La vida de otro (4: Mis amigos)

Después de una cena entre amigos, Toni le propondrá a Juan que se deje hacer una mamada.

  1. MI AMIGOS

El miércoles después de salir de la facultad, y con la lógica intención de no volver tan pronto a casa para evitar ese ambiente irrespirable, me apunté a una cena que había organizado Pedro en su casa.

A Pedro lo conocí en la facultad de Derecho, pero acabó dejando los estudios y ahora trabaja en una tienda de ropa. Él es el punto de unión en un grupo de amigos tan variado como éste. Algunos nos conocimos en el instituto y otros se han unido algún tiempo después como es el caso de Pedro y de Raquel, su novia. Pedro está, como se suele decir, muy bueno, un cuerpo 10 con una personalidad arrolladora, es simpático y muy sociable.

Raquel además de su novia, es la mejor amiga de Ana. Raquel ha envidiado siempre a mi novia por algo que es más que evidente. Raquel es bastante menos agraciada físicamente, y encima es una arpía. Es de aquel tipo de amigas de las que nadie se puede fiar. Extraña pareja.

Además de ellos, en la cena estarían Ana, Toni, Jordi, Jesús y Emma. No estaríamos todos, pero qué se puede esperar en una improvisada cena entre semana. Jordi estudia derecho conmigo, tiene 22 años y sin ser guapo, tiene algo especial, seduce a le gente más con su intelecto que con su físico. Jesús es uno de aquellos amigos de toda la vida, aunque cuando empecé a salir con Ana nos distanciamos bastante. Jesús estudia Administración y Dirección de Empresas y toca en un grupo de pop, nada conocido por supuesto, aunque que se hagan famosos es cuestión de días, como dice él.

Y por último, Emma. Una chica que sin ser guapa, liga todo lo que quiere. Desborda entusiasmo, simpatía y vitalidad. Emma trabaja de teleoperadora, aunque según ella, esto es sólo un paréntesis, porque quiere volver a estudiar.

Al llegar a casa de Pedro, ya casi habían empezado a cenar, la puntualidad no es mi fuerte. Ana ni siquiera me saludó. Mientras Raquel me lanzaba miradas inquisitivas como si quisiese fundirme. La cena fue rápida y amena. Mientras, Pedro y Emma explicaban anécdotas de su trabajo.

Después de cenar, cuando estaba dejando unos vasos en el lavavajillas, Raquel entró en la cocina.

  • Vaya, nuestro querido Juan haciendo tareas domésticas. –Se burló al verme.

  • Deberías practicar viendo Siete Vidas, la ironía no es lo tuyo.

  • No es mi ironía lo que me preocupa. Me preocupa mi amiga. Ana no lo está pasando bien.

  • Pues deja de preocuparte, Ana y yo nos las arreglamos solitos. Cuando necesite consejera llamaré a Isabel Gemio.

  • Vaya, ¿ahora quien es el irónico? Sólo quiero advertirte, como le hagas daño a Ana te las verás conmigo.

Sin ni si quiera contestar a esas amenazas de película del multicine de Antena 3 , dejé a Raquel en la cocina y entré en el comedor. Lo que escuché me dejó helado.

  • Así que eres gay Toni... jeje. Era un secreto a voces, pero ¿por qué no lo habías dicho antes?- preguntó Emma.

Mi cara se puso completamente pálida, no daba crédito a mis oídos y empecé a temer que Toni hablara de nuestra conversación en el coche.

  • Supongo que fue porque esperaba a tener las ideas más claras. -Contestó Toni mientras me lanzaba una mirada fría.

  • Vaya tío! Jejeje... Lo que se debe follar siendo gay.- Bromeó Pedro y todos rieron.- Con lo viciosillos que somos todos los tíos.

  • Prueba y verás – Le contestó Toni en tono de burla.

  • Ehh! Que en eso yo tengo mucho que decir- Sólo me faltaba que mi novio se hiciese gay. – Añadió Raquel entrando en el comedor.

Pero al poco rato de conversación mis miedos se disiparon, Toni no hizo referencia alguna a nuestra conversación y a sus sospechas. Ana se sentó a mi lado y me besó tiernamente en los labios, en un gesto de acercamiento y arrepentimiento.

La cena y la conversación posterior sirvieron de bálsamo, o mejor dicho de super-glue, para recomponer la relación con Ana, y para que una parte de mi vida volviese a encauzarse. Eso me dio una falsa confianza. Al despedirnos Ana se fue en el coche de Emma porque las dos viven en el centro de Barcelona. Pedro y Raquel se quedaban allí, más que nada porque esa era su casa. Y Jordi se llevó a Jesús en su coche porque le venía de paso dejarlo en su casa. Y aunque hubiera querido no se habría podido llevar a nadie más, inconvenientes de tener un smart.

Cuando iba a recoger mi chaqueta alguien me dijo:

  • ¿Me llevas? No he traído el coche, mis padres lo necesitaban.

Y allí estaba Toni, con una mirada entre la tristeza y la excitación, con su pelo rubio despeinado, con una sonrisa que invitaba a mirar sus labios. Con una camiseta Armand Basi ajustada, con unos vaqueros que dibujaban sus fuertes piernas... que insinuaban un prometedor paquete...

  • Tío! ¿Me llevas o no? Prometo dejar las manos quietas... jeje- Dijo en tono burlón.

Y como regresando de una visión mágica respondí:

  • Sí claro.

Por el camino se respiraba cierta tensión en el ambiente, pero Toni volvió a pedirme perdón por el malentendido, y se disculpó diciendo que yo era muy atractivo y que se había dejado llevar.

  • Ya sabes -me dijo- debe ser por esa teoría que tenemos los gays de que un hetero nunca diría que no a según que...

En ese momento estábamos saliendo de Barcelona camino de casa. Yo le miré brevemente e impulsado por un extraño deseo pregunté:

  • ¿No diríamos que no a qué?

  • Pues eso, que en un calentón, siempre he pensado que un hetero accedería a que otro tío se la chupase...

No sé que fue lo que me llevó a hacer algo así, sus palabras habían producido en mí una especie de descarga. Accioné el intermitente a la derecha, reduje la velocidad y dejé la carretera por la que circulábamos adentrándonos en un estrecho camino de tierra. Cuando la carretera me pareció estar lo suficientemente lejos, detuve el coche y apagué el motor.

Continuará...