La vida de paula xxvi

Dia a dia 8

Yo hice un rápido repaso a mis estudios de medicina. 15 centímetros de recto, entre 40 y 50 centímetros de colon sigmoides y por si eran necesarios 25 centímetros de colon transverso.

Tenía sitio de sobra para alojar aquella serpiente multicolor. Algo más delicado sería el grosor, pese a que los tejidos dilataban tenían un diámetro de 6,5 centímetros tendría que engordar 1,5 centímetros, no era un mundo, pero si podía causar algún estropicio.

La sádica empezó a introducirlo. Hace tan solo un par de meses, no me hubiera imaginado que por mi culo pudieran entrar tantas y diferentes cosas.

Metió un buen trozo, seguramente la longitud del recto, sin ningún esfuerzo. Luego empezó a hacer el numerito. Hacia como que no entraba más, que se enfadaba y empujaba con fuerza. En cuanto hiciera la curva y avanzara por el colon sigmoides, metería casi todo el consolador. Al llegar al final del colon sigmoides, tenía que hacer una nueva curva. No le quedaba ni una cuarta que meter, pero ahí llamó la atención de los otros.

“Mirar, mirar cómo se mueve dentro”, les dijo.

Efectivamente se notaba perfectamente la punta del consolador aquel debajo de mis costillas, estaba buscando la curva para meterse por el colon transverso. El grosor, de momento no estaba siendo un problema. Dilataba bien el intestino.

Lo encontró. Con dos empujones más el consolador desapareció de la vista de todos.

La sádica empezó a saltar y a aplaudirse ella sola como loca…

“A ver quién lo supera”, decía

En grosor, no lo sé, pero en longitud no iba a ser fácil.

Empezó a tocarme en círculos por el ano,

“Ahora, perrita, tienes que ser buena, y echar afuera todo el juguetito. Y Échalo enterito, ¿eh? No te quedes con nada dentro.

Hice un poco de fuerza, noté como mi ano se abría, y la punta de la serpiente multicolor asomaba. No hizo como en el caso de la patrona, tirar de él.

Dejó que yo lo fuera echando sola. Todos miraban expectantes como aquello iba saliendo de mi culo.

Comentarios, como .. “Joder, que tragaderas tiene la cerda”, “le harían falta como ese con lo puta que es”, “Me estoy poniendo malísimo de ver cagar el consolador a la guarra esta”, etc, etc, etc.

Al final salió todo de mi culo, cayendo sobre mí. Me sorprendió que salía manchado, pero no de mierda, era una especie de mocos, alguna secreción que yo desconocía. Seguramente el cuerpo ante un objeto extraño, segregaba algo para protegerse. No sé, imaginaciones mías.

La sádica puso su juguete al lado del rodillo de la patrona. En longitud mucho más largo, aunque también notablemente más fino.

Le tocó el turno ahora al hijo mayor.

Este había hecho saqueo en la nevera, y trajo una zanahoria, un pepino y una lata de cerveza.

Los dos primeros entraron y salieron con extrema facilidad. A la lata la costó bastante mas tanto entrar como salir. No era una superficie lisa e igual, y eso dificultaba la penetración y la explosión. Eso sí, consiguió darle a mi ano una circunferencia de apertura de 20 centímetros.

Dejo la lata junto al rodillo y al consolador.

La otra chica, que era la siguiente, siempre parecía la más desganada en todo. Hacía y se dejaba hacer, pero a la hora de ser creativa, no se esforzaba mucho. Casi fue como el hijo menor. Trajo una figurita con forma fálica que encontró, que al tener base solo pudo meterla un poco en mi ano, dos velas rizadas una más gorda que la otra, que también me metió.

Esta ni siquiera dejo nada al lado de lo más gordo.

Ahora le tocaba el turno al patrón.

Trajo dos bolas de billar y un taco. El diámetro de la bolita, era muy similar a la de la lata de cerveza, con la salvedad que estas eran totalmente lisas, y entraban mucho más fácil.

Metió una, con la consiguiente broma,

“Bien he embocado a la primera”

Dejo pasar un pequeño rato, y metió el taco para empujar la bola hacia adentro.

