La vida de paula

LUNA DE MIEL IV La historia de una mujer casada, dominada por varios hombres en diferentes situaciones

Estaba preparada para lo peor. Solo oía lo que decían.

“Bueno, bueno, vamos a ver si su culo es tan tragón como su coño”, a la vez que note como me untaban algo en el ano.

Esperaba empezar a sentir de nuevo las putas de la escobilla llegando a mi ano y el dolor tan inmenso que supondría que lo penetraran.

Noté un pincho en el ano y di un respingo.

“Quieta perra, no te muevas que entrara mejor, aunque aquí no hay flujo como en tu coño de zorra”, me dijo el que llevaba la voz cantante.

Sentí una presión en mi ano, y como se iba abriendo, Tenía una vergüenza tremenda, nunca me habían metido nada por ahí, y no sabía cómo se comportaría. Pero al menos no pinchaba como en el coño.

Seguí notando como se abría paso dentro de mi culo.

“Jajá entra muy bien. Lo dicho esta tía es una tragona.”, dijo el hombre

No sabía que era lo que me estaban metiendo, aunque si notaba unas ciertas aristas no demasiadas cómodas para el ano cuando iba entrando.

“Qué chicos, ¿se la meto más? O le vale así como rabo a la perra”, preguntó el hombre.

“Métesela más que sino seguro que esta torpe se la cae cuando camine”, le contestó otro

“Venga coño vamos a follarla ya que no aguanto más”, dijo el otro.

“Tranquilo hombre, venga, esto ya está, la perra ya tiene su rabo.”, me dijo el hombre mientras que me levantaba la tapa de la taza, “venga a cuatro patas para el cuarto”, me dijo

Sensiblemente aliviada saque la cabeza de la taza del WC y me gire para emprender el camino al cuarto. De perfil vi en el espejo que sí, que tenía metida la escobilla en el ano, pero por el mango. Mirándola de lejos las cerdas, parecían un pompón blanco saliendo de mi culo. Habían metido prácticamente todo el mango de la escobilla, pero no resultaba incómoda para andar a cuatro patas.

Nuevamente con un móvil, hicieron lo que supuse sería un video de mi paseo hasta el cuarto.

“Bien perrita, vamos a follarte ya. Espero que la escobilla no te haya irritado mucho el coño. Así comprobaras que nuestras pollas son mucho más acogedoras que la escobilla, jajaja”

“Ahora tienes que motivarnos para que la metamos. Así a cuatro patas, mueve bien tu culo y tu coño lubrícalo bien para nos llegue el olor a perra en celo y queramos follarte”

Encima, pensé yo, ahora tengo que ponerlos cachondos.

Me esforcé por mover mis caderas hacia arriba y hacia abajo, de forma que o mi ano o mi vagina, alternativamente, fueran lo más visible. No me parecía muy comprensible, pero me estaba volviendo a excitar. Me resultaba un cúmulo de sensaciones y nuevas experiencias que no podía evitar la excitación.

Noté unas manos agarrándome por las caderas, y supuse que ahora sí, me iban a follar.

Era el de la polla gorda. Aún sin verla el grosor y tamaño se notaba solo con ponértela encima, y eso fue lo que hizo. La puso sobre mi culo y empezó a bajarla por la raja lentamente, como queriendo metérmela por todos lados incluso si haber agujero. Al llegar al ano, extrajo la escobilla.

“Esto ya no hace nada aquí. Pero has de cuidar esto. Sale manchada y puedes encontrarte por ahí quien quiera que se la limpies con la boca”, dijo el tío

Joder que vergüenza pensé para mí, pero ni de coña limpio yo una polla manchada de mierda, aunque sea la mía. Me parecía algo sucio y asqueroso.

Mantuvo la polla un momento sobre mi ano, empujando un poco a ver si abría. Yo note como un calambre que me recorrió el recto, pero no era su intención metérmela ahí.

Siguió bajando hasta la vagina, la paso por alto y subió hasta el clítoris. La frotó un rato con él.

Me estaban entrando unos calores, que si no me la metían pronto, iba a cometer un asesinato, jaja. En ese momento estaba muy excitada.

Siguió jugando con mi clítoris, hasta que se decidió a bajar de nuevo a la vagina. Puso el glande sobre la entrada. Lo notaba abarcando toda la entrada de la vagina, pese a la escobilla que había tenido dentro que era considerablemente más ancha.

Note como la iba metiendo lentamente. Las paredes de mi vagina se contraían como si quisieran abarcarla entera. La notaba gorda, caliente, la sentía palpitar. O era mi coño el que palpitaba.

Pegó un empujón, y la polla entro entera. Ahora sí que sentí un ligero escozor, fruto sin duda del episodio de la escobilla.

