La vida de otro (21: Nuestro secreto)

Juan aceptará el trato de Ruth para que vuelva con su novio y Toni tomará parte de ese trato que acabará por convertirse en un secreto a tres.

  1. NUESTRO SECRETO.

El contacto de los labios de Toni rodeando mi polla revivió en mí los recuerdos de aquel viernes en su casa. Ruth, sentada a mi lado contemplaba la escena con una sonrisa en los labios. Ella, al igual que su hermano Javier, parecía tener una gran capacidad de persuasión, o al menos sobre Toni y yo.

Las manos de mi amigo acariciaban mi pecho mientras Ruth me besaba. Le quité la camiseta dejando a la vista sus preciosos pechos. Empecé a lamerlos. Mi lengua se detuvo en sus pezones jugueteando con ellos mientras Ruth lanzaba pequeños gemidos.

Miré hacia mi entrepierna. Toni continuaba engullendo mi polla. Mientras se la comía y pasaba la lengua por el tronco y por mis huevos... mi amigo tenía sus ojos bien abiertos, clavados en mi polla, como si intentase grabar aquella escena para siempre en su retina. Sólo apartaba su mirada para observar mi expresión y buscar en mis ojos la aprobación por su espectacular mamada. Y mis ojos no sólo reflejaba aprobación si no también placer... el placer de sentir los labios de uno de tus mejores amigos comiéndose tu polla erecta y dura mientras una de tus mejores amigas presencia la escena.

Toni se detuvo y alzó su cabeza.

  • ¿Te gusta? –Le dijo a Ruth.

  • Me encanta. Quiero que os beséis. –Dijo Ruth con un hilo de voz mientras acariciaba lentamente su cuerpo desnudo.

Toni me miró con complicidad e incorporándose acercó su boca a la mía. Nuestros labios tomaron contacto. Mi lengua asaltó su boca enredándose con la suya. El sabor de mi polla en su boca, el morbo de saber que acababa de comérsela, me calentaba especialmente. Mis manos recorrían su espalda amplia y definida por el deporte. Mientras nos besábamos él continuaba pajeando mi polla.

Ruth terminó de desvestirse y empezó a acariciar su húmedo sexo con sus dedos. Toni continuó con la mamada, estaba hambriento de verga, sólo había que verle succionar y mamar mi polla con aquella voracidad para darse cuenta de ello. Le acariciaba su cabeza guiando sus movimientos. Su lengua volvió a recorrer el tronco de mi polla desde el capullo a la base, lamió mis huevos y se perdió por el espacio que los une con el ano. Instintivamente levanté ligeramente mis piernas. Su lengua rozó esa parte tan sensible de mi anatomía y me estremecí de placer. Volvía a sentir aquella sensación tan agradable.

La boca de Toni volvió a mi polla mientras jugaba con un dedo en mi ano. Ufff... empezaba a perder el sentido. El placer que me hacía sentir aquel dedo entrando y saliendo de mi culo era indescriptible. Algo que hay que sentir por uno mismo para poderlo entender.

Ruth gemía mientras se masturbaba observando la mamada que Toni me estaba haciendo. Se la veía realmente caliente. No pudo aguantar más. Se abalanzó sobre mi polla y empezó a comérsela junto a Toni. Uffff... aquello me hizo rozar el cielo. La boca de Ruth cubrió absolutamente mi polla mientras Toni se dedicaba a mis huevos. Se los metía en la boca hasta donde le cabían. Su dedo continuaba en mi culo mientras Ruth seguía succionando mi capullo con fuerza, como esperando que mi leche brotase de golpe y saciase su sed. Me iba a correr.

  • Mmmmmm... parad por favor, o me voy a correr.... –Susurré yo.

  • ¡No! Antes nos tienes que follar. –Dijo Ruth.

Dicho y hecho. Toni buscó un condón en su cartera y me lo colocó en la polla. Era el turno de Ruth. Mi amiga se sentó a horcajadas sobre mí mientras dirigía mi polla hacia la entrada de su coño. Estaba muy lubricada así que entró con mucha facilidad. La novia de mi mejor amigo empezó a moverse sobre mí, como cabalgándome, mientras mi polla se perdía en su interior. Nos fundimos en un brutal beso.

Ruth gemía cada vez más alto, sus manos acariciaban mi pecho hasta clavar sus uñas en él. Empecé a preocuparme por si alguien de la casa nos podría oír. Toni acalló mis preocupaciones y los gemidos de Ruth. Le puso su polla tiesa en la boca y Ruth empezó a comérsela como si le fuese la vida en ello.

Ruth aceleraba el movimiento de la cogida y yo empecé a sentir que me correría, pero no quería acabar sin follarme el estrecho culo de Toni. Me detuve.

