La vida en un soplo (Cap. II - 3ª parte)

Cap. II - La universidad, 3ª parte de 11

El lunes después del fin de semana llamé a Sara por la noche, hablamos un rato de cosas de la universidad y finalmente le pedí una cita para el día siguiente que ella aceptó rápidamente, cosa que me despistó un poco, pensaba que me costaría más y tenía un discursito preparado sobre lo importante que era la socialización para las personas y tal, no me hizo falta y al día siguiente nos encontramos a las seis de la tarde en el bar pijo como no, tomamos café y un rato más tarde.

Yo: ¿Que te gustaría hacer ahora?

Sara: No sé, dame algunas opciones.

Yo: Pues, podemos ir al cine, o a pasear, o a mi apartamento a tomar algo.

Sara: ¿Son todas las opciones que tienes?

Yo: Crees que podemos hacer algo más, puedes hacer propuestas tú también.

Sara: Si, una que falta a las tuyas.

Yo: ¿Que me falta una, cuál?

Sara: La de ir a mi apartamento.

Joder eso no me lo esperaba.

Yo: Vale, así hacemos dos en una, paseamos y vamos a tu apartamento.

Me levanté a pagar la cuenta de los cafés y salimos a la calle a pasear tranquilamente en dirección a su domicilio universitario, entramos en el portal y Sara saludó al portero que le abría la puerta del ascensor, llegamos al último piso y entramos a un ático enorme y muy bien decorado.

Yo: Caray, es muy grande.

Sara: Sí, la  verdad es que demasiado para una sola persona pero es lo que hay, aquí estuvieron mis hermanos cuando estudiaron y ahora me toca a mí.

Yo: Y muy bien decorado, ¿quien en la familia tiene tan buen gusto?

Sara (descojonándose de risa): En mi familia el gusto en general lo tienen bastante perdido, lo hicieron decorar por un profesional.

Yo: Si claro.

Sara: Bueno ya está bien de conversaciones de ascensor que quieres tomar.

Yo: Pues no sé, ¿qué tienes?

Sara abrió una puerta grande de un armario y aquello parecía la barra de una discoteca de la cantidad de bebidas.

Yo: ¡Joder!, perdón, se me ha escapado por la sorpresa, ¿qué tomas tú?

Sara: Yo me voy a servir un gin tonic bien cargado.

Yo: Me parece bien, para mí otro.

Sara con mucha habilidad sacó unos vasos largos, fue hasta el congelador para ponerles unos cubitos de hielo, cortó unos trozos de limón y volvió al armario enorme a escoger la ginebra, llenó los vasos hasta la mitad, pensé, “pues sí que los va hacer cargados sí”, seguidamente de la nevera sacó unas tónicas que destapó y acabó de llenar los vasos, todo en un momento, era evidente que la nena no se estrenaba preparando copas, nos sentamos en unos grades sofás en forma de “U” con una mesita en el centro, Sara colocó unos posa vasos encima del cristal para no manchar según ella, seguidamente le dio un trago al gin tonic que bajó el nivel hasta casi la mitad del vaso, yo la seguí pero con un trago más corto, me miró a los ojos, yo miré los suyos, sin entender ni descifrar aquella mirada cuando ella se incorporó y se sentó de un salto encima mío.

Sara: Hemos venido a lo que hemos venido, ¿no?

Yo: Perdona yo pensaba que veníamos a tomar una copa como amigos para conocernos mejor.

Sara me lanzó una mirada de sorpresa, se sonrojó, estaba a punto de levantarse y decir algo cuando le puse las manos en la cintura, levantando un poco el tronco le busqué los labios para besarla con pasión, ella reaccionó rápido devolviéndome el beso colocándome una mano detrás de la nuca acariciándome el pelo y otra en la cara, yo pasé las mías a su espalda notando el tacto del jersey de suave lana de color rojo que le quedaba genial, nos besamos sin soltarnos durante un buen rato, cuando separamos los labios.

Sara: Eres un graciosillo cabrón.

