La vida de otro (20. Convencer a Ruth)

Juan acude a una fiesta en casa de Ruth e intentar hablar con ella de su relación con Jesús. Juan desplegará todo su encanto para "convencer" a su amiga. En la fiesta también estará Toni.

  1. CONVENCER A RUTH.

Otra vez lunes. Me pasé la mañana pensando en la cena y planeando una forma de hablar con Ruth sobre su bronca con Jesús. No tenía la confianza suficiente para hablarle de la ruptura así sin más. Mientras, hacía todo lo posible para no cruzarme con Ana, necesitaba exprimir al máximo el plazo antes de darle una respuesta, así que opté por no ir a las clases en las que coincidíamos por la mañana. Con toda seguridad Ana no iría a la cena, seguramente porque ya le habían dicho que iría yo. Mejor así.

Durante la comida llamé a Ruth para confirmarle que iría a su casa esa noche. Por su tono de voz no parecía especialmente afligida o dolida. Me habló con normalidad y cuando le dije que debíamos hablar de un asunto que me preocupaba, no pareció inmutarse. Personalmente me sentía un tanto ridículo, intentando resolver los conflictos de esa pareja, cuando era incapaz de resolver los míos propios. Pero ¿para qué están los amigos?

Llegada la tarde, fui hacia la casa de Ruth. Sabía que vivía en Pedralbes, uno de los barrios más caros de Barcelona, pero jamás imaginé tanto. Desde el exterior, en la Avenida Pearson, no se veía prácticamente la casa, la valla que la rodeaba era impresionante. Con toda seguridad la finca debía ocupar una manzana entera. Llegué a la entrada principal, vigilada por cámaras de video. El adosado de mi familia me pareció en aquel momento algo ridículo. Llamé al portero, el vigilante abrió la puerta.

Ante mí un acceso empedrado flanqueado por un impresionante jardín. Avancé despacio hasta llegar a la puerta de la casa. Me bajé del coche mientras contemplaba perplejo todo aquel lujo. Ruth vivía en una preciosa casa de ladrillo rojo sin uniones exteriores, de tres plantas, con amplios ventanales y terrazas, y de construcción muy reciente. La entrada principal estaba protegida por un imponente porche. El camino de piedra por el que se acedía la propiedad terminaba en la puerta del garaje situado en el lateral de la casa. La puerta estaba abierta y justo delante había varios coches aparcados. Me acerqué caminando. Junto a los coches estaban algunos de mis amigos. Reconocí el 206 CC de Pedro, el smart de Jordi y el Micra de la madre de Emma. Al parecer todos estaban ocupados mirando un Mini Cooper rojo que yo no había visto antes.

  • ¡Hola Juan! –Gritó Emma.

  • Hola a todos.

  • ¿Qué, te gusta el coche nuevo de Toni? -Preguntó Pedro mientras Toni aparecía con Ruth del interior del garaje.

Estaba allí. Volvía a ver a Toni después de tantos días. En todo este tiempo ni siquiera me había parado a pensar que había sido de él. Volvía a sentir esa insoportable presión en el pecho.

  • Muy bonito. -Dije yo con un hilo de voz.

No hubo más comentarios. Ruth nos condujo hacia el interior de la casa. Si por fuera era espectacular, el interior no se quedaba atrás. Nuestra amiga había organizado la cena en la impresionante buhardilla con solarium del la casa para que estuviésemos más tranquilos. Aquella buhardilla era más bien un loft completamente habitable. Parquet, climatización, mesa de trabajo con un ordenador iMac, un precioso equipo de música de Bang&Olufsen, dos sofás gigantes con una mesa llena de comida, una tele de plasma con DVD y home cinema... y separada del resto de la habitación por un impresionante acuario, una cama enrome que contaba con su propio baño y su propio vestidor. En definitivamente el loft con el que siempre había soñado.

Estuvimos un rato hablando antes de la cena. Pedro me contaba sus progresos en el Tom Clancy's Splinter Cell, el último juego de Play2 que se había comprado. Pero mi cabeza y mi atención no estaban con Pedro. Disimuladamente observaba a Toni que estaba sentado en el sofá hablando con Raquel. Ruth salió a la terraza a fumarse un cigarro y disculpándome con Pedro la seguí. Aquella era mi única oportunidad de hablar a solas con ella.

