recuperado.
… y ahora te voy a decir lo que vas a hacer, te vas a alegrar de haber vivido toda esta aventura con Sara, y lo vas a hacer por ti, por ella, y por todos los maravillosos momentos que habéis pasado juntos que nadie os va a quitar, los tendréis grabado en vuestro cerebro para toda la vida, por que los grandes momentos se tienen que disfrutar siempre, y todavía más, tú tienes la fuerza y el coraje para comerte la vida, tú tienes que salir hay fuera y vivir cada instante de la vida como si fuera lo último que vas a hacer, al máximo de interés, al máximo de pasión, todo lo que te encuentres tienes que cogerlo y disfrutarlo, modelarlo, hacértelo tuyo, y si llegan malos momentos tienes que disfrutar también buscando las soluciones y salir del pozo, tú tienes que comerte la vida a “bocaos”.
Yo seguía con la boca abierta sujetando el tenedor en alto como una estatua, estaba procesando todo lo que había oído.
Yo: Gonzalo, eres genial.
Me pegó una hostia con la mano abierta en el hombro que casi me mete la cara dentro del plato.
Gonzalo: Y ahora vamos a acabar de cenar, nos vamos a tomar un par de copas y cuando mañana te levantes vas a ser otra persona.
Sonia asentía con la cabeza dándole la razón y yo me sentía nuevo, revitalizado, en cuestión de nada había pasado de la mierda a sentirme eufórico, me sentía feliz de todo lo vivido, sentía que no tenía ninguna razón para estar mal.
Yo: Perfecto, lo único que creo que no podré recuperar será la polla que la tengo escocida de tanto follar estos días.
Y lo cierto es que en una semana solo me la toqué para mear. Como no iba a querer a ese matrimonio tan genial.
Al día siguiente me levanté temprano, me duché, me vestí y bajé a la cocina a prepara el desayuno para todos, zumo de naranja, café, tostadas, mantequilla, mermelada, jamón cocido, todo preparado en la mesa. Cuando llegaron mis padres se miraron uno al otro creyendo que me había vuelto loco, en la puta vida había hecho algo así.
Mi madre: ¿Te encuentras bien Luis?
Yo: Mamá, papá, me encuentro fantásticamente bien, y os estoy muy agradecido de todo lo que hacéis por mí, os quiero.
Mi padre: Cariño, nuestro hijo, o está madurando o cada día está más loco.
Mi madre: Está madurando.
Yo: Voy a visitar a mis socios para enterarme bien como van las cosas por la empresa, y después pasaré a verte a ti papá para que me pongas al día de todo.
Mi padre (riendo): Ahora sí que me estoy preocupando.
Yo: Y todavía hay más.
Los dos a la vez: Máaassssss.
Yo: El próximo curso me voy a matricular de más asignaturas y en dos años quiero sacarme las dos carreras, no puedo perder más el tiempo, quiero empezar en la empresa y luchar por ella, ya hablaremos.
Mi madre: Les voy a comprar un regalo de puta madre a los vecinos.
Ese verano pasé muchas horas con Irene y José María haciendo planes para nuestra empresa, y muchas horas con mi padre recibiendo información, me presenté a un examen por libre para sacarme un titulo náutico que me faltaba para poder navegar.
Una noche fui a tomar una copa a un bar del pueblo y me encontré por casualidad con mi amiga Nuria que estaba con unas amigas, después de saludarlas, me senté en una mesa a tomarme mi cubata, Nuria vino a sentarse conmigo.
Nuria: ¿Qué coño haces sentado aquí solo?
Yo: He salido un rato a airearme la cabeza, no os quiero molestar, me tomo la copa y me iré para casa.
En ese momento las amigas pasaban por nuestro lado diciéndole a Nuria que se iban a otro sitio, Nuria se fue un momento a hablar con ellas y se sentó de nuevo conmigo.
Yo: ¿Por qué no te vas con ellas?, yo no creo que esté para mucha fiesta esta noche.
Nuria: Yo tampoco tengo ganas de fiesta, prefiero quedarme contigo hablando un rato.
Hablamos un buen rato, sobre todo de ella, y en un momento la conversación se fue hacía el verano y la playa.
Nuria: Si no quieres no me respondas, pero me gustaría hacerte una pregunta.
Yo: Pregunta, dispara.
Nuria: ¿Has ido alguna vez a una playa nudista?
Yo: Sí, ¿por?
Nuria: Llevo días pensando en eso, me gustaría probarlo, creo que la sensación de tomar el sol y bañarte en bolas debe ser liberadora.
Yo: Pues prepárate, mañana te llamo y te explico un plan que se me está ocurriendo.
