La vida en un soplo (Cap. II - 10ª parte)

Cap. II - La universidad, 10ª parte de 11

A mediados de septiembre estaba preparando el apartamento universitario para el curso que me esperaba, estaba acojonado de la cantidad de asignaturas que me había matriculado, no tendría tiempo ni para mear. Una tarde sonó el teléfono, al descolgarlo escuché una voz conocida, era Sara llamando desde Estados Unidos, hablamos durante una hora y media de todo lo que habíamos vivido los últimos meses, estando de acuerdo que ninguno de los dos supimos gestionar nuestros sentimientos, ella me confesó que en algún momento llegó a dudar de si seguir o no, porque lo que sentía era tan fuerte que le daba miedo, que no quiso hablar conmigo nunca de sentimientos por miedo a dudar de sus planes para el futuro, en lo que sí estuvimos de acuerdo, es que lo vivido fue todo lo intenso que pudo ser y que no nos arrepentíamos de nada, nos intercambiamos las direcciones y teléfonos para seguir en contacto, lo hemos mantenido siempre, primero por carta y llamándonos dos o tres veces al año, después por email y llamadas al móvil, ella acabó la carrera y triunfo mucho en Estados Unidos, con un buen trabajo, se casó con alguien bastante importante con quien tuvo dos hijos.

Me reencontré con mis amigos vecinos, empezando el nuevo curso ocupadísimo asistiendo a todas las clases, estudiando por mi cuenta más el tiempo que dedicaba al deporte, que para mí era muy importante para sentirme bien física y mentalmente. Los colegas de al lado estaban de mi un poco hasta el gorro porque nunca quería salir con ellos, siempre tenía que estudiar o hacer algún trabajo, una tarde aparecieron en casa acompañados de tres chicas muy altas.

Pepito: Si tú no quieres ir de fiesta, la fiesta te la traemos a aquí.

Yo: ¿Pero qué coño dices?, venga largaros de aquí que tengo muchas cosas que hacer.

Jon entró a la fuerza con una caja con botellas de alcohol y refrescos.

Jon: Vamos, todos adentro que este carcamal nos echa a la puta calle como nos despistemos.

Entraron todos en tropel, nos preparamos unas copas y hablamos un rato, eran unas chicas de un equipo de baloncesto que habían venido de otra universidad a jugar un partido, Pepito las vio en la cafetería del campus y no tardó un suspiro en convencerlas para hacer una fiesta, en el apartamento de un amigo que se estaba amuermando, a la medía hora Pepito ya se estaba morreando y sobando con la más alta de las tres, Jon no perdía el tiempo, a mí una de ellas me miraba interesada el paquete mientras me hablaba de cosas banales, Pepito y su compañera estaban medio en pelotas y una de ellas preguntó, ¿lo vamos a hacer aquí mismo?, otra compañera le contestó, “hoy toca una buena orgía, que le den por culo a todo”, y se nos tiraron encima a Jon y a mí desnudándonos en un momento, los tres sentados en el sofá con tres chicas delante chupándonos y pajeándonos, un poco más tarde Jon y yo las follábamos a cuatro patas mientras ellas se besaban.

Pepito no paraba de moverse encima de una chica que hacía dos como él de alta en la postura del misionero, había que verlo para creerlo, cuando ellas decidían cambiaban posiciones pasando todas con todos, la chica más alta cuando le tocó conmigo me sentó y ella se puso encima de mi cabalgándome, fue la primera vez que pude sentir como mi polla cabía casi entera en la vagina de una chica, ella me folló cada vez más rápido corriéndose con unos gritos importantes, cuando las otras chicas lo vieron se interesaron en vivir la misma experiencia, después de correrse se metió la polla de Jon en la boca, sentándose encima de mí la que hasta ese momento estaba con Jon repitiendo los movimientos de su amiga.

