La vida de paula 31

Día a día 13

Fueron pasando chicos. Casi todos como Manue, sin tener ni idea de lo que era el sexo con una mujer.

Dejé de preguntarles la edad, por miedo a escandalizarme.

Después de acabar con uno, entró uno de mis acompañantes.

"Son las tres, puta. Descanso para comer."

Había hecho 12 chicos, y aún me quedaban otros tantos, si no eran más.

Nos trajeron dos gitanas unas perolas con macarrones y luego unas chuletitas de cordero.

Una de ellas me dijo,

"Ojalá se te seque el coño y te salgan bichos asquerosos de él."

Tenía toda la pinta de una maldición. Mi acompañante la reprendió diciéndole,

"Calla ya mala pécora o se lo diré al patriarca."

"No ves que está guarreando con nuestros niños?", Contesto ella.

"Ella hace su trabajo. Se la ha traído para eso. Deja las perolas y fuera de aquí", la ordenó mi acompañante.

Salió maldiciendo y jurando en todos los idiomas que sabía.

"Ni caso", me dijo el hombre. Para beber, vino con gaseosa.

Me supo a gloria.

Comimos los chicos que quedaban y yo.

Quedaban 16 chicos. Calcule que por la mañana habría estado seis horas para los 12 chicos, a 30 minutos por chico. Tendría que ser más rápida con estos o tardaría otras ocho horas y aún me quedaría el patriarca.

Decidí omitir las explicaciones del principio e ir derecha al grano, o lo que es lo mismo, a la polla.

Tardaríamos como una hora en comer. Ya terminando les dije,

"Bueno, chicos, vamos a seguir. Siento que tengáis que esperar tanto, pero como veréis cuando os toque estás cosas llevan su tiempo."

"El siguiente, conmigo."

Efectivamente cogí otro ritmo. Cuando los chicos llevaban reloj les preguntaba la hora en que entraban y a la que salían. Nos estábamos moviendo en 22 minutos. Bueno, algo habíamos ganado.

Aunque no creo que ninguno llegará a los 18, alguno de estos era más despierto, dos incluso llegaron a usar mis tres agujeros, entre ellos el que no paraba d preguntar por el culo en la charla.

Cuando termine, le dije al último que avisar por favor a los hombres que me acompañaban.

Al poco entraron.

"Muy bien, puta. Los comentarios de los chicos al salir, han sido excelentes. Se ve que sabes hacer bien tu trabajo. Hemos hablado con el patriarca, y no te usará hasta las 22 horas, pero nos ha dicho, que, aunque no estaba pensado, si no te importa, podemos usarte nosotros mientras."

"No tengo nada mejor que hacer hasta que vea al patriarca, chicos", les dije.

Realmente me daba igual dos más y no se habían portado mal.

Se desnudaron los dos. Cuando estuvieron desnudos, les hice una señal indicándoles el camino del lavabo.

"Paya, acabamos de ducharnos, por eso hemos tardado más", me dijo el de siempre.

" Ah, perfecto entonces", les contesté quitándome la túnica.

Me senté en la cama y eché mano a las dos pollas aún poco tiesas.

Una me la metí en la boca mientras la otra la masturbaba con la mano.

Con estos no podía andarme con tantas gollerías, sabían perfectamente lo que querían.

Después de cuatro o cinco tandas de chupadas los dos estaban como dos toros saliendo de los corrales. Sólo querían embestir.

Me dejé caer hacia atrás y antes de caer casi, ya tenía a uno encima, metiéndomela.

Efectivamente me embestía con fuerza y ganas, mientras que el otro me ponía su polla en la boca para que chupara.

Estuvo un rato dándome, hasta que pidió el relevo. Fue el otro el que me empezó a follar, mientras que el primero permanecía cerca de mi cara, tocándosela, pero sin ponérmela a chupar sin duda por miedo a correrse.

Cambiaron tres veces cada uno. Entendí que me follaban hasta que sentían que se corrían y entonces la sacaban para disfrutar más de mis agujeros.

Luego le tocó el turno al culo. También los dos me encularon lo que quisieron.

Al final los dos se corrieron en mi boca, ambos muy contentos al ver que me relamía con su leche y me la tragaba entera.

“Eres una puta máquina de follar, paya, aún puedes descansar un poco antes de ir a ver al patriarca. Y eso sí lávate bien, sobre todo los bajos. Que te encuentre bien limpita”, me dijo el de siempre.

Eso hice me lavé a fondo, y me eché en la cama a dormir o por lo menos descansar un rato. Total, desde que llegué al poblado, “solo” me habían follado 40 tíos. Y en menos de 24 horas.

Cuando llegó la hora, el de siempre entro en la habitación,

“Vamos paya, el patriarca te espera. Ponte la túnica”, me dijo

Así lo hice y salimos en dirección a la casa de tres pisos. Subimos al último, y el patriarca estaba casi en la misma posición que la noche anterior. La única diferencia es que ahora estaba totalmente desnudo, ya con la polla tiesa, esperando mi llegada.

¡Que milagros hace la viagra!, pensé para mí.

Yo me eche al suelo como la noche anterior, en señal de respeto hacia el patriarca.

Me empezó a hablar y el de siempre a traducirme.

“Levanta paya.”

Yo me levanté.