  • ¿Qué tal? -Solté yo para romper el hielo.

  • Cansada. Ha sido un día largo, esta noche no he dormido apenas, tenía que entregar un proyecto esta mañana.

  • Y... ¿qué tal con Jesús? –Empezaba a moverme por un terreno delicado.

  • ¡Uffff! –Suspiró Ruth.- Lo siento pero no tengo ganas de hablar de ese tema.

  • Por favor Ruth, dame sólo un minuto. -Supliqué yo.

  • Muy bien, tienes un minuto, sólo uno. –Dijo Ruth con cierta resignación.

  • Jesús me ha contado lo de vuestra bronca... te juro que está muy arrepentido.

  • ¿Te ha contado el motivo de la discusión? –Preguntó en un tono un tanto ambiguo.

  • Bueno... mmmm... algo me ha contado.

-¿Algo?

  • Bueno, lo el trío... –Dije yo sin demasiado convencimiento.

  • ¿¡Pero cómo ha podido contarte algo tan persona!? ¿¡Este tío es tonto o qué!? -Dijo Ruth encolerizada.

  • Ruth por favor... tranquila. Soy su mejor amigo, es lógico que buscase consejo.

  • Consejo... ¿y tú que le aconsejaste?

  • Que no debería haberse comprometido a hacer algo que sabía de antemano que no podría hacer. –Dije yo realmente asustado por la evolución de la conversación.

  • ¿Y no crees que ya es demasiado tarde para eso?

  • Sí, sí... claro que es tarde, pero...

  • Tu minuto se ha acabado Juan. Ya puedes decirle a tu amigo que me olvide, que no soporto que me engañen, que traicionen mi confianza, que me utilicen como un juguete sexual... que me tomen el pelo. ¿Sabes una cosa Juan? Yo tengo una teoría, en la vida lo último que se pierde no es la esperanza... es la dignidad.

  • Ruth, por favor, no puedes hacerle esto... le prometí que haría todo lo que estuviese en mis manos para convencerte. Necesito que le des una oportunidad, por lo menos para que se explique. Entiéndelo, si no le apetece hacer un trío, no puedes obligarle, pero él te quiere, Ruth, no puedes olvidar eso.

  • Palabras, palabras... como sois los tíos... que prácticos. ¿Y los sentimientos qué? ¿Y todo lo que yo hice por él qué? No es sólo el trío... Jesús ha traicionado mi confianza. Además, no sé que hago hablando de mi vida sexual contigo, Juan. Si no quieres amargarme completamente la noche mejor será que dejemos el tema.

  • Está bien... sólo quiero que sepas que si necesitas hablar, ya sabes donde me tienes.

Ruth no contestó. Llevaba todo el día preparando esa conversación y a la hora de la verdad la cagué. Había tenido tan poco tacto que Ruth se lo había tomado como una intromisión en su vida privada. Que desastre. Tenía que arreglarlo de alguna forma. Tenía que convencerla.

Volvimos en silencio junto a nuestros compañeros. Toni seguía distraído con Raquel y Emma. Empezamos a cenar y pusimos una película, "El otro lado de la cama".

Durante la peli, Ruth pareció olvidarse de nuestra conversación y parecía realmente animada. Las carajadas que provocaba la película se confundían con las que provocaba Ruth al tontear con Toni, diciéndole que era su hombre perfecto, que los gays tenían especial sensibilidad, que hoy no le dejaría irse para casa. Cuando la película planteó ligeramente el tema de la homosexualidad Ruth lanzó una fulminante pregunta.

  • ¿A vosotras no os daría rollo ver cómo se lo montan dos tíos?

  • ¡Sí, sí, sí! Jejejeje... a mí me da morbo, vamos por lo que tiene de prohibida la situación, por lo perversa, no sé. – Dijo Emma realmente puesta en el tema.

