La vida de otro (3: Mis padres)
Juan finalmente rechaza a su amigo y termina masturbándose solo.
MI PADRES
¿Pero que dices tío? En esos momentos estaba helado, clavado al asiento.
Pues lo que oyes, te has pasado la noche insinuándote y metiéndome mano. No sé, últimamente te veo distinto Juan. Conmigo puedes ser sincero, supongo que ya te habrás dado cuenta.
¿Cuenta? ¿cuenta de qué? -Mi cara había cambiado por completo y no atinaba a decir nada más largo.
Juan tío... soy gay -Y diciendo esto posó su mano sobre mi hombro.
¡Muy bien! Prefecto. -Grité yo en tono de burla- ¿Y porque tú seas gay los demás tenemos que serlo? al decir esto él apartó de golpe su mano.
No, no... claro que no, pero después de lo de esta noche, no sé... lo habré malinterpretado.
¡Pues claro que lo has malinterpretado! Lo siento pero no tengo ganas de seguir hablando de este tema, llévame a mi casa.
Al llegar a casa volvieron a asaltarme las dudas. No podía dejar de pensar en la cara de Toni al ver mi reacción. Empecé a preocuparme de que los demás pudiesen enterarse de lo sucedido. Pero mi polla no decía lo mismo que mi cabeza, sin querer darme cuenta me había empalmado desde que Toni había puesto su mano tan cerca de mi paquete.
Para quitarme de la cabeza toda esa mierda me puse a navegar por Internet, miré el correo, y casi sin darme cuenta tenía la polla fuera del pijama y me estaba haciendo una paja. Entré en una web porno hetero y empecé a ver fotos. Las tías perdieron el protagonismo que siempre habían tenido en mi mente y empecé a fijarme en las pollas de los tíos. En sus culos, y en esos sus cuerpos, en sus piernas...
No era la primera vez que me fijaba en los tíos de las webs porno, pero nunca antes me había puesto tan caliente, o por lo menos nunca antes me había dejado llevar tanto por mis propios impulsos sexuales. Continué masturbándome, descubriendo lentamente el capullo, y recorriendo con mi mano el tronco de mi polla. Notaba mi miembro palpitar, completamente duro, y empecé acariciarlo imaginando que era la polla de otro. Aceleré el ritmo de la paja hasta que empezaron a brotar chorros de semen. Sin pensarlo dos veces, y arrastrado por un orgasmo brutal, me llevé la mano llena de leche a la boca.
Han pasado unos días desde aquella noche y la verdad sea dicha ni siquiera he tenido tiempo para pensar en ello. Si mis gustos sexuales están experimentando cambios, mi vida familiar no se queda atrás.
Mi madre y mi padre, matrimonio modelo a la vista de todos, no se pueden ni ver. Han estado ocultando a los ojos de amigos y familiares que su matrimonio se ha convertido en un infierno. Mi padre es abogado, de ahí a que yo decidiera (o me obligase él) seguir sus pasos. Mi madre, como muchas otras mujeres de su época, dejó su trabajo de empleada de la banca al casarse, y ahora se ha dado cuenta de que ésta, no es la vida que quiere vivir.
Mujer resignada y madre incasable, le dio su virginidad, su juventud y su vida entera a mi padre, diez años mayor que ella. Pues bien, desde hace unos tres años parece ser que mi padre se tira a otras mujeres, y lo peor de todo es que mi madre lo ha sabido siempre.
No juzgo a mi padre, porque según el, mi madre es tan buena madre como mala esposa. Sus relaciones sexuales hace años que brillan por su ausencia. Entregando su vida a su familia, se olvidó de vivir la suya propia.
Durante estos últimos días las broncas se suceden, mi madre no parece dispuesta a aguantar más una farsa. Así veo mi vida desmoronarse. Ana me dejó bien claro al llamarla al día siguiente, que no volveríamos a vernos hasta que yo aclarase mis ideas. Parece convencida de que hay otra chica en mi vida.
Sinceramente no creo tener habilidad suficiente para superar todo esto. Cada vez siento con más claridad que mi vida ya no es mi vida, ya no es como había sido siempre.
Continuará...