“Aunque yo ya lo comprobé anoche, me han hablado auténticas maravillas de ti. Tanto los ancianos, como los chicos. Que los has tratado con cariño y maestría, y que todos han disfrutado mucho contigo. Incluso mis dos hombres aquí presentes, que saben bien de follar gitanas y payas. Es por eso que he decidido que voy a pagar a tu dueño lo necesario, para hacerme con tus servicios permanentemente.

¿Estas contenta paya?

“Mi señor”, le dije, “yo no tengo voluntad para estar contenta o triste. Simplemente obedezco y obedeceré las ordenes de mi Amo. Si él me dice que debo prestar aquí mis servicios permanentemente, así será.”

“Enseñaras también a todas nuestras hembras a servir y obedecer como tú. Hay alguna que necesita mucha mano dura para poder aguantarla. Pero mientras hablamos, ven y cómeme la polla.”

Me acerque, me arrodille, y empecé a comerle la polla. Al margen de haberse metido viagra, se había lavado, cosa que se agradecía. Él me seguía hablando,

“Serás la reina del poblado. Si alguna hembra te falta al respeto, será azotada públicamente, y el número de azotes que tú digas. MI reina. Eso, serás mi reina”

Mientras se la chupaba, pensaba que era una oferta difícilmente rechazable. Lo malo era que allí estaba sub-sub-subarrendada.

Por cierto, ya no podía quedar mucho tiempo en la granja. Seguro que pronto volvería con el hombre misterioso.

Mientras el patriarca, ya no aguantaba más y me pidió,

“Reina mía, reina gitana, siéntate encima mía”

Me quité la túnica, y me senté sobre su polla, que me la metió entera.

“Cabálgame, reina paya”

Me agarré a sus hombros y empecé lentamente a subir y bajar. Intenté mover mis músculos vaginales, ordeñándole la polla. Al patriarca, se le ponían los ojos en blanco. Cuando le veía muy lanzado, me paraba y simplemente me frotaba sobre él. Se relajaba y volvía a empezar. Sabía que le estaba puteando, pero si quería terminar, que tomara él la iniciativa.

Pero él solo se dejaba hacer, y yo me divertía con la polla del patriarca tremenda y eternamente dura dentro de mí. Cuando ya vi que era suficiente, le dije al oído…

“Mi patriarca quiere correrse ya?

Me miró asintiendo con la cabeza, y buscándome la boca con la suya. Morreamos, mientras le ordeñaba la polla. Pronto gimió, bramo, y se corrió dentro de mí.

Después de un rato de descansar, siempre con su polla dentro, dijo:

“Ha sido un verdadero placer conocerte, paya. Lamento que tengas que irte, pero ya hablaré, con tu dueño, para ver si puedo comprarte. Sería lo más, lo mejor.”

“Adiós, patriarca”, me despedí poniéndome la túnica y saliendo de la casa.

Supongo que como la cosa había ido bien, fuimos al coche, y me sentaron en el asiento de atrás, en vez de en el maletero como cuando llegué.

Condujeron durante un montón de kilómetros. Fuimos hablando de banalidades todo el viaje.

De lejos vi el camino de en la granja.

Hogar, dulce hogar.

Llegamos. El patrón me esperaba fuera nervioso.

“Habéis tardado mucho”, les dijo a los gitanos.

“Payo, el tiempo que estipulamos. Por cierto, el patriarca quiere comprarte a la perra”, le dijo el que de siempre.

“Sí, hay mucha gente interesada en comprarme a la perra, pero el problema es que la perra no es mía. La tengo alquilada, así es que dile al patriarca que sintiéndolo mucho es imposible”, le contestó el patrón.

“OK. Se lo haremos saber al patriarca. Adiós perra, cuídate”, me dijeron subiendo al coche.

“Mula, pasa para casa”, me dijo

Se le veía nervioso. No sabía que pasaba, pero no estaba normal. Dentro de la casa comprobé que los hijos mayores con las parejas, ya no estaban.

“Vienen a buscarte ya. El alquiler y su extensión terminaba mañana, pero ha surgido un inconveniente, y te vienen a buscar en nada.” Me dijo el patrón mientras de un cajón sacaba el collar que traía yo las muñequeras y tobilleras, y las lentillas opacas.

Me dijo:

“Quítate ese trapo póntelo todo y esperamos a que llegue”

Así lo hice me puse el collar, las muñequeras y tobilleras, y las lentillas opacas.

Al momento, sonó un claxon de un coche, y el patrón me cogió de un brazo, y me sacó para afuera.

Me condujo hasta el vehículo, me hicieron subir a la caja. Allí estaba la jaula. Me metieron y me inmovilizó el hombre como solía hacer.

Me cubrió con la lona, y se fue a hablar con el patrón. Oía que hablaban, pero no entendía de qué. Tampoco llegaba a distinguir la voz del misterioso.

Pero estaba claro que volvíamos al garaje o lo que fuera aquello.

La posición aquella me jodía bastante, y más el saber que iba a tener que permanecer así mucho tiempo.

Al rato el misterioso se montó en el vehículo. Arrancó y nos fuimos.

Después de un buen trecho circulando, oí como se abría la puerta de un garaje, y como entrabamos dentro.

Una vez dentro, quitó la lona y con la grúa, me bajo del vehículo. Me llevó hasta donde tenía mi ubicación.

Otra vez el puto foco, directo a mis ojos y me quitó las lentillas. Salió y apagó el foco. Ya estaba de nuevo inmersa en la oscuridad.

Yo me preguntaba quién sería aquel tipo, y porque habría ido a buscarme antes de tiempo.

Las respuestas tendrían que esperar.

CONTINUARA