La vida de otro (51: Haciendo el primo)

Después de su encuentro con su vecino, Juan deberá afrontar una nueva situación compliacada, los primos de Sergio vienen de visita.

  1. HACIENDO EL PRIMO

No fue hasta el día después de mi visita a casa de Víctor cuando empecé a hacer balance de lo que había sucedido la noche anterior. Cuando decidí quitarme los boxers delante de mi vecino con toda la cara dura del mundo, Víctor entendió que efectivamente mi visión de la homosexualidad no se parecía en nada a la de Sergio. Digamos que dedujo que yo era ligeramente más abierto... de miras.

Desde el día que vimos a Víctor en el rellano cuando estábamos con el agente de la inmobiliaria echando un vistazo al piso, no hubo duda de que Víctor entendía. No es que perdiese más aceite que José Manuel Parada, pero era bastante evidente que mataría por una buena polla. Por lo tanto, lo que vino después, mi visita a su casa y mi posterior striptease, eran bastante previsibles. Tan previsibles como la respuesta de Víctor al verme desnudo en el comedor de su casa. Y es que la propia palabra ya lo dice, ¿para qué sirve un comedor? Pues para comer, y eso es lo que hizo Víctor... comerme la polla. Y no se puede decir que lo hiciese mal, más bien al contrario, era todo un experto mamador.

Sin vacilar, me lanzó sobre el sofá y clavó sus rodillas en el suelo clocándose entre mis piernas. Con una mano sujetó la polla mientras que con la otra me acariciaba los huevos. Sus labios se cerraron con fuerza sobre el glande de mi durísima verga y empezaron una intensa mamada. No sólo chupó y succionó con hambre de días, si no que su lengua recorrió desde el glande de mi polla hasta mi culo.

Mientras, pude ver como Víctor se había abierto el albornoz y se estaba cascando la polla, bastante larga pero muy delgada y operada. Cuanto más aceleraba el ritmo de su paja, más intensa era la mamada. A pesar de todo, aquella sesión de sexo oral fue memorable.

Cuando estaba apunto de correrme le avisé y tal como había previsto, Víctor se apartó y terminó la faena masturbándome con energía. Mi corrida, después de semanas sin sexo "de verdad", fue toda una explosión. Me corrí con tanta fuerza que además de inundar mi pecho de leche, salpiqué hasta el respaldo del sofá.

Y ya lo dicen, tras la corrida viene la calma. Después de que se corriese, Víctor me miró y supongo que debió percatarse de que mis ganas de seguir jugando se habían esfumado al primer asalto, así que no intentó nada más. Se volvió a anudar el albornoz y me trajo una bata para que me tapase con algo mientras mi ropa se secaba en la secadora.

Cuando volvió del cuarto de la lavadora, me ofreció algo de beber y nos sentamos de nuevo en el sofá. Entonces surgió el tema... el tema que había estado evitando durante meses... las definiciones respecto a la sexualidad.

  • Así que eres bi... vaya, yo que pensaba que eras un hetero irremediable.

  • ¿Bisexual? No sé... nunca me lo he planteado así...

  • ¿No te gustan las chicas?

  • Sí, sí... de hecho tengo novia... –dije yo avergonzado.

  • Vaya, pues debe tenerte bastante desatendido, porque llevabas un calentón...

  • Me tiene muy desatendido, pero esto no tiene nada que ver con ella. De hecho, no debería comportarme así si estoy saliendo con ella...

-No te agobies Juan, el sexo es una necesidad fisiológica más y como tal hay que satisfacerla. Nos empeñamos en darle al sexo una carga moral que no tiene por sí mismo.

  • ¿Y qué me dices del respeto que se presupone que debes tenerle a tu pareja? –Contraataque yo.

  • Tonterías... tu polla no entiende de esas cosas. Si tu novia no te atiende y a ti te apetece probar con un tío, no haces mal a nadie... ella no tiene porque saberlo. Si supieses la de tíos casados y con novia que me he follado...

  • No dudo que los haya, de hecho yo estoy entre ellos, pero no sé si es esta la vida que me apetece vivir...

  • Bien, es muy loable que pienses en mejorar tu situación personal, pero mientras hazme caso, no te prives de nada, el sexo está para disfrutarlo...

