La vida de otro (54: Compartiendo algo más que...)

Lo que empieza siendo una conversación de sinceramiento mutuo entre Juan y Eloy terminará en un interesante acercamiento...

  1. COMPARTIENDO ALGO MÁS QUE SECRETOS

  2. ¿Por qué?... –dijo Eloy sin poder ocultar su curiosidad.

  3. Aquí viví un encuentro muy especial y desde entonces muchas cosas en mi vida han cambiado...

  4. No quiero malinterpretarte, pero de tus palabras deduzco que el encuentro no fue con una chica... –susurró Eloy.

  5. Fue con un amigo mío... –dije con un hilo de voz.

  6. Vaya, no puedo decirte que no me sorprenda...

  7. Ya ves, a veces ni yo mismo me lo creo. Quizás si aquella noche no hubiese pasado nada entre nosotros, las cosas no serían como son ahora mismo... –me lamenté yo inútilmente.

  8. ¿Y cómo son las cosas ahora mismo?

  9. Pues nada fáciles. Desde aquella noche mis dudas respecto a mis gustos se han ido amplificando. Durante estos meses he logrado acabar con una relación que parecía perfecta y he empezado otra, con una chica claro, que no sé adónde me llevará...

  10. ¿Te siguen atrayendo las mujeres?

  11. Sí, sí... –respondí con rotundidad-. Me gustan las mujeres, me excito cuando veo a una mujer atractiva o cuando estoy con mi novia, pero...

  12. No te llenan...

  13. Puede ser... sí, puede ser eso –contesté dubitativo.

  14. ¿Y con ese amigo qué tal?

  15. Bueno, más o menos bien... aunque casi estropeo nuestra amistad por no ser capaz de encajar todos estos cambios...

  16. No es fácil... me consta que vivir algo así no es fácil, y lo es menos aún si no tienes nadie en el que apoyarte.

  17. ¿Sabes? Ésta es la primera vez que hablo de este tema con alguien y supongo que lo he hecho porque después de todo lo que ha pasado esta noche necesitaba sincerarme. Quizás si lo hubiese exteriorizado antes no hubiese cometido algunos de los errores que he cometido...

  18. ¿Ese amigo tuyo no te ayudó?

  19. Toni se ha portado siempre cojonudamente conmigo, no puedo reprocharle nada, pero generalmente he sido yo el que ha rechazado su ayuda. Quizás porque en un principio le hacía culpable de mis problemas... me he portado muy mal con él.

  20. Hay mucho arrepentimiento en esas palabras... se nota que os tenéis mucho aprecio.

  21. Él me tiene algo más que aprecio... –balbuceé.

  22. ¿Está enamorado de ti?

  23. Sí...

  24. ¿Y tú de él no?

  25. No, no estoy enamorado de él... se ha portado muy bien conmigo y le quiero mucho como amigo, incluso no niego que me atrae... pero de ahí al amor...

  26. ¿Pero podrías enamorarte de él?

  27. Cualquier tío o cualquier tía de este mundo podría enamorarse de él –dije yo sin vacilar- Toni es un tío genial...

  28. Quizás tienes miedo a comprometerte demasiado sentimentalmente... –soltó Eloy con una inocencia tan conmovedora que no pude evitar sonreír.

  29. No sería la primera vez que me sucede algo así...

  30. Veo que Toni no ha sido la única experiencia en tu vida...

Entonces volvió a mi cabeza un recuerdo que ya creía olvidado... David. La conversación con Eloy me estaba ayudando realmente, empezaba a sentirme liberado... a respirar con tranquilidad después de una noche realmente angustiante. Pero el recuerdo de David se apoderó de mí y empecé a sentirme repentinamente triste. Cerré los ojos y apoyé la cabeza en el asiento.

  • ¡Ey!... no te me pongas triste mi niño –dijo Eloy acariciándome el brazo-. El mundo no puede perderse esa sonrisa...

  • No he hecho más que cagarla... –musité entre sollozos.

  • Todos nos equivocamos...

  • Yo no dejo de equivocarme, no debería haber empezado a salir con Natalia si no tenía claro que quería hacer con mi puta vida...

  • No te agobies por eso ahora, que te atraigan los hombres no significa que no puedas ser feliz con una mujer... date tiempo, seguro que cuando sea el momento sabrás que decisión debes tomar...

  • ¿Y si finalmente llego a la conclusión que una mujer no llenará nunca mi vida?

