La vida de paula 36

Dia a dia

Cuando llegué a mi sitio me encontré con una agradable sorpresa habían puesto una mesa de madera de tijera y una silla y en la mesa había un plato, unos cubiertos, un vaso con algo que entendí era vino y una olla con algo dentro.

Comprendí que aquello debía de ser para mí así es que me senté en la silla, abrí la olla y me encontré dentro con un estofado de carne que por el olor debía de estar bueno.

Vaya, pensé, parece que han entendido que también debo comer.

Cogí el cazo y me serví un par de cucharadas del estofado en mi plato.

Lo probé, estaba bueno, comible.

Bebí también del vaso. Era un vino peleón, pero me supo a gloria.

Con un poco de pan, lo hubiera bordado.

Mientras comía me hice un pequeño reconocimiento visual del cuerpo realmente las tetas las tenía un poco hinchadas sin duda por todo el trajín que habían tenido.

También tenía algún pequeño hematoma por donde habían sangrado con las agujas. Secuelas de la llama de las velas prácticamente no tenía, más allá de un pequeño escozor que sentí al tocármelas.

En cuanto a la vagina, tampoco sentía nada especial por lo que supuse que tampoco estaba muy afectada.

Seguí degustando el estofado. Al menos una comida al día era importante.

Cuando terminé, apuré el vaso de vino.

Sonó la voz distorsionada en la megafonía.

" Métete en la jaula, esclava"

Así lo hice. El foco cegó mis ojos, la puerta se abrió, el hombre misterioso entró.

Me sujetó a la jaula de muñecas y tobillos, y me metió los consoladores en boca, culo y coño.

Ahora sí noté más escozor en la vagina, y dolor en el ano, aunque entendí que era lo normal después del castigo que habían recibido.

Cerró la jaula y la izó sobre el suelo. Ya estábamos como al principio, esperando otra misión.

El hombre salió y el foco se apagó. Otra vez la oscuridad.

La jaula empezó a moverse. Primero girando sobre sí misma, luego hacia los lados, luego subía y bajaba.

Ese ciclo se repitió todo el tiempo. Realmente conseguía desorientarte. Unido a la oscuridad, no sabía si estaba de frente, de espaldas, arriba o abajo.

Paso un tiempo indeterminado, pero mucho, seguramente toda la noche, y quizás algo más.

Las molestias en mi ano y vagina, habían desaparecido.

Pasaba el tiempo, y no pasaba nada. Yo mientras, había tenido necesidad de vaciar mi vejiga y mi recto, y no me quedó otra que apañarme allí. El recto era imposible vaciarlo con el consolador dentro, que hacía las veces de tapón anal

Se encendió de nuevo el foco, y se paró la jaula, eso me orientó. Se abrió la puerta y entró el hombre. Por supuesto no veía más que el bulto.

Me retiró el consolador de la boca, y me metió por el mismo orificio un biberón para reses, tenía la tetina mucho más gorda, similar a la de las vacas, y una capacidad para dos litros de leche.

Pero no contenía leche debía ser algún batido nutricional, igual que los que se meten por las sondas nasogástricas.

No había que ser una lince, para entender que esa era….. Mi comida? Mi cena? Ni idea, pero tenía que chupar de la tetilla.

Y lo hice, claro.

Esperó detrás de mí hasta que terminé el biberón. Y me volvió a poner el consolador en la boca, yéndose como había venido.

Pasó otra cantidad de tiempo indefinido, estando sometida al movimiento de la jaula que había incrementado su movimiento lateralmente, convirtiéndose en un movimiento de vaivén, que casi lograba marearme.

Se encendió el foco, se paró el movimiento de la jaula. Se abrió la puerta y apareció el hombre. Se acercó a mí y me puso en los ojos, las lentillas opacas. Me soltó de la jaula, la bajo al suelo, y me saco.

Al quitarme el tapón anal, me fue imposible contener mis intestinos y se lo solté todo allí.

