La vida de otro (45: Todo llega)
Juan cena con Ruth, Jesús y Natalia para decidir algo sobre sus vacaciones en París. De vuelta a casa, se encontrará a su hermano en una situación comprometida...
- TODO LLEGA
En la recta final del mes de julio, a pocas horas de mi merecido descanso, seguía sin saber que iba a hacer. Lo cierto es que después de un fin de semana realmente aburrido dedicado casi exclusivamente a poner en orden, junto a Carlos y a Sergio, la leonera en que se había convertido nuestra casa, no había tenido demasiado tiempo para solucionar el problema.
A media semana me propuse darle una respuesta a Ruth sobre su invitación para pasar parte del mes de agosto en París. Cuando llegué al despacho, la llamé para invitarla a ella y a Jesús a cenar en un restaurante del centro esa misma noche y así poder discutir el tema del viaje. Cuando Ruth aceptó la invitación, llamé a Natalia y la invité a la cena. Preferí no decirle nada del viaje por teléfono y sorprenderla más tarde. No estaba seguro de que Natalia fuese a aceptar mi invitación, pero por mi parte pensaba que unos días con ella, lejos de todos nuestros problemas, nos podrían venir bien.
El plan de acogida había ido realmente bien, y ahora que estaba a punto de finalizar, Ricardo me pidió que nos reuniésemos en su despacho justo antes del almuerzo.
¿Qué querías? interrogué yo nada más entrar a su despacho.
Pues saber qué tal ha ido todo... respondió mientras me indicaba que tomase asiento.
Bien, bien... todos han sido muy amables conmigo, aunque lo cierto es que estoy deseando empezar...
Perfecto... dijo mi padre con una sonrisa-. El mentor que te asignamos me ha dado unos informes excelentes sobre ti. Por lo de empezar a ejercer no te preocupes, cuando volvamos de las vacaciones de agosto, empezarás a trabajar de verdad.
¿Volvamos? ¿Tú también te vas?
Sí... creía que te lo había comentado. Sara y yo nos vamos a las Seychelles. Aunque me han dicho que es un destino algo trillado, a Sara le entusiasma la idea de visitar las Islas Seychelles.
Cierto, algo me habías dicho... ¿y quién se quedará al mando?
Pues algunos de los otros socios, entre ellos Roberto. La firma está arrancando y no es cuestión de que nos vayamos todos.
Pues vaya, vas a cargarte las vacaciones de Ángel... dije yo con resignación.
Supongo que lo dices porque ya sabes que Roberto y Ángel son pareja.
Eso es...
Bueno, pues que le vamos a hacer, la próxima ocasión me tocará a mí sacrificarme. Por cierto, ¿qué tal te llevas con Ángel?
Bien, muy bien... es un chico muy trabajador y nos hemos ayudado mucho.
Me alegro de que tu opinión sobre los gays haya cambiado tanto desde la última vez que hablamos del tema.
Mi vida ha cambiado mucho desde entonces... dije sin más.
¿Y eso? Preguntó mi padre sorprendido.
Pues me refiero a que algunas veces la vida te enseña a ver las cosas de otra forma aclaré.
Dicen que de todo se aprende ¿no? Incluso de los errores... pero tu no habrás cometido ningún error ¿verdad?
No me gustó aquella pregunta, además de inoportuna, era realmente malintencionada.
¿Un error? Pregunté yo sin dar crédito a su pregunta.
Sí, me refiero a que si te ha sucedido algo que ha hecho cambiar tu opinión respecto a la homosexualidad...
Mi espectacular bronceado veraniego se convirtió por unos instantes en un blanco de rigor mortis. Me jodió la pregunta de Ricardo, no sólo por lo que tenía de íntima, si no porque venía de alguien que se enorgullecía de tener amigos homosexuales. ¿Error? Me hubiese gustado soltarle a mi padre que si por error se refería a follarse a un tío, yo había cometido muchos errores, y lo que era más importante, empezaba a no arrepentirme de ellos.
No, claro que no... mentí yo.
Juan... dijo mi padre cuando abrí la puerta de su despacho.
¿Qué?
Recuerda que mañana empiezan tus vacaciones.