  • Juan, como me has dicho antes, ante decisiones complicadas siempre será mucho mejor arriesgar y afrontarlas, que resignarse... piensa en una situación personal que no te haga feliz y piensa en vivirla durante toda una vida... ¿qué sientes?

  • Ufff... eso debe ser lo más parecido al fracaso a nivel personal.

  • De eso se trata Juan, sabes que vida no quieres vivir, a donde no quieres llegar, pero aún no sabes la vida que quieres vivir, date tiempo.

Eloy me rodeó con sus brazos. Apoyé mi cara en su hombro y me sentí extrañamente aliviado. Pocas horas antes había salido de casa en su búsqueda para ayudarle, para consolarle... y ahora era yo el que necesitaba ayuda. Me sonreí.

  • ¿Y esa sonrisita? –Preguntó Eloy con picardía.

  • Nada... ya ves, un chico de 16 años me llama "mi niño" y me abraza para consolarme después de aconsejarme y prestarme su apoyo. Un chico de 16 años escucha mis confesiones y es capaz de afrontar con más madurez que yo una situación similar. Me alegro de haberte conocido tío, eres un chico muy maduro...

  • La madurez no va necesariamente ligada a la edad, en mi caso la vida me ha espabilado forzosamente. Aún así los consejos y el apoyo han sido mutuos... yo también me alegro mucho de haberte conocido...

Estábamos muy cerca el uno del otro, nos mirábamos en silencio. Volvimos a acercarnos para abrazarnos, pero ninguno de los dos hizo ademán de inclinar la cabeza. Nuestros labios se tocaron, nos besamos. Fue un beso muy profundo.

  • Gracias... –le susurré al oído. Mis labios besaron su cuello con ternura.

  • Mmmmm... –suspiró Eloy.

Sus manos se posaron sobre mi camiseta, trazaron un sinuoso camino hasta mi cintura y se detuvieron en la frontera del pantalón. Mientras, yo le acariciaba la nuca y recorría su cuello con mis labios.

  • ¿Estás seguro de que te apetece? –Le susurré cuando sentí que sus dedos se cerraban sobre mi paquete.

  • Muy seguro... pero no aquí. Este lugar ya carga con demasiados recuerdos para ti como para añadirle uno más...

  • Bien, ¿quieres volver a casa? –Pregunté temiendo la respuesta.

  • Prefiero pasar la noche en un hotel y mañana volver a Madrid.

  • Bien, disfrutemos de nuestra primera noche juntos... –dije mientras ponía en marcha el motor del coche.

  • Y quizás la última... –añadió él con tristeza.

  • Eso nunca se sabe...

Volvimos a Barcelona y buscamos un hotel. Mi idea era hacerle pasar una noche inolvidable en alguno de los grandes hoteles de la ciudad, pero Eloy no compartía mis planes, así que acabamos en un hotel de 3 estrellas bastante alejado del centro.

Tras aparcar el coche, entramos en el hotel, debían ser casi las dos de la madrugada. En la recepción había un chico de unos 28 años, moreno, de facciones duras pero interesantes y de espalda ancha.

  • Buenas noches –nos saludó al vernos entrar.

  • Buenas noches. Queríamos una habitación...

  • ¿Doble?

  • Sí, doble... –contesté mirando a Eloy, que asintió con la cabeza.

Mientras el recepcionista hacia la ficha y tomaba mis datos del carné de identidad, Eloy se acercó más a mí y posó su mano en mi paquete. Mi polla reaccionó al instante.

  • Aquí tiene su DNI Señor... Lafarge –dijo el recepcionista mientras me devolvía el carné- Su habitación está en el cuarto piso, les acompañaré para encender las luces del pasillo. Hasta ahora la planta estaba desocupada.

El chico se levantó de golpe y Eloy tuvo el tiempo justo para retirar su mano que para entonces ya jugaba con mi polla por la abertura de la bragueta. Muy posiblemente el recepcionista se había percatado del movimiento de Eloy.

Le seguimos hasta el ascensor. Bajo sus pantalones oscuros se marcaba un redondito culo, muy apetecible. Miré a Eloy de reojo, él también se había fijado en el culito del chico del hotel. Me miró y, sacándome la lengua, me sonrió. Entramos en el ascensor, Eloy estaba frente a mí, y entre los dos, apoyado en la pared del ascensor, estaba el recepcionista.

  • Llevas la bragueta abierta –soltó de pronto Eloy con una mirada maliciosa, eran obvias sus intenciones... tantear al recepcionista.

