La vida en un soplo (Cap. I - 1ª parte)

Mis primeros pasos, 1ª parte de 7.

CAPITULO I: “Mis primeros pasos”

Vivía en una urbanización de un pueblecito con mi familia, Luis mi padre, Alicia mi madre, mi padre hijo único como yo tenía una empresa heredada de mi abuelo (que también se llamaba Luis) que funcionaba muy bien y él la empezó a internacionalizar y expandir, mi madre llevaba el departamento contable y nuestra vida era desahogada económicamente. Era un pueblo tranquilo y cerca de la empresa.

Yo empezaba el nuevo curso y sabia que algunas cosas cambiarían en mi vida a partir de aquel momento, no paso muchos días que empezaron las clases de preparación física y estaba un poco acojonado, no por la actividad en sí, si no por el momento de compartir duchas con mis compañeros, porque de mi padre aparte de la empresa, que desde pequeño me inculcaron que la heredaría yo y que tenía que prepararme bien para dirigirla y mejorarla, heredé otra cosa física, mi padre tenía un “pollón” enorme, y yo me parecía bastante a él, alto, delgado, rubio, ojos azules y como no en la polla. Así que el primer día en el vestuario intente taparme con la toalla pero cuando miré las duchas se me cayeron los huevos al suelo, eran de aquellas abiertas y una junto a la otra sin ninguna separación, nos duchábamos a medio metro de distancia unos de otros. Así que respiré profundo y me quité la toalla de la cintura, al momento pude observar como más de uno se le abrían unos ojos como platos, otros disimulaban, y todos cuchicheaban entre ellos, por suerte mi amigo José María que conocía desde pequeño y que también estaba conmigo, ya me había visto antes porque venía a casa a dormir muchos días o yo a la de él, me echó un capote rápido.

José María: Eh, eh, que no sabéis lo que es una polla coño, vigilar no perdáis los ojos, ala cada uno a lo suyo.

Así mi amigo consiguió bajar un poco la tensión del momento, se duchó al lado y seguimos charlando de nuestras cosas sin dar más importancia al asunto; lo que pasó es que para los demás el “asunto” no fue tan pasajero y la voz corrió como la pólvora; a los pocos días, los tíos me miraban con caras un poco raras y las tías con otra cara que no era precisamente “rara”.

Yo me acabé acostumbrando y fueron pasando los días. En aquel momento yo estaba más concentrado en el deporte que practicaba desde pequeño y en mis amigos que por las chicas, hombre si me hacía algunas pajas, bueno bastantes pajas si tengo que ser sincero, pero no me atrevía por mi timidez a hablar con ellas, y mucho menos intentar ligar.

Aquel curso pasó un poco sin pena ni gloria, ya el siguiente salieron algunas fiestas en casa de algunos compañeros y compañeras de clase. Mis amigos empezaron a explicar algunas aventurillas con chicas, que si me he enrollado con tal, que esta me hizo cual, hasta mi amigo José María tenía un medio “rollete” con una compañera de clase; el que seguía igual era yo que no conseguía soltarme con las chicas, un día mí amigo José María me explicó que tenía pensado montar una fiestecilla un sábado que sus padres no estaban en casa, que iban a ir algunos amigos con sus chicas y si le podía ayudar a prepararlo todo.

Yo: Claro hombre, tu dime en que quieres que te ayude y cuenta conmigo.

José María: ¡Ah!, y tu también bienes eh.

Yo: Hombre pero si vais todas las parejitas, que pinto yo en medio de vela, ¡no me jodas!

José María: No hombre ven, que Irene mi chica tiene una prima que está este fin de semana en su casa y le gustaría conocerte.

Yo: Conocer a quien ¿a mí, y eso?

José María: Bueno, Irene le ha hablado bien de ti.

Yo: Ya, lo que pasa es que no sabe qué hacer con ella y me la enchufáis a mi cabrones.

José María: No seas tonto, no se hable más, te llamo para quedar y comprar algunas cosas y lo preparamos todo en casa antes que lleguen todos, te llamo.

Yo: Vaaaleeee.