Yo: Ya me irás conociendo mejor, si tú quieres claro.

Sara: Calla y vuelve a besarme.

Otro beso larguísimo, al acabar Sara se giró y agarró los vasos de la mesa para beber los dos un poco más.

Sara: De momento estás siendo como yo esperaba.

Yo: ¿Qué quieres decir?, ¿Me estás evaluando?

Sara (riendo): Te estoy evaluando y observando desde que te conocí.

Yo: Anda ya, ¿eres una psicópata o algo parecido?

Me cogió el vaso de la mano para devolverlo junto al suyo otra vez a la mesa, se abalanzó para besarme durante bastante tiempo otra vez, cuando separamos los labios.

Sara: Tenía que saber si estabas a la altura o no.

Yo: ¿A la altura de qué?

Sara: A la altura de las circunstancias cabroncete, hoy por ejemplo te has vestido más elegante con esos pantalones de vestir y esos zapatos.

Yo (un poco desconcertado intenté ganar tiempo): Pues hoy me está sorprendiendo tú lenguaje, no te había oído ningún taco hasta hoy.

Sara: Ya, te piensas que soy tan pija que no me tiro ni pedos.

Yo: No por favor, de pedos no me hables que tuve una mala experiencia con el tema.

Sara (riendo): Ya me la contarás.

Yo: No, mejor no te la cuento que fue muy traumático, pero que tal si me cuentas tú toda la trama esta de evaluarme a mí.

Sara: El primer día que nos presentaron que os llevé a cenar a aquel restaurante carísimo, te crees que lo hice porque yo como o ceno cada dos por tres allí, no, lo hice para ver como reaccionarías tú, la reacción de los demás ya me la esperaba, por eso de entrada ya os dije que invitaba yo y que no había ningún problema, lo que esperaba que hicieras y así fue es que tú te ofrecieras a pagar la mitad de la cuenta, lo que no me esperaba es que después te ofrecieras tan amablemente a acompañarme a casa separándote de tus amigos.

Yo: Un poco psicópata sí que eres nena, y, ¿tú me sabrías decir exactamente a qué altura tengo que llegar?, más que nada por si el próximo día me tengo que traer una escalera o algo.

Sara: A la altura de esa cara de buen follador que tienes, chaval.

Me dejó de piedra pero no tuve tiempo de reaccionar, ya tenía sus labios enganchados a los míos durante otro periodo largo de tiempo, cuando por fin se separaron.

Sara: Creo que ya va siendo hora que me lleves a la cama.

Yo: Pues, como te tenga que llevar yo que no sé donde está, igual acabamos follando en la terraza y dando un espectáculo.

Sara se levantó y cogiéndome de la mano me llevó hasta su habitación, grande como el resto de la casa acabamos parados al lado de la enorme cama, ella de nuevo rodeó con sus brazos mi cuello, nos besamos otra vez mientras le acariciaba la espalda con mis manos.

Sara: Me encanta como me besas, no me separaría nunca de tus labios.

Yo le pasé las manos por un collar que llevaba y se lo saqué dejándolo a un lado, le puse un dedo en los labios y lentamente fui bajando a la barbilla, al cuello, el pecho, lo pasé por medio de sus tetas, seguí bajando al ombligo notando unos abdominales duros, al fin metiendo los dedos dentro del jersey tirando hacía arriba despacio hasta que salió por la cabeza, dejando a la vista un sujetador de color granate de lencería muy fina transparente, dejaba a la vista unas tetas más grandes de lo que me esperaba con unos pezones de buen tamaño, otro beso largo.

Cambió el turno y ahora ella me subía el jersey de pico sacándomelo por la cabeza, muy despacio desabrochó el botón de una manga de la camisa, después la otra, pasó al primero por la parte de arriba y los fue desabrochando uno por uno sin prisas, recreándose en cada uno de ellos, cuando acabó con el último metió las manos por dentro de la camisa tocando mis abdominales, lentamente fue subiendo hasta los pectorales dibujándolos con paciencia con sus dedos, para acabar subiéndolas hasta los hombros empujando suavemente la camisa hacía atrás y hacía abajo, para sacármela por las manos, desde luego esta chica sabe cómo ser sensual, y yo también sé cómo manejar este primer polvo pensé.