No se inmutó parecía incluso que esperaba a que terminase por si quería hacer más. Cuando vio que la faena, ya estaba hecha, me llevo a cuatro patas a un punto del solar aquel, abrió una manguera, y me estuvo limpiando el culo a conciencia. Luego me puso de pie, y la ducha fue por todo el cuerpo, evitando el pelo y la cara.

Cuando terminó de lavarme me dio una toalla. Hablar no hablaba, pero era muy evidente todo lo que quería que hiciera.

Me estuve secando, Mientras lo hacía oí como con la manguera limpiaba mis……, bueno si mi caca.

Cuando me vio seca, se acercó, y me colocó un vestido, y unos zapatos.

Sin ropa interior, con el collar y las muñequeras y tobilleras, me fue fácil entender que no iríamos a una cena de gala.

Me dio un bolso, que pensé que sería algo de atrezo, y me acompañó hasta el coche haciéndome subir en el sitio del copiloto.

Arrancó y salimos del sitio aquel. Por la poca claridad que veía a través de las lentillas, entendí que era de día. Estuvo conduciendo horas. Paramos una vez, para hacer un pis en algo que supongo que sería una gasolinera. A mí me acompañó al lavabo de mujeres, quedándose él en la puerta hasta que salí.  Si me cruzaba con alguien, seguramente pensarían que era invidente.

Me trajo un bocadillo de jamón y una cerveza. Increíblemente había acertado con una de comida favorita, los bocadillos de jamón, además era bueno, con una cervecita fresca.

Cuando lo comimos, reemprendimos la marcha. Otra cantidad de kilómetros, hasta que, por fin, llegamos a lo que debía ser nuestro destino.

Seguramente sería un hotel, un motel o algo similar. Entre en el hotel, cogida de su brazo como si de su pareja se tratara. Me dejó sentada en unas sillas en lo que entiendo sería la recepción y él se fue a por las llaves, a hacer el checking. Evidentemente era la forma en que no le oyera hablar.

Y allí estaba yo como un mono en visita, hasta que volvió, me cogió nuevamente del brazo y me llevo al ascensor. De vez en cuando alguien saludaba, yo contestaba, pero a nadie parecía extrañarle mis tobilleras, mis muñequeras y mi collar.

Llegamos a la habitación, entramos. No íbamos solos, oía más pisadas, cuando entramos en la habitación me dijeron,

“Señorita, puede quitarse las lentillas”,

Así lo hice. Debía de ser una especie de botones, o de servicio de habitaciones.

“Nos han dejado instrucciones, de que usted duerma aquí sola.  La cena y el desayuno le será servida por el servicio de habitaciones. A las 10 horas, debe estar ya vestida y con las lentillas puestas porque vendrán a buscarla.”

Bueno seguíamos con el misterio. Pero al menos parecía que iba a pasar la noche tranquila durmiendo en una cama y todo.

Me entretuve en mirar por la ventana, y averiguar dónde estábamos. Tampoco había que ser muy lista. Había folletos de la ciudad, era Barcelona. También había folletos que anunciaban la celebración del Salón Erótico de Barcelona. Pues ya está tenía la ciudad, y seguro que tenía también mi destino. Aquel salón erótico.

Al rato efectivamente me subieron la cena. No estuvo mal

Algo de verdura, pescado, postre, y hasta pan. Agua para beber.

Me quedé con ganas de pedir un café, pero realmente lo que tenía ganas era de dormir. Así es que me quité el vestido, y me metí en la cama.

Dormí de un tirón hasta que sonó la puerta, que me traían el desayuno.

Pasaban como pedro por su casa, y aunque no era una novedad que todo el mundo me viera en cueros, me entro ese punto de pudor, y me cubrí con la sabana.

“Señora, es la hora. Son las nueve de la mañana. Recuerde que en una hora vienen a buscarla.”

Que angustias eran estos tíos.

Desayuné, tranquila, me duché, y me vestí. Cuando vi en el reloj de la tele que eran las diez menos cinco, me puse las lentillas, y a esperar al hombre misterioso.

