La vida en un soplo (Cap. II - 1ª parte)

Cap. II - La universidad, 1ª parte de 11

CAPITULO II: “La universidad”

Hablamos mucho en casa del momento de iniciar la carrera universitaria, a mi padre le hacía ilusión que estudiara en la misma que fue él, yo acepté sin problemas, estaba más lejos que otras que podía escoger pero todo fuera por mi padre, por mi parte les pedí lo siguiente, un coche para poder ir y venir los fines de semana, que el apartamento donde me iba a vivir durante toda la carrera fuera solo para mí, no quería compartirlo con nadie, si tenía que estudiar no me gustaba que nadie me molestara, y que además de estudiar empresariales, que es como se le llamaba entonces a la carrera, quería intentar de sacarme también económicas que me hacía ilusión, si no podía con las dos empresariales sería la escogida para acabarla.

Comenzaron las últimas vacaciones de verano antes de marchar del pueblo para estudiar, un día me llamó mi amigo José María para vernos porque tenía novedades para explicarme y quería saber mi opinión, quedamos y nos encontramos en una terraza de un bar con él y con Irene su novia, me dijeron que ellos habían tomado la decisión de no seguir estudiando, que se buscarían trabajo y que cuando pudieran ahorrar lo suficiente se casarían que es lo que más ilusión les hacía, les intenté convencer de que esperaran unos años más, que con una carrera el trabajo que podían aspirar sería mejor, que si querían casarse lo podían hacer después con un mejor futuro, pero mi poder de seducción no debió ser muy grande porque pasaron de mí y mis buenos consejos, así que les pedí que no hicieran nada y me dejaran de tiempo aquella semana para ver en que les podía ayudar.

Por la noche en casa hablé con mi padre y le expuse la conversación con mis amigos y que quería ayudarlos, que me gustaría que él los empleara en la empresa familiar con un buen trabajo, mi padre después de un silencio me pidió un día para pensar en el asunto y que en la cena del día siguiente me diría algo, la decisión fue que los invitara a cenar el próximo jueves para hablar directamente con ellos. Allí estábamos el jueves noche todos sentados en la mesa, en una punta mi madre, en la otra mi padre, en un lado estaban Irene y José María y en el otro el menda, mientras cenábamos mi padre empezó a hablar del tema.

Mi padre: Luis me ha explicado vuestra situación y he pensado lo siguiente a ver qué os parece, de momento pasaros el verano de vacaciones que os lo habéis ganado estudiando todo el año.

Pude notar que a mi amigo la idea no le hacía mucha gracia, mi padre continuó.

Mi padre: En septiembre os contrataré a los dos.

A mi amigo le cambió la cara de golpe mirándose con su novia.

José María: La verdad es que nos haría mucha ilusión pero tampoco quiero que usted se sienta presionado por ser amigos de Luis…

Mi padre le corto.

Mi padre: No tengo ninguna presión, vosotros sois más que amigos para Luis y para todos nosotros, sois de la familia, cuando os hemos necesitado siempre habéis estado, dejarme acabar.

Irene: ¿Hay más?

Mi padre: Si, hay más, quiero que Irene trabaje con mi mujer para enterarse bien de cómo funciona todo el tema administrativo, contable y quiero que tú José María trabajes conmigo desde dirección.

José María (con una sonrisa de oreja a oreja): Pero esto es demasiado, nosotros con un trabajo normalito ya nos estaba bien, esto es como un sueño.

Mi padre: Pues espera que todavía no he acabado.

Irene: ¿Hay más?

Mi padre: Si, hay más, después de unos meses espero que ya estéis preparados para dar otro paso, supongo que ya sabéis que nosotros fabricamos maquinaria, pues bien, tengo una empresa satélite para fabricar unas piezas para nuestras máquinas, en realidad la empresa está preparada para producir mucho más de lo que hace ahora, la idea es que seáis socios los tres, (mirándome a mí en ese momento), (José María se atragantó con la comida y acabó escupiendo en el plato), yo os la cederé a vosotros para que la trabajéis y os ganéis bien la vida, yo seguiré haciendo los pedidos para mis maquinas pero si queréis podéis ampliar el mercado haciendo piezas para otras empresas, está todo preparado, yo no lo he hecho por falta de tiempo, no doy para todo.

Nos levantamos los tres y nos abrazamos como si hubiéramos ganado la lotería.

Mi padre (riendo): Que sepáis que cuando funcione la empresa decentemente, os cobraré el alquiler de la nave que es mía.

Irene: Y se lo pagaremos encantados desde el primer día, esto es un sueño.