Nuria: Coño Luis, y no me lo puedes explicar ahora.
Yo: Me falta confirmar un apartamento para ir juntos un par de días a la playa, a tomar el sol en bolas claro.
Nuria: Me encantaría.
Al día siguiente hablé con Sonia para que me dejara su apartamento un par de días entre semana, normalmente ellos solo iban los fines de semana, era la única playa nudista que conocía, su respuesta fue, “vale pero cuídamelo”, claro por supuesto, le respondí, total que salí de casa de Sonia con las llaves.
Quedé con Nuria y a las ocho de la mañana estábamos en el coche “abollao” saliendo para la playa, dejamos las bolsas en el apartamento y nos llevamos las sillas y el parasol, llegamos al descampado donde dejar el coche y caminamos por el sendero, que recuerdos me venían a la cabeza, antes de salir a la playa me desvié a la izquierda para alejarnos del lugar donde habitualmente se colocaban las amigas de Sonia, nos alejamos un poco y en un lugar que parecía tranquilo de gente plantamos el parasol y las sillas. Nuria estaba encantada de bañarse en pelotas, me explicaba que se sentía muy libre, que curiosamente ella pensaba que le daría más vergüenza pero se sentía muy cómoda.
Yo: A estas alturas, con toda la gente que ha pasado paseando por la orilla que ya te han visto el “chirri” no vale la pena avergonzarte.
Nuria: Joder tío, no había visto tantas pollas juntas en mi vida, ¿no se excitan?, sería divertido ver alguno empalmado.
Yo: Avísame de algún tío que veas pasear que te guste y veremos si lo empalmamos.
Nuria: ¿Qué estas pensando?, que me das miedo.
Yo: No te preocupes, a ver si reímos un poco.
Nuria (mirando a los lados): Vale, mira por allí al fondo viene un chico con una bolsa roja que hace pinta de cachondo.
Me levanté de la silla y me senté en la toalla.
Yo: Ven, colócate delante de mí.
Nuria: ¿Qué vas a hacer?
Yo: Cuando se acerque, te voy a meter mano en el chichi y le vamos a dar una panorámica perfecta para que se empape de todo.
Nuria: Hostia puta como te pasas.
Yo: Si no quieres no hay problema, yo lo hacía por tu comentario de antes.
Nuria me miró con cara de niña mala y me confirmo que íbamos a jugar, cuando el chico estaba a unos veinte metros, puse una mano en el muslo de Nuria, le abrí lo suficiente las piernas para empezar a pasarle un dedo suavemente por el coño, cuando el chico estaba a nuestra altura, yo le estaba haciendo una paja y ella tenía un cara de excitada de puta madre, vimos como aflojaba la marcha para mirar y se paraba a nuestro lado sacando de la bolsa una toalla pequeña, Nuria intentaba disimular los jadeos ahogándolos pero se le notaba que estaba excitada, yo subía y bajaba el dedo mojándoselo con su propio flujo, el chico se puso la toalla encima de la polla metió la mano debajo y empezó a hacerse una paja.
Yo (en él oído): ¿Quieres seguir con esto?
Nuria: Quiero que ese pervertido se corra.
Aceleré un poco más los movimientos del dedo y ella empezó a gemir sin ninguna vergüenza, al poco rato el tipo se movía con espasmos, vimos como se corría debajo de la toalla, a Nuria se le escapó la risa y el chico salió deprisa de allí algo avergonzado.
Nuria: Tío vas a tener que acabar lo que has empezado, me tienes muy cachonda ahora mismo.
Puse la toalla de ella por encima de sus piernas para seguir pajeándola sin dar el espectáculo, se lo abrí estando ya todo mojado metiéndole dos dedos en la vagina, mientras con la palma de la mano le frotaba el resto del chichi, al poco rato Nuria se corría tapándose la boca con la mano, se levantó y se metió en el agua para refrescarse. Unos cuantos chapuzones más tarde decidimos marcharnos, estábamos quitándonos la arena de los pies al lado del coche cuando oímos voces llamándome, eran las amigas de Sonia que en ese preciso momento habían decidido marcharse también, me saludaron todas con un beso en la boca y un abrazo.
Silvia: Espero que tu novia no se ponga celosa.
Yo: Es una amiga.
La saludaron también con un pico y dejaron algunos comentarios mientras se iban, “no lo desaproveches que este chico vale la pena”, “si necesitas ayuda no dudes en llamarnos que estaremos encantadas de venir”, “déjalos tranquilos zorrona”, “cállate furcia guarra”, seguían como siempre, al girarme me encontré con la mirada curiosa de Nuria.