-Ahora te toca a ti, te la quiero meter por el culo... –Dije yo mirando a Toni.

Toni se apoyó en el brazo del sofá mientras Ruth se incorporaba. Mi amigo puso una de sus piernas sobre el brazo dejando la otra en el suelo, mostrándome su rosado agujero. Me puse detrás de él y empecé a meter un dedo en su culo. Estaba muy lubricado y caliente. Dos dedos. Toni gemía. Tres dedos entraron sin resistencia. Los retiré de golpe. Era el turno de mi polla.

  • Ahhhhhhh... métemela ya, por favor.

Apunté mi polla hacia su agujero y se la empecé a meter. Ruth observaba la escena sentada en el sofá con dos de sus dedos enterrados en su vagina, jugueteando con su clítoris.

El culo de Toni empezó a darme un placer difícil de igualar. Estrecho y caliente, su esfínter presionaba mi polla mientras entraba y salía. Toni jadeaba casi sin aliento mientras era penetrado por cada centímetro de mi verga.

  • Ahhhhhhh... sigue por favor, sigue... mmmmm, métemela toda. -Decía Toni entre gemidos.

Sus palabras me calentaban aún más. Aceleré el ritmo de la enculada. Sujeté a Toni por las caderas apretándolo hacia mi. Mis huevos chocaban contra sus nalgas al final de cada embestida. Toni gemía. Miré hacia Ruth. Con las piernas abiertas continuaba con sus dedos en su sexo mientras con la otra mano se acariciaba los pechos. Su mirada seguía clavada en la enculada, clavada en el movimiento de mi polla en el culo de Toni.

  • ¡Ahhhh! Me voy a correr.... –Grité yo.

  • ¡Espera! –Dijo Ruth.

Saqué la polla del culo de Toni y me quité el condón. Ruth se levantó, se acercó a Toni. Y ambos se estiraron en el sofá en sentido opuesto, con sus caras a la misma altura.

  • Te vas a correr en nuestras bocas... queremos leche, nos la hemos ganado. –Dijo Ruth.

  • Os voy a llenar de leche... mmmmm. –Añadí yo mientras aceleraba el ritmo de la paja.

  • Ahhhhhhhhhhhhhh...

Mi leche empezó a salir disparada. Una descarga se estrelló en el sofá. Las siguientes cayeron encima de mis amigos. Toni buscaba con su lengua la leche que iba cayendo sobre su cara. El resto de descargas fueron a parar al pecho de Ruth, a su cuello, a su boca, al abdomen de Toni... Ambos se fundieron en un beso compartiendo mi corrida y terminaron de masturbarse hasta llegar al orgasmo. El pecho de Toni se cubrió de su propia leche.

Nos limpiamos en silencio y nos vestimos. Por primera vez después de follar con un tío seguía consciente y no salía corriendo. Continuaba disfrutando de la situación. El orgasmo había sido brutal y me sentía especialmente relajado. Desde la noche del sábado necesitaba un polvo como ese.

Los tres estábamos sentados en el mismo sofá. En el equipo de música sonaba suavemente Free de Lighthouse Family. Nadie se atrevía a decir nada, sin duda la situación era comprometida. Y entonces empecé a reírme.

  • ¿De qué te ríes? –Preguntó Ruth extrañada.

  • Jajaja... es la primera vez que me follo a otro tío y no salgo corriendo, si a eso añadimos que es mi primer trío, que me acabo de tirar a la novia de mi mejor amigo y que ella ha presenciado como me follo a uno de mis amigos en su propia casa... jajajaja. ¿No es gracioso? –Dije yo con una risa nerviosa.

  • Jejeje... estás loco Juan. –Dijo Toni sonriendo.

  • Así que Javier te había contado lo que pasó el fin de semana en Salou. –Recordé yo.

  • Sí, Javier y yo nos tenemos mucha confianza. Además, gracias a su explicación conseguí convencer a Toni de que tú no habías tenido toda la culpa de lo que pasó en Salou. Javier es mi hermano, y le quiero, pero es un cabronazo... le echa mucho morro a la vida y se olvida de que los demás tienen sentimientos.

  • ¡Ah! Por eso estás aquí Toni. –Dije yo empezando a atar cabos.

  • Bueno, digamos que he empezado a superar lo de Javier. Al conocerle mejor me di cuenta de que no era, ni de lejos, como había imaginado. Además tenía ganas de volver a verte Juan. Esta ha sido, una vez más, una noche fantástica.

  • Me alegra ver que volvemos a ser amigos, pero, recuperando el sentido común, me gustaría dejar claro que esto ha sido un hecho aislado. No volverá a suceder, por lo menos por mi parte. –Dije yo convencido.