Nos volvimos a besar, yo toqué el suelo con una de mis rodillas desabrochando el botón del pantalón, bajándole la cremallera y estirando suavemente fui bajando los pantalones, descubriendo unas bragas muy pequeñas y sexis a conjunto con el sujetador, le quité un zapato negro de tacón fino, después el otro, estirando le saqué los pantalones, estiré de unas medias que le llegaban a la rodilla quitándoselas, cuando ya estaba solo con el sujetador y las bragas le volví a poner los zapatos de taconazo. Estaba preciosa, los zapatos altos le dejaban un tipazo bestial, le besé las rodillas y con tranquilidad fui subiendo a los muslos, encima de las bragas, los abdominales, en medio de las tetas, el cuello, la barbilla y acabar otra vez en sus labios con un largo y húmedo beso.

Ella bajó con parsimonia sus manos desde mi cuello a los hombros pasando por los pectorales, abdominales y llegar al cinturón que sujetaban mis pantalones desabrochando con habilidad la hebilla, estiró de ella sacándome el cinturón de los pantalones sujetándolo con dos dedos, enseñándomelo lo dejó caer, yo pensé que era el momento y metí una mano en un bolsillo, saqué una tira de tres condones que ella recogió y los colocó encima de la mesita de noche, ahora fue ella la que apoyo una rodilla en el suelo y con cuatro dedos se deshizo del botón bajando a continuación la cremallera, como el pantalón era ancho él solo cayó hasta las rodillas, quedando delante de sus ojos mi paquete dentro de unos calzoncillos blancos rompiendo por un instante el momento romántico.

Sara: ¡Hostia puta!, esto sí que no lo tenía calculado, coño Luis, ¿cómo no me habías dicho nada de esto?

No contesté y ella siguió bajando los pantalones, me quitó los mocasines y los calcetines, sacando luego los pantalones, pero la vista no la podía apartar de la forma de mi polla a través de los calzoncillos, levantó las manos acariciando con dos dedos justo encima de la goma de los calzones, con la mirada me preguntó si podía seguir porque en teoría era mi turno, lo confirmé, ella estiró de la goma hacía fuera metiendo la otra mano sacando la polla de su escondite, seguidamente bajó los calzoncillos hasta los pies y me los quitó.

La picha que la tenía medio cachonda a aquella altura de la película, se quedó recta y apuntando directamente a la cara de Sara que se la miraba con cierta curiosidad, finalmente se incorporó y me ofreció los labios que besé, a la vez por detrás le desabrochaba el cierre del sujetador, suavemente fui haciendo que callera en la cama acompañándola con mi cuerpo, sin dejar de besarla la fui colocando con la cabeza en la almohada. De la boca fui bajando de nuevo hasta pararme en sus tetas, pasándole mi lengua con suavidad haciendo que los pezones se le erizaran, mientras seguía con las manos acariciando las tetas fui bajando la lengua al ombligo, después a la goma de la braga que la bajé con la barbilla besándole el pelo púbico, agarré con las manos las bragas por los lados, las fui bajando lentamente siguiendo el recorrido con la lengua hasta sacárselas por los taconazos, volviendo a subir sin prisas por dentro de las piernas, los muslos y acercarme con suavidad al coño, que por cierto lo tenía enorme, le salían los labios menores por encima de los mayores y era muy largo y ancho o eso me pareció a mí en ese momento.