Salí de su despacho con el corazón en la garganta. ¿A qué había venido aquello? Era obvio que Ricardo sabía de mi ruptura con Ana, pero además de eso, no creo que supiese nada más, a no ser que... Carlos le hubiese contado durante su encuentro detalles de mi extraño comportamiento. ¡Qué les jodan! ¡Qué les jodan a todos! A pocas horas de mis vacaciones, no iba a dejar que nada me las estropease.
Aproveché la hora del almuerzo para despedirme de Ángel y desearle unas buenas vacaciones. Aún sin Roberto, iba a irse unos días a Disneyland París con un amigo. ¿Estaría a salvo su fidelidad?
Por la tarde, después de entregarle a Valeria la jurisprudencia sobre delitos de estupro que me habían encargado desde el departamento de Penal, recogí mis cosas de la improvisada mesa-despacho que me habían asignado, y salí del bufete.
Llegué a mi casa con tiempo para ducharme y vestirme. Carlos no había llegado aún, y Sergio ya se había ido a Madrid de vacaciones. ¡De vacaciones a Madrid en agosto! Bueno, según él, iba a ver a sus abuelos, pero yo creo que realmente iba a visitar la tumba de su ídolo... Franco.
Recogí a Natalia y llegamos al restaurante siete minutos antes de la hora acordada, empezaba a tener puntualidad de abogado. Ruth y Jesús llegaron casi al mismo tiempo.
Juan, tío... me alegro de volver a verte dijo Jesús mientras me daba un abrazo.
Yo también... mmmm... ¿perdona cómo te llamabas? Bromeé yo.
Jejejeje... cabrón.
Bueno, chicos, os presento... ella es Natalia, una amiga muy especial. Natalia, ellos son mis amigos Ruth y Jesús.
Besos de rigor, miraditas de curiosidad y alguna sonrisa forzada. Nos sentamos a la mesa y pedimos la carta.
Bien, ¿has decidido algo sobre mi propuesta? Interrogó Ruth.
Todavía no, por eso he invitado a Natalia esta noche.
¿Por qué? Preguntó ella sorprendida.
Verás, Ruth y Jesús me propusieron irme a pasar unos días a casa de los abuelos de Ruth a París, y me preguntaba si querías venirte con nosotros.
Saldremos mañana por la tarde, si os decidís seguro que aún podemos encontrar algún vuelo. De eso me ocupo yo añadió Ruth.
Natalia me miró con cara de "¡y me lo dices ahora!".
Bueno... yo... no sé, con tan poco tiempo para preparar las cosas...
Yo no tengo nada listo aún, pero tienes toda la mañana... dije yo con una sonrisa.
Va anímate mujer, los abuelos de Ruth se vienen a la Costa Brava y nos dejan un ático fantástico en el centro de París... añadió Jesús.
Lo siento pero no puedo... Natalia se puso muy seria, parecía que la situación le incomodaba.
Natalia, por favor, nos vendría bien estar juntos unos días, lejos de todo esto...
Me miró con frialdad y mientras se levantaba de la mesa dijo:
Si me disculpáis...
¡Natalia!
Me levanté y la seguí hasta el hall del restaurante.
¿Qué te pasa?
¡Joder Juan! ¿Pero tú te crees que es normal que me sueltes lo del viaje el último día, y encima delante de tus amigos?
Natalia, no empecemos, no he tenido tiempo de consultártelo desde que me lo dijo Ruth hace uno días. Pero si quieres venir, aún estás a tiempo...
No, no hay tiempo. Debería hablarlo con mis padres, pedirles dinero, y aún quedaría Rafa y su rehabilitación. Me comprometí a ayudarles...
Yo puedo hablar con tus padres, el dinero no es problema y por lo de Rafa, seguro que pueden arreglárselas durante unos días...
No, no...
Natalia, me encantaría pasar un tiempo a solas los dos, en un ambiente propicio para lo nuestro. Necesitamos darnos una oportunidad.
Mi familia es lo más importante en este momento, Juan. Si quieres estar conmigo estas vacaciones, no te vayas a Francia con tus amigos.
Quiero unas vacaciones de verdad...
Tú siempre has estado acostumbrado a las cosas "de verdad" dijo lanzándome una mirada de desprecio- pero así no se hacen las cosas, Juan.