Nuria: Prefiero no saber nada de esto, que fuerte tío.
Llegamos al apartamento y Nuria se metió en la ducha, yo me desnudé, entré en el cuarto de baño, abrí la puerta de cristal de la ducha metiéndome dentro con ella, Nuria estaba de espaldas a mí dejando que el agua le callera por el pelo, sin decir nada le rodeé la cintura con mis brazos y enganché mi cuerpo todo lo que pude al suyo, ella sonrió, cogí el bote de champú dejando caer un poco en la mano y se lo extendí por el pelo acariciándoselo a la vez que se lo lavaba, después de aclarárselo, le giré el cuerpo para que me mirara a mí y la besé con dulzura jugando con sus labios, dejé caer en la esponja el gel y le froté delicadamente los hombros, los brazos, las tetas, le levanté un brazo y la pasé por el sobaco, después el otro, la barriga, me eché en la mano más gel y le lavé el chichi, delicadamente metiéndole un poco el dedo para que todo quedara bien limpio, le pasé las manos por el culo extendiendo el jabón por los cachetes y por el centro pasando un dedo para limpiar el ojete, me arrodillé, con la esponja seguí bajando a las piernas y finalmente los pies.
Nuria: Eres un mamón que sabes tratar a las mujeres cabronazo.
Me besó apasionadamente, me enjabonó a mí siguiendo los mismos pasos, entreteniéndose un buen rato en mi polla hasta conseguir dejarla totalmente empalmada, cuando ya estábamos los dos limpios puse una mano en su hombro, otra en la nuca acariciándole la cara para besarla durante un buen rato mientras ella pasaba las manos por detrás de mi espalda, me amasaba el culo, cuando separamos los labios la mirada de lujuria de Nuria le delataba, le pasé las manos por debajo del culo levantándola, apoyándola contra la pared de cristal mientras nos seguía cayendo encima el agua, ella me rodeó el cuello con sus brazos para sujetarse bien, yo apuntaba con la polla sin manos para metérsela lentamente, sintiendo en mi oído izquierdo, como su boca dejaba ir unos cuantos gemidos seguidos hasta tenerla en el fondo.
Nuria (con voz excitada): Cada vez que estoy contigo eres mejor que la vez pasada mamón.
Yo no contesté nada continuando con la follada lenta, profunda, prestando atención a los jadeos y gritos que salían de su boca, no tardé mucho en acelerar el ritmo para provocarle un orgasmo largo e intenso, ella se agarró fuertemente a mi cuello y gritó como para dejarme sordo, cuando acabó, cerré el agua y la saqué de la ducha en la misma posición, sin sacársela, la dejé sobre la cama conmigo encima volviendo a follarla lentamente, ella se dio cuenta de que no se había acabado, volvió a excitarse rápidamente siguiendo mi ritmo con sus caderas volviendo los gemidos, jadeos y gritos para correrse una segunda vez de manera un poco más escandalosa que la primera, cuando acabó de gritar me miró a los ojos como preguntando si ya se había acabado, encontrándose con una mirada de excitación que le hacía entender que de acabar nada, me levanté, le giré las piernas para dejarla boca abajo dándome una perspectiva de su culo magnifica, le cogí por las caderas levantándole el culo, dejándola apoyada por las rodilla acercándola al borde de la cama para metérsela de pie, con ella arrodillada en la cama a cuatro patas de un golpe seco que le provocó un grito muy fuerte, siguiendo con unos empujones contra su coño casi violentos, empezó a gritar palabras dobles: “no pares” “no pares”, “fuerte” “fuerte”, “más” “más” y una frase –“quiero correrme contigo, los dos juntos, los dos juntos”, casi no había acabado la última frase que se empezó a correr de una forma espectacular, moviendo todo el cuerpo, gritando de una manera que no creo que en el pueblo quedara alguien sin oírla, yo a la vez me corría abundantemente dentro de su chumino saliendo esperma y flujo que caía al suelo en cada empujón.
Nos dejamos caer en la cama para descansar, entonces nos dimos cuenta que no nos habíamos secado y el colchón estaba totalmente mojado, lo movimos delante de una ventana que entraba el sol, a ver si teníamos suerte y se secaba antes de ir a dormir.
Pasamos dos días muy bonitos y volvimos al pueblo un poco más contentos, cuando le expliqué a Sonia el percance del colchón.
Sonia: Me cago en la puta niño, ¿es que todavía piensas solo con la polla o qué?, como me hayas estropeado el colchón me pagas uno nuevo por gilipollas.
No me habló nunca más del colchón, supongo que estaría bien.