Total que el mismo sábado quedamos, fuimos a comprar bebida y algunas cosas para picar y lo montamos todo la misma tarde, sobre las cuatro de la tarde fueron llegando los “invitados” y mi amigo y yo los recibíamos en la puerta con una sonrisa, sonrisa que me quedó helada cuando llegó Irene con su prima.

José María: Hola cariño.

Le dio un piquito a Irene. Yo Petrificado.

José María: Irene ¿esta es tu prima?

Irene: Si, se llama Carmen, ven Carmen que te presento.

Yo seguía petrificado sin quitarle ojo a la prima, era mayor que Irene, rubia con pelo largo y ojos claros, el tipo de chica que más me gustaba, con un cuerpo impresionante y unas tetas que me parecían alucinantes.

Irene: Este es José María (se dieron dos besos), y este que no respira es su mejor amigo Luis, Luis coño reacciona tío.

Yo: Eeeh, hay si perdona estaba un poco despistado.

Le planté rápidamente y nervioso dos besos en las mejillas a Carmen.

Carmen: ¿Como estás?, Irene me ha hablado mucho de ti.

Yo: Pues bien, espero que te hablara bien de mí por lo menos.

Carmen me agarró por el brazo, apretándose un poco y yo notaba su teta rozándome, no sabía qué coño hacer o decir.

Carmen: Qué bonita es la casa, me la enseñas un poco Luis.

Yo: Claro Carmen, te enseño lo que quieras.(¿Lo que quieras?, serás imbécil tío, arréglalo que vas a quedar como un gilipollas, pensé). Bueno ya me entiendes, es que ha sonado un poco raro lo que te he dicho, perdona.

Carmen: Tranquilo hombre, te veo un poco tenso, venga a ver como es todo esto.

Suerte que Carmen sabía estar mejor que yo que en aquel momento estaba como un flan de los nervios, le enseñé un poco la casa de mi amigo, por aquí por allí, el jardín etc. y nos juntamos con los demás, picamos algunas cosas todos juntos explicando anécdotas, reímos, poco a poco las parejitas fueron desapareciendo por arte de magia, y en algún momento de la tarde nos quedamos sentados juntos solo Carmen y yo, los demás todos desaparecidos, ya me lo estaba temiendo desde hacía un rato y yo sin saber muy bien que conversación darle a ese pedazo de tía que tenia sentada al lado.

Yo: Carmen, perdóname, pero es que soy muy tímido, y no siempre sé desenvolverme con naturalidad, sobre todo cuando estoy con chicas.

Carmen: No te preocupes, Irene me habló de ti y ya sé cómo eres, lo que me extraña es que no tengas una chica.

Yo: No, no tengo novia, bueno puedo confesarte algo (creo que la cerveza me estaba soltando la lengua).

Carmen: Si claro, con toda confianza.

Yo: Mira Carmen, es que yo, bueno, pues.

Carmen: Tranquilo, seguro que hablar te hará sentir mejor.

Se movió un poco, y su muslo se junto con el mío, su carita la tenía a un palmo de la mía, mi polla parecía que empezaba a tener vida propia y la notaba agitarse debajo del pantalón.

Yo: Pues, que realmente nunca he besado ni he estado con una chica y me parece un territorio extraño por el que no sé por dónde comenzar. (Así de golpe y todo seguido, casi atragantándome con las palabras y sin respirar).

Carmen levantó su mano y me agarro de la barbilla, suave con cariño, o eso me pareció a mí.

Carmen: Tranquilo Luis, alguna vez tendrá que ser la primera, ¿no crees?

Su dulce cara estaba a cuatro dedos de la mía, yo pensando, esta tía me va a besar, lo veo llegar, sus labios sé aproximaban y sus ojos los veía cada vez más claros y más cerca de los míos, mi polla empezaba a estar de un morcillón importante, creo que quería salir a saludar pero yo apretaba un poco las piernas par que no notara Carmen la empalmada que llevaba, y así, sin darme cuenta por estar inmerso en mis pensamientos, note los labios finos y sedosos de Carmen que rozaban los míos, me puse tenso como un palo de escoba.

Carmen: Relájate Luis, míralo de forma natural, no pasa nada, mira, abre un poquito los labios y relájalos.