Natalia, quiero que vengas conmigo... dije yo sin estar demasiado seguro de mis palabras.
Buenas noches, Juan respondió mientras caminaba hacia la salida del local.
Si sales por esa puerta, no habrá más oportunidades Natalia me miró con una fingida indiferencia y sin responderme salió del restaurante.
Cuando la puerta del local se cerró tras ella, algo me dijo que aquello no iba a terminar así.
¿Y Natalia? Preguntó Ruth cuando volví a la mesa.
Chicos, me temo que sólo iré yo a París...
Quizás deberías haber hablado con ella antes murmuró Jesús.
Quizás, pero con Natalia nunca acierto, si la sorprendo me dice que debería haberla avisado, si lo tengo todo previsto me dice que no improviso, si tengo ganas de estar con ella, sospecha, si paso de ella, se enfada...
Mujeres... soltó Jesús con una irónica sonrisa.
Hombres... respondió Ruth mirándole con una mirada amorosamente aniquiladora.
Al menos Jordi y Toni sí vendrán ¿no? Interrogué yo pensando que aún podía salvar mis vacaciones.
Pues Jordi ya nos ha dicho que sí, pero Toni no vendrá, ya tenía planes para irse a Ibiza con un amigo suyo respondió Ruth.
¿Un amigo? pregunté sin poder evitarlo.
Sí, no sé nada más... respondió Ruth con una mirada cómplice.
Cenamos mientras nos poníamos al día de todo lo que habíamos hecho en esos últimos meses. Lo cierto es que recuperamos el buen rollo con cierta facilidad.
Cuando terminamos de cenar, acordamos que Ruth me llamaría al día siguiente para confirmarme si había podido encontrar plaza en su mismo vuelo.
De camino de vuelta a casa, no pude dejar de pensar en las vacaciones de Toni con ese amigo suyo en Ibiza. Me había jodido la noticia. Toni no era nada mío, eso estaba claro, pero aún así, me había encendido saber que había preferido irse con un amigo a Ibiza que venir a París conmigo. Cuando subía por las escaleras, sonó mi teléfono móvil. Era David.
¿Qué quieres?
Hola Juan, antes de nada déjame que me disculpe por mi comportamiento del último día...
¿Qué quieres? Repetí con brusquedad.
Pues había pensado que, como Mónica se ha ido a Madrid, pues podríamos vernos... -su aparente cambio de actitud me hizo dudar. Estaba a punto de ceder.
¿Vernos para qué?
Para follar, estoy con un amigo, Héctor, creo que ya te hablé de él... ¿te gustaría comerte dos pollas a la vez?
¿Quieres hacer un trío?
Sí, me encantaría...
Pues entonces coge el coche y vete a una granja de cerdos, así tendréis el tercero.
Intuyo que eso es un No...
Que te jodan David.
Y colgué. La rabia me encendió por dentro. Esta vez, David sí había logrado desconcertarme. O bien se había inventado lo del trío para despertar verdadero rechazo en mí, o bien lo del trío era cierto y David se había fumado lo que sentía por mí. Fuera como fuese, me dije a mí mismo que no iba a desperdiciar un segundo más de mi vida por David, ni si quiera para odiarle. Lo único que podía sentir por él era pena.
Entré en el piso sin hacer ruido, Carlos podía estar durmiendo. Al cruzar la puerta me pareció ver el reflejo de la luz del televisor en el comedor y me acerqué lentamente. Me asomé cuidadosamente y vi a Carlos sentado en el sofá, de espaldas a la puerta, justo delante del televisor. En la pantalla, un zorrón rubio con tetas de silicona se la comía a un negro con un pollón inmenso. Los ligeros y rítmicos movimientos que hacía Carlos delataban que es lo que tenía entre manos.
Volví a la entrada sin hacer ruido, abrí la puerta con suavidad y la cerré de golpe.
- ¿Hola? grité mientras volvía al comedor.
Como había previsto, Carlos sólo tuvo tiempo de detener el reproductor de DVDs y subirse los pantalones.
Hola... repetí cuando lo tuve delante de mí.
Perdona, no te había oído... musitó Carlos con cara de susto. Se le veía nervioso, sudado, con la ropa removida.