La admiración por mi padre me viene desde hace mucho tiempo, recuerdo que siendo muy joven en casa las cosas no estaban muy bien, mi padre llegaba cada noche con mala cara, le pregunté a mi madre y me explicó que en la fábrica no se vendían suficientes máquinas y que los números no salían, mi padre había pedido consejo a algunos amigos suyos, a algunos asesores y todos le daban la misma solución, si no se produce lo suficiente hay que despedir a personal para reducir gastos, eso a mi padre le mataba, un día al salir de casa para llevarme al cole mi madre me dijo que esa mañana no iría a estudiar, que me llevaría a la fábrica porque iba a aprender una lección que nunca me enseñarían en ningún colegio. Estuve media mañana haciendo compañía a mi madre en su sitio de trabajo viendo a mi padre detrás de una vidriera en su despacho hablando sin parar con gente que entraba y salía, al final se quedó solo con Sergio un hombre de su confianza, le hizo una señal a mi madre, ella me cogió de la mano y bajamos al almacén, allí estaban todos los trabajadores de pié hablando entre ellos de manera nerviosa, llegó mi padre, se subió a una mesa para que todo el mundo pudiera oírle, se hizo el silencio, les dijo que ya sabían los problemas que había, que a partir del día siguiente Sergio el director comercial se iba a patear toda España puerta a puerta si hacía falta para buscar nuevos pedidos, que él viajaría por toda Europa para abrir mercado nuevo, pero que de aquella empresa no se iba a mover nadie, “esta empresa la levantamos entre todos o nos vamos todos juntos a tomar por culo”, dijo, acabó con esas palabras y la gente empezó a aplaudir como si mi padre hubiera marcado el gol de la victoria en un mundial, con un poco de francés que estudió en el colegio, ni puta idea de inglés, pero con unos “cojonazos” enormes, viajó por muchos países europeos trayendo trabajo a la fábrica, al cabo de cinco meses la fábrica estaba rindiendo al cien por cien y se estaba contratando a gente nueva, ese hombre sería mi ídolo toda mi vida.

Pasó el verano entre salidas con Nuria y cenas con Gonzalo y Sonia, estudiando para sacarme el carnet de coche que esperaba poder tenerlo en septiembre, pasó muy rápido y a principios de septiembre.

Mi padre: Mañana vienes a la fábrica con tu madre que tengo una sorpresa para ti.

Yo: ¡El coche!

Mi padre sonrió y se fue, me pasé la noche pensando que coche sería, creía que con suerte sería un golf, coche de moda entre los pijos y yo no quería ser menos, además de pijo lo era un rato.

Al día siguiente estaba impaciente en la fábrica esperando a mi padre para ver el coche, apareció caminando tranquilamente sin prisas, cachondeándose un poco de mi nerviosismo de paso, se paró delante de una puerta de estas típicas de garaje.

Mi padre: Bueno, pues ahí detrás lo tienes, abre tú la persiana.

Nervioso agarré la persiana por debajo y empujé hacia arriba con fuerza, se abrió.

Yo: ¡Pero qué mierda es esta!, está abollado y todo en un lado, supongo que es una broma, ¿me estás tomando el pelo?

Era un utilitario pequeño, viejo y más feo que la hostia, mi padre miró a mi madre.

Mi padre: Mira que llegaste a parir a un hijo zoquete, igual se pensaba que el primer coche iba a ser un Ferrari o algo así, escucha niño, el motor está muy bien, los neumáticos son nuevos, gasta poca gasolina y sobre todo corre poco, es perfecto.

Pues nada a conformarse, les abracé a los dos para darles las gracias, sobre todo para que se le pasara el enfado a mi padre, no me interesaba tenerlo cabreado.

Dos semanas antes de empezar las clases, me estaba instalando en el apartamento que sería mi casa entre semana para los próximos años, entrabas directamente al salón comedor con cocina americana y una terracita pequeña, a un lado una puerta daba a una única habitación, otra puerta a un baño al que también se entraba desde la habitación, en esos días visité la universidad para familiarizarme y saber donde estaban las aulas que me interesaban, también me apunté al gimnasio del campus que tenía piscina cubierta para nadar todo el año, así podría seguir entrenando. Un día llegaba al apartamento con una lámpara para estudiar y un cubo grande para la ropa sucia que había comprado, en la puerta de al lado me encontré con un tipo con unas maletas en el suelo que estaba intentando abrir la puerta, no podía, dejé los trastos en el suelo y fui a presentarme.

Yo: Hola soy Luis, vivo en el apartamento este de aquí al lado, ¿puedo ayudarte?

El tío se giró, joder, era enorme, más alto que yo y estaba muy fuerte, hacía dos como yo de ancho, después me enteré que llevaba años haciendo culturismo.

Él: Hola, me llamo Jon soy vasco y acabo de llegar, esta mierda de puerta no se abre, estoy por darle una patada y enviarla a tomar por culo.

Yo: ¿Me dejas probar?, es que tiene un gesto la llave para poder abrir.