Los abrí y note como Carmen jugaba con sus labios en los míos, primero un piquito, después me beso en el labio superior, después en el inferior, después sacó un poco la lengua y la rozaba contra mis labios de forma suave y parsimoniosa, sin prisas.

Carmen: Muy bien Luis, ahora quiero que apoyes en el sofá la espalda, muy bien.

Ella se perfiló más hacia mí y me pasó el brazo por detrás de la espalda, subió la rodilla un poco encima de mi pierna para acercar más su cuerpo al mío.

Carmen: Muy bien Luis, fíjate bien en lo que hacemos, para que puedas hacerlo con las chicas, ahora yo estoy haciendo de hombre, en teoría las posiciones tendrían que ser al revés, vale ahora saca un poco la lengua y despacito vamos a jugar con ellas.

Dios mío, me estaban dando una lección de cómo montármelo con las chicas, yo seguía sus instrucciones lo mejor que podía, acercó sus labios de nuevo, y se juntaron, ahora con un poco mas de fuerza, la lengua de Carmen entro en mi boca buscando la mía, y yo empecé a moverla junto a la suya intentando notar su sabor, su densidad, poco a poco me encontraba más suelto y me movía al ritmo que Carmen marcaba, entonces me pude percatar que la mano de Carmen subía por mi rodilla y cada vez estaba más cerca de la punta de la polla, siempre intentaba colocarla lo más disimulada posible dentro del calzoncillo, pero con la empalmada que la tenia se había escapado y apuntaba hacia abajo, no tardará mucho en llegar pensé, así que saque un brazo y lo pase alrededor de la cintura de Carmen, mientras con la otra mano la apoyé en su rodilla, note la piel suave y tersa. En esos momentos ya estábamos enfrascados en un morreo de cojones, se escapaban algunos gemidos y yo alucinaba.

Carmen: Muy bien Luis, aprendes rápido bribón.

En ese momento giró el cuerpo un poco más y se sentó encima, noté su chichi apoyado en mi rodilla, lo notaba blando y calentito, y justo en ese momento que volvía a atacar mi boca con la suya, noté como sus dedos encontraban la punta de mi polla que estaba a punto de estallar, palpo un poco con los dedos y avanzo mas la mano y me agarro el cipote bien agarrado, como tomando medidas, del grosor, después del tamaño, y de golpe paró.

Carmen: Pero Luis cariño, que coño es esto, tienes un pollón de cojones chaval.

Yo: Ya, por eso me daba también un poco de vergüenza todo esto.

Carmen: Tío vamos a levantarnos de aquí (estábamos todavía en el salón) y vamos a buscar una habitación libre, esto hay que verlo con entretenimiento y disfrutarlo.(Yo me estaba viniendo arriba y me atrevía en ese momento con todo).

Así que fuimos a investigar una habitación para estar tranquilos, la encontramos al final del pasillo en la segunda planta, Carmen me cogía de la mano, llevaba puesto un vestidito corto que le sentaba de maravilla, entramos en la habitación y se tiró literalmente a morrearme a la vez que me abrazaba con fuerza, yo seguía sus pasos y repetía, así que también la rodeé con mis brazos y la apreté contra mí con cuidado de no estrujarla demasiado, noté como una mano de Carmen bajaba por mi espalda hasta la cadera, después pasaba al culo y me lo apretaba como evaluando como estaba de duro, después paso la mano hacia delante y me la plantó encima de la polla cerrando y apretando a la vez que hacia un movimiento suave de arriba abajo, me pajeaba vamos, yo seguía sus movimientos, así que bajé la mano por detrás y le agarré el culo con toda la mano, Dios mío, aquello me pareció acojonante, empecé un poco tímido pero cuando noté su mano en mi cipote, bajé también la otra mano y le amasé el culo como si fuera el panadero del pueblo, notaba la forma de sus bragas, me estaba poniendo cardiaco, en ese momento Carmen estaba desabrochando mi cinturón y bajando la cremallera de la bragueta, yo seguía enfrascado en su culo, palpando cada centímetro, bajé un poco más la mano y encontré la pierna de Carmen por debajo del vestido, subí la mano lentamente por el lateral del muslo hasta notar el tacto de sus bragas, en esos momentos Carmen ya había conseguido su presa y tenía mi polla entre sus manos, acariciándola y masajeándola como queriendo calcular exactamente como era su tamaño, yo pasé la mano directamente por encima de las bragas hasta su chocho acariciando y bajando por la entrepierna, noté una humedad que no conocía ni me esperaba, en ese momento Carmen levantó la cabeza.