  • ¡Uy! Pues a mí no. Que asco. Si veo a Pedro hacer algo así me muero. Vamos, es mi opinión. Lástima que no esté Ana aquí para darnos la suya. –Sentenció la harpía de Raquel mientras me lanzaba una mirada aniquiladora.

  • ¿Asco por qué? ¿A los tíos no se la pone dura ver a dos tías montándoselo? -Replicó Emma.

  • Bueno, hay gente para todo Emma, pero a mí no me atrae en absoluto la idea. Le restaría virilidad a mi pareja. –Replicó Raquel.

  • Ufff... como eres Raquel. Cuando estaba con un ex, antes de conocer a Jesús, vi como se morreaba con un amigo suyo que entendía, mientras bailábamos en una discoteca, y me puse a cien. Eso sí, me quedé con ganas de ver más. –Añadió Ruth entre risas.

  • Da igual Ruth, aunque a Raquel le apeteciese no lo vería nunca... en ese aspecto tengo mucho que decir. -Dijo Pedro riendo.

  • Bueno, si hay algún candidato yo me ofrezco a haceros una demostración práctica chicas... jejeje. –Dijo Toni en un tono especialmente desinhibido y animado. Parecía haber superado su decepción con Javier.

Ese comentario me hizo dudar. Hasta ese momento Toni había sido extremadamente discreto con lo que sucedió entre nosotros, pero nunca antes le había oído hablar en ese tono. Sólo recé porque Toni no fuese de los que pensaban que la venganza es un plato que se sirve frío. La presión continuaba aumentando en mi pecho.

  • Va a ser que no Toni.. jajaja. –Dijo Jordi soltando una sonora carcajada.

La conversación entró en pausa cuando Raquel y Pedro se levantaron para irse. La arpía se fue bastante molesta. No hay nada como votar al PP para entender y respetar las opiniones de los demás. Jordi se fue al mismo tiempo. Nada más verlos salir por la puerta de la casa, Emma descargó toda la caballería.

  • ¡¡A esta tía lo que le hace falta es que se la follen bien follada!! A ver si Pedro no la satisface... jajaja. –Estallaron las risas.

  • Igual la tiene pequeña... jejeje. ¿Se la has visto tú Toni? -Preguntó Ruth entre risas.

  • No he tenido ese privilegio... jejeje. ¿Y tú Juan? -El cabrón me acababa de pasar la pelota. Me hubiese levantado en ese mismo instante para salir de aquella casa, de aquella situación tan embarazosa. Pero temía que si le dejaba sólo soltaría algún disparate más.

  • Pues es posible, pero no lo recuerdo. –Dije yo aparentando que la pregunta no me molestaba lo más mínimo.

  • Juan, ¿y tu que dirías si tu novia te dice que quiere ver como te enrollas con otro tío? -Preguntó Ruth sin rodeos.

  • Nunca sucederá algo así. -Respondí en un tono ambiguo, estaba demasiado cansado para improvisar una respuesta mejor.

Todos callamos. Ruth miró a Toni y sonrió. ¿A qué venía aquello? Me empecé a mosquear. El móvil de Emma rompió el silencio.

  • Vaya chicos, lo siento pero mi madre me reclama... ahora que esto se ponía interesante... jeje.

  • Tranquila, si pasa algo te llamo y te lo cuento... jejeje. –Contestó Ruth con una fingida maldad.

Cuando Emma se fue, empecé a pensar que quizás yo también debiera irme. La situación me incomodaba cada vez más. Pero aunque pareciese mentira, estaba tan incómodo como excitado. Junto a mí tenía a Ruth, que se había estirado en el sofá apoyando su cabeza en mis piernas. Y en el otro sofá, Toni. Estirado y con su mirada clavada en Ruth y en mí. En silencio.

  • ¿Juan tienes la polla dura? –Soltó Ruth incorporándose de repente.

  • ¿¿Cómo?? -Respondí perplejo.

  • Tío, es que se te nota un pedazo de paquete.. ya decía yo que estaba especialmente cómoda apoyada en tu regazo. –Dijo Ruth sonriéndome con una mirada provocativa e insinuante, mientras Toni miraba con los ojos bien abiertos hacia nosotros.

  • No, no... debe ser la ropa. –Mentí yo.