Luego, sacó el taco y puso la otra en el ano empujándola hasta que se abrió todo su diámetro.

Una vea así, dijo:

“Bien ahora vamos a ver si consigo una carambola”

Golpeó con el taco a la bola y esta se introdujo del todo en mi recto, oyéndose un ruido característico de dos bolas que chocan.

“Bien, gritó. Carambola”, todos aplaudieron.

Luego se estuvo un rato entreteniendo en jugar con el taco y las bolas dentro de mi recto.

“Vamos ahora expúlsalas, mula.”

Me costó, pero las eché. Las cogió y las puso junto a los otros juguetes

El hermano segundo y el tercero, renunciaron a su turno, porque no traían nada que pudieran ganar a lo que ya habían visto.

Una vez terminado el juego, vino la hora de proclamar campeón.

Antes me soltaron las piernas de la cabeza, y me dijeron que yo también iba a participar en la votación.

No dieron a cada uno un papel y un lápiz, y teníamos que poner cual era el objeto que para nuestro gusto había ganado. Yo la verdad no sabía que objeto votar. Tendría que fiarme por mis sensaciones. Creía que la serpiente, era la que más me había impresionado.

La sádica como directora del juego, leyó los resultados.

Bolas de billar un voto

Serpiente un voto

Lata de cerveza un voto

Serpiente un voto

Serpiente un voto

Bolas de billar un voto

Rodillo un voto

Bolas de billar un voto

Serpiente un voto

Había ganado la sádica por un ajustado 4 -3 contra el patrón.

“Bien gritó, me lo voy a pasar pipa dejándoos a todos secos, cabrones”

De momento ninguno salió corriendo, luego no les asustaría tanto el poder de deshidratación de la sádica.

Todos se fueron desnudando. Empezaba el folleteo.

Y bueno eso hicimos. Me usaron, todos y todas que quisieron. NO tuve voluntarios para mi culo. Debían de pensar que lo tenía lo suficientemente abierto.

Como siempre se retiraron a dormir a las tantas. Yo me quede dormida en el sillón. El día que cogiera una cama, no me lo iba a creer.

NO sé el tiempo que dormí. Si se que, a la mañana siguiente, no me despertó el patrón, fue la patrona.

“Perra, despierta que tenemos trabajo.”

Como no, pensé.

Me llamó la atención que tanto ella como las otras dos chicas, estaban como yo, desnudas.

“Hoy, los machos se han ido de caza”, me explico. “en esta familia, todas somos sumisas, en distinto grado. Por regla general se alquila a una perra como tú para que sea sumisa de todos, pero a veces, los machos quieren que todas ejerzamos de sumisas, y hoy es uno de esos días. Como te decía antes, ellos han ido de caza, y las persas a las que tienen que cazar, somos nosotras. Lógicamente no es una caza como tal, es un juego de Paintball. Ellos han ido ahora a alquiles los equipos. Les gusta ir muy equipados, llevan sus petos, sus cascos sus máscaras, por supuesto sus pistolas y sus bolas de pintura.” Me siguió contando, y me tranquilizo un poco, aquello de ser las presas de la caza no me había sonado nada bien.

“Cuando vuelvan, ellos irán directamente a un monte cercano, y empezará la cacería. Nosotras ya tenemos que estar allí. El objetivo es que no nos cacen.

Como información te diré que las bolas te alcanzan desde 40 a 60 metros, y que la velocidad con la que salen es de 90 metros por segundo, es decir que, si te dan de cerca, te hace daño. Vamos a ir yendo al coche. Y te sigo contando.”

En cierta medida me gustó ver a la sádica en igualdad de condiciones a las mías. Aunque era relativo, ya que ellas ya habrían jugado otras veces y conocerían la montaña cosa que yo no.

Fuimos al coche y nos montamos la cuatro. Conducía la paradita. La patrona me siguió contando.