La mantenía dentro. No se movía. Una de sus manos alcanzó uno de mis pechos. Ordeñaba mi teta como si esperara que saliera leche de ella.

Seguía sin moverse.

Me empezaba a desesperar un poco. Intente moverme yo, pero cada vez que lo hacia el pegaba de nuevo su cuerpo al mío para que no me moviera. Seguía estirando de mi pezón hacia abajo, cual vulgar ubre de vaca.

Todo me valía, A esas alturas solo quería correrme.

Note como el daba pequeños respingos con su polla, pero sin moverla, sin sacarla ni meterla más porque no se podía. Intente yo mover los músculos vaginales. Había leído sobre el tema, aunque nunca lo había practicado.

Obviamente no sabía, aunque si notaba más su polla en mi interior. Estaba inmersa en eso cuando note como con la otra mano, cogió mi otra teta y comenzaba con el mismo estiramiento de pezón.

Joderr, iba a reventar. Necesitaba que aquel cabrón se moviera como poseso, pero no lo hacía.

Seguía ordeñando mis tetas, y manteniendo su enrome rabo dentro de mi vagina. Me giré hacia el con cara de pena pidiendo compasión. Me escupió en la cara y me dijo:

“Te queda mucho por aprender, zorra. No me mires nunca a los ojos”

Yo, en ese momento querría haberle dicho, vale no te miro nunca a ningún lado, pero fóllame por favorrrrrrrr.

Los otros miraban impacientes la escena. Se tocaban, pero esperaban al que me poseía terminara.

Este seguía estirando mis pezones lo hacía y a la vez los frotaba. Estaba activando bien toda la circulación sanguínea en ellos.

No lo veía y con el pollón dentro tampoco lo sentía, pero estaba convencida de que, si me sacaba el pollón, saldrían litros de flujo de mi coño. Bueno litros no, pero seguro que una buena cantidad. Notaba el coño ardiendo, latiendo por dentro como nunca.

Parece que me había leído el pensamiento, note como se separaba de mi cuerpo, y la polla también abandonaba mi coño.

No, no por dios, ahora no.

Cuando estaba ya el capullo fuera, nuevo empellón y adentro entera otra vez. No pude evitar lanzar un gemido.

“Anda mira si la perra también gime. Pero sí, tienes razón. No estoy siendo justo contigo. Te mereces ya que te folle a fondo”, dijo con frases cortas. En cada frase una nueva sacada y metida.

Ahora sí, empezó con un movimiento rítmico. Su polla recorría mi vagina con gran facilidad. Parecía que el tiempo que había estado dentro lo había empleado para acostumbrarse a volúmenes y tamaños para poder recorrerla sin problemas.

El movimiento cada vez era más rítmico más intenso, más rápido. Mis gemidos de igual manera se iban incrementando a medida que se incrementaba el ritmo de la follada. Intentaba disimularlos, pero me salían solos con cada embestida del hombre.

Aquel tío se había corrido hacia poco en mi garganta, por lo que seguro que ahora tardaba en hacerlo. Pero yo llevaba ya acumulada mucha excitación, y sabía que no iba a tardar mucho en correrme.

Sus manos seguían trabajando mis pezones y yo arquee las caderas para que su polla pudiera llegar más adentro. Por primera vez aquella noche, estaba disfrutando. No pensaba ni que estaba casada, ni que mi marido me había dejado tirada con aquellos tres hombres, nada

Solo pensaba en correrme lo más intensamente posible.

Lo note llegar. Cerré aún más los ojos. Deje a aquel hombre, seguir con su trabajo, se había dado cuenta de que estaba cerca, había dejado un pezón, y ahora era el clítoris el que reciba su tratamiento. El corazón me latía más rápidamente, el ritmo de la respiración, se agitaba como nunca, sudaba, empecé a temblar, ahora escalofríos, otra vez temblores, más rápido el corazón y la respiración…

Por unos instantes perdí la noción de todo. El orgasmo más intenso que jamás había tenido, había recorrido mi cuerpo de arriba abajo.

“Ostia puta”, dijo el tío. “Vaya corridón, que se ha pegado la muy cerda. He notado un ardor intenso en su coño, y luego un aumento del flujo o lo que sea eso que casi ha escupido mi polla de su coño. Que cerda”

Yo le escuchaba estando aún en el paraíso. Había visto todas las estrellas del firmamento en aquel instante. Aquello también encendió al tipo, que incremento el ritmo de la follada, y termino corriéndose otra vez dentro de mi coño, aullando como un perro en celo.

Me la sacó y yo no pude menos que dejarme caer en el suelo exhausta.

CONTINUARA