La vida de otro (61: Hablar con extraños)

Juan salé corriendo del local y acaba conociendo a una misteriosa chica con la que se sincerará como pocas veces lo ha hecho antes.

  1. HABLAR CON EXTRAÑOS

Salí corriendo sin más. Mis pies se movieron el uno detrás del otro y mis piernas les siguieron. Simplemente salí corriendo, me deslicé con discreción fuera del local y me perdí en la calle.

Cuando cruzaba la avenida del Tibidabo sin detenerme ni siquiera para mirar si venía alguien, los potentes faros de un coche me deslumbraron. Intenté acelerar el paso para evitar lo inevitable, pero de nada sirvió. Lo último que escuché antes de sentir un golpe seco en las piernas fue el desesperante sonido de la frenada de un coche.

Abrí los ojos, estaba en el suelo. La voz de una chica me hizo recuperar la conciencia...

  • ¡Joder! ¿Pero estás loco o qué? Podía haberte matado... ¿estás bien? –Dijo suavizando el tono de su voz.

  • No, sé... no estoy seguro... ¿lo tengo todo en su sitio? –Pregunté aturdido.

  • Si tenías dos piernas, dos brazos, una cabeza y un tronco... sí, lo tienes todo en su sitio. ¿Te duele algo?

  • Bueno, no sé... tengo las piernas un poco doloridas, pero estoy bien... sólo ha sido un golpecito.

  • Uffff... menos mal, pensé que te había matado... –me sorprendió que me creyese muerto, el impacto tampoco había sido para tanto, el coche ya casi se había detenido al alcanzarme, creo que me afectó más el susto que el golpe.

  • Tranquila, estoy bien...

  • ¿Quieres que te lleve a un hospital?

  • No, no... estoy bien, de verdad. Además, mis amigos me están esperando en el Danzatoria...

  • Bien, ¿puedo hacer algo por ti al menos?

  • No sé... aunque mientras me lo pienso podrías apartar el coche...

  • Cierto, me había olvidado de que estábamos en medio de la calle. Espera aquí, no te muevas ¿eh?

  • Tranquila, el golpe y los vodkas no me dejarían ir muy lejos –dije con una sonrisa burlona.

La chica "impacto" aparcó su C3 Pluriel verde pistacho encima de la acera para quitarlo de en medio, y volvió caminando hasta el lado opuesto de la calle, donde estaba yo. Mientras caminaba hacia mí, la observé detenidamente. Debía ser de mi misma estatura, era morena de pelo rizado, de piel suave y pálida, su cara de facciones suaves y ojos profundos acentuados por el maquillaje, me despertó instantáneamente cierta curiosidad. Vestía unos pantalones tejanos, un top turquesa con una especie de escudo medieval de Fornarina y una chaqueta tejana. Físicamente me resultó atractiva a simple vista, bien... más que atractiva me resultaba magnética... irradiaba una aureola de misterio y misticismo que, desde aquel instante, me cautivaron.

  • ¿Puedo saber si sueles cruzar sin mirar esta calle las noches de los viernes? Lo digo para no venir más por aquí... jejeje.

  • No, no... no es mi costumbre. Pero de pronto me han entrado ganas de correr... no sé muy bien porqué.

  • ¿No estás seguro de porque has salido corriendo? –Interrogó la chica "impacto".

  • No sé... me sentía incómodo allí dentro –respondí.

  • ¿Por algo en concreto?

  • Por todo supongo, está siendo una noche muy complicada...

  • Vaya... ¿problemas con tus amigos?

  • Más o menos...

  • Bien, sea lo que sea seguro que tiene arreglo... no hace falta que intentes que alguien te atropelle –me dijo guiñándome un ojo.

  • Jejeje... no lo volveré a hacer –respondí con una sonrisa burlona-. ¿Y tú qué haces por aquí?

  • Pues había quedado con un amigo y su novio en el Danzatoria...

  • ¿Novio? –Pregunté con cara de tonto, como si fuese la primera vez que alguien me hablaba de novios.

  • Sí, ¿por qué? –Interrogó ella con cara de "joder, un hetero homófobo, si lo sé le atropello de verdad".

  • Nada, nada... –balbuceé. Posiblemente la misteriosa chica captó en ese instante mi titubeo al hablar de la homosexualidad.

Nos quedamos en silencio, apoyados en una barandilla del lateral de la Avenida del Tibidabo, mirando fijamente a la Ronda que transcurre parcialmente cubierta por esa zona de la ciudad. Las luces rojas de los coches que circulaban en dirección Llobregat se alejaban en una serpenteante cadena de eslabones inconexos. Las luces blancas de los que circulaban en dirección Besòs iluminaban intermitentemente la barandilla en la que estábamos apoyados. Ninguna de esas luces se detenía, todas avanzaban, en un sentido u otro pero avanzaban... ¿y mi vida? ¿Mi vida avanzaba realmente? Y de estar haciéndolo, ¿hacia dónde avanzaba?

  • ¡Joder! Con lo bien que ha empezado el día... –exclamé.

  • ¿Y que ha hecho que cambiase tu estado de ánimo?

  • Pues todo. Esta mañana me he despertado con el propósito de arreglar las cosas que he ido estropeando estos últimos días, pero a medida que ha avanzado el día he hecho justo lo contrario.

  • ¿No te ha pasado nada bueno hoy?

  • Bueno, sí... me he reconciliado con un amigo del trabajo con el que discutí hace unos días.

  • ¡Ves! Ya tienes algo positivo ¿Y qué tal ha ido?