  • Vaya, no me he dado cuenta... –dicho esto, me levanté la camiseta con una mano, descubriendo mis marcados abdominales, y posé la otra sobre mi paquete. Subí con lentitud el cierre de los pantalones y volví a acomodarme la camiseta. Durante todo el proceso pude sentir como los ojos del chico del hotel estaban clavados en mí.

Llegamos al cuarto piso y salimos del ascensor tras nuestro guía. Las luces del pasillo ya estaban encendidas, pero en contra de lo que yo pensaba, el recepcionista no se dio la vuelta, si no que nos acompañó hasta la puerta de la habitación, introdujo la tarjeta magnética en la cerradura y entramos.

  • Aquí tienen la llave... –dijo mientras me tendía la tarjeta-. Aquí está el baño con toallas, dentro del mueble del televisor encontrarán el minibar y en este armario tienen mantas por si las necesitan...

  • Gracias... –dije yo mientras le tendía un billete de cinco euros con la intención de que saliese de nuestra habitación y nos dejase continuar la fiesta.

  • ¡Ah! En la cabecera de la cama tienen los controles del hilo musical y desde aquí –dijo señalando la pared de entrada- pueden controlar la climatización...

Sólo le faltaba decir: "esto es una cama y sirve para dormir, esto es un retrete y sirve para mear ¿quiere que le saque la polla y lo probamos?" La verdad es que el chico no parecía tener prisa por irse, es más... parecía estar esperando algún gesto que diese luz verde a sus intenciones de servir a sus clientes.

  • Gracias... –repetí. Supuse que Eloy no estaría demasiado predispuesto a hacer un trío con un desconocido, así que insistí en mi intención de deshacernos del recepcionista.

  • Para cualquier cosa que necesiten estaré bajo, sólo tienen que llamar a recepción... –añadió mientras iba de camino hacia la puerta.

  • Jejejeje... este tío quiere rollo contigo –soltó Eloy cuando el chico del hotel cerró la puerta tras de sí.

  • ¿Conmigo? Con los dos diría yo... jejeje.

  • No sé, no sé... pero lo que está claro es que casi pierde la vista mirando como te subías la cremallera.

  • Bueno, dejemos al recepcionista en recepción que es donde debe estar. Ahora hay otras cosas que tienes que ayudarme a subir...

  • ¿Algo como esto? –Dijo Eloy mientras me cogía la polla por encima de la ropa.

  • Eres un chico listo... –respondí con una sonrisa.

El Eloy decidido y valiente que había conocido hasta aquel momento, empezó a demostrarme que tampoco tenía dudas en el terreno de lo sexual. Se sentó en el borde de la cama y posando sus manos en mi culo me atrajo hacia él. Sus dedos empezaron a abrir el cierre de mi pantalón y con una inusitada habilidad sacó mi polla fuera. Sus caricias estaban causando efecto en mi verga, que ya estaba a la mitad de su tamaño... morcillona pero sin estar erecta del todo. Eloy la miró fijamente, sospesó su tamaño con sus manos y siguió acariciándola.

  • Cómetela... –dije yo ante tan turbadora visión.

  • ¿Quieres que te coma la polla? -Dijo con una sonrisa provocadora.

  • Cómetela... –repetí en tono imperativo.

  • Métemela tú en la boca...

Sin duda al chaval le iba el juego duro, sabía como calentar. No vacilé, agarré su cabeza con las manos y la conduje hasta mi entrepierna. Mi polla dura apuntó directamente a su boca. Una ligera presión y mi capullo se deslizó suavemente hacia el interior de aquella húmeda y cálida boca. Empecé a mover mis caderas con un sincronizado movimiento y mi polla empezó a entrar y salir.

  • Mmmm... –suspiró Eloy sin sacarse mi polla de la boca.

  • ¿Te gusta que te follen la boca? ¿Te gusta verdad? –Susurré mientras apretaba un poco más su cabeza contra mí.

Eloy soltó un leve gemido y empezó a comerse con verdadera desesperación mi rabo. Mis manos liberaron el cinturón y mis pantalones cayeron al suelo. Las manos de Eloy buscaron desesperadamente acariciar mi culo. Sus dedos recorrían mis nalgas y hacían tímidas incursiones entre ellas. Cuando uno de sus dedos empezó a enterrarse en mi culito, no pude evitar suspirar de gusto.

  • Gírate... –soltó Eloy tras liberar mi polla.