No respondí. Víctor era buen tío, y seguro que me dijo toda aquello con buena intención, pero sin lugar a dudas no era muy buen consejero, o al menos no era eso lo que necesitaba oír. Pensar en acabar viviendo una doble vida como los hombres casados con los que Sergio había follado a lo largo de su vida, me revolvió el estómago. Pero ¿qué otra cosa puedo hacer? Bueno, sí... hay otra cosa que puedo hacer ante una situación así, pero esa opción ni si quiera me la planteo ahora mismo.

Víctor seguía intentando convencerme de las ventajas del sexo por el sexo con otros hombres, supongo que para llevarse él una parte, cuando oímos la puerta de nuestro piso. Carlos había vuelto del trabajo. Me disculpé con mi vecino y después de volverme a poner la ropa seca, volví a casa.

Saludé a mi hermano y entré en el baño para darme una ducha, ahora mucho más relajado. La cabeza seguía dándome vueltas y me recriminaba a mí mismo ser tan cabrón con Natalia. El mismo día que volvíamos a estar juntos yo lo celebraba dejando que mi vecino me comiese la polla. Víctor había sido una solución de emergencia, en otras circunstancias hubiese salido huyendo de una proposición sexual suya. Claro que... si Natalia no me hubiese dejado, una vez más, con el calentón, seguro que yo no hubiese acabado con la polla en la boca de Víctor. ¿Le estaba echando la culpa a Natalia? No, no... pero se podía decir que la culpa de lo sucedido no era sólo mía. El que algo quiere, algo le cuesta... y Natalia no estaba poniendo demasiado de su parte.

Salí de la ducha y empecé a secarme. Me miré al espejo, pasé la toalla por mi cara, como intentando borrar algo, una sensación, un recuerdo... Natalia también era responsable de mi actitud... empezaba a sentirme mejor. Sonreí.

El día después transcurrió con relativa normalidad hasta que cayó la noche. Durante el día me estrené como jurista en mi primer caso como abogado de oficio. Se trataba de llevar la defensa de un implicado en un robo a una tienda de teléfonos móviles de Barcelona. Un caso que nunca se verá en "Ally Mcbeal" pero que constituía una buena forma para empezar a ejercer.

En el despacho el ambiente fue frenético durante todo el día, ni si quiera tuve tiempo para mi habitual almuerzo con mi compañero de trabajo, así que le pedí a Valeria que me trajese algo de comer al despacho. Fue al terminar la jornada cuando volví a coincidir con Ángel.

  • Hola tío, me preguntaba si me podías acercar a casa, tengo el coche en una revisión oficial y Roberto no ha acabado aún...

  • Claro, yo te llevo –contesté casi sin dejarle terminar -. Si que trabaja Roberto ¿no?

  • Pues creo que tiene una reunión con el abogado de la acusación en un caso de violación que está llevando. Un abogado que por lo que me ha contado la secretaria de Roberto, tiene 25 años es moreno, cuerpo de gimnasio, sonrisa perfecta, simpatía arrolladora y una más que evidente homosexualidad... –soltó Ángel resoplando.

  • ¡Vaya! Si no fuese porque te conozco, diría que estás celosillo... –bromeé yo-. Tranquilo hombre, que seguro que es una reunión estrictamente de trabajo.

  • ¿De trabajo? De trabajos manuales diría yo... el próximo novio que me busque me lo buscaré realmente feo, para que nadie se fije en él... jejeje.

  • Bueno, no pienses en un próximo, aún sales con Roberto...

  • ¿Ah sí? Que cosas... siempre que estoy a tu lado se me olvida que tengo pareja –bromeó Ángel.

De camino a casa de Roberto y Ángel, en Vil·la Olímpica, mi amigo sacó a relucir el tema de la semana, mi vuelta con Natalia.

  • ¿Y qué tal con tu novia?

  • Bien, definitivamente hemos vuelto... –dije yo fingiendo una sonrisa.

  • ¿Hubo tema?

  • ¿Tema? -Pregunté sin entender demasiado bien la pregunta.

  • Joder Juan, contigo no puedo ser suave... quiero decir que si te la follaste.

  • Mmmmm... –dudé, no sabía que contestar ante aquella pregunta tan... directa.