Me lo comí despacio dando vueltas por fuera, por los labios mayores, alrededor del clítoris bajando a los labios menores, chupando y succionando dependiendo de la zona y escuchando las respiraciones profundas de Sara, cuando llegué al agujero suavemente le metí la lengua notando un pequeño y ahogado gemido, lo que me hizo insistir un ratito en el mismo sitio bajando poco después hasta el culo pasándole la lengua, volví a subir repitiendo varias veces el recorrido hasta confirmar que todo estaba bien lubricado, a ella la tenía esperando el siguiente paso, fui subiendo el cuerpo despacio apoyando las manos en la cama hasta alcanzar sus labios con los míos, ya estábamos con otro largo beso con sabor a chumino de Sara, después coloqué las manos encima de las de ella, sin dejarme caer encima suyo quedaron sus manos entre las mías y la cama manteniendo mi cuerpo erguido, ella abrió más las piernas clavando los tacones en la ropa de cama, yo apunté sin cogerme la polla totalmente empalmada buscando el agujero de entrada, ella, con un pequeño movimiento la encaró de puta madre y solo tuve de empujar un poco para que entrara en su vagina con muy poco esfuerzo apretándole las manos, sintiendo como ella respondía al apretón y se iba vaciando los pulmones de aire, seguí penetrando poco a poco hasta el fondo, a la vez le apretaba con más intensidad las manos iniciando un ritmo de caderas lento y profundo, hizo que ella llevara su cabeza para atrás poniendo los ojos en blanco durante un momento, entraba, paraba, daba círculos en su interior volvía a entrarla más profundamente, volvía a dar círculos, ella seguía respirando y gimiendo ahogadamente, tengo que reconocer que eso me tocaba bastante los cojones en ese momento, así que acerqué la boca a su oído.

Yo: Eres una chica muy silenciosa cuando follas, no.

Sara: Pues ya tienes un reto “cariño”, nadie ha conseguido hacerme perder los estribos y gritar como una loca cuando me corro, tú mismo.

Yo: Eres una provocadora y lo vas a pagar “cariño”.

Aumenté el ritmo de entrada y círculos que llevaba porque me pareció que era lo que más le excitaba, así era por las respiraciones que se le aceleraban por momentos hasta tenerla a punto de correrse, ella sacó las manos de debajo de las mías, las colocó en mi espalda y mi culo amasando la musculatura, entonces paraba el ritmo con la polla casi fuera de su vagina mirándole a los ojos intentando leer en qué estado estaba ella, me respondió la mirada con una de excitación y con voz suave.

Sara: Eres un cabrón ya sé lo que intentas.

Cuando notaba que le bajaba un poco la excitación, volvía a un buen ritmo de follada de nuevo, esperando el momento de excitación máximo, con algún que otro grito un poco más fuerte que la vez anterior para volver a parar, tras tres o cuatro veces con la misma operación, ella gemía y gritaba a buen volumen, yo notaba sus uñas rascar mi espalda cada vez con más fuerza.

Sara: Hijo de puta, haz que me corra ya por favor.

Yo: No me supliques un orgasmo que me pones muy cachondo, pero no te preocupes que puedo aguantar un ratito más.

Tras unas pocas veces más de hacerla pasar por lo mismo, ya me convenció el tono de voz en los gritos y gemidos que estaba tomando el asunto, cuando ella pensaba que estaba a punto de parar una vez más cambié el ritmo aumentándolo de golpe, pude ver como tensaba el tronco, el cuello, llevaba la cabeza para atrás con los ojos en blanco y oír un primer grito, seco y fuerte, para poco después acabar gritando con la boca muy abierta todo lo que le daban los pulmones, con un ritmo suave intentaba alargarle el orgasmo lo máximo hasta que se desplomó toda relajada, me estiré a su lado.

Yo: Lo ves querida, hoy se ha enterado hasta el portero que estás follando.

Sara: Eres un cabronazo, y mucho mejor de lo que me podía esperar, ¿pero donde coño has aprendido a follar de esta manera?

Yo, la verdad es que no era consciente de si follaba bien o mal, solo me preocupaba de que mis parejas disfrutaran de sexo al máximo cuando estaban conmigo, intentando saber que es lo que más les gustaba o haciéndoles descubrir cosas nuevas.