  • Muy bien, me he disculpado por lo que le había dicho...

  • Ahora debería preguntarte qué le habías dicho, pero me resulta un tanto violento... –sonrió- nos acabamos de conocer.

  • Cierto, nos acabamos de conocer –repetí-. No me gustaría entretenerte más, te están esperando...

  • No, no... no te preocupes, pueden seguir esperando un poco más. No lo decía por eso, lo decía porque no sé hasta que punto te apetece contarle tu vida a una desconocida que ha intentado matarte...

  • Jejeje... bueno, así te correspondo e intento matarte yo a ti, pero de aburrimiento.

  • Jejeje, bueno... inténtalo.

  • Ufff... –suspiré sin saber por donde empezar-. Pues Ángel, mi amigo, se enteró de que me había enrollado con un tío –dije yo sin precisar cómo se enteró y quién era el tío- y me recriminó no habérselo contado antes. Yo me cabreé y le dije que lo que le jodía era que no me hubiese enrollado con él... –pensé que la reacción de la chica "impacto" sería de reprobación o de juicio, pero no fue así.

  • Bien, quizás no fue la mejor forma de que lo supiera, pero si te has disculpado por el comentario...

  • Sí, sí, me he disculpado esta mañana.

  • ¿Disculpado equivale a sincerado? –Preguntó ella con picardía.

  • No hay mucho que contar –mentí por enésima vez.

  • Jejejeje...

  • ¿Y esa sonrisa? –Pregunté intrigado.

  • No tienes porque decirme la verdad si no quieres. Aunque dicen que hablar con extraños a veces ayuda, es decir, sincerarte con alguien al que no te une ningún vínculo... ese es el papel de un psicólogo al fin y al cabo...

  • Pues lo voy a hacer... te he dicho que me había liado con un tío y no has puesto cara de póquer, ni si quiera te has sorprendido... tienes algo especial...

  • Deben ser las luces de la Ronda –dijo ella con una sonrisa-. No, en serio... ¿por qué iba a sorprenderme que te hayas enrollado con otro tío? No tiene nada de especial.

Nada de especial, la chica "impacto" había usado el adjetivo especial en vez de uno mucho más hiriente como podría ser "raro" o "anormal". Sonreí.

  • Bien, no tiene nada de especial si no tenemos en cuenta que tengo novia y que mi amigo se enfadó porque me vio salir de un lavabo con el mejor amigo de mi novia. Y además, hay que añadir lo que ha pasado esta noche...

  • Sorpréndeme... –dijo con una sonrisa hechicera.

Estuvimos más de veinte minutos allí sentados mientras aquella chica tan intrigante escuchaba paciente mis pajas mentales. Le conté lo que había pasado en el baño con aquel desconocido y luego con Marc, le hablé de mis intenciones con Natalia, e incluso estallé en un repentino llanto cuando le contaba que Carlos, mi hermano... mi único apoyo durante estos últimos meses, empezaba a rehacer su vida de la mano de Valeria.

  • Sé que suena idiota que te diga que creo que sé como te sientes... pero te aseguro que intento ponerme en tu lugar. Entiendo que no es nada fácil hacer compatible tu atracción por los hombres con tu actual situación familiar y personal...

  • Que alguien me diga que me entiende, supone un alivio, te lo aseguro –dije yo resignado-. Hasta hoy pensaba que lo estaba haciendo todo tan mal que nadie podía darme su apoyo.

  • Seguro que hay personas en tu entorno que te entenderían si fueses sincero con ellos...

  • Quizás, pero no es tan fácil hablar con ellos como lo es contigo.

  • Me lo imagino –dijo ella dibujando una sonrisa en sus labios.

  • ¡Joder! Llevo meses en esta situación, en esta especie de agónico trance del que nunca despierto. He pasado etapas mejores y peores, pero si las cosas me han ido mejor en ciertos momentos, no ha sido porque mis problemas se hubiesen solucionado, si no simplemente porque los ignoraba. He ido barriendo y escondiendo toda la porquería debajo de la alfombra... hasta que el montón de mierda se ha hecho demasiado visible...

  • Es humano tender a evadir los problemas, pero no ganas nada sintiendo culpa ahora, repitiéndote que te has equivocado. Aprende de los errores pasados, pero no te bloquees por un absurdo sentimiento de culpabilidad. Empieza a pensar en lo que vendrá. Sólo necesitas tiempo...

  • ¿Más tiempo?

  • Sí... –dijo ella sin dudar.

  • No sé... más tiempo en esta situación quizás empeore las cosas, mejor dicho, seguro que empeora las cosas. Ahora he estallado, pero después de esta conversación, de esta descarga, seguro que todo vuelve a ser como antes...

  • De ti depende que cambie algo... pero no te obsesiones por ordenar todo lo que crees que has hecho mal en un solo día, necesitas tiempo... -la miré fijamente a los ojos y ella me entendió, se acercó un poco más a mí y nos abrazamos.

Me tomé sus palabras como una nueva oportunidad, como un balón de oxígeno para intentar reconducir mi vida. Pero esta vez no debo engañarme, reconducir mi vida no significa centrarme en Natalia y pasar de los tíos, o centrarme en Natalia y follarme a todos los tíos que se me crucen por delante. Reconducir mi vida debe pasar en el futuro por aceptar mi situación actual, aceptar mi sexualidad... aceptarme en definitiva. Aquella noche creí en las palabras de aquella chica, pensé que con un poco más de tiempo sería capaz de arreglar mi vida y dejar de tener la extraña sensación de estar viviendo la vida de otro.

Continuará...