Carmen: Vamos estírate en la cama.

Como es lógico un tío obediente como yo lo hizo al momento. Carmen se quitó el vestido de un tirón por encima de la cabeza y se quedo en bragas y sujetador de color blanco, yo la miraba sin pestañear, sus tetas se movían al ritmo de la respiración un poco excitada, yo me quité rápidamente la camisa y los pantalones, entonces mirándome a los ojos se desabrochó el sujetador y lo dejó caer, bajó sus manos agarrándose las bragas por los lados y las fue bajando por las piernas de manera lenta y sensual, yo me bajé los calzoncillos y de paso arrastré los calcetines, todo fuera, estábamos los dos en pelotas y yo no podía sacar la vista de aquel cuerpazo, que despacio se acerco a la cama, me incorporé un poco para pasar mi mano por detrás de su nuca y besarla otra vez, pensaba que la polla estaba a punto de estallar cuando Carmen acabó de dejarse caer en la cama, fui directo a acariciarle el chocho y ella ya estaba otra vez enfrascada en mi polla, pero esta vez la agarro con fuerza y empezó a pajearme a un buen ritmo, en ese momento yo notaba entre mis dedos sus labios externos, la humedad de su coño y profundicé más llegando a los labio internos y después buscando el agujero, que estaba tan lubricado que casi sin querer le metí un dedo dentro, Carmen dejo ir un gemido bastante más sonoro que lo habitual y empezó a apretar con más fuerza la polla, noté un gran placer que me subía al cerebro y sin avisar mi polla empezó a disparar chorros de semen sin ningún control, los primero tiros no sé donde deberían caer porque los perdí de vista, Carmen me miró con cara de sorpresa.

Yo: Lo, lo siento Carmen no he podido aguantar más.

Carmen: Ya hombre, pero eso se avisa que me has dejado perdida.

No le dejé decir nada más, le tapé su boca con la mía con otro beso largo y profundo, mientras con la mano busque su coño y se lo froté, sentí como gemía otra vez, gemidos ahogados por el beso, metí de nuevo un dedo en el chocho y noté como se excitaba, ella otra vez me agarró la polla que la tenia empalmada de nuevo de lo excitado que estaba.

Yo: Carmen, quiero comértelo.

Carmen: ¿Que quieres comer qué?

Yo: Tu coño mujer, tu coño, que quieres que tenga ganas de comerme ahora, una fabada asturiana.

Carmen: Ya, ya lo sé, Luis, tranquilo y sin prisas, ven déjame sitio.

Se colocó con las piernas muy abiertas y me mostró una vista del potorro que aluciné pepinillos, me agarró la cabeza, y se la acercó al coño.

Carmen: Muy bien, ahora vas a lamer lentamente y vas a dejar que yo oriente tu cabeza sobre la zona que me guste a mí, cuando te avise aceleras los lametazos o lo haces más fuerte, yo te lo iré pidiendo sobre la marcha, ¿Ok?

Yo: Vamos al lio.

Carmen: calla ya y chupa, que cuando coges confianza no hay quien te haga callar.

Me amorró ella la cabeza en medio de sus piernas y yo lamía con suavidad a la vez que dejaba que ella orientara mi cabeza de un lado a otro, bajaba hasta el agujero y me decía que sacara la lengua para metérsela, me la subía lentamente hasta el clítoris, varios recorridos hasta que de golpe arqueó la espalda.

Carmen: Ahora Luis, mas fuerte, más fuerte, más rápido, más rápido, me corro, me corro.

Y dio un grito largo y profundo mientras me apartaba la cabeza y le temblaba el cuerpo de arriba a abajo, yo no había visto nada parecido en mi vida, me pareció algo mágico, joder que momentazo, Carmen me miró con unos ojos muy tiernos.

Carmen: Muy bien Luis, has estado genial.