¿Qué hacías? Interrogué yo para hacerle sufrir un poco más, ¿no quería medirme la polla en casa de Rosa? Pues ahora que no se cortase por estar viendo una peli porno.
Pues nada... estaba viendo la tele...
Miré de nuevo a la pantalla del televisor, el mensaje del menú del DVD era lo único que se podía leer: "Presione Play para continuar con la reproducción".
¿Viendo una película? dije yo señalado el televisor.
¿Eh? No, no... respondió mi hermano sin saber que decir.
A ver que estabas viendo...
Esquivé a Carlos y me lancé a por el mando a distancia que estaba sobre el sofá. ¿Dónde sino? Cuando alguien se hace una paja viendo un video, el mando a distancia siempre está muy a mano.
- ¡Juan no, por favor!
Demasiado tarde, la rubia tetona volvía a estar comiéndole la polla al negro.
Vaya, documentales de National Geographic sobre la procreación de la especie. Muy interesante... jejeje. ¿Y para eso tanto secretismo?
Ya, ya... no sé, me ha dado corte... dijo Carlos visiblemente avergonzado.
Tío, que pajas nos las hacemos todos. Bueno yo me voy a mi habitación, te dejo que termines con lo que tenías entre manos... jejeje.
¡No! soltó Carlos antes de que saliese del comedor.
¿No qué?
Quédate y la vemos juntos...
No tuvo que decírmelo dos veces. Nos sentamos cada uno en un sofá y clavamos la vista en el televisor. Esta vez un revisor de la empresa del gas abusaba sexualmente de una siliconada ama de casa.
Joder, como le come la polla ¿no? murmuró Carlos.
Sí...
Me encantaría que me comiesen la polla de esa forma...
Y a mí... y a mí comerme esa polla quise decir, aunque no lo dije.
¿Tú te llegas a la polla?
¿Qué si me llego a la polla? Interrogué perplejo.
Sí, quiero decir que si te llegas con la boca a la polla...
Pues no, no creo... dije yo con sinceridad-. ¿Y tú?
Pues ahora ya hace tiempo que no lo pruebo, aunque seguramente ya no me llegaría, he perdido flexibilidad con el tiempo...
¿Antes te llegabas? Pregunté con un hilo de voz.
Cuando tenía 14 o 15 años sí...
¿Y te comiste alguna vez a polla?
Pues... sólo llegué a rozar el glande de la polla con la lengua.
Joder que puntazo ¿no? ¿Y no te dio asco?
Que va tío, es mi polla... si me llegase ahora, me la comería sin dudarlo...
Una voz en mi interior me decía que no hacía falta que Carlos se operarse para quitarse dos costillas y practicase la autofelación... ¡yo podía ayudarle!
Joder tío... estoy súper caliente dijo Carlos posando de nuevo su vista en la peli porno-. ¿Te importa que continúe con la paja que me estaba haciendo?
Adelante... dije yo casi sin voz.
Se incorporó ligeramente y se bajó de un tirón los pantalones cortos que llevaba. Sentado en el sofá, pude ver como Carlos se quedaba en unos slips blancos de algodón. El bulto que se intuía era muy prometedor. Bajo la tela se marcaban sus grandes huevos y una polla en semierección que apuntaba hacia abajo y levantaba una irresistible carpa en su entrepierna. Cuando Carlos se bajó el slip, la imagen que, desde el día en que me masturbé con su ropa interior, había estado esperando, se mostró ante mis ojos incrédulos. La polla de mi hermano, la que había visto fugazmente mientras su novia se la comía, se mostraba ahora sólo para mí. Una polla larga, de unos 18 cm bien medidos, especialmente ancha y gruesa, y muy regular y proporcionada. Cuando terminó de quitarse el slip, la polla de mi hermano ya estaba completamente dura y la piel de su glande se había descubierto totalmente, dejando una polla perfectamente descapullada, casi de peli porno. La imagen no podía ser más irresistible, el rabo de mi hermano estaba totalmente empalmado e incluso húmedo por el precum. Carlos empezó masturbarse con su mirada clavada en el televisor.
- ¿Y tú? ¿No te haces una paja? Murmuró Carlos mientras me miraba con su polla en la mano.
Continuará...