Si alguna vez me he sentido un hombre objeto, fue aquella tarde, me follaban una detrás de otra sin casi mirarme a la cara solo buscando su orgasmo a lo bestia, escuché a Jon correrse y Pepito poco después, todos se habían corrido y yo seguía sentado en el sofá con la polla tiesa mirándomelos con poco interés, una de las chicas comentó algo como qué coño pasaba conmigo, Pepito le respondió que yo era un poco raro en eso del sexo, se miraron las tres chicas y se confabularon para hacerme correr como fuera, mis amigos se apartaron un poco para vestirse y mirar el espectáculo mientras se tomaban una copa, ellas se abalanzaron sobre mí tocándome, chupándome y haciendo todo lo que se les ocurrió con pocos resultados, al final a una de ellas se le ocurrió preguntarme, que tenían que hacer, entonces cogí yo la batuta.

Primero las puse en la posición que las amigas de Sonia me enseñaron, una encima follándome, otra con el chocho en mi boca y la tercera al lado a la que podía hacerle una paja, al poco rato estaban las tres corriéndose a la vez, mis amigos abrían los ojos como platos detrás del cubata, las puse después a las tres a cuatro patas sobre el sofá y se la metí a la del medio mientras les tocaba el chirri a las otras dos, cambiando de una a la otra llevándolas de nuevo a las tres a correrse a coro, acabando con las tres haciéndome una paja y chupándome hasta correrme cambiando la polla de boca de una a la otra repartiendo el semen todo lo que pude, las chicas se marcharon y me quedé con mis amigos bebiéndonos otra copa.

Pepito: Chaval, otro día va a montar una fiesta así tu puta madre, que después nos dejas a los demás como una mierda.

Jon: ¿No sé porqué?, yo me lo he pasado muy bien, y además he aprendido alguna cosa nueva.

Pepito: Si, hemos aprendido que con la polla de este tío no se puede competir, no te jodes.

Yo: Venga va, deja de quejarte y vamos a tomarnos esto que tengo cosas que hacer.

Nos despedimos un buen rato más tarde contentillos por el alcohol.

Aquel año a parte de algún encuentro con Sonia y su marido algún fin de semana, estaba tan ocupado que no tenía ni tiempo para chicas, acabé aprobándolas todas, algunas por los pelos. En junio estaba en casa de nuevo con mis padres, muy contentos conmigo y un nuevo verano para mí. Además a principio de septiembre se casaban mis amigos, yo como padrino me ofrecí a ayudarles en todo lo posible.

Una tarde estaba con Irene y José María tomando algo en una terraza del pueblo cuando en la mesa de al lado se sentaron varias chicas, me pareció que una de las voces de aquellas chicas me era conocida, me giré y me encontré con Natalia, mi primer amor.

Yo: Natalia, ¿ya no te acuerdas de mí?

Natalia: Hostia Luis, ¿qué haces aquí?

Yo: ¿Aparte de que vivo en este pueblo y en esta terraza estoy cada dos por tres?

Natalia: Que tonta, claro, la que hacía mucho tiempo que no venía por aquí era yo, estoy estudiando y viviendo fuera.

Giramos las sillas y seguimos hablando de cómo nos había ido desde que dejamos de vernos, explicando cada uno sus cosillas, mis amigos se dieron cuenta y se despidieron pronto, Irene me dio un beso y me guiñó un ojo diciéndome a la oreja que me lo pasara bien, las amigas de Natalia al poco rato se levantaron.

Natalia: Esperar que voy con vosotras.

Las amigas: No, quédate un rato más con este chico que te vemos muy bien.

Y se fueron, le dije a Natalia que si quería irse con ella que por mí no había problema, ella me explicó que hacía poco tiempo que acabó una relación con un chico, que sus amigas habían estado cuidándola mucho, dejarlas un rato libres sin que se tuvieran de preocupar por ella ya estaba bien, nos levantamos y paseamos por el pueblo hablando de los estudios siguiendo por el paseo del rio, al llegar a unos de los senderos que salían del camino, uno de los que nos desviábamos para hacernos pajas nos paramos los dos a la vez mirándonos a los ojos, ella empezó a reír recordando viejos tiempos, yo le cogí una mano siguiendo caminando y cambiando la conversación sobre nuestra antigua relación, lo que me costó superarla y la experiencia tan bonita que fue en su momento, ella se paró mirándome a los ojos.