Yo: Gracias, pero la que llevaba el ritmo eras tú yo no he hecho nada especial, por cierto Carmen.

Una silencio.

Yo: Que, que me gustaría follarte.

Carmen: Uff, mira Luis, con esa polla que tienes creo que no es muy buena idea, pero puedo hacer algo por ti, ven estírate aquí.

Carmen se reincorporó, agarró con su mano mi cipote, que estaba tieso otra vez al cien por cien, me miró con ojos de chica malota y sin dudar se metió el capullo en la boca, yo abrí los ojos de golpe viendo la imagen y me excité como un animal, Carmen apretó los labios y succionó el capullo, intentó meterse más polla en la boca, pero creo que no podía más, así que inició una paja desde su boca hasta tocarme los huevos con su mano que me hizo estar en el paraíso, poco a poco la fue acelerando, sacó la polla de la boca un momento.

Carmen: Cuando te vayas a correr me avisas eh, que no quiero que pase como antes y menos tragarme tu semen.

Yo: Vale, te aviso, noooo teeee preoooocuuuupeeeesss, ya, ya , yaaaaaaaaaaaaa.

Carmen apartó la boca y otra vez los disparos de semen descontrolados, pero esta vez Carmen dirigía los disparos a donde le interesaba. Dejamos la habitación echa una mierda, pero así de esta manera fue mi primera experiencia con una chica, fue lo más fuerte que me había pasado en la vida.

Bajamos al salón y estaban todos los demás esperándonos, riendo y hablando entre ellos, me pareció escuchar algún comentario jocoso pero con lo que había vivido yo aquella tarde estaba en otro mundo y no demasiado concentrado, José María dio por acabada la fiesta y se fueron despidiendo, yo me acerqué a Carmen.

Yo: Carmen, tú crees que nos podríamos ver otro día.

Carmen: Ya me gustaría Luis, pero mañana me voy de casa de Irene y vivo lejos.

Nos morreamos por última vez y nos despedimos. Nos quedamos solos José María y yo después de cerrar la puerta.

José María: Quieres una cerveza Luisito, creo que tenemos algo que celebrar.

Yo: Claro que si, celebrarlo por todo lo alto amigo.

Nos sentamos en el sofá a bebernos las cervezas y le expliqué nervioso la increíble experiencia de aquella tarde, José María me miraba sonriendo. Creo que lo que pensaba era que vaya pedazo de pardillo de amigo tenía, pero bueno es lo que había.

Yo: Por cierto José María.

José María: ¿Qué pasa?

Yo: Puesss, que creo que la última habitación del pasillo de arriba, te la hemos dejado hecha una mierda.

José María (descojonándose de risa): No me jodas, vamos a verla.

Entramos en la habitación y a José María se le congeló la risa en la cara, habían manchas de corrida por todos los lados, hasta en un espejo que colgaba de una pared lateral, bien, bien, en medio del espejo había una mancha blanca alargada.

José María: Pero qué coño habéis hecho aquí dentro degenerados.(Y se volvió a descojonar de risa.)

Limpiamos a conciencia la habitación y José María metió toda la ropa de cama en la lavadora.

José María: No te preocupes antes que lleguen mis padres la ropa ya estará seca y la cama hecha, aquí no ha pasado nada, menudo artista estás hecho colega.

Lo cierto es que a partir de aquel día mi relación con las chicas cambió bastante, ya no me daba tanta vergüenza hablar con ellas y notaba más seguridad en mí mismo, durante el resto del curso salí con alguna compañera de clase y algunas amigas pero la historia se repetía en cada cita, todo iba bien mientras conversábamos, en el momento de los besos la cosa se ponía interesante, al entrar en las caricias mutuas todo parecía encarrilarse bien pero cuando ellas me tocaban la polla, se les quedaba cara de espanto y como mucho alguna paja y a tomar por culo la cita.

Recuerdo una vez que estaba con un grupo de amigos y conocimos a unas chicas que estaban en el pueblo para hacer una exhibición de no sé qué baile, estábamos en un pub, con una de ellas hablaba animadamente de las relaciones y le explicaba medio en broma medio en serio que yo tenía un problema con las chicas, ella muy simpática reía y comentaba que con lo guapo que era no se lo creía, en una de estas le dije.