Le abrí la puerta, le enseñé el truco de la llave para abrir y quedamos que cuando acabara de instalarse vendría a tomar una cerveza, en un rato estábamos los dos sentados con la cerveza, explicando detalles de nuestras vidas, no todos claro, me dijo que su apartamento era de dos habitaciones, que buscaría a alguien para ocupar la habitación y le ayudara con el alquiler, escribimos en una hoja que se alquilaba habitación, él precio y un teléfono donde informarse, le acompañé a un tablón de anuncios muy grande donde todo el mundo colgaba cosas. A los pocos días una tarde llamaron a la puerta, era Jon acompañado de un chaval muy bajito, muy delgado y con una cara de “espabilao” tremenda.

Jon: Luis te presento a Pepito, es de un pueblo de Zaragoza y es mi nuevo compañero de piso.

Menuda pareja hacen estos dos pensé al mirar a uno y después al otro, lo que no me imaginaba es que a los pocos días seriamos los tres inseparables, íbamos al gimnasio, Jon me enseñó a entrenar la fuerza con las pesas, con Pepito salíamos a correr buenas tiradas de kilómetros.

Pasó el tiempo y Pepito se convirtió en nuestro representante en las fiestas universitarias o en las discotecas, el se movía, localizaba algún grupo de chicas guapas, con su facilidad para la conversación y para hacer reír a todo el mundo en dos minutos nos estaba ofertando, si querían conocer a un tipo gigante y “cuadrao”, o a un chaval rubio con ojos azules que tenía una polla enorme, el tío se lo soltaba a las chicas de esta manera, no vi jamás que le enviara nadie a la mierda, estaba claro que tenía un don para comunicarse, el caso es que con él era más fácil conocer gente.

En una de estas conocí en una discoteca a una chica llamada Pilar que trabajaba en una peluquería, después de tomar una copa juntos y hablar un rato nos besamos, ella me cogió de la mano y nos dirigimos a los lavabos, abrió la puerta del lavabo de chicas, metió la cabeza para mirar si había alguien y me arrastró dentro cerrándonos en un váter, nos besamos más, nos tocamos por encima para calentarnos y cuando pensé que ya era hora le desabroché el pantalón, ella me hizo parar, se bajó los pantalones, las bragas y se sentó en la taza del váter, con una señal me indicó que me acercara, me desabrochó los pantalones y me los bajó, después los calzoncillos sin dejar de mirar fijamente a mi polla que estaba un poco morcillona, hizo él típico comentario, “que polla tienes”, y se la metió en la boca empezando a chupar con fuerza, consiguió ponerla a cien, en aquel momento le dije que si quería podíamos ir a mi apartamento.

Pilar: No, quiero hacerlo aquí.

Yo: Vale, ¿te levantas?

Pilar: No, quiero que te corras así, en mi boca y en mi cara.

Yo: Pero me gustaría que tú también te lo pases bien, si no quieres follar podemos hacer muchas más cosas.

Pilar: Yo no me quiero correr, quiero ver cómo te corres tú en mi cara.

Joder que tía más rara pensé, y no tenía ni idea de lo rara que llegaba a ser, total que la dejé que trabajara un rato con mi aparato y como me aburría intenté correrme lo antes posible, ella dejó que los primeros lechazos le entraran en su boca, después la sacó apuntando a su cuello, cara, nariz, y algo en los ojos, noté que mientras me corría ella empezó a mear con fuerza, no pensé mucho en el tema, si se estaba meando ese era el sitio adecuado para hacerlo, le dejé la cara blanca de semen, ella estiró papel de váter y se limpió el chichi, después volvió a estirar y se limpió la cara, después me dijo que mirara fuera si no había ninguna chica, tras confirmárselo salió y acabó de limpiarse con agua, nos intercambiamos teléfonos y me despidió allí mismo. Fuera me encontré de nuevo con mis amigos, cada uno explicaba cómo le había ido la noche, cuando me preguntaron a mí la respuesta fue, “intrigante”, a los pocos días me llamó Pilar por si podía acompañarla a comprar a unos grandes almacenes, le comenté que si era un lunes o miércoles por la tarde no había ningún problema, esos días por la tarde no tenía clases, me llamó un lunes así que quedamos para el miércoles, quedamos en el centro de la ciudad y caminando llegamos al centro comercial, después de visitar varias plantas escogió un vestido y me pidió que le acompañara a los probadores, esperé fuera a que se lo pusiera y poco después abrió la puerta con el vestido puesto.

Pilar: Ven, entra y me dices como me queda.