  • Sí claro... jejeje... deben ser las llaves. –Dijo Toni con ironía.

  • Esto tiene fácil solución. A ver... –Y sin previo aviso Ruth estiró su mano y la posó sobre mi paquete.- ¡Mentiroso! La tienes dura...

  • Ruth... no creo que esto esté bien. –Susurré mientras Ruth continuaba son su mano sobre mi polla, empezando a acariciarla por encima de la ropa.

-¿No me habías dicho que harías todo lo que estuviese en tus manos para convencerme?

  • Sí... –Dije yo empezando a pensar que me iba a arrepentir de esas palabras.

  • Pues ahora tengo entre las mías un poderoso argumento para convencerme...

Ruth se acercó lentamente hacía mí mientras rodeaba mi cuello con sus largos brazos y acercaba sus labios a los míos. Nuestras lenguas se encontraron.

  • Ruth, no puedo hacerle esto a Jesús. –Dije yo separándome de golpe.

  • Juan, si Jesús me quiere todavía, seguro que te estará muy agradecido si logras convencerme. -No dije nada. La situación era explosiva. Ruth me besaba mientras acariciaba mi paquete bajo la atenta mirada de Toni.

El contacto de la suave piel de Ruth hizo endurecer completamente mi polla. Nos abrazamos mientras seguíamos besándonos. Empecé a calentarme y deslicé mis dedos acariciando sus pechos. Ruth empezó a desabrocharme el pantalón. Su lengua atrapaba la mía, mientras me daba pequeños mordisquitos en los labios. Sus manos liberaron mi polla que saltó como un resorte completamente dura y con el capullo húmedo por las primeras gotas de precum.

Empezó a hacerme una paja. Mientras, Toni empezó a acariciarse su paquete por encima de la ropa casi instintivamente, con su mirada clavada en mi polla y en la paja que Ruth me estaba haciendo. Aquello era una locura pero, había cometido tantas locuras en los últimos meses. Sin duda, hay ocasiones en la vida de todos en los que el sentido común es algo de lo que puedes prescindir.

La novia de mi mejor amigo se deslizó hasta mi entrepierna y empezó a comerse mi polla jugueteando en el capullo con su lengua mientras sujetaba con fuerza mis huevos. Mientras, yo observaba a Toni que ya tenía la polla fuera y se la estaba cascando. Pero entonces todo dio un inesperado giro. Ruth levantó la cabeza y le dijo a Toni que se sentase a mi lado. Mientras Ruth me quitaba la camiseta y terminaba de bajarme los pantalones, Toni se desvistió ante mi atenta mirada. Me alegré infinitamente de volver a ver aquel cuerpo desnudo.

Toni se sentó junto a mí. Mis manos se habían perdido bajo la camiseta de Ruth y tocaban sus pechos sin sujetador. Ruth continuaba con la mamada. Entonces Toni puso una mano sobre mi muslo acariciándolo con suavidad y empezó a acercar su boca a mi polla.

  • ¡Eh tío! ¿Pero que haces? –Grité yo incorporándome ligeramente.

  • Quiero probar tu polla... podemos compartirla. –Dijo él con total normalidad.

Toni volvía a rebajarse, con todo el daño que le había hecho. Pero inevitablemente esas palabras me encendieron por dentro. Dos bocas, dos lenguas, cuatro manos, veinte dedos... sobre mi polla. Y la mitad de todo ello de un amigo al que me había follado semanas atrás. ¿Cómo me iba a resistir a eso? Por si quedaba alguna duda Ruth terminó de convencerme.

  • Juan, entre Javier y yo no hay secretos, sé lo que pasó el fin de semana en Salou. Pero no te tomes esto como una amenaza, simplemente tómatelo como una invitación a que te dejes llevar y hagas lo que te apetezca. Este será nuestro secreto, el secreto de los tres.

Javier no había tenido la boca cerrada, y si ahora Ruth lo sabía, porque iba desaprovechar esa oportunidad. Mi vida seguía cuesta abajo y sin frenos. No contesté. Me acerqué a Toni, rodeé su cuello con mi brazo y le conduje hacia mi polla.

Continuará...