Yo: Oye, quieres ver mi problema.

Ella (No me acuerdo del nombre): Pero hombre que me vas a enseñar.

Yo: Mira, el problema que tengo es que tengo la polla muy grande.

Ella (descojonándose de risa): Va, no será para tanto.

Yo: ¿Quieres verla o no?, tú misma, así me puedes dar tu opinión.

Ella: (con una risa nerviosa) Vale a ver.

Nos apartamos un poco y yo sin pensarlo dos veces bajé la cremallera de la bragueta y le saqué el morcillón tal cual, a la chica parecía que se le iban a salir los ojos de las cuencas, se tapó la boca con la mano como para evitar un grito y salió corriendo en dirección a sus amigas, no sé que habló con ellas pero al momento salieron todas del local y nos dejaron solos a mis colegas y a mí, mis amigos me preguntaron qué había pasado para que se fueran, y yo tranquilamente les expliqué que le había enseñado la polla a una, un amigo dijo: “Joder tío pero como haces eso”, nos dio un ataque de risa a todos.

A punto de acabar el curso, casi mediados de junio, una de las chicas de mi clase que no conocía mucho, solo de verla en clase, nos invitó a toda la clase a una fiesta en su casa para despedirnos hasta el curso siguiente, quedamos José María, Irene su novia y yo para ir juntos, llegamos delante de la casa de la compañera y nos quedamos alucinando, era una casa enorme, parecía una mansión como en las películas, llamamos al timbre y nos abrió un señor muy serio, parecía uniformado, nos preguntó si veníamos a la fiesta de la señorita Clara y nos guió por la casa hasta un sótano donde lo tenían todo preparado para la fiesta, mucha gente ya había llegado y se notaba un buen ambiente, Clara nos vino a recibir, nos saludamos y nos presentó a su hermana que estaba a su lado, esta es Natalia mi hermana dijo, era un año mayor que ella y llevaba puesto un vestido blanco ibicenco que le apretaba unas tetas muy bien puestas marcándole los pezones, José María disimuladamente me dio un golpecito como diciendo, venga chaval esta es la tuya, yo miré a Irene y dibujaba una sonrisa como dándole la razón a su novio, le di dos besos a Natalia y le dije.

Yo: Tenéis una casa muy chula.

Natalia: Gracias, eres muy amable.

Yo: Yo también vivo en la urbanización, pero en la otra punta, donde las casas no son tan grandes,

Natalia: Pues somos casi vecinos, te gusta vivir aquí.

Yo: Si mucho, me encanta, por cierto, donde podemos tomar algo.

Natalia: (me cogió de la mano) Ven sígueme, ¿que quieres tomar?

Nos servimos unas bebidas y nos sentamos en unos sillones, no parábamos de hablar, alguna vez que alguien venia por ella para alguna cosa, se lo sacaba de encima y no se separaba de mí para nada, esto me dio una señal para pensar que podría ser que le gustara.

Yo: Natalia, ¿crees que podríamos salir un rato a tomar el aire?

Algunos compañeros fumaban y el ambiente estaba un poco cargado.

Natalia: Claro, ven conmigo.

Me volvió a coger de la mano, solo que esta vez no se la solté y me dejé dirigir por ella en aquella casa tan grande, abrió una puerta de cristal y pasamos al jardín, todo muy bien cuidado, paseamos cogidos de la mano charlando y con alguna mirada fortuita a los ojos como confirmando que nos gustábamos, paramos delante de un estanque en el que pude observar peces de color rojo.

Yo: Que chulos estos peces.

Natalia: A mi madre le gustan mucho.

Yo: A mí me gustas tú.

Natalia se giró, me miró a los ojos, me apretó la mano y acercó su cara a la mía, con la mano que tenía suelta le acaricié suavemente la cara y juntamos los labios de manera relajada dejando que los labios fueran jugando uno con el del otro, saqué un poco la lengua y Natalia la aceptó rápidamente abriendo más la boca buscando con su lengua la mía, nos soltamos de la mano, ella rodeó mi cuello con sus dos brazos y yo le rodeé la cintura con los míos, sin dejar de besarnos nos fuimos acariciando, la espalda, los hombros, bajé por su brazo para acto seguido pasar la mano a su abdomen y subir hasta su teta izquierda, la acaricié suavemente con toda la mano y después con los dedos froté suavemente los pezones notando alguna respuesta en su respiración.