Si, si, como me queda pensé, esta quiere jaleo aquí, le gusta hacer cosas en sitios raros, entre y me interrogó con la mirada, muy bien te hace buen tipo le contesté, me miró a los ojos y comenzó a subirse la falda, cuando llegó a la cintura me pidió que le comiera el coño allí mismo, desde luego la nena no se andaba con rodeos, yo, buena persona que soy no tardé mucho en reaccionar, arrodillarme para besarle los muslos y seguir subiendo hasta besarle el chichi por encima de las bragas, luego se las bajé sacando un pie dejándoselas colgando del otro, ella levantó una pierna, me la puso encima del hombro abriendo el chochete para dejarme trabajar, lo chupé despacio pero intensamente mientras oía como respiraba intentando no hacer mucho ruido, cuando la humedad fue suficiente le metí un dedo arrancándole un gemido que ella no pudo parar, se tapó la boca con la mano para ahogar todo sonido fuerte que nos pudiera delatar, me levanté, la giré de espaldas, ella se apoyó en el espejo sacando el culo para dejarme paso libre, me bajé la bragueta y me la saqué pajeándola desde un ángulo que ella lo podía ver mirando por el espejo, me saqué un condón del bolsillo, ella me dijo que no hacía falta que tomaba pastillas hacía tiempo, así que me mojé dos dedos con saliva, se los pasé por el agujero del coño asegurándome de que estaba bien mojado, seguidamente apunté y la penetré despacio hasta donde pude llegar, ella apretó la mano contra su boca ahogando los sonidos abriendo mucho los ojos, continué con el movimiento de caderas acelerando cada vez más, pude ver como se le escapaba la saliva entre los dedos de la mano que se tapaba la boca cuando se corría, aproveché para correrme con ella, después de sacarla cayeron unas gotas de semen al suelo, ella se incorporó y con la parte interna del vestido se limpio el chirri quedándose tan tranquila, yo alucinaba con el cuajo que tenía aquella chica, se subió las bragas y se quitó el vestido poniéndose de nuevo su ropa, salimos y dejó el vestido con la corrida de su coño encima del mostrador.

Yo: Pero, ¿no te lo vas a quedar?

Pilar: Si hombre, con una corrida que tiene en la parte interna, ¿eres tonto o qué?, mejor vamos a tomar algo.

Esa manera de actuar a mí no me gustaba nada, le daba largas y excusas cada vez que me llamaba, salía con mis amigos miércoles y jueves noche evitando el local que sabíamos que estaba ella. Después de unas semanas estábamos en un bar tomando unas cervezas con Jon y Pepito, entró un grupo de chicas riendo.

Jon: Pepito ataca.

Y pepito se acercó a hablar con ellas, nos hizo un gesto cuando llevaba un par de minutos para que nos acercáramos, estuvimos un buen rato hablando y riendo hasta que decidieron que se iban a la discoteca, lo malo es que la disco era precisamente la que yo sabía que me encontraría con Pilar, pensé que igual aquel día no estaba o a lo mejor no nos encontrábamos, total que mis amigos también me forzaban un poco para ir y no pude decir que no, un par de horas más tarde cuando pensé que no la vería por allí al salir de la pista de bailar me la encontré de morros, levantó los brazos y me los colgó del cuello saludándome efusivamente, un poco cocida por el alcohol también estaba, yo intenté sacármela de encima diciéndole que porque no se iba para casa, que la veía un poco perjudicada, ella me cortó la palabra.

Pilar: Ven conmigo un momento y te dejaré en paz, y si quieres te dejaré en paz para siempre.

Yo: Vale pero no me entretengas mucho que estoy con unos amigos.

Me cogió de la mano y me volvió a llevar al mismo váter que la otra vez, entramos y directamente se bajó los pantalones y las bragas sentándose de nuevo en la taza, me acerqué y ella me desabrochó el cinturón, el botón del pantalón y me bajó la bragueta, estiró de los pantalones bajándomelos hasta la rodilla, después estiró de los calzoncillos igual, sin decir nada se la metió en la boca y empezó a chupar, al poco rato me pareció oír un pedo, pensé “¿se acaba de tirar pedo esta tía?, no, debe ser otra cosa”, poco después otra vez el ruidito pero más fuerte, “esta vez sí que ha sido un pedo seguro”, la miré y ella se sacó un momento la polla de la boca.

Pilar: No te muevas que falta poco.

¿Que falta poco para qué?, mejor no pensar lo que le pasaba por la cabeza a aquella chica, y de pronto se tiró un cuesco tan enorme que creía que había reventado la taza del váter, a la vez empezó una cagalera pedorrera tan asquerosa que me bajó la polla de golpe, me subí los calzoncillos y los pantalones a toda hostia.

Yo: Tía, estás como una puta cabra.

Salí de allí a toda prisa, me junté con varias chicas que también huían despavoridas por la “banda sonora” de Pilar, me encontré con mis amigos y les dije que me iba para casa, ya tenía bastantes emociones aquella noche. Al día siguiente se lo expliqué todo y alucinaron, lo cierto es que nunca más me volvió a llamar Pilar ni la volví a ver en la discoteca, desapareció.