“La idea es que no nos encuentren o al menos que no nos cacen. Cuando lleguen y vaya a empezar la cacería harán sonar un cuerno. Se oriá bien en toda la montaña. Tendremos que ir separadas, hacer el menor ruido posible, camuflarnos como podamos. No comeremos ni beberemos en toda la jornada, salvo lo que nosotras mismas seamos capaces de encontrar en el monte. Si te sientes alcanzada por una bola de pintura. Te tiras al suelo, y esperas que vayan a recoger su trofeo. El impacto ha de ser claro, directamente sobre tu cuerpo. No vale si dan en un árbol y te salpica la pintura. Cada uno llevar un color distinto de pintura, por lo que siempre sabrán quien te ha alcanzado si te alcanzan.

La caza terminará cuando hagan sonar un cuerno, y las que quedemos “vivas”, si quedamos alguna bajarán al coche, y volverán a casa. Y te preguntaras, ¿y qué pasa con las que cacen? No hay un tratamiento fijado para las cazadas. Están a disposición de su cazador, que puede hacer con ellas lo que le plazca. Alguna de las aquí presentes que fue cazada paso toda la noche atada a un árbol en el monte, por ejemplo. Y con las que no cacen tampoco hay nada establecido. Si te diré que si tu terminas viva, y cualquiera de nosotros cazada, cambiaras tu rol durante un día con ella. Eso me lo ha dejado claro el patrón. Por ejemplo, si no te cazan y me cazan a mí, tu serás durante un día la patrona. Ven que te quito las cadenas, sino no podrás moverte en el monte.”

Mira, empezaba a gustarme la idea, ja ja, solo era cuestión de que aquellos descerebrados no me pillaran y pillaran a alguna de ellas. Y el sentir mis manos y mis pies liberados era tambien un importante aliciente.

“Bueno, ya hemos llegado”, dijo cuándo se detuvo el coche en la ladera del monte.

La paradita, dejó las llaves sobre una de las ruedas, y la patrona dijo,

“Chicas, empieza la fiesta. Suerte a todas.”

Las tres salieron despavoridas monte arriba. Yo me quedé unos instantes pensando. Miré al suelo. Iban dejando un rastro claro. Se apreciaban perfectamente las pisadas. Yo debería borrarlas. Por un momento pensé hacer lo contario de ellas. Ellas iban monte arriba, yo no ir en esa dirección, pero claro pronto me di cuenta que por debajo era campo abierto. Así es que tiré también para arriba. Con una rama que recogí del suelo, sin duda de la tormenta anterior me fabriqué una escoba para ir barriendo tras de mí. Avanzaba muy poco pero no dejaba rastro, barría en zigzag.

No mucho más arriba, vi un corte en la montaña. Era pequeño, y cubierto de vegetación. Quizás fuera un buen sitio para esconderse. Miré desde fuera los alrededores. La verdad es que era un sitio bastante directo, y tenía poca huida en caso de que se dirigieran hacia allí, pero valía la pena probarlo. Oí el sonido del cuerno. Aquello empezaba. Solo me quedaba aquel escondite, sí o sí.

Aparté un poco de vegetación. Cabía perfectamente. Me metí y volví a colocar la vegetación disimulando el corte.

Me tumbé, boca arriba, y me estuve lo más quieta posible. Pronto empecé a notar, que no estaba sola en aquel escondite. Mire hacia mi costado. Algo subía por él.

Joder, era una babosa. Qué asco. No podía moverme. Por las piernas sentía la misma sensación. Seguramente había ido a parar a un puto nido de babosas. Bueno al menos no eran alacranes.

Empecé a escuchar voces. Se acercaban los cazadores. Ahora si que me tenía que estar quieta y calladita, aunque las putas babosas se me metieran por la boca.

Para que lo había pensado, note una subiéndome por el cuello.

Los cazadores estaban muy cerca. No podía verlos. Solo oírlos. NO estaban tan cerca como para ir a mirar justo allí pero tampoco se alejaban. Oí un disparo.

“Joderr, dijo uno, había una cerda detrás de aquel árbol, pero he fallado.” Aquello los motivo a todos y salieron corriendo en esa dirección. Yo aproveche que se iban para sacudirme los bichos de encima.

CONTINUARA