Natalia: Espera, para para.

Joder, pensé que se iba a arrepentir de estar allí conmigo, le miré a los ojos como interrogándola.

Natalia: Hostias, que me estas calentando mucho y este no es sitio, alguien podría vernos, ven conmigo.

Me tranquilicé y otra vez a seguirla cogidos de la mano, dimos la vuelta a una esquina de la casa y Natalia empujó un ventanal para abrirlo.

Natalia: Ven entra, aquí estaremos tranquilos.

La estancia era bastante grande, con estanterías con muchos libros y una mesa de despacho con su silla a un lado y un sofá que parecía bastante cómodo a unos dos metros delante de la mesa.

Yo: Que bonito, donde estamos.

Natalia: En el despacho de mi padre.

Yo: Joder, a ver si nos va a pillar tu padre en su despacho y se lía una buena.

Natalia: No te preocupes, mis padres están hasta el martes en Paris por negocios, voy a cerrar la puerta por dentro por si acaso y listo.

Cerró la puerta con llave, caminó hacia mí, yo caminé hacia ella y nos encontramos en medio de la habitación abrazándonos y buscando nuestros labios como si no hubiera mañana, el tiempo dejo de existir, y solo existíamos los dos manoseándonos el uno al otro, sin soltarnos caminamos hasta el sofá y nos dejamos caer en él, le acaricié la espalda aprovechando para bajarle el vestido justo por debajo del sujetador, con dos dedos se lo desabroché, no sin antes forzar un poco con él, dejando a la vista un par de tetas más grandes de lo que me esperaba, unos pezones puntiagudos y una aureola grande a su alrededor.

Natalia: Joder Luis, todo esto es tuyo.

Yo: No, lo he pedido prestado a un amigo si te parece.

No me había dado ni cuenta enfrascado en soltarle el sujetador que Natalia tenía su mano encima del pantalón palpando mi polla, que por cierto ya estaba dura desde el estanque de los pececitos rojos, bajé la cabeza a la altura de sus tetas y mientras con una mano le acariciaba una, le chupé el pezón de la otra, succionaba intentando controlarme para no hacerle daño mientras notaba como las manos de Natalia se precipitaban a desabrocharme el pantalón, bajarlo como podía y coger mi cipote, que me agarraba con toda la mano iniciando un sube y baja, pero yo no estaba muy cómodo.

Yo: Espera, espera.

Me incorporé y me senté, colocándola a ella a mi lado arrodillada en el sofá, ahora sí, metí la mano por debajo de su vestido mientras nos morreábamos con desesperación, y alcancé las bragas para estirarlas hasta la altura de sus rodillas, ella seguía pajeando mi polla despacio, apoyé la mano sobre su muslo y subí lentamente buscando otro tesoro que tenía ganas de descubrir, le agarré el chumino con toda la mano notando como su flujo vaginal resbalaba entre mis dedos, estaba muy mojada, ella dejó escapar un gemido y a mí la polla se me tensó más de lo que estaba, recorrí con mi dedo todo su coño, desde el clítoris hasta el agujero dando pequeños círculos, ella gemía cada vez más fuerte y de pronto Natalia bajo la cabeza y se metió lo que pudo de mi polla en la boca, empezó un vaivén arriba y abajo sobre mi cipote que empecé a notar que me corría ya, ya, ya, le aparté la cabeza con cierta urgencia y mi polla que no pedía permiso para nada inició una serie de cañonazos de semen, el primero, segundo y tercero cayeron justo encima de la mesa de despacho de su padre, ella seguía pajeándome, el cuarto y quinto cayeron al suelo entre la mesa y el sofá, el sexto, séptimo y otros que siguieron con menos intensidad cayeron sobre el sofá y la mano de Natalia dejándolo todo pringado, Natalia se levantó con las bragas todavía a la altura de las rodillas y caminando un poco pingüino fue a buscar unos pañuelos de papel que estaban en uno de los cajones de la mesa y me ayudó a limpiarme un poco.

