LA VIDA DE PAULA xviii regreso a casa

Luna de miel xviii final

“Ahora te toca a ti”, dijo la chica, “a ver que has aprendido”

La primera parte, la recordaba bien. Nos dimos la vuelta, me puse sobre ella, y empecé a comerla la cara. Suave, pero con la necesaria presión para que notara mis labios y lengua en sus cejas, nariz, labios…

Fui bajando, cuello, pecho tetas, aquella chica tenía los pezones como piedras. Me permití el lujo de mordisqueárselos un poco. Por sus gemidos, no la desagradaba.

Seguí hasta el ombligo. En una ocasión antes de estar con mi marido, un tío, me lo succiono con fuerza y la verdad es que sentí una sensación como si por el ombligo me fueran a salir todos los nervios erógenos de mi cuerpo.

Lo probé con ella, pese a que llevaba un piercing. Empecé succionando leve y brevemente. No hubo mala reacción, así es que repetí con mayor fuerza y más tiempo. Arqueó sus caderas como queriendo ayudar a que succionara todo. Inspiró y suspiró largamente. Seguí bajando hacia su pubis al margen de lamerlo también le clavé ligeramente las uñas en él. Fue como un arañazo con las uñas prolongado desde el ombligo hasta el comienzo de su vulva.

La tengo en el bote, pensé. Se contraía y respiraba con fuerza.

Mi marido ya hacía rato que se estaba follando a la otra chica. De vez en cuando alguno de los dos miraba a ver cómo íbamos, pero sin hacernos mucho caso. Ellos a lo suyo.

A partir de ahí, tocaba improvisar.

Empecé a lamerla como un polo los labios vaginales. Recordé lo de lamer y escuchar o algo así, así es que eso hice.

Le pasaba la lengua glotonamente por sus labios mayores, ya abiertos por la excitación que acumulaba.

Repetí la lamida arriba y abajo, varias veces. Mi lengua se metía por la raja alcanzando los labios menores, pronto se me llenó de flujo. Aquella chica también mojaba bien. Ella no había hecho aspavientos con mi flujo, así es que yo no los haría con el suyo. El olor era fuertecillo, tirando a marisco recién sacado del agua. El sabor era algo ácido y amargo, pero no era desagradable. Sabía que el sabor del flujo dependía mucho del ciclo menstrual.

Cogí con la lengua medallones de flujo, y se los restregué por sus labios. Aquel juego la gustaba, empezó a tocarse las tetas, los pezones y a gemir más continuo.

Me dirigí entonces a su clítoris, era pequeño como una lentejilla, lo moví un par de veces con la lengua, obtuve sendos gemidos mas fuertes.

Aumenté la intensidad de la lamida, alternándola con pequeñas succiones y roce de dientes en él. Se retorcía, sujeto mi cabeza con su mano como diciendo bajo ningún concepto apartes de ahí la lengua.

No lo hice, pero mi mano derecha se abrió camino en su vagina. La metía dos dedos, fallándola un poco con ellos, luego me fui a buscar el bulto detrás del clítoris. Allí estaba. Se lo toque con suavidad, en círculos intentando de alguna forma acompasar mi lengua con el dedo del clítoris.

Empezó a gemir rítmicamente levantando y bajando el pubis. Sabía que su orgasmo estaba cercano y que era el momento de darlo todo.

Moví mi lengua y mi dedo, con la mayor velocidad que pude, incrementando considerablemente la presión.

Al poco rato un gemido y un grito seco, me anunció que estaba ahí. Igual que en mi caso, una abundante cantidad de flujo más líquido, salió expulsado por su vagina.

Estuvo un rato exhausta. Cuando se recuperó me dijo,

“Oye, muy bien, has aprendido muy bien”

Mi marido soltó a la que estaba follando y cogió a esta.

“Tu, perra, baja al suelo que es tu sitio, y espera en la posición de antes”.

Obedecía dócilmente.

Estuvieron follando los tres, comiéndose ellas, comiendo a mi marido, prácticamente toda la noche.

Solo con las primeras luces del día las dos chicas se levantaron, se ducharon y se fueron.