Natalia: ¿Estas buscando algo?, ¿Qué quieres hacer ahora?

Yo: Tú siempre tan directa Natalia, buscar, lo que se dice buscar, no busco nada en concreto, ¿qué me apetece hacer ahora mismo?, volver al despacho de tu padre.

Natalia levantó las cejas y me miró.

Natalia: ¿Quieres volver a correrte encima de la mesa del despacho de mi padre?, ¿eso quieres?

Yo: Exactamente eso Natalia.

Se descojonó de risa un rato y seguimos caminando, al cabo de unos metros se volvió a parar.

Natalia: Vale.

Yo: Vale, ¿Qué?

Natalia: Que si, volvamos al despacho de mi padre, recordemos viejos tiempos, en casa solo está mi hermana Clara.

No me lo podía creer, yo estaba interesado en tener alguna cosa aquella tarde con ella, pero otra vez en el despacho de su padre me parecía un poco raro, se lo había dicho para darle a entender que estaba interesado en ella. El caso es que fuimos a buscar el coche y nos presentamos en su casa, nos abrió la puerta el señor uniformado de la primera vez con algunos años más encima, después fue a buscar a su hermana para que la saludara, nos dejó solos en un salón con la excusa de ir al baño. Clara su hermana me explicó lo que estaba estudiando y sus proyectos de futuro, Natalia se retrasaba un poco, le pregunté a su hermana si era normal que tardara tanto de volver del baño.

Clara: No tonto, se está poniendo guapa para ti, ¿es que los hombres no os dais cuenta de nada?, ella se ha acordado mucho de ti aunque nunca ha querido reconocérmelo.

Y apareció Natalia, y si, se había cambiado de ropa, llevaba un vestido blanco muy parecido al que llevaba la primera vez que nos vimos, miré a Clara para hacerle un gesto con la cabeza dándole la razón, Clara se levantó y se fue con un, “que os lo paséis bien”, desapareciendo, Natalia me cogió una mano y volvimos a recorrer aquellos pasillos hasta llegar al despacho, una vez dentro.

Yo: ¿Hay música?

Natalia me indicó un armario que al abrirlo tenía un equipo de música dentro con muchos discos de vinilo, busqué entre ellos para encontrar alguna música para el momento, descartando los de música clásica, finalmente encontré uno y empezó a sonar una música lenta y romántica, cogí a Natalia de la mano y la invité a bailar moviéndonos muy enganchados.

Natalia: Parece que has aprendido muchas cosas durante estos años, sabes tratar a una chica con clase.

Yo: Siempre me han interesado las relaciones humanas.

Natalia (riendo): Éramos unos críos que no sabíamos casi nada de la vida.

Yo: Por eso me he interesado en saber cosas de la vida.

Paré un momento de bailar, estiré los brazos cogiéndola de las manos para verla de arriba abajo, con el contraluz de la ventana se le transparentaba el vestido dejando ver su bonito cuerpo.

Yo: Estas preciosa con ese vestido, igual que la primera vez.

Ella se soltó de mis manos y me rodeó el cuello volviendo a bailar lentamente con mis manos en su espalda, le miré a los ojos y acercó sus labios a los míos para besarnos mientras seguíamos bailando, pasé una mano de la espalda poco a poco hasta acariciarle un pecho por el lado, notaba como ella aceleraba la respiración dentro de mi boca, dio pasos de espalda hasta dejarse caer en el sofá que seguía en el mismo sitio, me coloqué encima suyo acariciándole con paciencia los muslos, ella se quitó los zapatos en un movimiento de pies uno contra el otro, abrió las piernas para que pudiera acomodarme en medio sin dejar de besarla, mientras le desabotonaba el vestido por delante descubriendo un bonito sujetador blanco, me quitó la camiseta, yo bajé mis labios hasta sus muslos pasándole la lengua muy despacio subiendo hasta su coño por debajo del vestido, se lo besé por encima de las bragas a juego con el sujetador, tiré de ellas bajándoselas y quitándoselas, volviendo con la lengua al interior de sus muslos, pasando por el lado del coño hasta el vello púbico, besándolo suavemente para bajar despacio a sus labios mayores recorriéndolos de arriba abajo, volviendo a subir para adentrarme en los labios menores chupándolos y pasándoles la lengua, escuchaba los gemidos de Natalia indicándome que le gustaba lo que le estaba haciendo, bajé con decisión hasta el culo comiéndomelo con fuerza, ella dio un primer grito, subí otra vez entreteniéndome en la vagina escuchando un segundo grito más fuerte, acabé en el clítoris dándole vueltas con la lengua.