Llegó puntual, por lo animado de su conversación, sabía que era mi acompañante misterioso.

Bajamos al coche, y me subió como en el camino de venida.

No tardamos mucho en llegar a donde si era realmente mi destino. Agarrada de su brazo, entre en el recinto. Por el ruido y jaleo que había era evidente que era el famoso salón erótico.

Oí abrirse una puerta, y entramos.

“Ah, genial, ya está aquí la esclava”, era una voz femenina, sin duda muy contenta con mi presencia.

“Quítate las lentillas”, me dijo

Me las quité y las guardé en la caja que llevaba en el bolso.

Cuando al final pude enfocar y ver, ¡Oh, sorpresa!

Era la mujer que había conocido y comido el coño y no sé qué más cuando estuve en las oficinas del EDC European Dominant club.

“Qué bueno volver a verte, Fena, aún recuerdo la comida de coño que me pegaste, fue sencillamente genial”; mientras decía esto me fue quitando el vestido.

“Gracias, si, la recuerdo”, la dije modosita.

Me dio un, bueno para ser generosa, diré que una especie de body de cuero. Digo lo de ser generosa, porque era unas tiras de cuero haciendo la forma del sujetador con todas las tetas al aire, un par de tiras más que bajaban hasta las caderas, haciendo la forma, y una cadena que se ceñía a la vulva y a la raja del culo. Eso lo complementó con unos taconazos, que pensé no sería capaz de dar un paso con ellos. Y me djó delante de un set de maquillaje, para que me maquillaran.

Me dieron colorete, brillo en cara, labios, pezones, me arreglaron el pelo, dándomelo más volumen.

Mientras la mujer me decía.

“Estamos en el stand del club. Suelen venir todos los años esclavas distintas, y esta vez te ha tocado a ti, ya sabes cosa de la novedad. Aquí realmente, se esa como exposición, En un momento dado puede haber sexo, pero no es lo normal. Lo normal es que la gente que viene a visitarnos, quiera conoceros, hacerse una foto con vosotras, etc… os sobaran, pero bueno siempre sonrientes, dejándose hacer, y si alguien demanda información, nos llamas a nosotros. Reconocerás a los miembros de la organización, porque llevamos una tarjeta como ésta colgando.”

“Bueno ya solo te falta tu sello EDC en el hombro para que todos vean que perteneces al club”, me dijo la mujer cogiendo un sello, y estampándome las iniciales en el frente de mi hombro.

“Una cosa más puedes ver a gente conocida, salvo que esa gente te hable a ti, tu no te dirijas a ellos”, me dijo

“Vale, entendido”, la contesté.

Salimos fuera del cuarto. En el stand, había más chicas, y otros hombres y mujeres con la tarjeta de organización. Además, había carteles, con cosas del club.

Efectivamente la gente se arremolinaba a mi alrededor, queriendo hacerse fotos. Me decían de todo y el que más y el que menos, se llevaba un recuerdo en forma de tocamiento ya fuera de tetas, culo o coño.

NI que decir tiene que yo sonriendo a todos, y todas, haciéndome las fotos como me pedían, sonriendo a sus burradas, unas veces, vejaciones otras….

La verdad es que respondía bastante bien a los tacones. No estaba acostumbrada a usar tacones de aguja, pero era como todo con tal de no correr…. Además, realzaba bastante mi figura.

Recordé el comentario de la mujer, sobre si veía a alguien conocido, no sabía a quién se referiría. Si a alguien.

Quizás se refería a mi marido que sabían que iba a ir.

Ni idea. La gente seguía arremolinándose en torno mío. El que no me tocaba el coño, quería morrearme, el que no darme azotes en el culo, el que no morderme las tetas. La gente, estaba muy salida.

En el fondo todo aquello me divertía. Digamos que pese a estar expuesta allí, era algo distinto a lo que solía hacer.

La diversión, se me cortó de golpe.

Vi a alguien entre el público, que me dejó helada la sangre.

CONTINUARA