Me giré algo confundido y él me indicó que me apoyase en el escritorio donde estaba el televisor. Sus manos me acariciaron la espalda descendiendo suavemente hasta llegar a mis nalgas. Me separó las piernas y estiró su brazo entre ellas para cogerme la polla. Con mi verga sujeta desde atrás, empezó a pajearla con energía. A pesar del dolor que me producía tener la polla hacia atrás, el placer de la paja que me estaba haciendo lo compensaba.

Sin dejar de masturbarme con una mano, Eloy se desvistió. Sentí como se arrodillaba tras de mí y empecé a sentir su cálido aliento aproximarse a mi polla. Su lengua se posó de nuevo en mi miembro erecto y mojado por el precum, provocándome un placer que añoraba, pero no se detuvo allí. Liberando mi polla, hundió su cara entre mis nalgas y su lengua se perdió camino de mi agujero. Me sentía literalmente penetrado por su lengua. Volví a sentir entonces aquella sensación tan abrumadora, entre el placer y la locura. El rimming produce un placer imposible de comprar con ninguna otra práctica sexual...

  • Ufff... basta, basta... –balbuceé yo-. Quiero jugar yo también...

Me giré y nos fundimos en un intenso beso. Aquel jovencito de 16 años sabía como dar placer, faltaba comprobar si le gustaba tanto recibirlo como darlo. Le conduje de nuevo hasta la cama.

  • Ponte a cuatro patas... quiero ver ese culito... –ordené yo.

  • No, no... eso no. No he hecho nada por ahí aún... -dijo algo nervioso. Pero sabía que no tenía que hacerle caso.

Tiré suavemente de él hasta tumbarle en la cama de espaldas. Empecé a acariciarle los hombros, la espalda... las piernas, los pies... Eloy se retorcía por mis caricias. La próxima parada fueron sus blancas y prietas nalgas. Sin dejar de acariciarlas, uno de mis dedos empezó a jugar con su agujerito. Eloy estaba caliente y dilatado... perfecto para el siguiente paso...

  • No, no... por favor... por favor... –imploró Eloy cuando sintió la cabeza de mi polla rozando su ano.

  • Está bien... –susurré.

Pero que me rindiese y no le metiese la polla, no quería decir que fuese a perderme el placer de desvirgar su apetecible culito. Así que uno de mis dedos siguió jugando en su dilatado ano hasta lograr que empezase a penetrar en él.

Eloy empezó a disfrutar de la penetración y levantó sus caderas dejando a mi entera disposición su culito. Besé sus nalgas. Al cambiar de posición, Eloy empezó a masturbarse mientras mi dedo entraba y salía de su culo. Yo seguí su ejemplo y empecé a cascármela sin apartar la vista de aquel culito adolescente.

  • ¡Ahhhhhhhhh! –Gimió Eloy.

  • Te gusta que jueguen con tu culito... me lo suponía... –susurré con una sonrisa pícara.

  • Algún día me la meterás... –Eloy estaba realmente caliente.

  • Eso es... lo que tú necesitas es una buena polla entrando en tu culo...

  • Una buena polla como la tuya... –balbuceó entre jadeos.

  • O como la del chico de la recepción... ¿no te gustaría que te la metiese?

  • ¡Ohhhh! –Gimió Eloy-. Me gustaría...

  • Seguro que tiene una buena polla, larga y especialmente gruesa, de piel muy morena y bello negro...

  • Síííííí...

  • Imagínatelo... el chico de la recepción follándote, metiéndote la polla por el culo y tú mientras comiéndomela a mí...

  • ¡Ahhhhhhhh! Me corro... –gritó Eloy.

Aceleré el ritmo de la paja que me estaba haciendo y empecé a correrme sobre el culo y la espalda de Eloy. Con el contacto de mi mano acariciándole su espalda cubierta de semen caliente, él también empezó a correrse sobre las sábanas...

Sin decir nada se giro, cogió uno de los dedos que estaba acariciando su espalda y se lo llevó a la boca. Me estremecí.

  • Ven... -le dije arrastrándole hacia el baño...

En la ducha, Eloy volvió a comerme la polla y consiguió que se me pusiese dura de nuevo. Me la chupó hasta hacerme eyacular y la dejó totalmente limpia. Todo un experto.

Tras la ducha, volvimos a la cama y tras apagar la luz nos arropamos. Le abracé.

  • Esta ha sido la mejor forma de acabar una noche que prometía ser horrible... –susurró antes de plantarme un beso en los labios.

  • Me alegro de haber compartido contigo algo más que secretos, mi niño...

Nos besamos justo antes de caer dormidos.

Continuará...