Cuando noté que ella estaba muy excitada se lo chupe directamente, succionando, provocando otro gran grito a la vez que le metía un dedo dentro, consiguiendo que los gritos se enlazaran uno con otro para acabar metiéndole un segundo dedo, follándola al ritmo de su respiración, esperé a que llegara a un orgasmo gritando a todo lo que le daban los pulmones mientras…

Natalia: Sigue, cabrón, sigue, hijoputa, me corro.

No había cambiado con el tema de los insultos la amiga.

Natalia: Definitivamente has aprendido muchas cosas interesantes.

Yo: Creo que te puedo sorprender algo más.

Ella sonreía mientras yo me quitaba los zapatos, me sacaba de la cartera un condón, y me quitaba los pantalones y calzoncillos quedándome en pelotas, ella se quitó el vestido por la cabeza con mi ayuda, después el sujetador, me puse el condón a la vez que ella se volvía estira abriendo las piernas, me coloqué en medio, acerqué mi polla a su chocho susurrándome ella que fuera con cuidado que el tamaño todavía le asustaba, le toqué con un dedo el clítoris dándole un latigazo de placer que le hizo girar la cabeza para atrás, aprovechando para meterle la punta sin que se diera casi cuenta, le besé los labios metiéndola un poco más, ella abrió los ojos como no creyéndose que estuviéramos follando, empujé de nuevo con las caderas y llegué al fondo con un nuevo grito de ella. Lentamente fui subiendo el ritmo con una Natalia totalmente desbocada, chillando y respirando muy fuerte hasta correrse de nuevo, sin sacarla la levanté y la puse encima de mí, empezó ella a moverse a ritmo rápido y descontrolado enlazando un orgasmo con otro, hasta quedar encima de mi pecho recuperándose respirando profundamente. La cantidad de insultos mejor no repetirlos pero os los podéis imaginar.

Natalia: Madre mía, no tenía ni puta idea de que pudiera tener varios orgasmos uno detrás del otro, que bestia ha sido, ¿y tú?, antes te corrías pronto y descontrolado y ahora estas ahí tan tranquilo y sin correrte, ¿es que no piensas hacerlo en la mesa?, me has dicho que lo harías.

Yo: Creo que esta vez el mayordomo se ha vuelto a enterar de que te has corrido.

Natalia: Él no, que esta medio sordo, pero mi hermana seguro que debe estar haciéndose una paja ahora mismo.

Me quité el condón, me senté pidiéndole que ella ocupara la misma posición que años atrás, ella sonrió y se colocó metiéndosela en la boca para chupar fuerte, me concentré y en pocos minutos empecé a gritar apartando ella la boca, siguió con una paja todo lo rápido que podía hasta correrme, conseguí llegar de nuevo a la mesa del despacho cayendo el semen encima repitiendo la historia, Natalia se descojonó de risa, volviendo a coger todos los papeles manchados para tirarlos, limpiamos y salimos al jardín.

Se fumó un cigarrillo, le pregunté si quería que nos viésemos algún otro día, me dijo que mejor que no, que se marchaba de nuevo en unos días y prefería quedarse con aquel recuerdo. No la he visto nunca más, sé por su hermana Clara que está bien, que vive lejos y se casó con una buena persona, tenían tres hijos juntos, era feliz y yo estaba contento de que así fuera.