  • Ya veo, la duda te descubre... tu polla subió más que la inflación en agosto y Natalia hizo lo que hace el Gobierno del PP... mirar hacia otro lado.

  • Jejejeje... que gilipollas eres tío... –reí yo.

  • Puedo imaginar la escena... tú metiéndole mano en estos mismos asientos de cuero, mientras ella gritaba "¡Oh, no! Por Dios Juan, esto es pecado. ¡No, no! No me toques ahí, soy virgen... soy la Virgen"... jajajaja.

-Jajajaja... –no puede contener una carcajada. Sin ser exactamente como lo describía Ángel, lo cierto es que mi encuentro con Natalia fue bastante parecido.

  • Ves, si es que soy adivino... eso te pasa por no ser de mi club, aquí se vive mucho mejor. Sólo tienes que gritar: "¡Quiero follar!" y follas.

  • ¡Quiero follar! –grité yo entre risas.

  • Jejeje... no lo vuelvas a hacer o no respondo –dijo Ángel con una sonrisa maliciosa.

  • Quién sabe, igual es lo que necesito... –dije posando mi mano sobre la pierna de Ángel.

  • Ufffff... por tu bien Juan, quita esa manita de ahí, o si no...

  • ¿O si no qué? –dije mientras mi mano escalaba por su pierna.

  • ¡Juan! Basta de provocar... jejeje.

  • Soy un provocador nato... jejeje –añadí mientras retiraba mi mano.

Para ser justo, debo decir que mi intención en aquel momento distaba mucho de buscar un contacto sexual con Ángel, simplemente me decidí a seguir su juego de provocaciones. Ángel, no es feo, es más, tiene suficientes atractivos para que pudiese fijarme en él, pero lo cierto es que no me despierta un interés digamos sexual. Pero además de eso, le valoro demasiado como amigo, o al menos como proyecto de buen amigo, para estropearlo todo por un polvo. Ya he estropeado demasiadas relaciones de amistad por un polvo y empiezo a estar convencido de que hay cosas en la vida que deben estar por encima del sexo... aunque cueste de creer.

El sonido de mi teléfono móvil interrumpió nuestras risas. De nuevo identidad oculta. Respondí con el manos libres.

  • ¿Sí? –No hubo respuesta, sólo silencio. De fondo sólo un lejano ruido de voces, de gritos, de jaleo...- ¿Diga?

Quien fuese el o la que estaba al otro lado de la línea volvió a colgar. Y sin dejar pasar apenas unos segundos, el teléfono volvió a sonar. Sin vacilar, lo apagué.

  • ¿Lo apagas?

  • Sí, empiezo a estar harto de estas llamaditas. Ayer me hicieron lo mismo. Es obvio que el que se dedica a llamarme no se ha equivocado de número...

  • Quizás algún gracioso –balbuceó Ángel.

  • O quizás no...

Dejé a mi amigo en su casa y enfilé la calle Marina camino de la mía. Hasta ese punto había sido un día tranquilo, si exceptuamos las llamadas al móvil, pero ha partir de entonces los sobresaltos empezaron a encadenarse. El primero de ellos lo tuve al llegar a casa. Carlos vino a mi encuentro nada más oírme poner la llave en la cerradura.

  • Te he estado llamando... –dijo mi hermano con un tono de voz extrañamente bajo.

  • Tenía el móvil apagado –respondí sin dar más explicaciones.

  • ¡No me digas! Algo he sospechado cuando me ha respondido la voz sensual de una chica con el misterioso mensaje de "el móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura en este momento" –bromeó Carlos.

  • ¿Ensayas tu repertorio para ir a un programa de monólogos de humor de tele? –Dije yo intentando quitarme de encima a mi hermano.

  • No, no... el humor se lo dejo a mi hermano payasete... jejeje –dijo Carlos entre risas- Sólo quería advertirte que la llegada de los primos de Sergio se ha adelantado...

  • ¿Adelantado? ¿Cuánto se ha adelantado?

  • Mucho... tanto que ya están en Barcelona.

  • ¿Tres miembros de la familia González-Salas juntos en la misma ciudad?

  • En la misma casa... Sergio y sus primos están en el salón.

Continuará...