Natalia: Ni te muevas del sofá que ahora me toca a mí.

Se bajó las bragas del todo, sacó un pie y luego el otro y las apartó a un lado, me indicó que sacara un poco el culo hacia fuera del sofá, se levantó el vestido dejándome una visión de sus pelos púbicos, yo pensaba que me iba a follar allí mismo, separó las piernas una a cada lado de las mías mientras se sujetaba con una mano la falda del vestido por encima de la cintura con la otra cogía mi polla y la estiraba sobre mis abdominales y se sentó encima, pero no para metérsela, sino para frotarse con ella, empezó un adelante atrás moviendo las caderas, yo notaba en la polla como el chocho me pringaba de flujo que resbalaba entre mis huevos, Natalia gemía cada vez con más intensidad y mi polla desobediente sin que nadie le dijera nada se estaba volviendo a empalmar de mala manera, Natalia ya pasó de gemidos a gritos y mi polla pasó de empalmarse a estar otra vez dura como una piedra.

Natalia: Así, así, que dura esta otra vez, me gusta, me gusta, me voy a corr…

Y de pronto empezó a gritar como una loca cada vez más fuerte, me corro, me corro y soltó un alarido final de orgasmo que debió de despertar hasta el mayordomo, y como no, mi polla indisciplinada al oír aquel orgasmo volvió a soltar disparos de semen dentro del vestido de Natalia y sobre mi pecho y algún chorro que se escapó hasta mi cara, claro, estaba imprudente de mi en la línea de fuego de semejante arma, Natalia se incorporó un poco me miró y con un dedo recogió un poco de semen de mi cara como si de nata se tratara y se lo metió en la boca chupándose el dedo y todo seguido me dio un morreo que me hizo saborear su lengua con gusto a semen, otra experiencia nueva para él palmares particular, acabamos los dos pringados de semen hasta las orejas, que desastre, tras intentar adecentarnos un poco e intentar limpiar los papeles de la mesa se su padre llenos de esperma, visto que quitar los lechazos de los papeles no había manera, Natalia decidió coger los manchados y llevárselos para tirarlos.

Natalia: Menuda putada le acabó de hacer a mi padre, pero bueno, ha valido la pena por el “polvazo” que hemos disfrutado ¿no?

Yo: Pues disfrutar sí que lo hemos disfrutado, ha estado genial.

Salimos de nuevo al jardín por donde habíamos entrado y disimuladamente llegamos hasta el sótano de la fiesta, mis amigos seguían por allí bailando, nos juntamos con ellos y acabamos la tarde bailando música lenta con Natalia muy abrazados con la atenta mirada de José María y su chica Irene que con una sonrisa tonta daban a entender que estaban contentos por mí, otra mirada pero esta vez de sorpresa era la de su hermana Clara, anfitriona de la fiesta y que no sabía muy bien qué pasaba.

Me fui el último de la fiesta como podéis comprender, ya en la puerta antes de marcharme.

Yo: Natalia, me gustaría poder salir contigo algún día si a ti te va bien y quieres claro.

Natalia puso cara de niña inocente.

Natalia: Luis, me estas pidiendo por esa boquita que tienes y que besa de puta madre que quieres que sea tú novia, ¿creo haber entendido eso?, o me equivoco.

Yo: Chica lo has pillado todo a la primera que sagaz que eres, pero bueno, ¿quieres serlo o no?, es que me tienes de los nervios esperando coño.

Natalia: Claro que quiero tonto, desde el momento que te he besado estaba deseando poder salir contigo, pero como no sabía si tú tenías alguna amiguita.

No le dejé hablar más, la aparté un poco al lado de la pared y la besé en los labios con pasión a la que ella respondió, creía que ese verano sería el mejor de mi vida.

Y así empezó mi primera relación con una chica más o menos seria, estaba loco de contento, al día siguiente en el desayuno se lo expliqué todo a mis padres, con ellos siempre tuve un relación muy estrecha, en su momento me hablaron de sexo muy claramente, que se disfrutaba mucho con él pero que también había de tomar precauciones y tal, mi padre me regaló una caja de condones, mi padre era muy optimista el cabrón.