Yo, seguía en mi posición de espera.

Cuando se fueron las chicas, mi marido también se ducho, y volvió a la habitación.

Se acercó por la espalda, me quitó el collar y volvió a salir.

Volvió de nuevo y me dijo.

“Pero cariño, que haces ahí? Anda, vuelve a la cama”

Las vacaciones de la luna de miel estaban llegando a su fin.

Mi marido me dijo, que durmiera un poco y que luego saliera por si quería hacer alguna compra, que el avión salía a primera hora de la tarde. Había adelantado casi 24 horas el regreso por temas laborales.

Así lo hice. Me eche un rato. Cuando me desperté recordé que tenía algo que hacer.

Me importaba una mierda no comprar regalitos, pero le dije a alguien que me despediría de él y quería cumplir mi palabra.

Pedí un coche para ir al puerto.

Cuando llegué de dirigí a la lonja.

De lejos vi a Ramiro.

Me acerqué a el

Hola, ¿te acuerdas de mí?, le dije.

“Pero chiquilla, que sorpresa, que alegría. ¿Cómo no voy a acordarme de ti?” me contestó.

“Pues nada, que marcho ya y prometí venir a despedirme. Y eso hago. “le dije

“Vaya, no sabes lo que te lo agradezco “me contesto, “aunque me hubiera gustado más que vinieras a pasar otra tarde conmigo, pero sé que no puedo esperar tanto.”

“Realmente no puedo Ramiro, esta tarde sale el avión, mi marido cambio el vuelo sin avisarme por eso solo he podido venir ahora. Aunque si quieres, me quito el tanga, y me pongo a acarrearte cajas de pescado, jaja”, le dije bromeando.

“No, no, no hace falta, pero….. hay posibilidad de ver otra vez esa maravilla? “Me dijo señalándome el coño.

“Hay por aquí algún sitio donde puedas verlo?”, le pregunté

“En la oficina”, contestó

“Y a que esperamos?”, le pregunte.

“Ven conmigo”, me dijo entrando en el almacén y subiendo unas escaleras.

Entramos en una oficina bastante destartalada.

“Aquí podremos estar tranquilos un rato, por lo menos hasta que noten mi ausencia”, dijo

Deje el bolso sobre la mesa.

“Me quito yo el tanga o me lo quieres quitar tú?”, le pregunté

“Será un honor quitártelo yo. Y más aún que me lo regales”, contestó

“Eso está hecho. Quítamelo y quédatelo”, le dije

Se agacho, me levanto la falda lo suficiente para ver el tanga.

Lo agarró con ambas manos y tiro de él bajándomelo. En cuanto tuvo mi coño a la vista, metió en la boca.

“Nunca probé algo tan delicioso”, me dijo.

Empezó a lamerlo con ansia.

“Ramiro que me vas a encender, y terminaremos por encima de la mesa”, le dije riéndome.

“Eso quiero,” dijo apartando lo que había en la mesa. En un santiamén, se bajó los pantalones y los calzoncillos. Ya estaba duro, se tumbó boca arriba, y me dijo “por favor…”

Me iba a poner a chupársela, pero me dijo,

“No, no, sube. Tenemos poco tiempo.”

Me subí a la mesa, y encima de él. Le cogí la polla y me la metí en el coño.

Le cabalgue unos instantes. Al poco rato, empezó a bufar, y se corrió.

Cuando se recuperó me dijo..

“Te llevas mi leche dentro, cuídala chiquilla”

“Gracias Ramiro, ha sido una experiencia maravillosa el conocerte. Eres una gran persona. Pero ahora nos tenemos que ir.

“Sí, claro, pero espera, espera”, me dijo yendo hacia otra mesa.

La abrió y saco unos billetes.

“Toma niña hoy no pude comprarte flores porque no sabía que venias. Pero con esto te puedes comprar cualquier chuchería que quieras, y así te acuerdas de mi”

Eran 500 euros.

“Pero Ramiro….”

“Te los has ganado con creces.”

Nos dimos un morreo y bajamos.

Subía al coche y volví al hotel

Mi marido me esperaba y salimos en dirección al Aeropuerto.

CONTINUARA