  • Cierto, éste será nuestro secreto. Y de estas cuatro paredes no debe salir nada. –Dijo Ruth recuperando la seriedad.

  • Bueno, por mi parte de acuerdo. No debo olvidar que Juan siempre será para mí un objetivo inalcanzable. –Dijo Toni con ironía.- Bueno, ¿pero que pensáis hacer con vuestras respectivas parejas?

  • Pues supongo que intentarlo de nuevo con Jesús, al fin y al cabo ésta ha sido mi pequeña venganza y con ella se ha hecho realidad una de mis fantasías sexuales. Sí, creo que le daré una oportunidad.

  • Me alegra oír eso Ruth. Yo por mi parte no voy a continuar con Ana, pero no tiene nada que ver con lo que ha pasado esta noche, ni con lo que ha pasado en estos últimos meses contigo o con Javier. -Dije yo mirando a Toni.

Mis amigos me miraron con incredulidad. Mi afirmación sonaba menos creíble que una promesa electoral sobre política social del Partido Popular.

  • Os digo la verdad... si corto con Ana es porque ya no siento lo mismo por ella. Nada más. –Dije yo casi convencido de mi rotunda afirmación.

  • Tu verás Juan –dijo Toni-. Pero que te sientas atraído por un tío no se cura, no es como un resfriado. Te lo digo por experiencia. Hay que aprender a vivir con ello.

Sus palabras volvieron a quitar sentido a mis afirmaciones. Los tres volvimos a quedarnos en silencio.

  • Será mejor que demos por concluida la reunión. –dijo Ruth.

Volví a mi casa. Durante el camino no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido. Sabía que podía confiar en el silencio de Toni, mi amigo parecía carecer de toda maldad, y esa noche me lo había vuelto a demostrar. El silencio de Ruth se daba por supuesto, tenía tanto que perder como yo. Ese sería nuestro pacto. Estaba sellado y era mejor empezar a olvidarlo.

Llegué a casa. Cuando estaba en mi habitación quitándome la ropa entró mi hermano. Yo sólo llevaba puestos unos boxers ajustados de Dolce & Gabana.

  • ¿Puedo pasar? –Dijo mi hermano asomando su cabeza por la puerta de mi habitación.

  • Claro, adelante. –Es lo único que podía decir dado que ya estaba dentro.

  • ¿Qué tal la cena?

  • Bien, entretenida. –Contesté un poco violento por la situación.

  • Vaya me alegro. –Dijo mi hermano.

  • ¿Carlos sucede algo? –Dije yo ante ese incómodo silencio.

  • No, no... sólo he venido porque quería decirte que me han dado el trabajo de Técnico en Sistemas de la entrevista a la que fui el otro día.

  • ¡Vaya! Me alegro hermano! –Dije yo.

  • Gracias Juan. ¿No me vas a dar un abrazo?

  • Claro.

Me acerqué a mi hermano y nos abrazamos. Él estaba vestido aún, debía acabar de llegar. El contacto de sus manos y sus brazos alrededor de mi espalda desnuda me hicieron estremecer. Nos quedamos sólo unos segundos abrazados, pero a mí me parecieron horas. Me retiré con suavidad. Pero Carlos no retiró sus brazos. Sus manos se deslizaron por mi espalda hasta rozar el elástico de mis boxers, justo en el inicio de mi culo. ¿Qué estaba pasando?

Me aparté bruscamente. Carlos lo notó. Desvió su mirada hacia abajo, pareció sentirse avergonzado y la volvió a alzar. Sin decir nada se sentó en mi cama. Yo estaba paralizado, de pie.

  • Bueno, pues ahora que tengo trabajo, y espero que dure, creo que pronto empezaré a buscar algún piso de alquiler en Barcelona. Y me preguntaba si te apetecería compartirlo conmigo y algún colega más. -Dijo Carlos aparentando normalidad.

  • Bueno, tendría que pensarlo. Avísame cuando tengas algo seguro. -Dije yo aún confundido por la situación.

Carlos no contestó. Me miró fijamente a los ojos. Yo continuaba inmóvil, de pie en el medio de mi habitación. Quizás todo aquello era fruto de mi imaginación, de esa mente enfermiza en que me había convertido, pero mi hermano tenía un comportamiento extraño. Daba la impresión que intentaba decir algo.

  • Te quedan muy bien esos boxers. –Dijo Carlos mientras se levantaba de la cama y se dirigía a la puerta de la habitación. –Buenas noches.

La puerta se cerró y Carlos desapareció tras ella. ¿Qué tenían de especial mis boxers? Miré hacia mi entrepierna. Tenía la polla completamente dura. De la base en mis huevos hasta el capullo, casi en el borde de los boxers, se marcaba completamente mi polla erecta. Sin duda mi hermano había presenciado el espectáculo.

Continuará...